Por
el Comodoro VGM (R) Roberto Mario Cerruti (*)
Prólogo
Luego
de la primera edición de este trabajo aparecido en 2012, algunos lectores se
acercaron para brindarme desinteresadamente datos que podrían optimizarlo. A
ellos, mi agradecimiento.
En
la segunda versión del texto incorporé los detalles aportados y otros que
obtuve de mis investigaciones. Entre las nuevas precisiones recibidas surgió lo
sucedido el 31 de mayo de 1982, cuando en un vuelo nos cruzamos en el océano
Atlántico con el RFA
“Fort Grange” que iba camino a reunirse con la Fuerza de Tareas británica. En
ese buque se encontraba el entonces Teniente (Royal Navy) John Charles Osmond
con quien he intercambiado correspondencia que me ha sido de gran utilidad.
De
estos correos obtuve la información de que luego del 29 de mayo los buques de
la flota inglesa que se dirigían al sur recibieron órdenes de apartarse de la
costa americana para alejarse del alcance de los aviones de la Fuerza Aérea
Argentina (FAA).
Así
mismo, me acercaron recortes de periódicos brasileños referidos al VLCC
“Hércules”, con los que pude reconstruir los días previos al hundimiento del
buque.
Estos
nuevos datos que documentan los hechos hicieron que cambiara la división del
trabajo en anexos y adjuntos, no para darle una jerarquía a esos testimonios
sino para mayor comodidad del lector; también he agregado más fotos y croquis
explicativos.
Además,
merecía ser descripto el derribo del TC-63, único C-130 perdido en el
conflicto, y hacer un homenaje a sus tripulantes.
Con ellos había compartido vuelos y diferentes actividades en la I Brigada
Aérea; la misión que cumplían de “Marcación de blancos navales” no era una
tarea específica de la Fuerza Aérea y tampoco estaba contemplada en el Manual
de Procedimientos Operativos del Escuadrón I. Pero cuando se está en guerra y
se necesita, todo esfuerzo es poco.
En
esta tercera versión del escrito, personal de la Dirección de Estudios
Históricos contribuyó a pulir la edición del texto y a mejorar los croquis.
Además, he utilizado como referencia el Informe Final de la Comisión de
Análisis y Evaluación de las Responsabilidades en el Conflicto del Atlántico
Sur, más conocido como Informe Rattenbach, ya que no caben dudas de la
objetividad, ecuanimidad y profesionalismo de su confección y análisis.
El
conflicto bélico se desarrolló entre el 1 de mayo y el 14 de junio de 1982 en
la Zona de Exclusión Total; durante ese período, los tripulantes de los
escuadrones aéreos que volaron en esa área junto con el personal de las
unidades que combatieron y permanecieron en las islas pagaron con hombres y
material el costo de pertenecer al pequeño grupo de excombatientes.
Mi
agradecimiento a los veteranos de guerra que volaron a las islas entre el 2 y
el 30 de abril y a quienes desde el continente planificaron las operaciones
militares y nos brindaron el sostén logístico y el apoyo técnico, ya que sin ellos
no hubiera sido posible cumplir con las misiones asignadas.
Un
reconocimiento especial a mis camaradas con quienes integré una de las
tripulaciones del Escuadrón I y con los que conviví durante el conflicto, para
agradecerles el espíritu de equipo y el profesionalismo que demostraron en las
situaciones vividas. Cada uno puso todo su esfuerzo, conocimiento y vocación de
servicio.
Introducción
Durante
el conflicto por las islas Malvinas, la Fuerza Aérea Argentina combatió con los
medios disponibles y, en muchos casos, aplicó todo tipo de inventivas para
suplir las diferencias tecnológicas con que contaba el adversario a fin de
lograr el éxito. Una de esas ideas fue armar un C-130 Hércules con bombas para
realizar tareas de interdicción aérea lejana, dadas las distancias que se
deberían recorrer, con el fin de interferir el sostén logístico enemigo.
Este
escrito es un registro de las actividades realizadas por la tripulación de esa
aeronave desde el 2 de abril (cuando se conformó para las misiones de
transporte aéreo a Malvinas) hasta el 8 de junio de 1982 (fecha de la última
misión del C-130 bombardero).
Finalizada
la contienda se comenzaron a publicar libros y artículos referidos a los hechos
bélicos y a las anécdotas de guerra. A su vez la FAA, luego de diecisiete años
y del trabajo de varias comisiones, publicó en dos volúmenes el Tomo VI de la
colección “Historia de la Fuerza Aérea Argentina”, titulado La Fuerza Aérea en
Malvinas.
La
obra empieza con los antecedentes históricos, relata la situación previa al
conflicto, los sucesos de abril de 1982 y luego, en el Capítulo VII, describe
las operaciones aéreas día por día incluyendo lo sucedido en cada fecha sobre
la meteorología, la situación militar, las operaciones aéreas y algunas
vivencias. En ese Capítulo VII el C-130
“Tigre” está registrado en un cruce a Malvinas y luego en operaciones de
“Exploración y reconocimiento”, una forma de referirse a los vuelos de
interdicción aérea, ya que las autoridades de la FAA de ese entonces decidieron
mantener en secreto las misiones realizadas por esa tripulación. La razón de no dar a conocer esas operaciones
fue ocultar la orden de la Fuerza Aérea Sur (FAS) de atacar un superpetrolero
el 8 de junio de 1982.
Ese
ataque motivó que la empresa Amerada Hess Shipping Corporation y otros
iniciaran un pleito contra la República Argentina en el Tribunal Federal para
el Distrito Sur de New York, en los Estados Unidos (caso número 87 - 1372
Suprema Corte de los Estados Unidos).
La compañía buscaba un resarcimiento económico por las pérdidas sufridas como
resultado de un ataque efectuado por un avión militar argentino cuando el
petrolero se encontraba en alta mar en el Atlántico Sur durante la guerra por
las islas Malvinas.
Poco
después de finalizar el conflicto bélico se le transmitió a la tripulación del
C-130 “Tigre” la orden verbal de “no comentar los hechos” debido a que había un
juicio contra el Estado argentino y que una vez terminado el litigio, se haría
público lo acontecido.
Sosteniendo
esta postura, el Comodoro Rubén Oscar Moro en su libro Historia del Conflicto
del Atlántico Sur (La Guerra Inaudita), editado en 1985, señala que “hubiese
sido realmente una tarea insólita para el esforzado Escuadrón Hércules de la I
Brigada Aérea, a sumar a las numerosas ya cumplidas, el acreditarse el
hundimiento de un buque de 270.000 toneladas de desplazamiento, integrante de
la reserva naval de los EEUU, como toda bandera liberiana
[…]”.
La
Suprema Corte de los Estados Unidos para el Segundo Circuito se expidió el 23
de enero de 1989 no dando ha lugar al reclamo “porque ni los hechos expuestos
ni el perjuicio a la propiedad sucedieron en los Estados Unidos”.
Sin
embargo, por motivos que se desconocen, la Fuerza Aérea Argentina lo mantuvo en
reserva. Recién en una entrevista realizada en 2010, el Comodoro VGM (R)
Alfredo Cano, jefe del Escuadrón Hércules durante el conflicto bélico, señaló: “En
su momento la Argentina había negado ser responsable de esos ataques pues no
quería que trascendiera esa capacidad, pero hoy lo cuento porque luego fue
blanqueado”.
Finalmente,
en 2012, la FAA editó un libro conmemorativo por el centenario de la aviación
militar argentina, en el que se incluyó un capítulo dedicado al C-130
bombardero.
VLCC
"Hércules" hundiéndose el 20 de julio de 1982. Crédito www.1982malvinas.com/curiosidades
El
inicio
En
marzo de 1982 se ordenó la recuperación de las islas Malvinas y se fijó el 1 de
abril como el día de la operación (luego se demoraría veinticuatro horas). La planificación se mantuvo en secreto para
la mayoría de los argentinos e involucraba a componentes de la Armada Argentina
(ARA), del Ejército Argentino (EA) y de la Fuerza Aérea Argentina (FAA).
Uno
de los medios asignados de la Fuerza Aérea fue el Escuadrón I C-130 del Grupo 1
de Transporte de la I Brigada Aérea, que inmediatamente comenzó a trabajar en
el alistamiento del personal y del material. El jefe de Escuadrón, Vicecomodoro
Alfredo A. Cano, reunió a quienes estábamos destinados en el Escuadrón. Una de
las primeras órdenes que nos transmitió fue integrar tripulaciones fijas (a
diferencia de lo normal, ya que para cada vuelo se designaba una tripulación
que por lo general se conformaba con el personal que estaba disponible o con el
que le correspondía volar a los fines de mantener su entrenamiento).
Al
nombrar tripulaciones fijas, en busca de conformar los mejores equipos
posibles, se aplicó el criterio de compensar entre sus integrantes la cantidad
de horas de vuelo, la experiencia en el avión, la etapa alcanzada (capacidad
operativa en la aeronave), la jerarquía y la personalidad de cada uno.
Una
de esas tripulaciones estaba integrada por:
- Vicecomodoro Alberto Vianna
(piloto)
- Capitán Andrés Francisco Valle (copiloto)
- Capitán Roberto Mario
Cerruti (navegador)
- Suboficial Principal Pedro Esteban Razzini (mecánico de a
bordo)
- Cabo Principal Ricardo Figueroa (mecánico de a bordo)
- Suboficial Auxiliar
Oscar Ardizoni (operador de sistema de entrega aérea)
- Suboficial Auxiliar
Carlos Domingo Nazzari (operador de sistema de entrega aérea)
- Suboficial Ayudante
Juan Eduardo Marnoni (operador de sistema de entrega aérea)
Recuperación
de las islas
Citamos
en las instalaciones de la I Brigada Aérea a las tripulaciones designadas del
Escuadrón I para la recuperación de las islas. Al presentarse el 1 de abril a
las 17:00, solo algunos conocíamos cuál era el motivo de la convocatoria, pero
a nadie le sorprendió que requirieran su presencia porque era común ser
llamados para recibir directivas a comienzos de año.
Una
vez allí se informó cuál era la tarea y comenzamos con la Reunión Previa al
Vuelo (RPV), donde cada especialista explicó los detalles de la operación a
ejecutar. En mi caso, expuse el Plan de Navegación Aérea, ya que como
especialista del Escuadrón I había sido designado unos días antes para
planificar y exponer esa tarea. La Lista de Control de Procedimientos (LCP) se
seguía rutinariamente; sin embargo, se sentía en el ambiente que estábamos siendo
protagonistas de un momento histórico.
La
tarea del Escuadrón I era desplegar cuatro C-130H y un KC-130, para llevar a
cabo una operación aerotransportada con entrega por aterrizaje de personal y de
material en el aeródromo de las islas Malvinas. Cada uno de los Hércules era
identificado con el indicativo Litro y un número que indicaba el orden de
despegue y posterior aterrizaje en las islas.
Los
Hércules y los demás aviones de transporte participantes que le seguirían
debían “volar en un corredor de ida y otro de regreso” de manera que hubiera un
flujo constante de aeronaves hacia las islas, descargando y regresando, de
manera ininterrumpida.
El
C-130H matrícula TC-63 con el indicativo Litro 2 fue el que nos asignaron y a
las 20:05 despegamos con destino al aeródromo de Comodoro Rivadavia, donde
arribamos a las 23:25, junto con las otras aeronaves participantes.
A
las cero horas del 2 de abril llegaron a la plataforma de vuelo los efectivos
del Regimiento de Infantería 25, la Compañía de Ingenieros de Combate 9 y
elementos del Comando de la IX Brigada de Infantería, quienes serían
transportados en nuestro avión y en el Litro 3.
El
embarque estaba previsto a las 04:00 de la madrugada, pero tuvimos que demorar
una hora el despegue porque se había recibido la información de que había
obstáculos en la pista de Puerto Stanley que impedían el aterrizaje de las
aeronaves.
A
las 06:20, despegamos detrás del Litro 1. Durante el vuelo se nos ordenó
reducir la velocidad de crucero para darle tiempo al Litro 1 a que arribara y
controlara el área del aeródromo, ya que trasladaba al GOE (Grupo de
Operaciones Especiales de la FAA), al ECTA (Elementos de Control de Transporte
Aéreo) y material para armar la Terminal Aérea de Cargas (TAC) de Malvinas. Luego
de aterrizar y hacer descender a los pasajeros y descargar el material se
retornó a Comodoro Rivadavia, donde llegamos a las 11:50.
Se
había cumplido el primer vuelo de muchos otros que realizaríamos, pero en ese
entonces lo desconocíamos ya que nadie podía prever cómo se desarrollarían los
acontecimientos.
Durante
el vuelo de ida y el de regreso hicimos un relevamiento visual y radar de los
buques que estaban navegando en la zona, para informar luego al área de
Inteligencia del Estado Mayor de la Fuerza Aérea Sur (EM de la FAS). Nos llamó
la atención la gran cantidad de navíos que detectamos: muchos claramente eran
pesqueros, aunque otros estarían cumpliendo tareas de inteligencia dada la
cantidad de antenas que se observaban a simple vista.
A
la tarde del 2 de abril, cuando nos encontrábamos en Comodoro Rivadavia viendo
las noticias de la toma de Malvinas, tomamos conciencia de que el primer paso
de la operación de recuperación había finalizado.
Abastecimiento
y traslado aéreo
El
plan inicial del Gobierno era recuperar las islas, dejar un destacamento y
negociar con el Reino Unido, pero dado el éxito popular conseguido cambió de
idea y decidió negociar desde la disuasión ordenando reforzar las defensas ante
la posibilidad del envío de un contingente inglés para retomarlas.
La
defensa de las islas se fue incrementando a medida que pasaba el tiempo, hecho
que se comprobó durante el puente aéreo: en los primeros días de abril
ejecutábamos pocos cruces y a medida que cambió el plan inicial se aumentaron
la cantidad de vuelos de transporte.
La
respuesta inglesa fue comunicar que creaban una zona de exclusión a partir del
8 de abril con un radio de 200 millas náuticas alrededor del archipiélago, que
enviaban submarinos nucleares, y que a partir del 12 de abril todo buque de
guerra que se encontrara en la zona sería hundido. Asimismo, comenzó la
preparación de una Fuerza de Tareas naval que al poco tiempo se dirigió a la
zona.
Carta
de navegación escala 1:2.188.800, utilizada desde el 2 abril hasta el 6 de mayo
Com. VGM (R) Roberto M. Cerruti
Para
cumplir con la decisión política de defender las islas ante la posibilidad de
que los británicos intentaran recuperarlas por la fuerza, se ordenó el traslado
de todo tipo de medios, personal y material. Pero por orden superior a partir
del 10 de abril y a consecuencia de la creación de la zona de exclusión, ningún
buque de la Armada ingresaría en el área. La medida se justificó explicando que
se pretendía continuar con las negociaciones diplomáticas que se estaban
llevando a cabo.
Esa
determinación redujo el abastecimiento por vía marítima a un mínimo de buques,
y la responsabilidad del traslado de personal y material para reforzar las
defensas quedó en la aviación de transporte civil y militar.
Contar
únicamente con aviones de transporte para esa tarea implicó varias
limitaciones, tales como: operar en solo una pista de aterrizaje durante las
veinticuatro horas en una zona de condiciones meteorológicas variables y
generalmente desfavorables por los techos de nubes bajas y vientos muy fuertes,
una plataforma muy pequeña que permitía recibir pocas aeronaves para la carga y
descarga y, principalmente, la reducida capacidad de bodega de los medios
aéreos con relación a los transportes marítimos.
La
decisión de no enviar buques de transporte militares a la zona de exclusión
permitió preservarlos del peligro de ser hundidos, pero el material que se
podía trasladar por los medios de transporte aéreo fue mucho menos del
planificado inicialmente y eso incidió directamente en la defensa de las islas
durante la guerra.
La
pista del aeropuerto que pasó a llamarse Base Aérea Militar Malvinas (BAM
Malvinas), tenía una orientación 08/26 (dirección 080°/260°) con 1250 metros de
largo por 45 metros de ancho, y las condiciones meteorológicas mínimas para
aterrizar eran 100 metros de techo de nubes y 2000 metros de visibilidad; sin
embargo, en varias oportunidades los aviones de transporte aterrizaron con 50
metros de techo y 500 metros de visibilidad.
Faro
de Puerto Argentino fotografiado desde el TC-63, abril de 1982 Com. VGM (R)
Roberto M. Cerruti
Los
inconvenientes no eran los vuelos en sí; el problema se planteaba con el
material a transportar ya que la carga y la descarga de los aviones requería de
un gran esfuerzo de los Operadores del Sistema de Entrega Aérea (OSEA) y de más
tiempo del previsto normalmente, debido a que en muchos casos los elementos no
eran aptos para el tamaño de la bodega del avión.
Por
ejemplo, el material del Ejército que, de acuerdo con las planificaciones
militares se había adquirido para operar en el continente y ser traslado por
modo terrestre, no por modo aéreo, tenía dimensiones que hacían complicado
ingresarlos a la bodega de carga.
En
abril nuestra tripulación realizó vuelos de transporte entre aeródromos del
continente y desde ellos hacia la BAM Malvinas; aterrizó en veinticinco
oportunidades en la pista de Malvinas y voló casi todos los días del mes, con
un total de 142.1.
Durante
este período volamos en la aeronave matrícula TC-63 hasta que, iniciada la
guerra, las necesidades operativas cambiaron y los aviones empezaron a ser
utilizados por las tripulaciones disponibles o de turno.
Como
señalé en el “Prólogo”, el TC-63 sería derribado el 1 de junio por una Patrulla
Aérea de Combate (PAC) británica cuando cumplía la tarea de “marcación de
blancos navales”, otra misión para la cual el C-130 no había sido diseñado.
Puente
aéreo a partir del 1 de mayo
Con
el ataque inglés del 1 de mayo de 1982 se inició el conflicto bélico. Por este
motivo, el abastecimiento de Puerto Argentino por modo aéreo se redujo en
intensidad, ya que las malas condiciones meteorológicas, los radares enemigos
que trataban de detectar cualquier vuelo que se dirigiera a las islas para
interceptarlo, los ataques aéreos y los bombardeos navales sobre la zona del
aeródromo ponían en riesgo cualquier operación.
En
esas condiciones, la única aeronave capaz de sortear todo tipo de
inconvenientes meteorológicos y de tener una autonomía de vuelo que le
permitiera volar bajo de ida y de regreso para no ser detectada por los radares
enemigos era el C-130H. Además, podía cargar y descargar sus bodegas
rápidamente para no estar expuesto demasiado tiempo a un bombardeo en la
plataforma, y sus tripulaciones no solo poseían el entrenamiento para esa
tarea, sino también habían operado diariamente en abril en la pista de
Malvinas.
Iniciadas
las acciones, algunos aviones de menor porte aterrizaron en diferentes pistas
de las islas para entregar suministros y rescatar personal, demostrando la
valentía de esas tripulaciones.
El
Hércules fue concebido para realizar los procedimientos operativos de
transporte de tropas y de material en entrega por aterrizaje o por lanzamiento;
sin embargo, el concepto era que, para poder ejecutar cualquiera de esas
tareas, se debía tener un mínimo de superioridad aérea, lo que no sucedía en
este caso.
Por
lo tanto, si el avión durante el vuelo sufría daños por algún impacto de
proyectil enemigo y se veía obligado a descender, había dos posibilidades:
intentar llegar a tierra para aterrizar de cualquier modo o amerizar en el océano
Atlántico. En caso de amerizaje el avión contaba con las balsas salvavidas; sin
embargo, al vestir el buzo de vuelo y no un traje antiexposición al frío y al
agua, el tiempo de supervivencia en el agua a esas bajas temperaturas sería
mínimo.
La
aeronave posee un solo paracaídas para el caso de una emergencia de alarma de
puerta o rampa abierta; de todos modos, si nos hubieran provisto uno para cada
tripulante, no nos habría servido porque en la zona de combate se volaba tan
cerca del agua que no hubiera sido posible su utilización, ya que no contábamos
con la altitud requerida para lanzarnos.
Pese
a esos inconvenientes, desde el inicio de la guerra el Escuadrón I trató de
continuar abasteciendo las islas, aunque por un motivo u otro los intentos de
aterrizar en Puerto Argentino se veían frustrados.
Mientras
tanto, otras tripulaciones seguían con la tarea de abastecer aeródromos de la
Patagonia desde diferentes puntos del país. En nuestro caso cumplimos con los
siguientes vuelos:
Primer
aterrizaje: rompemos el bloqueo
El
6 de mayo fuimos designados para realizar un vuelo de abastecimiento por
aterrizaje en Puerto Argentino.
La
tripulación estaba compuesta por:
- Comodoro Jorge Francisco Martínez (comandante)
- Vicecomodoro Alberto Vianna
(piloto)
- Capitán Andrés Francisco Valle (copiloto)
- Capitán Roberto Mario
Cerruti (navegador)
- Suboficial Principal Pedro Esteban Razzini (mecánico de a
bordo)
- Cabo Primero Carlos Alberto Ortiz (mecánico de a bordo)
- Suboficial Auxiliar
Carlos Domingo Nazzari (operador sistema de entrega aérea)
- Suboficial Ayudante
Juan Eduardo Marnoni (operador sistema de entrega aérea)
En
horas de la mañana se realizó la Reunión Previa al Vuelo (RPV), donde se nos
informó que la aeronave asignada era el TC-65 y el indicativo de llamada
Tigre. En esa reunión se nos comunicó:
los horarios a cumplir, el indicativo de las estaciones de radio, las frecuencias
de comunicaciones, las claves de llamada, la ruta a volar, los puntos de
control, la información meteorológica, el estado de la pista de Puerto
Argentino, que ya había sido bombardeada, y la situación táctica.
Luego
nos dirigimos al avión, que ya tenía la carga a bordo, para alistar el vuelo y
ultimar los detalles.
A
las 12:00 despegamos de Comodoro Rivadavia iniciando el vuelo con dirección a
Santa Cruz; al llegar a las proximidades de Puerto Deseado comenzamos el
descenso y pusimos rumbo al norte de las islas Malvinas siguiendo la ruta
prevista, en vuelo a bajo nivel.
Se
había decidido que lo ideal era volar debajo de los 100 pies (30 metros) de
altitud para evitar ser detectados por los radares enemigos, aunque casi
siempre mantuvimos 60/70 pies (alrededor de 20 metros) por radio
altímetro.
Mantener
esa altitud de vuelo era la única forma de evitar ser detectados por los
piquetes radar, quienes alertarían y enviarían a las Patrullas Aéreas de
Combate (PAC) para interceptarnos y derribarnos; también nos servía para eludir
a la artillería antiaérea de los buques, que al detectarnos en los radares
podían lanzar sus misiles.
Esas
altitudes poco tenían que ver con lo indicado en el Manual de Vuelo Táctico del
Escuadrón I, una traducción del utilizado por la Fuerza Aérea de los Estados
Unidos de Norteamérica (USAF), donde se señalaba que la altitud más baja a
mantener para una operación diurna era de 500 pies y para una nocturna de 1000
pies.
Durante
el vuelo sobre el océano la meteorología confirmaba los informes con que contábamos:
cielo cubierto de nubes bajas a una altura de alrededor de 300 metros y con 3
kilómetros de visibilidad.
Peinando
las olas, pintura de Exequiel Martínez que representa el vuelo rasante de los
C-130 Hércules Foto: Archivo DEH-FAA
Luego
de pasar al norte del estrecho de San Carlos, pusimos rumbo al sureste hasta
realizar el último giro para enfrentar la final de la pista de Puerto Argentino
cumpliendo con todos los puntos de notificación.
Manteníamos
silencio de radio y cada cierto tiempo prendía el radar para ver qué había en
los alrededores; en una oportunidad observé unos ecos e inmediatamente lo
apagué para que no nos detecten: presumiblemente eran buques enemigos, pero con
nuestro comandante habitual (Vicecomodoro Vianna) habíamos acordado previamente
ignorarlos.
Cuando
estábamos a quince minutos del destino, rompimos el silencio de radio diciendo
al aire la palabra clave que nos habían asignado para indicar nuestra
presencia, la que fue contestada con otra palabra que nos permitía el
aterrizaje. Continuamos volando hacia la pista, donde antes del toque y luego
de decir otra palabra clave, nos informaron la presión barométrica y dirección
e intensidad del viento.
A
las 15:50 aterrizamos en la parte derecha de la pista 26; solo estaba operable
ese lado porque el otro tenía un cráter de grandes dimensiones producto del
impacto de una de las bombas de 1000 libras, que había lanzado un avión Vulcan
de la Real Fuerza Aérea (RAF). La tripulación del Vulcan había despegado del
aeródromo Wideawake, en la isla Ascensión, y luego de volar durante nueve horas
y diez minutos y de varios reabastecimientos de combustible en vuelo, había
bombardeado la pista a las 04:40 del 1 de mayo, dando inicio al conflicto
armado.
Carta de navegación escala 1:1.000.000,
utilizada el 6 de mayo de 1982 Com. VGM (R) Roberto M. Cerruti
Luego
del aterrizaje, carreteamos hacia el lugar indicado y con los motores en marcha
se descargaron 14.000 kilos de materiales y pertrechos y se embarcaron ocho
heridos.
Despegamos
a los cuarenta y cinco minutos para, en vuelo rasante y en una ruta casi
inversa a la de ida, regresar al continente. Arribamos al aeródromo de Comodoro
Rivadavia a las 18:35, con la satisfacción de haber roto por primera vez el
bloqueo británico.
Continúan
los vuelos a Malvinas
Luego
del 1 de mayo y hasta el final del conflicto, la Fuerza Aérea Sur ordenó al
Escuadrón I abastecer Puerto Argentino por aterrizaje en 74 oportunidades, de
las cuales se concretaron 61 salidas y solo se logró aterrizar en 31 casos,
primero de día y luego de noche. Transportábamos personal y todo tipo de carga
para apoyar a los defensores, además de brindarles apoyo moral y evacuar a los
heridos que necesitaban atención médica especializada. También se efectuaron
dos entregas por lanzamiento: una en Puerto Darwin y otra en Bahía Fox.
Las
misiones que no lograron aterrizar se debieron, la gran mayoría de las veces, a
que las malas condiciones meteorológicas impedían ver la pista, o a que la
situación táctica era adversa con el riesgo de exponer a la aeronave a un
seguro derribo, o a que atacaran al avión en la pista o en la plataforma del
aeródromo. Muchos de esos vuelos fueron abortados cuando se dirigían a Puerto
Argentino o próximos al arribo, por lo tanto, el riesgo siempre fue alto.
Con
relación a la actuación del Comando Aéreo de Transporte, el Informe Rattenbach
señala en el párrafo 645:
“A
partir del inicio de las hostilidades, sus medios pasaron a depender de las
FAS. Pese al bloqueo británico, mantuvo abierta la comunicación con Puerto
Argentino hasta el último día del conflicto. Cumplimentó arriesgados vuelos de
sus aviones C-130 para abastecer a la Guarnición Militar Malvinas, demostrando
un elevado profesionalismo moral y adiestramiento adecuados”.
Fotografía
aérea británica de la pista de Puerto Argentino con el impacto de las bombas
del Vulcan Royal Air Force
Con
la satisfacción de haber cumplido con el primer aterrizaje que rompió el
bloqueo, seguimos ejecutando vuelos logísticos entre diferentes aeródromos,
como se detalla a continuación:
El
15 de mayo nos trasladaron desde El Palomar hasta Río Gallegos para cumplir
tareas de reabastecimiento de combustible en vuelo en el KC-130, matrícula
TC-70. Una vez a cargo del avión recibimos la orden de desplazarnos a la BAM
Santa Cruz. Lamentablemente solo realizamos ese vuelo, ya que los
cazabombarderos que debíamos reabastecer no pudieron concretar su misión por
las malas condiciones meteorológicas en el área de las islas. El 20 de mayo
fuimos remplazados y regresamos a Buenos Aires.
El
bombardero
El
sostén logístico de la Fuerza de Tareas naval británica, que se encontraba tan
lejos de su territorio, requería de un gran esfuerzo de abastecimiento. Por lo tanto,
muchos buques se dirigían a aprovisionar y reforzar a la fuerza inglesa, lo que
hacían alejados de las costas americanas, fuera del radio de acción de los
aviones argentinos basados en el continente.
Las
aeronaves aptas para hacer exploración y reconocimiento lejano y con capacidad
de ataque a buques eran los P-2 Neptune pertenecientes a la Armada Argentina
(ARA), pero el 9 de mayo la Fuerza de Tareas 80 comunicó que estaban fuera de
servicio y que por lo tanto no ejecutarían más operaciones aéreas.
No
había posibilidad de interferir ese tránsito de la flota enemiga. Esto
preocupaba a la FAS, que dirigía las operaciones aéreas contra las fuerzas
inglesas, por lo que requirió al Comando Aéreo Estratégico (CAE), ubicado en el
Edificio Cóndor (Buenos Aires), que planificara alguna forma de interdictar ese
tráfico en alta mar.
Además,
no se estaba cumpliendo con el punto C del Plan de Operaciones 2/82
“Mantenimiento de la Soberanía”, emitido por el Comandante Aéreo Estratégico el
7 de abril (Informe Rattenbach, párrafo 589), donde se le fijaron a la FAA las
siguientes tareas:
“a). Mantener el puente aéreo entre Malvinas y el
continente aun en el caso de concretarse el bloqueo naval.
b). Realizar tareas de Exploración y
Reconocimiento lejano con aviones KC-130 al este de las Islas, en coordinación
con los medios aeronavales.
c). Realizar
interdicción estratégica a la flota enemiga.
d). Realizar operaciones aéreas tácticas (Apoyo
de Fuego Cercano, Exploración y Reconocimiento, Búsqueda y Salvamento, Defensa
Aérea, Indirecta y Directa en las Islas Malvinas)”.
“Interdicción”
se define, según el Diccionario para la Acción Militar Conjunta,
como:
“Actividad que tiene por finalidad negar o impedir al enemigo el uso de
áreas o rutas, restringiendo sus desplazamientos e interfiriendo su acción de
comando y control”.
Por
lo tanto, había que atacar las líneas de abastecimiento enemigas, o sea
restringir la libertad de acción del tráfico inglés en alta mar; en este caso
iba a ser una interdicción aérea lejana, dada las distancias que debería
recorrer la aeronave designada al efecto.
Un
estudio determinó que la aeronave más apta para la tarea era el C-130H Hércules
porque poseía una gran autonomía que podía ser incrementada, existía la
posibilidad de agregarle algún tipo de armamento y había tripulantes que
estaban entrenados en búsqueda y salvamento, en exploración aeromarítima y en
desempeñarse en forma autónoma en diferentes tipos de operaciones aéreas. Esta propuesta fue aprobada por el Comando Aéreo
Estratégico.
La
aeronave con matrícula TC-68, que había sido la primera en aterrizar en la
pista de Malvinas el 2 de abril con el indicativo Litro 1, fue asignada para la
tarea y se determinó que las reformas necesarias para el cumplimiento de la
misión debían realizarse, dada su capacidad técnica, en la Fábrica Militar de
Aviones (Córdoba).
Los
análisis de ingeniería definieron que se hicieran las siguientes
modificaciones:
- Se instalaron cuatro tanques pilones de combustible, originalmente diseñados
para adosarse debajo de las alas, en el interior de la bodega de carga para
aumentar su autonomía a diecinueve horas de vuelo aproximadamente;
- En las dos
estaciones externas, en lugar de los tanques de combustible, se le adaptaron
dos portabombas múltiples MER (multiple ejector rack), en las que podía
transportar hasta seis bombas de 250 kilogramos en cada una (doce en total);
- En el puesto del piloto, sobre el tablero de instrumentos, se colocó una mira
de tiro SFON, en uso en las aeronaves Pucará;
- Al volante del puesto del
piloto se le agregó un botón para lanzar las bombas; y
- En el puesto del
copiloto, sobre el panel derecho, se instaló la caja de control del sistema de armas,
desde donde se habilitaba su utilización.
El
dispositivo era rudimentario y la aeronave no había sido diseñada para realizar
ese tipo de tarea; por lo tanto, la probabilidad de acertar a un blanco naval
era remota, pero se trataba de cumplir con uno de los objetivos de la
interdicción aérea que es “interferir” o molestar al enemigo. La Fuerza Aérea
de los Estados Unidos sí tenía C-130 artillados, aunque de una forma distinta a
la planificada para esta ocasión y con un poder de fuego mayor.
Mientras
se desarrollaba esa idea, la tripulación que estaba compuesta por el Vicecomodoro
Alberto Vianna, el Capitán Andrés Valle, el Capitán Roberto Cerruti, el Suboficial
Principal Pedro Razzini, el Suboficial Auxiliar Carlos Nazzari y el Cabo Primero
Carlos Ortiz arribaba a Buenos Aires.
El
21 de mayo al presentarnos en la I Brigada Aérea nos enteramos de ese plan e
inmediatamente nos reunimos para evaluar y analizar la situación. Luego, cada
uno expuso su voluntad de tripular esa aeronave, conscientes de los riesgos que
ello implicaba.
MER
(multiple ejector rack) instalado entre los motores del TC-68 Fuerza Aérea
Argentina
El
Comodoro (R) Alfredo Abelardo Cano, en el mismo reportaje mencionado en la
introducción, expresaba:
“Volviendo
a los Hércules... Le cuento que un día en Comodoro Rivadavia, viene el Comodoro
Martínez y me dice: “Fredy, porque me llaman así, tiene que designar una
tripulación para ir a Córdoba a volar un Hércules al que le han colocado dos
lanzadores de bombas de Canberra (cargan seis bombas de 250 kg c/u). La idea es
ir a atacar el Queen Elizabeth que viene con 5000 infantes a bordo”. Yo le
contesto: “Señor, creo que la idea no es muy brillante, porque si es así,
vendrá con cinco o seis fragatas de escolta, con lo cual resultará imposible
atacarlo”. “Desde ya le digo que esa, en mi modesta opinión, es una misión sin
retorno. Como tengo en este momento la ‘mala suerte’ de ser el jefe de
Escuadrón, voy a ir yo porque no tengo más remedio, pero no puedo condenar a la
muerte a mi tripulación, por tener ellos también, la ‘mala suerte’ de ser
precisamente ‘mi’ tripulación, así que voy a ir con voluntarios, si es que los
consigo. Ah, un pedido muy especial, el autor de la idea debe venir conmigo en
el avión”. Cuando estábamos por ascender a la máquina que nos llevaría a Córdoba,
un Cessna Citation de la Policía Federal, nos llega la orden de cancelar la ida
a Córdoba. El Comodoro Martínez me comunica que ‘LOS TIGRES’ se habían
presentado como voluntarios y que ya estaban viajando rumbo a Córdoba, desde
Buenos Aires, donde se encontraban de descanso. Ésta era una tripulación muy
particular, por su abnegado espíritu de equipo (usaban, a modo de distintivo,
bufandas del mismo color tejidas por sus esposas,
se habían autodenominado ‘LOS TIGRES’ y eran felices realizando misiones
arriesgadas”.
Sabíamos
que reuníamos las condiciones para ser aceptados, ya que sumábamos mucha
experiencia en vuelo y estábamos habilitados en las diferentes operaciones
aéreas que cumplía el Escuadrón, como aterrizajes de asalto, lanzamiento de
personal y carga, reabastecimiento de combustible en vuelo, búsqueda y
salvamento, exploración aeromarítima y vuelos a bajo nivel.
También
habíamos ejecutado operaciones en la Antártida, aterrizado con diferentes
condiciones meteorológicas en la Base Vicecomodoro Marambio, lanzado carga en
otras bases de ese continente, realizado vuelos de exploración lejana para
detectar buques pesqueros en la plataforma continental y de observación de
hielos (detección de témpanos a la deriva); además, habíamos sobrevolado las
islas Georgias y Sándwich del Sur, las Orcadas, y la Base General Belgrano,
entre otras.
Nuestra
presentación tuvo el visto bueno de la superioridad y se nos ordenó
trasladarnos a Córdoba para hacernos cargo de la aeronave y ejecutar los vuelos
de prueba, los ensayos portantes y el adiestramiento en el lanzamiento de
bombas ya que nunca un Hércules había estado equipado de esa manera.
Al
arribar a Córdoba el 24 de mayo, y dada la urgencia de la situación, todo se
redujo a realizar tres vuelos de práctica de lanzamiento de bombas de ejercicio
para cumplir con los ensayos. Volamos unas cuatro horas en total y con los
especialistas determinamos que el procedimiento aéreo sería el siguiente:
1.
Se le asignaría a la tripulación una ruta y un área de búsqueda con un nivel de
vuelo de crucero (aproximadamente FL 230, que variaba según el peso del avión)
y se buscaría con el radar a posibles buques que estuvieran en la zona
determinada del océano Atlántico,
2.
Una vez localizado un eco simularíamos que era una aeronave en tránsito y
continuaríamos el vuelo en altura para salir del área de cobertura radar del
posible objetivo,
3.
Posteriormente se regresaría a la posición estimada del buque en vuelo bajo
(navegación táctica a bajo nivel, visual o radar) a una altitud de 40 pies (12
metros) sobre el agua,
4.
Se pasaría sobre el buque para identificarlo según el catálogo naval Jane’s, y
verificar si era británico,
5.
Si se observaba que era de abastecimiento naval y que pertenecía a la flota
enemiga se debía decidir el ataque,
6.
Tomada la decisión, se configuraría la aeronave armando el sistema de bombardeo
y nos dirigiríamos a la interceptación del buque a 130 pies (40 metros) de
altitud y a una velocidad de 290 nudos, ya que esos eran los parámetros de
armado de las bombas, y
7. Con rumbo de ataque perpendicular a la dirección de
avance del buque, apuntaríamos y dispararíamos tratando de hacer impacto en su
estructura o que las bombas se llevaran por delante al barco.
Para
cumplir con ese procedimiento, además de las funciones propias del vuelo, las
tareas a bordo se distribuyeron de la siguiente manera:
- Vicecomodoro Vianna, comandante de la aeronave, desde el puesto de copiloto
decidía el ataque y activaba el sistema de lanzamiento;
- Capitán Valle, en
el puesto del piloto, estaba encargado de volar el avión y en caso de ataque
hacer puntería y disparar las bombas cuando tuviera el objetivo en la mira;
- Capitán Cerruti, en el puesto de navegador, era el encargado de llevarlos
al área asignada, localizar los blancos y dirigir la aeronave a la
interceptación de los buques;
- Suboficial Principal Razzini y
- Cabo Primero
Ortiz eran el primer y el segundo
mecánico de a bordo, respectivamente, quienes debían controlar el
funcionamiento de la aeronave en las largas horas que volábamos sobre el mar; y
- Suboficial Auxiliar Nazzari era el OSEA, quien estaba a cargo del
compartimiento de carga y junto con el
- Cabo Primero Ortiz cumplían
funciones de observadores durante los avistamientos y los ataques.
Mira
de tiro SFON en el puesto de piloto Fuerza Aérea Argentina
A
partir del momento en que nos acercásemos al buque en vuelo bajo para
identificarlo, quedaríamos a su merced si fuera enemigo y de guerra o si
estuviera equipado con algún tipo de artillería antiaérea con qué defenderse,
ya que estaríamos muy cerca para determinar su procedencia y con pocas
posibilidades de alejarnos rápidamente.
Por
ese motivo el jefe de la I Brigada Aérea ordenó que si en la aproximación se
observaba un buque de guerra (y con seguridad enemigo ya que eran los únicos
que navegaban en esa zona) debíamos efectuar un cambio de rumbo y escapar en
vuelo bajo, ya que las posibilidades de un ataque exitoso eran mínimas y había
grandes posibilidades de ser derribados con el armamento de a bordo.
De
regreso a Buenos Aires y con la aeronave lista para operar luego de haber
realizado tres lanzamientos con bombas de ejercicio y sin la oportunidad de
haber ensayado con bombas de guerra, el comandante y yo como navegador concurrimos
al Edificio Cóndor para reunirnos con el comandante del Comando Aéreo
Estratégico, su jefe de Estado Mayor, el jefe del Grupo I de Transporte y el
jefe de Escuadrón I C-130.
Se
expuso la idea de atacar el “Queen Elizabeth II” que se estaba dirigiendo para
reunirse con la flota británica. Nuestro jefe de Escuadrón trató de expresar
los inconvenientes de la misión y, como buen líder, de cuidar a una de sus
tripulaciones.
Finalizada
la reunión, sin haberse definido cuál sería el objetivo, se nos ordenó que
quedásemos atentos a nuevas instrucciones. Regresamos a El Palomar deseando
volar cuanto antes.
Pasados
unos días, cuando ya habíamos empezado con los vuelos de interdicción, nos
avisan que se estaba analizando la posibilidad de atacar el puerto de
Grytviken, en las islas Georgias del Sur, porque se estimaba que allí se estaba
reparando el portaaviones “Invincible”. El buque habría sufrido daños como
consecuencia de un ataque aéreo argentino realizado el 30 de mayo en conjunto
con dos Súper Etendard de la Armada y cuatro A-4C Skyhawk de la Fuerza Aérea.
Sabíamos
que no iba a ser fácil penetrar las defensas del puerto de Grytviken. En años anteriores al conflicto, el Escuadrón
I efectuaba tareas de exploración y reconocimiento lejano, entre ellas a las
islas Georgias, su puerto y la bahía sobrevolando y fotografiando la zona.
La
orden de atacar esos dos objetivos nunca llegó; de todos modos, siempre
consideramos que la misión sería complicada y de difícil éxito, ya que
estábamos seguros de que los dos navíos debían de estar muy protegidos y no nos
hubieran permitido alcanzar la posición adecuada para lanzar nuestras
bombas.
Decidimos
utilizar el indicativo de llamada Tigre, el mismo que ya habíamos usado en el
vuelo del 6 de mayo a Puerto Argentino. Quizás esa elección inconsciente nos
indicaba cuál era nuestro sentimiento y qué representaba esa tarea, ya que el
nombre de uno de los más poderosos felinos simboliza, entre otras cosas, “un
cazador silencioso e independiente”, similar a la forma en que debíamos
actuar. Desde entonces es un orgullo ser
identificados como los Tigres.
Las
interdicciones aéreas se realizaron en el C-130H matrícula TC-68 avistando la
mayoría de las veces buques cargueros en navegación y aplicando el procedimiento
establecido en todos los casos, por lo que solo detallaré los eventos más
significativos.
Durante
los vuelos recorríamos alrededor de 3500 millas náuticas (6482 kilómetros) y
las condiciones meteorológicas en la zona eran habitualmente de techos bajos,
visibilidad escasa, vientos fuertes, lluvias y lloviznas.
En
cada una de esas fechas se iniciaba el día con la presentación de la
tripulación en la I Brigada Aérea, en El Palomar, dos horas antes de la hora prevista
de despegue. Mientras el copiloto con los dos mecánicos de vuelo y el OSEA
preparaban el avión, realizaban la inspección previa al vuelo, chequeaban el
sistema de tiro y el armado de las bombas; el comandante y el navegador
concurríamos al Puesto de Operaciones de Transporte Aéreo (POTA) donde se
procedía a la Reunión Previa al Vuelo (RPV).
En
la RPV se nos entregaba la orden de operaciones con la misión a cumplir, el
Plan de Navegación Aérea (es decir, la ruta a volar), se nos indicaba el área
de búsqueda asignada, las frecuencias de radio y los códigos para enviar
mensajes, la meteorología en la ruta y en el área, los buques registrados que
se encontraban en navegación y la situación táctica de Malvinas ya que, como se
aprecia en el mapa bajo estas líneas, nos dirigíamos al este de la Zona de
Exclusión Total (TEZ, en sus siglas en inglés) establecida por los británicos.
Una
vez en el avión nos reuníamos para ultimar detalles, transmitíamos la tarea
ordenada e iniciábamos la rutina de la Lista de Control de Procedimientos (LCP)
para la puesta en marcha y rodaje hacia la cabecera en uso para el despegue.
Gracias
a la capacidad del personal del Servicio de Mantenimiento de C-130 Hércules
nunca tuvimos inconvenientes técnicos con el avión, ni siquiera una demora, y
salíamos con la confianza de que no íbamos a tener problemas que resolver
cuando estuviéramos lejos de la costa argentina.
Al
despegar de El Palomar, habitualmente poníamos rumbo al sudeste de la provincia
de Buenos Aires para cruzar la costa atlántica entre Santa Teresita y Villa
Gesell con un nivel de vuelo (FL) 230/250 (23000/25000 pies) y con rumbo al
área asignada, a la que llegábamos entre cuatro y cinco horas después, donde
empezaba la búsqueda radar para detectar buques e iniciar el procedimiento de
identificación.
Carta
de navegación utilizada por el entonces capitán Roberto M. Cerruti durante los
vuelos de interdicción Com. VGM (R) Roberto M. Cerruti
Petrolero
BP “British Wye”
El
29 de mayo, luego de cuatro horas de vuelo con FL 240, llegó el momento
esperado.
- 11.34: detectamos en
el radar dos ecos a 70 millas náuticas, con una separación
entre ellos de 10 millas náuticas. Continuamos
con la navegación aérea en altura, apagamos el radar y regresamos en vuelo
bajo, siendo la meteorología de nubes bajas (8 stratus y nimbus stratus) con
precipitaciones aisladas y una visibilidad de entre 1 y 3 millas náuticas. Se
hizo contacto visual con el agua a 600 pies.
- 12.07: contactamos
con el buque y efectuamos un pasaje de observación a 130 pies. Se
trataba de un solo buque (pese a que en el radar habíamos
detectado dos ecos, minutos antes) con el nombre de British Wye - London con
cubierta verde, casco blanco, chimenea roja, blanca y azul a rayas horizontales
con un león rampante color naranja, aparentemente cargado y detenido
(coordenadas 47º59'S 39º09'W) con proa al viento. Consultamos el catálogo y
estaba registrado como un buque petrolero de abastecimiento de la flota
inglesa, por lo tanto, el comandante decidió atacarlo.
El
petrolero BP “British Wye” de la marina mercante del Reino Unido había sido
requisado a British Petroleum, una empresa inglesa; tenía una eslora de 528
pies, una manga de 82 pies, un desplazamiento de 25.196 toneladas y contaba con
veintisiete tripulantes.
El
capitán D. M. Rundle OBE (Orden del Imperio Británico en el grado de Oficial,
en sus siglas en inglés) del BP “British Wye” contaba entre sus tripulantes con
personal de la Armada británica que operaba los equipos de navegación y
comunicaciones (Navcom y Satcom), como también el equipamiento para
reabastecimiento en el mar (RAS - Replenishment at Sea).
El
petrolero fue preparado en Portsmouth el 20 de abril, zarpó de Plymouth el 22
de ese mes y operó en el área logística de reparación y remolque - Trala (tug,
repair and logistic area) hasta que regresó a Portland el 11 de julio. Luego de
cumplir con otras tareas, regresó a sus propietarios el 5 de octubre.
- 12.14: atacamos con
rumbo 035º a una velocidad de 290 nudos y 130 pies de altitud
cumpliendo con los parámetros para el lanzamiento. En ese momento el buque
intentaba orientar la proa hacia el rumbo de ataque de la aeronave. Lanzamos
las bombas efectuando un viraje a la izquierda y observamos que, aparentemente,
no habían explotado y que no habían producido daños en el barco.
Las
bombas se desprendieron del MER en su totalidad: esto se debió a que estaban
conectadas en salva (con accionar una sola vez los disparadores salían todas
las bombas), hecho que sorprendió y que desconocía la tripulación. Alguien
había decidido esa conexión en la conjetura de que solo había una oportunidad
de ataque. (Al regreso de la misión solicitamos cambiar esa configuración para
poder decidir cuántos ataques queríamos realizar. El requerimiento fue
aprobado).
- 12.25: comenzamos
una búsqueda radar y visual del otro eco que habíamos
detectado anteriormente, mientras manteníamos vigilancia radar sobre el BP
“British Wye” que se desplazaba con rumbo 195°.
- 13.40: iniciamos el
regreso a El Palomar.
Desde
la detección hasta decidir el regreso al continente habían pasado dos horas.
Aquella
fue la primera vez en la historia de la Fuerza Aérea Argentina, y sin
antecedentes en el mundo, que un C-130 Hércules modificado por técnicos de un
país atacara un buque enemigo en un conflicto armado.
El
artículo “British naval forces in the Falklands War” de Wikipedia señala: “British
Wye atacado con bombas por un Lockheed C-130 Hércules, daño menor”.
En
el capítulo “British Ships Sunk and Damaged” (“Buques británicos hundidos y
dañados”) del libro Battle Atlas of the Falklands War 1982 by Land, Sea and Air
del autor británico Gordon Smith se declara al BP “British Wye” como buque
averiado e informa que el día sábado 29 de mayo al norte de las islas Georgias
del Sur fue bombardeado por un C-130 Hércules del Grupo 1 de la Fuerza Aérea
Argentina;
señala también que una bomba rebotó y explotó en el mar.
Finalizada
la guerra, los tripulantes del BP “British Wye” relataron que cuatro de las
bombas lanzadas impactaron en el mar sin detonar; dos explotaron a babor del
buque, en el mar; y otra golpeó la cubierta sin estallar, pero produciéndole
roturas que hizo que se declarara “buque dañado”. Se había cumplido con el
objetivo de “interdicción aérea lejana”.
Niebla
marina (RFA “Fort Grange”)
El
31 de mayo, apenas arribamos a la zona de búsqueda asignada detectamos un eco
en las coordenadas 47º45'S 32º35'W e inmediatamente ejecutamos los
procedimientos habituales para reconocer el buque que resultó ser un carguero.
Al
continuar con nuestra tarea, detectamos en el radar un eco a 200 millas
náuticas en la posición 46°30'S 37°19'W. Descendimos para acercarnos y a 130 pies
de altitud nos dirigimos por navegación radar hacia el objetivo, sin viento en
superficie y atravesando bancos de niebla.
Mantuvimos
esa altitud y el rumbo de interceptación, pero la niebla nos dejaba ver cada
vez menos por lo que descendimos a 100 pies. A 10 millas náuticas del objetivo,
observamos por radar que el buque estaba cambiando su rumbo y velocidad, quizás
intentando ocultarse en una niebla marina mucho más densa.
A
dos millas náuticas por radar debimos descender hasta 50 pies (15 metros) por
radioaltímetro sobre el mar, ya que nos era imposible hacer contacto con la
superficie, casi no había visibilidad. A una milla, ante el peligro de
colisionar, hicimos un viraje por derecha pasando cerca del buque y nos
retiramos del lugar, sin poder visualizarlo.
Regresamos
a El Palomar, habíamos volado 12 horas y 45 minutos, y recorrido 3465 millas
náuticas.
El
buque que no pudimos identificar era el RFA “Fort Grange”, integrante de la
Real Flota Auxiliar de la marina británica que se dirigía a incorporarse a la Fuerza
de Tareas para cumplir funciones de abastecimiento. Sus características son:
eslora de 607 pies, manga de 79 pies y desplazamiento de 23.384 toneladas;
estaba equipado con cuatro ametralladoras de 7,62 milímetros de propósitos generales.
El
“Fort Grange” estaba al mando del capitán D. G. M. Averill CBE (Orden del
Imperio Británico en el grado de comandante, en sus siglas en inglés) y con 127
tripulantes cumplió el siguiente itinerario, de acuerdo con su historial:
- 14
de mayo: zarpó de Glen Douglas para unirse a la flota británica.
- 22 de mayo:
arribó a la isla Ascensión.
- 24 de mayo: partió de la isla Ascensión.
- 26 de
mayo: ingresó en la Zona de Exclusión Total en torno a Malvinas.
- 30 de mayo: se
le ordenó alejarse de la costa de América para evitar ser detectado por
aeronaves argentinas. (Según señala el Libro de Bitácora del RFA “Fort
Grange”).
- 31 de mayo: es atacado por un C-130 argentino, cuando estaba próximo
a unirse al Grupo de Batalla. (El ataque también es referido por la revista
Gunline
editada por la Royal Fleet Auxiliary Service, como por el historial
de esa misma institución en la Operación Corporate. Nosotros, como señalé
antes, no vimos el buque).
- 3 de junio: se unió al Grupo de Batalla para apoyar
el RFA “Fort Austin”.
- 5 de junio: inició la transferencia de elementos de
abastecimiento al RFA “Fort Austin”.
- 6 de junio: completó la transferencia de
elementos.
- 9 de junio: ingresó al estrecho de San Carlos.
- 17 de agosto: zarpó
de Malvinas para regresar a Gran Bretaña.
El
RFA “Fort Grange” regresó en otra oportunidad a las islas, ganó honores de
batalla en la guerra de Malvinas y en febrero de 1986, cuando se encontraba en
la FIPZ (zona de protección de las Malvinas, en sus siglas en inglés), fue
visitado por la primera ministra Margaret Thatcher. Años después, se le cambiaría
el nombre por RFA “Fort Rosalie” y aún continúa prestando servicio en la armada
británica.
Relato
de un tripulante del RFA “Fort Grange”
El
entonces Teniente (Royal Navy) John Charles Osmond, que se desempeñaba como
ingeniero de mantenimiento de los tres helicópteros Sea King que llevaba a
bordo el RFA “Fort Grange”, tomó contacto conmigo en julio de 2012 e iniciamos
un intercambio de correos donde, entre cosas, señala:
“El
31 de mayo por la mañana me encontraba de guardia en la popa del buque
observando los pájaros que volaban en nuestra estela. En esa posición se puede
escuchar el ruido exterior y comencé a oír el zumbido de la turbina de un
avión, oía el ruido de la aeronave que estaba en alguna parte, pero no estaba
seguro dónde.
Me
contacté con el puente y al comienzo mi información fue cuestionada; sin
embargo, nos preparamos para un ataque, sabíamos que un buque cisterna había
sido atacado. Nuestro armamento consistía en cuatro ametralladoras 7,62 mm y
fusiles FN 7,62 mm.
A
los 15 minutos el ruido desapareció y un momento después al dar un paso atrás
en la cubierta de vuelo vi lo que hoy sé que era el TC-68 que pasaba
ligeramente a la izquierda de nuestro camino; pasó lo suficientemente cerca
para que pudiera verle la identificación de color amarillo y la escarapela azul
y blanca, estaba en un viraje cerrado a la derecha de nuestra estela.
A
partir de ese día nos preparamos para recibir una nueva visita del Hércules
colocando dos ametralladoras de propósitos generales (GPMG) más en el techo del
hangar y preparamos un lanzador de misil antitanque Milan para defendernos.
[...]
“Este hecho nos hizo tomar conciencia de la vulnerabilidad del buque ante un
ataque aéreo. Ya teníamos informes de un avión Hércules bombardero que había atacado
al BP “British Wye”. El avión tendría bombas debajo de las alas y una mira de
bombardeo. Se introdujo una nueva política de lucha contra la aeronave. En el
caso de avistar un Hércules, los miembros de la tripulación y personal de
servicio que tuviesen habilidad en el tiro con rifle se prepararían para
disparar a la aeronave”.
Objetivo
cumplido
La
interdicción aérea lejana se cumplió ya que los buques de la flota inglesa que
navegaban por el océano Atlántico recibieron la orden de alejarse del
continente americano para evitar ser interceptados por aviones de la Fuerza
Aérea Argentina. Esto se confirma con el cambio de rumbo que realizó el RFA
“Fort Grange” el 30 de mayo a las 02.00Z, catorce horas después de nuestro
ataque al BP “British Wye” (ver croquis más abajo).
El
historiador británico David Brown en su libro The Royal Navy and the Falklands
War, se refiere al ataque al BP “British Wye” y señala:
“La
Fuerza Aérea Argentina identificó de manera correcta cuál era el eslabón más
frágil de la operación británica, que era la larga distancia que debían
recorrer los buques de suministros. A partir de eso se decidió que ninguna nave
fuera al sur si no había una necesidad urgente ya que la pérdida de cualquiera
de los buques cisternas o logísticos habría tenido un fuerte impacto en la
campaña. […] Por lo tanto se les ordenó a los buques que circulaban entre isla
Ascensión y el área operativa utilizar una ruta más al este”.
Luego
concluye:
“Utilizar
un C-130, que tenía un alcance mayor al Canberra, como avión de ataque directo
fue una sorpresa incomprensible para la Royal Navy”.
Fragata
y escape
El
1 de junio luego de cinco horas sobre el mar detectamos un eco en las
coordenadas 47°15'S 28°55'W. Hicimos el procedimiento de rutina alejándonos en
altura, y regresamos en vuelo bajo y en navegación radar.
Las
condiciones meteorológicas eran marginales (escasa visibilidad, viento fuerte,
mar muy picado, lluvia y turbulencia fuerte) cuando visualizamos a corta
distancia (entre 1 y 2 millas náuticas) lo que pensamos que era una fragata
tipo 22 que cambiaba el rumbo entre las olas; supuestamente había detectado al
avión. De acuerdo con lo ordenado se
ejecuta el escape en un viraje chato, momento en el cual un tripulante informa
que observa el despegue de un helicóptero desde el buque.
Continuamos
volando en el área asignada en busca de otros objetivos sin resultado;
regresamos y aterrizamos en El Palomar a las 21:30, cumpliendo el vuelo más
largo de todos: fueron catorce horas y quince minutos.
Les
habíamos avisado nuevamente a los ingleses que sus buques no podían transitar
tan tranquilos por las aguas del Atlántico sur.
Superpetrolero
“Hércules”
En
junio, el esfuerzo de guerra se sustentaba en las actividades de vuelo que realizaban
la Fuerza Aérea y algunos escuadrones de las Fuerzas Armadas y de Seguridad que
participaban en el conflicto, y en los combatientes que resistían en las islas
el embate de los británicos.
La
Fuerza Aérea Sur, a través de diferentes operaciones aéreas, apoyaba a los
defensores tratando por todos los medios de frenar el avance enemigo, tanto en
el campo de batalla como con la llegada de diferentes buques de abastecimiento
que venían a apoyar a la flota.
Los
buques detectados por los vuelos de exploración y reconocimiento lejano que
hacían los Boeing 707 de la Fuerza Aérea eran ploteados, pero no identificados.
Hasta ese momento no se habían realizado operaciones coordinadas entre esas
aeronaves y el Hércules bombardero para confirmar si esos navíos eran de apoyo
a la flota.
La
oportunidad se presentó el 7 de junio, cuando una aeronave de exploración y
reconocimiento lejano informó la detección de un buque de gran tamaño, que
podría pertenecer a la flota británica, ya que la Armada Argentina comunicó que
desconocía ese tránsito. Por lo que se procedió a coordinar una operación entre
tres escuadrones aéreos de la Fuerza Aérea Argentina: Boeing 707, Canberra
Mk-62 y Hércules C-130.
Cronología
de la misión
El
desarrollo de los hechos por día y por hora fue elaborado a partir del Informe
Posterior al Vuelo
que escribí durante la misión y presenté una vez aterrizados, del Resumen del
Diario de Guerra del CAE relativo al ataque al petrolero “Hércules”,
del Resumen del Diario de Guerra de la FAS relativo al ataque al petrolero “Hércules”
y de mis recuerdos.
La
Orden Fragmentaria N° 2316
y el Plan de Vuelo
atribuidos a esta misión no son tenidos en cuenta en esta edición porque
ninguno de esos documentos estuvieron en poder de la tripulación antes del
vuelo, y su información no coincide con lo ejecutado. Recién me enteré de ellos
cuando investigué la documentación que se encuentra en la Dirección de Estudios
Históricos durante las investigaciones para este escrito, lo que me lleva a
pensar que fueron preparados luego del cumplimiento de la misión, quizás con la
finalidad de poseer toda la documentación que eventualmente se pudiese requerir
ante un problema legal que podría suscitar la operación. Por otra parte,
durante todo el conflicto (y como era habitual) confeccioné personalmente el
Plan de Vuelo de cada una de las misiones; sin embargo, aquel encontrado en los
archivos tiene los siguientes errores: primero, la cantidad de tripulantes
indica siete cuando en realidad éramos seis (la tripulación nunca varió en las
misiones del Hércules bombardero); segundo, la autonomía apuntada es incorrecta
ya que señala catorce horas en lugar de las diecinueve con que contábamos; y
tercero, la firma es desconocida, ya que no es la del comandante ni la mía,
quienes habitualmente rubricábamos el Plan de Vuelo.
Actividad
del 7 de junio
- 12:45: un Boeing
B-707 matrícula TC-92 con el indicativo Buque 2, que cumplía
tareas de exploración y reconocimiento lejano, informa que en el área
de búsqueda asignada observa, entre otros, un buque carguero
grande en las coordenadas 42º13'S 48º16'W,
con rumbo 200º/210º y a una velocidad de 16/18 nudos, derrota que conducía
directamente al área de concentración de la flota enemiga. (Resumen de la FAS).
- 15:10: la Fuerza Aérea
Sur requiere a la Armada información sobre ese buque y
sobre otros. (Resumen del CAE).
- 19:10: El CAE
informa al A-3 del Comando de la Armada Argentina que el Buque 2 detectó
a las 12.30 un eco grande (posiblemente fragata) en 47º20'S
36º20'W a una velocidad de 17 nudos y un carguero grande a
las 12.45 en las coordenadas 42º13'S 48º16'W, con el rumbo y velocidad antes
mencionadas. La respuesta es que no son propios, ni pesqueros. (Resumen del
CAE).
El
CAE interpreta que la Armada desconocía el movimiento del buque grande y ordena
un control más estricto sobre la nave, ante la posibilidad que fuera a
abastecer a la flota enemiga.
En
previsión de que se confirmara que iba a abastecer a la Task Force, también se
ordenó, a la tarde de ese día, una reunión de coordinación en la Base Aérea
Militar Mar del Plata entre los tripulantes del C-130 bombardero (fuimos y
regresamos desde El Palomar en una aeronave G-II) y los de una escuadrilla de
bombarderos Canberra Mk-62 (quienes desplegaron desde la Base Aérea Militar
Trelew para operar desde Mar del Plata).
Actividad
del 8 de junio
- 6:00: despegamos de
El Palomar para cumplir con la interdicción del buque detectado
por el Boeing B-707. (Informe Posterior al Vuelo y Resumen de la FAS).
- 8:26: detectamos en
el radar un eco de gran tamaño a 55 millas náuticas,
en las coordenadas 46º04'S 49º10'W, aproximadamente en la posición donde se
estimaba que debía estar el buque; determinamos que navega con rumbo 195º
(hacia la zona donde estaría ubicada la flota inglesa) y a una velocidad de 19
nudos. (Informe Posterior al Vuelo y Resumen de la FAS).
- 8:45: con buenas
condiciones meteorológicas, cielo claro y excelente visibilidad (por primera
vez desde que cumplíamos estas tareas) y con nivel de vuelo 200 (20.000 pies)
detectamos visualmente al buque y corroboramos que era de gran porte con casco
negro y estructura gris. Informamos la novedad a la Fuerza Aérea Sur en una de
las frecuencias establecidas. (Informe Posterior al Vuelo y Resumen de la FAS).
- 8.50: en la misma
frecuencia en que nos habíamos comunicado con la Fuerza Aérea
Sur, recibimos un llamado para “Matilde”,
que no respondemos. El emisor insiste con ese indicativo e identificamos la voz
del comandante de la FAS, el entonces brigadier Ernesto Crespo. Aceptamos la
imposición del nuevo indicativo, y nos ordena que tratemos de comunicarnos con
el navío en las frecuencias internacionales (en castellano y en inglés).
Intentamos hacerlo en HF 2182 y 8364, UHF 243 y VHF 121.5, entre otras.
(Informe Posterior al Vuelo y Resumen de la FAS).
En
este punto, conviene hacer una aclaración con respecto al indicativo de
llamada. En esta misión, como en los anteriores vuelos de interdicción,
utilizamos el indicativo Tigre y con él confeccioné el Plan de Vuelo; luego,
durante la operación, al ser llamados Matilde por el comandante de la FAS, su
Estado Mayor registró ese indicativo en los diferentes documentos, como por
ejemplo en el Resumen del Diario de Guerra de la FAS y en la orden fragmentaria
que apareció con la documentación de esa operación. En 2012 en una consulta
telefónica el Brigadier General VGM (R) Ernesto Crespo me señaló que durante el
conflicto de Malvinas siempre era acompañado por un ayudante, quien apuntaba
sus órdenes y comentarios, y que al llamarnos con ese indicativo seguramente lo
registró así. A partir de ese momento
aparece Matilde en los documentos posteriores.
- 8:55: lanzamos al
aire, en las diferentes frecuencias, la orden al buque: “Debe
dirigirse de inmediato a un puerto del continente, caso contrario será atacado”. El navío no responde a ninguna de las
llamadas. (Informe Posterior al Vuelo).
Los
buques de la Fuerza de Tareas británica “Hydra” y “Uganda” confirmarían,
posteriormente, que habían interceptado un mensaje en inglés donde se le
advertía al “Hércules” que debía dirigirse a territorio argentino, que si no lo
hacía sería atacado.
- 9:05: informamos que
el buque no responde los llamados y la Fuerza Aérea Sur ordena que se
lo ataque. (Informe Posterior al Vuelo y Resumen de la FAS).
- 9:10: configuramos
el avión para el ataque y en la corrida final, al leer sobre la
línea de flotación del buque el nombre
Hércules (Monrovia), suspendemos el bombardeo. El “Hércules”
(ahora podíamos verlo de cerca) tenía el casco rojo y
negro, la cubierta verde y la superestructura amarilla. Informamos por radio la
novedad a la Fuerza Aérea Sur y le reiteramos al buque la orden de poner rumbo
270º hacia el continente (Informe Posterior al Vuelo).
- 9:45: el comandante
de la Fuerza Aérea Sur nos ordena que ataquemos y que transmitamos la posición
y todos los datos necesarios a la escuadrilla de aviones Canberra que se
dirigiría a la zona. (Informe Posterior al Vuelo). Teníamos que atacar a
nuestro tocayo.
- 9:55:
inmediatamente, armado el sistema de bombardeo, ejecutamos el primer ataque
(lanzamiento de seis bombas) y observamos en el viraje que algunas explotaban a
la altura de la línea de flotación y próximas a la proa y otras en el agua a 50
o 60 metros del buque. (Informe Posterior al Vuelo).
- 10:10: efectuamos el
segundo ataque. Lanzamos las seis bombas restantes, pero no podemos comprobar
si hacen impacto. (Informe Posterior al Vuelo).
- 10:15: informamos a
la FAS sobre los ataques. Nos ordena mantener contacto radar con el buque hasta
el arribo de los Canberra. (Informe Posterior al Vuelo).
- 10:15: la FAS recibe
la información del ataque con resultado negativo y ordena mantener
contacto con el objetivo. (Resumen de la FAS).
- 11:08: la FAS ordena
el despegue de la escuadrilla Negro (cuatro Mk-62 Canberra) teniendo como
objetivo material el “Hércules”. (Resumen de la
FAS).
- 11.43: la
escuadrilla Negro despega desde la Base Aérea Militar Mar del
Plata con rumbo 080°, hacia el objetivo. (Resumen de la FAS). Componen la
escuadrilla:
- B-105, Negro 1: Mayor
Jorge A. Chevalier y Primer Teniente José N. Pagano Fernández
- B-102, Negro 2:
Capitán Alberto Baigorri y Mayor Enrique Rodeyro
- B-108, Negro 3: Capitán Juan
J. Nogueira y Primer Teniente Ernesto Lozano
- B-109, Negro 4: Capitán Eduardo
García Puebla y Primer Teniente Jorge Segat
- 13.10: comunicamos
que el “Hércules” tiene rumbo 080°.
(Informe Posterior al Vuelo y Resumen de la FAS).
- 13.10: en contacto
radial con la escuadrilla Negro, tomamos conocimiento que los numerales
regresan por falta de combustible; desgraciadamente habían iniciado un vuelo
bajo a mucha distancia del objetivo, lo que les hizo consumir demasiado
carburante, sin poder llegar al blanco.
El
jefe de escuadrilla continúa su vuelo; y mientras orbitamos sobre el petrolero,
le transmitimos la información meteorológica, la posición y el rumbo del
objetivo para el ataque. En ese momento el buque se dirigía con rumbo hacia el
este.
- 13.29: el jefe de
turno de Puerto Belgrano informa al Comando Aéreo Estratégico
que el buque “Hércules” es de bandera
liberiana y que se dirige a Alaska por el cabo de Hornos. El CAE transmite la
novedad a la Fuerza Aérea Sur. (Resumen del CAE).
- 13.30: el Negro 1,
escaso de combustible, lanza todas sus bombas en un solo pasaje, para luego
retornar a su base de despliegue. El Tigre confirma que algunas bombas habían
rebotado en el mar entre 100 y 150 metros del objetivo. (Informe Posterior al
Vuelo). Luego se tomaría conocimiento de que otras bombas habían hecho impacto.
- 13.30: la Fuerza Aérea
Sur recibe de Puerto Belgrano la información de que el buque “Hércules”
es de bandera liberiana y que se dirige a Alaska por el Cabo de Hornos.
(Resumen de la FAS).
- 13.35: la Fuerza Aérea
Sur ordena suspender el ataque del Negro 1 y dirigirse a Trelew, y que el Tigre
regrese a El Palomar en vuelo bajo por posibles Patrullas Aéreas de Combate
(PAC) enemigas en la zona. (Resumen de la FAS).
- 13.40: Nos alejamos
del área porque el radar de Puerto Argentino había
detectado dos ecos, presumiblemente cazas Harrier ingleses, con rumbo a la zona
en que se estaban produciendo los hechos. (Informe Posterior al Vuelo).
El
Negro 1 se aleja hacia el noroeste y el Tigre cancela todas sus comunicaciones
e inicia un vuelo bajo (50 pies) con rumbo 030° (noreste) durante 230 millas
náuticas, a fin de alejarse de la zona y de la posibilidad de ser interceptado
en camino de regreso al continente.
- 17.20: el Tigre
arriba a El Palomar, había volado once horas y veinte minutos. (Informe Posterior
al Vuelo y Resumen de la FAS).
El
registro horario muestra que en el momento en que se producía el ataque del
Canberra, en la FAS se recibía una modificación de lo transmitido el día
anterior. Cuando el bombardero entraba en la aproximación final hacia el
objetivo, el jefe de turno de Puerto Belgrano informaba que el “buque Hércules
es de bandera liberiana y se dirige a Alaska por el cabo de Hornos” (Resumen de
la FAS). De inmediato se ordenó cancelar
el ataque, pero ya era tarde, los aviones habían atacado y se alejaban de la
zona.
- 20.00: el CAE
retransmite al Comando de la Fuerza Aérea Sur un mensaje del petrolero “Hércules”
al Servicio de Guardacostas de Estados Unidos señalando que había sido
bombardeado por un cuatrimotor. (Resumen del CAE).
El
capitán del petrolero declararía, posteriormente, que habían informado (en una
comunicación de rutina) a las autoridades argentinas los datos del buque y que,
sin embargo, fue atacado dos veces por un avión que describía círculos sobre él
y que, por último, un jet le lanzó más bombas.
Ni
el capitán ni sus tripulantes distinguieron las marcas del C-130 argentino, que
llevaba las insignias y pinturas reglamentarias y tenía pintada la ancha banda
de color amarillo para que las tropas argentinas lo diferenciaran de los C-130
británicos. Tampoco pudieron describir al birreactor Canberra.
Actividad
del 9 de junio
- 7:00: un vuelo de exploración y
reconocimiento detecta al petrolero “Hércules” en las coordenadas 42°15’S
47°50’W con rumbo general 030°. (Resumen de la FAS).
- 16:30: La FAS
requiere a la Armada Argentina información sobre el buque “Hércules”,
quienes responden: “la Armada no le ordenó al “Hércules”
que se dirigiera a algún puerto argentino”. Señalan
además que el capitán del petrolero
manifiesta que se dirige a Río de Janeiro. Asimismo, la FAS amplía una
comunicación del Comando Local de Control Operativo (Colco) Brasil al Colco
Argentina: “Hércules, bandera liberiana partió 042100Z Jun 82 del puerto de Río
de Janeiro lastrado (vacío - sin carga) destino Valdez (Alaska)…”. Y agrega
también que la Administración Marítima de los Estados Unidos había informado a
la Embajada Argentina en Washington el movimiento de buques estadounidenses o
liberianos que navegaban en el Atlántico Sur o que se dirigían a esas
aguas. Y concluye: “los siguientes
buques tanques liberianos transportan petróleo de Alaska a Islas Vírgenes vía
CABO DE HORNOS. HERCULES G ZAB (mayo 04) se encontraría en Zona de Exclusión”.
(Resumen de la FAS).
Últimos
días del VLCC “Hércules”
El
14 de junio, un día después de haber atracado en la Terminal Marítima Almirante
Tamandare, los técnicos de la Marina de Brasil y otros expertos que estuvieron
a bordo del VLCC “Hércules” reconocieron los daños y dieron cuenta de que las
esquirlas de una bomba que había explotado eran de color verde. Que otra ‒que
había quedado sin explotar en uno de los tanques de petróleo‒ era de
fabricación inglesa y tenía una placa con la leyenda “MK-17 - 1000 pounds
[libras]”. Sin lugar a dudas, éstas habían sido arrojadas por el Canberra
“Negro 1”. Una tercera bomba, que había pegado en el llamado palo de carga,
resbalado y caído en el convés, era de 250 kilogramos y de 1,20 metros de
largo. Este impacto debe acreditarse al Hércules “Tigre”.
El
petrolero “Hércules” era un VLCC construido en Japón en 1971, de 220.000
toneladas de desplazamiento de carga, 322 metros de eslora, una manga de 70
metros y un calado de 18 metros. Pertenecía a United Carriers y la empresa lo
había arrendado a Amerada Hess Shipping Corporation, de Liberia, para actuar
con bandera de conveniencia.
Al
mando del capitán Renzo Battagliarini y con veintiocho hombres (veintiséis
italianos y dos coreanos) tenía como tarea de rutina transportar petróleo crudo
desde la terminal sur del oleoducto Trans-Alaska en Valdez, Alaska, hasta una
refinería Hess en las islas Vírgenes de los Estados Unidos, en el mar Caribe;
y, dado el tamaño del barco, era imposible que cruzara por el canal de Panamá
por lo que habitualmente rodeaba el continente americano. En el contrato nada
decía de escalas intermedias, como la del puerto de Río de Janeiro.
El
25 de mayo había iniciado su viaje de regreso desde las islas Vírgenes a
Valdez, pero esta vez con una escala en el puerto de Río de Janeiro.
El
periódico O Globo de Brasil publicó
el 5 septiembre de 1982 un resumen de los hechos, parte del cual transcribo con
mi traducción:
- 8
de junio El buque es atacado a 180 millas náuticas de las islas Malvinas. La
Guardia Costera de los Estados Unidos escuchó un mensaje del capitán informando
que un avión que circuló tres veces sobre ellos los atacó y dejó caer bombas
sobre la cubierta. Por el ataque, el navío sufrió un rumbo en estribor; tiene
una inclinación de 6 grados y navega con proa a Brasil para ser reparado. Londres
informa que ningún avión propio los atacó y el servicio Télam de la Argentina
señala que ningún avión argentino podría volar a esa distancia de sus bases.
- 9
de junio El capitán del buque en comunicación con el corresponsal del diario O
Globo en Buenos Aires le informa que la situación es grave. El Departamento de
Estado de los Estados Unidos consulta a los gobiernos de Argentina e Inglaterra
sobre el caso y la segunda contesta que no tiene responsabilidad sobre ese
ataque.
- 12
de junio El “Hércules” fondea a dos millas de la Ilha Rasa, cerca de Río de
Janeiro. Tiene dos pequeños rumbos de
50/60 centímetros de diámetro y una leve inclinación, que es casi imperceptible.
- 13
de junio El buque entra en la bahía de Guanabara y fondea en la Terminal
Marítima Almirante Tamandare.
- 14
de junio Una nueva tripulación llega de Italia para remplazar a la original que
había partido para su país. Se realiza una inspección visual del superpetrolero
a efectos de conocer cuál es el grado de las averías.
- 16
de junio Los representantes del buque declaran que cualquier decisión de
desarmar la bomba que está a bordo será consensuada con las autoridades de
Brasil.
- 17
de junio La empresa Cardoso & Fonseca [representante de la compañía
propietaria del navío en Brasil] informa que ha contratado un equipo de
expertos de los Estados Unidos para desarmar la bomba de 1000 libras ubicada en
la bodega número 2.
- 20
de junio Llega a Brasil Abner Shalmon, vicepresidente de Maritime Overseas
Corporation (armadores del “Hércules”), con un equipo de cinco técnicos para
desactivar la bomba.
- 21
de junio Abner Shalmon declara que el “Hércules” hacía su ruta normal entre
islas Vírgenes y Alaska. Señala que fue atacado por un avión no identificado,
porque los tripulantes entraron en pánico y solo trataron de protegerse sin
atreverse a mirar para arriba. Así mismo informó que el equipo técnico
examinaría la bomba, que tardaría cinco días en desactivarla y luego el buque
partiría para Europa para ser reparado. Las tareas de desmonte de la bomba se
harían a 40/50 millas náuticas de la costa.
- 23
de junio Llega el equipo técnico a Brasil para comenzar los trabajos al día
siguiente.
- 25
de junio Cardoso & Fonseca informa que los técnicos no han ido a visitar el
buque porque aún no llegó el seguro de vida requerido por el contrato.
- 30
de junio A las 10:10 un helicóptero lleva a cinco personas hasta el “Hércules”
para iniciar las tareas: el comandante de navegación, el ingeniero senior de
Maritime Overseas para el Atlántico Sur, un representante de la Capitanía de
Puerto y dos técnicos en explosivos.
- 3
de julio Maritime Overseas informa al corresponsal de O Globo en New York que
la demora en desmontar la bomba se debe a que los técnicos están estudiando el
mejor procedimiento para ejecutar la tarea. La empresa asegura que no hay
ningún riesgo de detonación.
- 6
de julio Cardoso & Fonseca informa que se están dando los últimos retoques
para desactivar la bomba que está en el tanque número 2.
- 11
de julio Cardoso & Fonseca informa que serán necesarias nuevas
investigaciones para preparar la desactivación. […] Los peritos consideran
imposible desactivar la bomba. […] Maritime Overseas decide hundir el buque, ya
que la aseguradora cree que es mejor pagar el precio del buque que los riesgos
que se corren si algo sale mal.
- 13
de julio Raymond Burke, abogado representante de Maritime Overseas informa que
el “Hercules” partirá al día siguiente para ser hundido a 250 millas náuticas
de la costa de Brasil. El buque será remolcado por el “Smit Lloyd III”, de
bandera holandesa, que había sido contratado previamente y que tiene una
tripulación de siete hombres, al que acompañará el capitán Renzo Battagliarini.
- 16
de julio El “Hércules” inicia el viaje hacia donde será hundido. Es acompañado
por el contratorpedero “Sergipe” de la Marina de Brasil que tiene como tarea
controlar la posición en que se va a producir el hundimiento; este buque
transporta a un grupo de periodistas para que presencien el acontecimiento.
- 20
de julio Se arriba a la posición prevista, 480 km al sur de cabo Frío y 700 km
al este de Florianópolis donde la profundidad del océano llega a los 2700
metros. A las 14.15, seis horas después
de abrir las válvulas para inundar sus tanques, el buque desapareció en el
océano.
Incógnitas
Se
ignora por qué la Armada Argentina primero afirmó desconocer el movimiento del
petrolero y en el momento en que se lo estaba atacando cambió el informe
detallando cuál era la situación del buque. El capitán del superpetrolero declararía
posteriormente en el juicio que había realizado las comunicaciones de rutina
con los controles marítimos correspondientes.
Las
incógnitas sobre lo acontecido con el VLCC “Hércules” son las siguientes:
- El navío realizaba periódicamente la misma ruta entre las islas Vírgenes y
Valdez sin efectuar escalas intermedias; sin embargo, en esa oportunidad y pese
a su porte y autonomía hizo una escala técnica en Río de Janeiro con los costos
que ello implica.
- Si se traza un rumbo desde la posición del petrolero
cuando fue detectado por el Buque 2 hasta la posición del día siguiente cuando
lo interceptó el Tigre y se prolonga esa derrota, la trayectoria concluiría en
la ubicación en que se encontraba la flota británica; o sea el petrolero se
dirigía hacia la zona de guerra.
- Luego del ataque navegó 2000 km en todo
tipo de condiciones meteorológicas sin inconvenientes, pese a tener una bomba
de 1000 libras sin explotar, lo que indica que no era peligroso para su
navegación.
- Primero se informó que la bomba iba a ser desactivaba y luego se
decidió que sería peligroso y se determinó su hundimiento.
- Una vez arribado
a puerto los tripulantes, excepto el capitán, fueron enviados a su país de
origen sin haber tenido contacto con nadie.
- Se coordinó una conferencia de
prensa de la que participaría el capitán y luego se suspendió. 7. Los
propietarios rechazaron las propuestas de compra de varias firmas
internacionales, que lo deseaban, aunque sea como chatarra.
- Pocas personas
subieron a bordo, porque los propietarios argumentaban razones de seguridad.
- Quienes estuvieron a bordo del “Hércules” cuando estuvo en puerto no sacaron
ninguna foto del interior del buque ni de la bomba en cuestión.
Los
propietarios del petrolero iniciaron un juicio por daños contra la Argentina,
en los Estados Unidos, estado de New York, para lograr un resarcimiento
económico de 10 millones de dólares por la pérdida del barco y una compensación
de 1,9 millones por la pérdida del petróleo que se hundió con el barco; pero no
se dio lugar a la demanda.
En
este juicio el capitán del petrolero declaró que el 8 de junio «a las 12:15 hora
de Greenwich había realizado un informe de rutina por radio a los funcionarios
argentinos [encargados de controlar el tráfico marítimo] indicando: nombre del
buque, indicativo internacional de radio, registro, situación, rumbo, velocidad
y descripción del viaje”.
Luego
dice que “minutos después de ese mensaje y sin provocación fue bombardeado por
un avión argentino a lo que siguió un segundo ataque y dos horas después otro
avión argentino lo atacó con un cohete aire-tierra”.
Los
dichos del capitán indicando que el ataque lo realizaron aviones argentinos se
contradice con lo declarado por el representante de la empresa el 21 de junio
en Río de Janeiro, cuando señaló que los tripulantes no habían podido
identificar el avión porque entraron en pánico”.
Final
El
ataque al superpetrolero fue el último vuelo para el C-130H TC-68 “Tigre”. Pocos días después, en un final anunciado,
terminó la guerra con la rendición del comandante argentino de las islas
Malvinas.
El
Informe Rattenbach señala que en la guerra de Malvinas hubo errores políticos,
diplomáticos y de conducción, e indica quiénes son los responsables, que no son
los que activamente participaron del combate cumpliendo con su deber.
Los
hombres de nuestra Institución, pese a no estar entrenados en operaciones
aeromarítimas (por no ser responsabilidad primaria de la Fuerza Aérea) y a que
se sustrajo la mayoría de los medios navales de superficie del conflicto,
aplicó las características aeronáuticas de flexibilidad y versatilidad “adaptando
improvisadas tácticas y armamentos que produjeron daños importantes al enemigo”.
(Informe Rattenbach, párrafo 812).
El
14 de junio finalizó la guerra. La Fuerza Aérea Argentina tuvo su Bautismo de
Fuego ofrendando hombres y máquinas en la contienda, pero probando con su
comportamiento que la instrucción, adiestramiento y entrenamiento eran los
correctos, y que la única forma de tener tripulaciones para cualquier tipo de
operación aérea es con una excelente base educativa en la formación del
personal militar.
Adjuntos
y Anexos
Adjuntos
1: Fallo de la Suprema Corte de los Estados Unidos
2: Ataque al BP
“British Wye” - Plan de Navegación Aérea
3: Ataque al BP “British Wye”
- Informe Posterior al Vuelo
4: Ataque al VLCC “Hércules” - Informe
Posterior al Vuelo
5: Ataque al VLCC “Hércules” - Resumen del Diario de
Guerra del Comando Aéreo Estratégico
6: Ataque al VLCC “Hércules” -
Resumen del Diario de Guerra de la
Fuerza Aérea Sur
7: Ataque al VLCC “Hércules” - Anexo Alfa de la
Orden Fragmentaria 2316
8: Ataque al VLCC “Hércules” - Plan de Vuelo
9: Nota del diario O Globo del 5 de septiembre de 1982
Anexos
Alfa: Derribo del TC-63 - Marcación de blancos navales
Bravo: Fuerzas
navales británicas en la guerra de Malvinas
Charlie: Buques británicos
hundidos y dañados
Delta: Historial del RFA “Fort Grange”
Eco:
Cronología de la RFA en la Operación Corporate
Adjunto 1
Fallo de la Suprema Corte de los Estados Unidos
El
fallo del 23 de enero de 1989 de la Suprema Corte de los Estados Unidos en el
caso de la República Argentinas vs. Amerada Hess Shipping Corporation y otros
puede leerse (en inglés) en el siguiente enlace: https://supreme.justia.com/cases/federal/us/488/428/case.html
(consultado en julio de 2016).
Bajo
estas líneas el fragmento del fallo que relata los sucesos de junio de 1982:
“By June 8, 1982,
after a stop in Brazil, the Hercules was in international waters about 600
nautical miles from Argentina and 500 miles from the Falklands; she was outside
the "war zones" designated by Britain and Argentina. At 12:15
Greenwich mean time, the ship's master made a routine report by radio to
Argentine officials, providing the ship's [488 U.S. 428, 432] name,
international call sign, registry, position, course, speed, and voyage
description. About 45 minutes later, an Argentine military aircraft began to
circle the Hercules. The ship's master
repeated his earlier message by radio to Argentine officials, who acknowledged
receiving it. Six minutes later, without provocation, another Argentine
military plane began to bomb the Hercules; the master immediately hoisted a
white flag. A second bombing soon followed, and a third attack came about two
hours later, when an Argentine jet struck the ship with an air-tosurface
rocket. Disabled but not destroyed, the Hercules reversed course and sailed to
Rio de Janeiro, the nearest safe port. At Rio de Janeiro, respondent United
Carriers determined that the ship had suffered extensive deck and hull damage,
and that an undetonated bomb remained lodged in her No. 2 tank. After an
investigation by the Brazilian Navy, United Carriers decided that it would be
too hazardous to remove the undetonated bomb, and on July 20, 1982, the
Hercules was scuttled 250 miles off the Brazilian coast”.
Adjunto 2
Ataque al BP “British Wye”
Plan de Navegación Aérea
Adjunto 3
Ataque al BP “British Wye”
Informe Posterior al Vuelo
Realizado
por el entonces Capitán Roberto Mario Cerruti.
Adjunto 4
Ataque al VLCC “Hercules”
Informe Posterior al Vuelo
Elaborado
durante el vuelo por el entonces Capitán Roberto Mario Cerruti, y con las
adendas del entonces Vicecomodoro Alberto Vianna.
Adjunto 5
Ataque al VLCC “Hércules”
Resumen del Diario de Guerra
del Comando Aéreo Estratégico
Adjunto 6
Ataque al VLCC “Hércules”
Resumen del Diario de Guerra de
la Fuerza Aérea Sur
Adjunto 7
Ataque al VLCC “Hércules”
Anexo Alfa de la Orden
Fragmentaria 2316
Ataque
al VLCC “Hércules”
Plan de Vuelo
Nota
del diario O Globo del 5 de septiembre de 1982
Derribo
del TC-63 Marcación de blancos navales
Desde
el comienzo de las acciones los escuadrones de caza bombarderos de la FAA
atacaron al enemigo con éxito produciendo daños de todo tipo; por ello, los
ingleses ubicaron buques para que actuaran como alerta radar (piquete radar) en
las inmediaciones de las islas. Su función era avisar al resto de la flota ante
el ataque de aviones argentinos y alistar a las Patrullas Aéreas de Combate
(PAC) para que intercepten a los agresores.
Esa
circunstancia planteó el inconveniente de ubicar esos buques enemigos, ya que
su continuo desplazamiento hacía difícil determinar por dónde (por cuál ruta
debían volar los aviones propios para no ser detectados) y adónde dirigir los
caza bombarderos (en caso que se deseara atacar a esos buques). Para
contrarrestar esa situación surgió la idea de enviar un C-130H a ejecutar la
tarea de “marcación de blancos navales” en los alrededores de las islas.
El
área se encontraba bajo el poder aéreo y naval inglés. Por lo tanto si una
aeronave del tamaño y de la baja velocidad del Hércules era detectada, iba a
tener muy pocas posibilidades de regresar; de allí que pese a los diferentes
indicativos que se les asignaron a esos vuelos, estos quedaron identificados
por uno solo de ellos: el Loco.
La
marcación de blancos navales consistía en tratar de localizar los buques
enemigos que operaban como piquetes radar, próximos a las islas, e informar su
ubicación, para que la Fuerza Aérea Sur (FAS) decidiera si atacaban a esos
buques o si los eludían enviando las escuadrillas por otras rutas para atacar
otros objetivos materiales.
El
procedimiento era enviar un C-130H en vuelo bajo (50 pies) hasta una zona
próxima a las islas, por ejemplo al norte de la isla Gran Malvina; llegado a un
punto preestablecido, se debía acelerar hasta el máximo de su velocidad,
aproximadamente 310 nudos, para iniciar una trepada (ascenso) hasta los 10.000
pies; en el ascenso la velocidad se iba reduciendo hasta alcanzar los 110
nudos, lo que tardaba entre un minuto y medio a dos minutos, antes de verse
obligado a descender y de paso poder escapar de algún misil lanzado desde un
buque.
En
ese tiempo de ascenso, se activaba el IFF (identificador amigo/enemigo, en sus
siglas en inglés) y si este se iluminaba era que había un radar próximo o sea
un buque enemigo, que eran los únicos que navegaban por la zona. A su vez, con
el radar de a bordo, que también se encendía en ese instante, se determinaban
las coordenadas donde estaba ubicado el navío para informar a la FAS, mientras
la aeronave descendía en picada con un rumbo distinto tratando de alejarse,
para luego volver a realizar el mismo procedimiento en otra zona.
Esos
vuelos los realizaron diferentes tripulaciones los días 27, 28, 29 y 30 de
mayo, y el último el 1 de junio. Casi todos ubicaron blancos navales y
transmitieron las coordenadas geográficas a la FAS, que decidía si se
realizaban los ataques o no.
En
el libro "Historia de la Fuerza Aérea Argentina" tomo VI La Fuerza Aérea
Argentina en Malvinas, volúmenes 1 y 2, esos vuelos están registrados en los
días correspondientes bajo el título de “Exploración y reconocimiento”,
deberían ser nombrados como: “Marcación de blancos navales”.
El
1 de junio a las 06.30 el TC-63, con el indicativo Tiza, salió a cumplir con
esa tarea desde Comodoro Rivadavia; poco después regresó porque tenía una falla
técnica y volvió a despegar a las 08.53; arribó al área indicada a las
10.15. Los tripulantes eran:
- Capitán
Rubén H. Martel
- Capitán Carlos E. Krause
- Vicecomodoro Hugo C. Meisner
- Cabo Principal Miguel A. Cardone
- Cabo Principal Carlos D. Cantezano
- Suboficial Principal Julio J. Lastra
- Suboficial Ayudante Manuel A. Albelos
Para
esa época, relata el Almirante Sir John Forster Woodward, comandante de la
Fuerza de Tareas británica, en el libro "No picnic" de Julian Thompson*, que
los C-130 eran un blanco prioritario
para su fuerza, ya que rompían el bloqueo y abastecían a las islas, hacían
interdicción aérea y marcaban blancos navales.
El
Tiza ejecutó el primer recorrido sin novedad, pero al iniciar la siguiente
maniobra de ascenso, cuando se encontraba a 80 millas náuticas al norte de las
islas y a una altitud aproximada de 10.000 pies buscando algún buque enemigo,
fue a la vez detectado por un piquete radar inglés.
La
fragata HMS “Minerva”, que se hallaba al norte del Estrecho de San Carlos
cumpliendo funciones de alerta radar, detectó al Hércules e informó la posición
a dos Sea Harrier del 801 NAS que patrullaban la zona.
Advertidos
los cazas, uno de ellos desciende en busca del blanco y el otro se queda en
espera sobre las nubes. El primero descubre el avión y reporta que se trata de
un Hércules. Mientras el segundo va a su encuentro, el otro lanza un misil sin
llegar a hacer blanco.
Inmediatamente,
el mismo avión dispara un segundo misil que impacta en el plano derecho entre
los dos motores del C-130. Sin embargo el TC-63 sigue volando, y cuando está en
un viraje escarpado hacia la izquierda y en descenso, el Sea Harrier vuelve a
atacarlo, pero esta vez descargando toda la munición de sus cañones.
La
aeronave y su tripulación caen sin control. El comandante Capitán Martel
alcanza a transmitir: "Estamos en emergencia". La punta del ala derecha toca el
mar y el avión se desintegra en las coordenadas 50°00’S 59°39’O. Eran las 10.50
de la mañana.
* Julian Thompson, No picnic, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1987.
Fuerzas
navales británicas en la guerra de Malvinas
En
el artículo “British naval forces in the Faklands War” de la versión inglesa de
Wikipedia se menciona que el BP “British Wye” fue alcanzado por una bomba
lanzada por un C-130 Hércules. El buque es reportado con daños menores. La información toma como fuentes el artículo
“Sealift, British Style” de A. D. III Baker publicado en junio de 1983 por la
revista Proceedings del United States Naval Institute; así como el libro
Merchant Ships at War. The Falklands Experience de Roger Villar, editado en
1984 por el Naval Institute Press de los Estados Unidos.
Enlace
a esta página web:
https://en.wikipedia.org/wiki/British_naval_forces_in_the_Falklands_War
(consultado en julio de 2016).
Buques
británicos hundidos y dañados
En
el sitio web naval-history.net puede leerse Battle Atlas of the Falklands War
1982 by Land, Sea and Air de Gordon Smith, versión revisada de su libro Battles
of the Falkland’s War, publicado por Ian Allan en 1989. En el capítulo 52
“British Ships Lost and Damaged” se menciona que el 29 de mayo de 1982 el BP
“British Wye” fue alcanzado al norte de las islas Georgias por una bomba
lanzada por un C-130 Hércules. Señala
que el proyectil no explotó y cayó al mar.
Enlace
a este capítulo:
http://www.naval-history.net/F62-Falklands-British_ships_lost.htm
(consultado en julio de 2016).
Historial
del RFA “Fort Grange”
En
el sitio web historicalrfa.org se encuentra el historial del RFA “Fort Grange”,
donde se indica que el 31 de mayo de 1982 el buque fue atacado en su camino
hacia el Grupo de Tareas británico por un C-130 de la FAA. A continuación se
transcribe su campaña durante el conflicto del Atlántico Sur.
- 1 April 1982 at
North Shields in refit
- 21 April 1982 Captain
D Avrill CBE RFA appointed in command
- 23 April 1982 floated
out of dry dock
- 25 April 1982
suffered a fire in the engine room during the refit - extinguished
- with the assistance
of the local civil fire brigade
- 28 April 1982
suffered a second fire in the engine room - extinguished with the
- assistance of the
local civil fire brigade
- 2 May 1982 sailed the
River Tyne to Plymouth
- 4 May 1982 berthed at
No 1 berth, Devonport loading AVCAT
- 7 May 1982 NAV Thorsk
secured alongside
- 8 May 1982 NAV Thorsk
cleared away
- 9 May 1982 sailed
Devonport for Glen Douglas
- 10 May 1982 arrived
at Glen Douglas and berthed on Glen Mallen Jetty to load cargo
- 14 May 1982 sailed
Glen Douglas for service during Operation Corporate - the
- Falklands Conflict -
with 824 NAS C Flight embarked - 3 x Sea King HAS2
- helicopters
- 22 May 1982 arrived
Ascension Island
- 24 May 1982 sailed
Ascension Island
- 25 May 1982 while on
passage from Ascension to the TEZ (Total Exclusion Zone)
- ship stopped from
1815 to 1826 for main engine repairs
- 26 May 1982 main
engine stopped again for further repairs between 1859 and
- 1929 - entered the
TEZ (Total Exclusion Zone) around the Falkland Islands
- 31 May 1982 attacked
by an Argentinian C-130 on its way to join the Carrier
- Battle Group
- 3 June 1982 joined
the Carrier Battle Group to relieve RFA FORT AUSTIN
- 5 June 1982 commenced
transferring stores from RFA FORT AUSTIN
- 6
June 1982 completed transfer of stores
- 9 June 1982 arrived
San Carlos anchorage along with the ferry NORDIC FERRY
- 17 June 1982 in San
Carlos Water with RFA SIR PERCIVALE berthed alongside
- transfering stores
- 18 June 1982 in San
Carlos Water with RFA BLUE ROVER berthed alongside
- supplying 300 tons of
fuel oil
- 19 June 1982 sailed
San Carlos to Port Fitzroy
- 23 June 1982 anchored
in San Carlos water with RFA RESOURCE moored
- alongside
- 24 June 1982 tug
Irishman secured alongside. RFA RESOURCE cast off
- 30 June 1982
Quartermaster William Frazer discharged dead - he suffered from
- an acute myocardial
infarction. He was buried at sea at 52.02.6S 54.18.6W
- 3 July 1982 RASed
(Vertrep) with HMS BRISTOL
- 11 July 1982 the
ships crash boat capsized throwing the 6 members of the crew
- into the sea. They
were recovered
- 28 July 1982 Captain
Barry H Rutterford RFA appointed as Master
- 31 July 1982 RASed
(Vertrep) with HMS BRISTOL
- 23 August 1982 at San
Carlos Water alongside RFA REGENT
- 3 October 1982
arrived back UK on completion of Operation Corporate duties.
El
historial completo del RFA “Fort Grange” en el siguiente enlace: http://www.historicalrfa.org/rfa-fort-grange-ship-information
(consultado en julio de 2016).
Cronología
de la RFA en la Operación Corporate
El
sitio web historicalrfa.org incluye una cronología día por día de las
actividades de los buques de la Royal Fleet Auxiliary (RFA) en la Operación
Corporate, tal como los británicos denominaron a la incursión militar en el
Atlántico Sur durante la guerra de Malvinas. Allí se señala que el 31 de mayo
de 1982 el RFA “Fort Grange” fue atacado por un C-130 Hércules.
Enlace
de la cronología de la Operación Corporate:
http://www.historicalrfa.org/op-corporate-rfa-timeline (consultado en julio de
2016).
Abreviaciones
ARA: Armada Argentina
BAM: Base Aérea Militar
CAE: Comando Aéreo Estratégico
Colco: Comando Local de Control Operativo
CRV: Comodoro Rivadavia
DIL: Tandil
EA: Ejército Argentino
EM: Estado Mayor
EPO: Comandante Espora
ESC: Escuela de
Aviación Militar
FAA: Fuerza Aérea Argentina
FAS: Fuerza Aérea Sur
FL: nivel de
vuelo
GAL: Río Gallegos
GRA: Río Grande
H24: Cero hora (el avión continúa en vuelo
y aterriza al día siguiente)
LCP: Lista de Control de Procedimientos
MDP: Mar del
Plata
MER: Multiple Ejector Rack, soporte múltiple de eyección
MLV: Malvinas
OSEA: Operador Sistema de Entrega Aérea
PAC: Patrulla Aérea de Combate
PAL: El Palomar
PAR: Paraná
POTA: Puesto de Operaciones de Transporte Aéreo
RAF: Royal Air Force,
Real Fuerza Aérea
RFA: Royal Fleet Auxiliary, Flota Real Auxiliar
RPV: Reunión
Previa al Vuelo
RTA: Reconquista
SJU: San Julián
TRE: Trelew
USAF: United States
Air Force, Fuerza Aérea de los Estados Unidos
VLCC: Very Large Crude Carrier,
petrolero de gran porte
Tabla
de conversión de horas de vuelo
(*)
Diplomado en Estado Mayor y Licenciado en Sistemas Aéreos y Aeroespaciales,
profesor de Búsqueda y Salvamento Aeronáuticos. Egresó de la Escuela de
Aviación Militar en 1970 y obtuvo el título de Navegador Militar en 1971. Cumplió actividad de vuelo en las siguientes
aeronaves: Douglas DC-6/C-118, Hércules C-130 (instructor e inspector),
Canberra Mk-62 (instructor) y Boeing 707 (instructor e inspector), mientras
realizaba tareas en diferentes destinos internos en las brigadas de El Palomar
y de Paraná. Durante 1982 se desempeñó como especialista en navegación aérea en
el Escuadrón I C-130 del Grupo 1 de Transporte Aéreo de la I Brigada Aérea,
volando diferentes misiones entre el 2 de abril y el 8 de junio. El Congreso de
la Nación Argentina lo condecoró por su participación en el conflicto de
Malvinas. En 1992 fue designado instructor de la Academia de la Fuerza Aérea de
los Estados Unidos en el estado de Colorado. Ascendió a comodoro en 1995 y se
desempeñó como jefe del Grupo Base 1 de la I Brigada Aérea y luego como
director de Intendencia y director General de Abastecimiento en el Comando de
Material. Solicitó su retiro en 2003. Desde 2004 hasta 2011 ejerció la docencia
en el Centro de Instrucción, Perfeccionamiento y Experimentación (CIPE) del
Comando de Regiones Aéreas y de la Administración Nacional de Aviación Civil
(ANAC) en las materias Sistema de Protección al Vuelo y Búsqueda y Salvamento
Aeronáuticos.
Diccionario para la Acción
Militar Conjunta, Ministerio de Defensa, Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas
Armadas, Buenos Aires, 1996.