8 de mayo de 2019
EL AUTOGIRO DE JUAN DE LA CIERVA
Las alas giratorias, precursoras del helicóptero,
fueron una utopía hasta el 20 de junio de 1920. En esta fecha nacía el
Autogiro, registrada la patente y el nombre por su creador: Juan de la Cierva y
Codorníu.
Juan de la Cierva y su Autogiro
El despegue y aterrizaje verticales de aparatos
destinados al vuelo, habían sido estudiados desde el Renacimiento por mentes
tan brillantes como la de Leonardo da Vinci. En épocas ya cercanas a la del
Autogiro de Juan de la Cierva, intentos serios como los de Breguet-Richet, Paul
Cornu, Ellenhammer, Oehminchen, Pescara, Petroczi o Von Karman, no superaron en
el mejor de los casos más que tímidos acercamientos al helicóptero actual y
también los aviones de despegue y aterrizaje verticales.
Juan de la Cierva y Codorníu nació el 21 de
septiembre de 1895, en Murcia, nieto del ingeniero de Montes Ricardo Codorníu e
hijo de Juan de la Cierva Peñafiel, abogado y político conservador que fue
alcalde de Murcia, Gobernador de Madrid y ministro de Hacienda. Ingeniero de
profesión, Juan de la Cierva había comenzado a construir aviones de ala fija a
la temprana edad de 16 años.
Tras continuas pruebas y experiencias a lo largo de
varios años, llegó a la conclusión de que conservándose el motor convencional
de hélice tractora y añadiendo un rotor con palas dispuesto de forma angulada
en tierra y relativamente paralela en vuelo al eje longitudinal de la aeronave,
permitiría una sustentación basada en el accionamiento del rotor por la
corriente de aire generada con el giro de la hélice tractora contra las palas
del eje de rotación, con libertad total de giro. De la Cierva imaginaba que así
se generaría una fuerza ascensional que, tras un rodaje muy corto, elevaría la
aeronave, contando una vez en el aire con la sustentación del conjunto
motor-aspas autorrotatorias como principal elemento para evitar la temible
velocidad de pérdida. Ese es el origen del nombre: Autogiróptero, posteriormente
abreviada la denominación a Autogiro.
Los accidentes de los prototipos C-1, C-2 y C-3,
construidos entre 1920 y 1922, revelaron lo inadecuado del motor rígido para la
finalidad pretendida, solventándose el problema con la implantación de un rotor
basculante cuyas aspas traseras se flexionaban hacia abajo, equilibrándose de
este modo la fuerza ascensional y neutralizando tanto el efecto giroscópico de
la hélice tractora como la inestabilidad inducida que ello provoca.
Solucionados los problemas, el primer vuelo STOL, acrónimo
en idioma inglés de “despegue y aterrizajes cortos”, tuvo lugar el 17 de enero
de 1923, con el piloto militar español Alejandro Gómez Spencer a los mandos y
con 70° de ángulo en las aspas del Autogiro C-4.
A finales de ese mismo mes el Teniente Joaquín
Lóriga cubría el trayecto entre los aeródromos de Cuatro Vientos y Getafe en 4
minutos a un promedio de 30 metros de altura, con una ascensión máxima de 200.
El Autogiro en vuelo
A este prototipo C-4 siguieron el C-5, en julio de
1923, con rotor tripala, y el C-6-A, con fuselaje de biplano Avro 504, en mayo
de 1924.
Para comercializar su invento, Juan de la Cierva se
trasladó a Inglaterra con el prototipo C-6_A, fabricándose los primeros pedidos
en octubre de 1925, con lo que surgieron las versiones: C-6-C (J-8068)
monoplaza, C-6-D (matrícula civil G-EBTW) biplaza, C-8-D derivada de la
anterior pero con palas rotoras más largas y la C-8-V, desarrollada a partir de
ambas; no tardaron en seguirlas las C-8-L, C-9, C-11, C-12, C-17, C-18, C-19,
C-24, C-25, C-26, C-30 y C-30-A; todas fabricadas por la "Cierva Autogiro
Company Ltd."
Más tarde fundaría en los Estados Unidos "The
Pitcarm-Cierva Autogiro Company of América", para el desarrollo del
Autogiro allí. No obstante, Juan de la Cierva siempre inscribió sus patentes en
España.
Juan de la Cierva realizó demostraciones con su
Autogiro en Francia, Alemania e Italia. En 1929 protagonizó uno de los hitos en
la historia de la aviación, volando el Canal de la Mancha con su aeronave de
alas giratorias.
En España fue nombrado Ingeniero Aeronáutico
Honoris Causa y recibió el Premio de la Fundación Duque de Alba de la Academia
de Ciencias, entre muchos otros reconocimientos.
La lista de distinciones internacionales es larga,
destacando el Trofeo Collier, otorgado por la National Association Aeronautic
de los Estados Unidos y la Medalla de Oro Guggenheim "por la mayor
contribución de la época a la seguridad del vuelo en aeroplano", que
recibió en la Exposición Internacional de Chicago de 1932.
En 1934 el autogiro de Juan de la Cierva acompañaba
al Vicealmirante Richard Evelyn Bird en su expedición al Polo Sur; y en 1935,
el invento de Juan de la Cierva se convertía en el pionero del aterrizaje y
despegue en edificios, y el adelantado en el transporte de correo, siendo la
azotea elegida la del Post Office Building Filadelfia Administration.
Del Autogiro expresa elogiosamente el afamado
inventor Thomas Alva Edison, en 1930: "El Autogiro constituye, después del
primer vuelo de los hermanos Wright, el mayor progreso aeronáutico alcanzado
por el hombre."
El Autogiro La Cierva C-19 Mark 4P conservado en el
Museo del Aire
El legado de Juan de la Cierva a la aviación es
extraordinario. Sus patentes y avances aeronáuticos son reconocidos
universalmente como la contribución fundamental para el desarrollo del
helicóptero.
Fuente: http://www.momentosespañoles.es