27 de mayo de 2019
EL IMPACTANTE RELATO DE CÓMO UNO DE LOS PORTAAVIONES MÁS LEGENDARIOS DE LA ARMADA DE EEUU FUE HUNDIDO.
Por Sébastien Roblin
En los primeros cinco meses de la Guerra del
Pacífico, el ejército imperial japonés parecía casi indestructible obteniendo
una serie ininterrumpida de victorias que le llevaron a apoderarse de Birmania,
Indonesia, Filipinas, Singapur y la mayoría de las Islas Salomón y Nueva
Guinea. Sin embargo, Australia un enorme país próximo a la zona, seguía siendo
una espina clavada en el flanco suroeste de Japón, que necesitaba ser aislada
de los refuerzos estadounidenses antes de que las tropas japonesas pudieran
seguir con su invasión.
Aunque el Almirante japonés Isoroku Yamamoto
planeaba atraer a los portaaviones estadounidenses a una batalla decisiva
alrededor de la isla Midway en junio de 1942, en abril autorizó por primera vez
la Operación Mo para aislar a Australia mediante el envío de dos flotas
invasoras separadas para apoderarse de Tulagi, parte de las Islas Salomón, y
Port Moresby, un punto de suministro clave para las tropas australianas en
Nueva Guinea.
Sin embargo, y pese a ser operaciones de alto
secreto, los expertos criptógrafos estadounidenses habían conseguido descifrar
el código naval japonés y se enteraron de los detalles del plan en cuestión de
días. El Almirante Chester Nimitz conocedor de la operación, decidió enviar al
portaaviones de la Armada, Lexington, y al más moderno Yorktown para atacar a
la fuerza de invasión japonesa.
Portaaviones Yorktown.
Los barcos estadounidenses se enfrentarían a una
selecta fuerza japonesa aumentada considerablemente con la inclusión de los
portaaviones Shokaku y Zuikaku, así como al portaaviones ligero Shoho,
comandado por el Almirante Takeo Takagi. Los dos grupos de portaaviones rivales
reunieron casi el mismo número de aviones: de 127 a 128 bombarderos y aviones
de caza. El ala del Lexington incluía treinta y cinco bombarderos SBD Dauntless,
veintiún cazas F4F Wildcat y doce bombarderos de torpedos Devastador TBD.
Los marines japoneses se apoderaron de Tulagi el 3
de mayo sin oposición, mientras que la segunda fuerza nipona se dirigía a Port
Moresby. Sin embargo, el 4 de mayo aviones del Yorktown bombardearon la flota
anfibia de Tulagi, hundiendo en la acción a un destructor y cinco buques de
apoyo. Más tarde, el portaaviones se reunió a 370 millas al sur de Guadalcanal
con el Lexington y un escuadrón australiano para formar la Task Force 17.
Portaaviones japonés Zuikaku
Tanto las fuerzas japonesas como las
estadounidenses ya conocían la presencia del otro en el Mar de Coral, al
noreste de Australia, pero no conocían la ubicación exacta del otro. Lo que
siguió fue la primera batalla de portaaviones en la historia y, de hecho, la
primera batalla naval en la que los barcos enemigos nunca entraron en el campo
visual del otro.
Los desafíos de esta nueva forma de guerra
comenzaron con la localización de la fuerza enemiga en movimiento en medio de
la inmensidad del océano. Los radares disponibles entonces eran de corto
alcance y poco fiables, por lo que los mares tenían que ser peinados por
submarinos, hidroaviones, aviones pequeños en función de señalización y aviones
exploradores más grandes basados en portaaviones. Los exploradores también
tenían que eludir a los aviones defensores el tiempo suficiente para transmitir
por radio la posición de la flota contraria.
Durante dos días, aviones japoneses y
estadounidenses sondearon la posición de la flota rival, pero solo recibieron
informes incompletos y poco seguros por sus esfuerzos. De hecho, la flota
estadounidense se había metido entre la fuerza invasora japonesa en el sur y
los portaaviones asignados para protegerlos, sin que ninguno de los dos bandos
se diera cuenta de lo cerca que estaban el uno del otro.
Portaaviones japonés Shoho.
Finalmente, a las 8 de la mañana del 8 de mayo, un
avión rastreador explorador japonés detectó lo que creía que era un
portaaviones y un crucero pesado.
Una vez verificada la posición del enemigo, el
portaaviones tenía que lanzar rápidamente una fuerza de ataque antes de que los
bombarderos enemigos le devolvieran el favor y cogieran a los aviones contrarios
cargados de bombas y combustible en la cubierta de vuelo. Mientras se
acercaban, los aviones de ataque tenían que evadir o aplastar a los cazas
defensores de la Patrulla Aérea de Combate (CAP), que por lo general eran
bastante efectivos para derribar a los atacantes más lentos y cargados de bombas.
Golpear a un portaaviones enemigo con torpedos y
bombas no guiadas representaba un gran desafío, ya que el enorme barco
realizaba maniobras evasivas y sus docenas de cañones antiaéreos de fuego
rápido llenaban el cielo con corrientes de metal caliente y nubes negras de
metralla.
Sin embargo, a veces solo se necesitaban unos pocos
golpes de suerte. Los portaaviones se encontraban llenos de combustible de
aviación, bombas y docenas de aviones de combate cargados con ambas cosas sobre
la cubierta. Unos pocos golpes afortunados podían provocar incendios masivos,
lo que podía llevar a reacciones explosivas en cadena.
A las 09:00 de la mañana, cincuenta aviones de
guerra japoneses se abalanzaron sobre los barcos señalados por el avión
explorador, que en realidad eran el desafortunado destructor estadounidense
Sims y el petrolero Neosho. El Sims recibió una avalancha de bombas y se partió
en dos hundiéndose con toda la tripulación menos catorce marineros, mientras
que el Neosho fue incendiado.
Para entonces, los portaaviones estadounidenses
habían lanzado noventa y tres aviones hacia un avistamiento de la flota anfibia
japonesa, también mal identificada como una fuerza de portaaviones japoneses.
Poco después, un bombardero B-17 con base en tierra informó de un nuevo
avistamiento a las 10:00 horas, y el barco fue redirigido.
Avión estadounidense TBD Devastador
A las 10:40 de la mañana, los bombarderos del
Lexington, clase Devastator y Dauntless se abalanzaron sobre el portaaviones
japonés Shoho, que podía transportar 35 aviones en su plataforma de vuelo de
205 metros de eslora. Enfrentados a un CAP compuesto por solo dos cazas Mitsubishi
A5M obsoletos y un solo Zero, los bombarderos en picado lograron lanzar bombas
perforadoras de mil libras en la cubierta de los buques de guerra japoneses.
Mientras tanto, los Devastators seguían golpeando al asediado Shoho con cinco
torpedos en la parte exacta de su costado que le dejaron gravemente herido.
A las 11:35, menos de una hora después de que
comenzara el ataque, el Shoho se hundió bajo el agua, siendo el primer
portaaviones perdido por Japón en la II Guerra Mundial, 203 de los 834
marineros y aviadores que se encontraban a bordo del Shoho fueron rescatados.
Cinco horas más tarde, el radar del Lexington
detectó un contraataque japonés, compuesto por veintisiete aviones D3A Val y
B5N Kate bombarderos con torpedos. Sin embargo, la patrulla aérea de combate
protectora del barco (CAP), logró derribar a ocho de los atacantes, y el resto
abortó la misión. Un posterior ataque nocturno japonés resultó incluso menos
exitoso.
A la mañana siguiente, tanto el Yorktown como el Lexington,
por un lado, y el Zuikaku y Shokoku por el otro, estaban listos para la segunda
ronda. Sus aviones exploradores descubrieron las flotas contrarias casi
simultáneamente a las 08:20 de la mañana y exactamente cincuenta y cinco
minutos después, ambos grupos de portaaviones lanzaron docenas de aviones de
combate para aniquilar al otro.
Avión japonés Nakajima B5N.
La fuerza de ataque del Yorktown encontró la flota
japonesa a las 10:30, y los aviones del Lexington le siguieron una hora más
tarde. Esta vez, sin embargo, los aviones estadounidenses fueron recibidos por
más de una docena de cazas Zero, que derribaron rápidamente tres F4F Wildcat y
dos SBD por dos pérdidas en el bando japonés. Los once torpedos lanzados por
los Devastadores del Lexington no dieron en el blanco; los torpedos americanos
eran notoriamente poco confiables a estas alturas de la guerra.
Los bombarderos en picado de los dos portaaviones
tuvieron un poco más de éxito: lanzando casi tres mil libras sobre el Shokaku
que infligieron más de 220 bajas y paralizaron su cubierta de vuelo. Al
mediodía, su capitán, Takatsugu Jojima, decidió que era hora de retirarse de la
batalla.
Mientras tanto, los propios aviones de ataque del
Shokaku habían asestado un poderoso golpe. Aunque el Lexington detectó aviones
que se acercaban desde muchas millas de distancia, los nueve aviones Wildcat de
su CAP sobrevolaron accidentalmente los dieciocho aviones torpederos B5N que
volaban a ras del agua. Los SBD defensores del Lexington derribaron a siete
aviones torpederos, pero el resto de aviones sobrevivientes ejecutaron un
ataque en pinza sobre el Lexington logrando dos impactos decisivos con sus
torpedos tipo 91 de 1870 libras, rompiendo el enorme depósito de gas de
aviación del barco, bloqueando sus ascensores internos y rompiendo la cañería
principal del agua, necesitando cerrar varias calderas del barco.
Avión estadounidense SBD Dauntless
Minutos más tarde, treinta y tres bombarderos D3A
se abalanzaron, sobre el Yorktown una vez y dos veces sobre el Lexington, volando
una torreta de cinco pulgadas sobre este último y rociando metralla a través de
su conducto. A medida que los aviones de ataque estadounidenses y japoneses se
retiraban a sus portaaviones, se encontraban entre si y los duelos aéreos
adicionales enviaron más aviones al fondo del mar. Tal era el caos que las alas
aéreas de Japón y de los Estados Unidos perdieron ocho aviones más cada una
mientras intentaban aterrizar, y numerosos aviones regresaban tan dañados que
eran arrojados rápidamente al mar para despejar la cubierta de vuelo.
El USS Lexington, apodado Dama Gris y también Lady
Lex, había sufrido graves daños, pero aún logró recuperar muchos de sus
aviones. Sin embargo, al mediodía, los incendios se incrementaron cuando los
vapores de gas filtrados causaron la acumulación de gasolina provocando una
gran explosión, y una reacción en cadena de explosiones adicionales consumió
lentamente el barco durante toda la tarde. Una explosión hizo volar el elevador
un pie por encima de la cubierta de vuelo, y antes de las 4 de la tarde el área
de la cubierta inferior se volvió completamente inhabitable.
Avión F4F Wildcat
Una hora después, el capitán Frederick Sherman
finalmente hizo la llamada para abandonar el barco. No abandonaría su mando
hasta que más de 2700 marineros, infantes de marina y aviadores evacuaran el
buque siniestrado, dejando un saldo de 216 muertos. Más tarde, el destructor
USS Phelps le dio el golpe mortal, lanzando cinco torpedos contra el barco en
llamas. Finalmente, el Lady Lex se deslizó suavemente bajo el mar,
manteniéndose incluso sobre su quilla en sus momentos finales.
Tanto la flota japonesa como la americana se
retiraron después del 8 de mayo, demasiado golpeadas para continuar la lucha.
El planeado desembarco anfibio japonés en Port Moresby fue cancelado.
En términos puramente materiales, la Batalla del
Mar de Coral fue una victoria japonesa. Aunque la Armada Imperial Japonesa
perdió significativamente más personal, 966 hombres por 656, y aviones, 92 por 69
americanos, sus pilotos habían hundido un portaaviones de gran tamaño a cambio
de un portaaviones más pequeño.
Sin embargo, la aparentemente inconclusa batalla
fue un punto de inflexión para los Aliados. Australia y su presencia en Nueva
Guinea siguieron siendo seguras, lo que obligó a las fuerzas japonesas a
comprometerse en una costosa campaña terrestre y finalmente infructuosa en esta
última isla. Mientras tanto, el dañado Shokaku no pudo participar en la Batalla
de Midway, una batalla de portaaviones aún mayor que puso fin a los avances de
Japón en la Guerra del Pacífico.
Marineros del USS Lexington abandonando el barco
poco antes de hundirse.
El primer portaaviones de la flora de los Estados
Unidos había caído luchando precisamente en el tipo de batalla para la que
había pasado más de una década desarrollando tácticas. Solo un año después, un
nuevo portaaviones de la clase Essex fue bautizado con el nombre de USS
Lexington (CV-16) y permanecería en el servicio de la Marina de los Estados
Unidos hasta 1991.
Fuente: http://galaxiamilitar.es