Por
Julen Munitis Ruiz
Esta
recreación ha sido realizada utilizando la bibliografía reseñada, testimonios
orales y en vídeo de los protagonistas, relatos y manuales de vuelo simulado
por ordenador, y vídeos de la época. Al final del trabajo, en el Anexo I: “RELATO
FICTICIO DEL OBSERVADOR DE UNO DE LOS JU-52 QUE BOMBARDEO GERNIKA” recojo
compactada la narración.
“No es irrazonable ninguna medida capaz de destruir la moral del enemigo y es preferible hacerlo rápidamente”.
Wolfram Freiherr Von Richthofen
La
Legión Cóndor no llegó a la península con este nombre, se formó como tal en
noviembre de 1936 y fue nombrado el General Hugo Sperrle como jefe de la nueva
unidad. Encuadrado en el cuartel General de Salamanca, junto a Franco, no
participaba directamente en las operaciones que dejaba en manos de su
subordinado directo, von Richthofen. El Teniente Coronel (tres estrellas en las
hombreras) Wolfram, Freiherr[1] von Richthofen tenía 41 años, doblando en edad a casi todos sus pilotos con
una media de 23 años. Prusiano “Hochwollgeboren” (de alta y buena familia), era
el verdadero cerebro rector de los cinco mil hombres que estaban bajo su mando
y el que elegía diariamente los objetivos tácticos a cumplir por cazas y
bombarderos. Uno de sus libros de cabecera era “Dominio del Aire” del estratega
militar italiano Giulio Dohet, que aseguraba, entre otras cosas, que el mejor
modo de romper la resistencia del enemigo era lanzar ataques aéreos muy detrás
de la línea del frente, e incluso contra la propia población civil. Una teoría
sobre la que ya se interesaban los estrategas militares del mundo incivilizado
y que fue adoptada y desarrollada por la bisoña Luftwaffe a partir de 1933.
Sin
embargo, a Richthofen, el desarrollo de la Guerra Civil no le había permitido,
hasta el momento, aplicar esa estrategia en toda su extensión, limitándose el
papel de la aviación a atacar las tropas sobre las líneas fortificadas del
frente, así como las líneas de abastecimiento del enemigo directamente tras esa
línea del frente. Es decir, más o menos cumplían un papel de artillería aérea,
machacando desde el aire las trincheras enemigas un paso por delante de la
infantería para facilitar el avance de ésta. Esto era así hasta el punto que la
infantería de los sublevados no daba un paso si éste no estaba previamente
horadado por numerosas bombas. Además, en la Ofensiva del Norte, Richthofen
había llevado esta coordinación entre ataques aéreos y avance de la infantería,
a un grado de perfeccionamiento no conocido hasta entonces en la Guerra Civil,
ni en el mundo.
Esta
frustración por no poder aplicar en toda su extensión sus ideas sobre el uso
del arma aérea, conocimientos adquiridos durante sus tres años de estancia en
Italia como agregado militar, había sido motivo de fricción con su inmediato
superior, Hugo Sperrle, jefe de todas las fuerzas de la legión Cóndor en
España, que se dedicaba a las relaciones diplomáticas y a asesorar, en materia
militar, al Generalísimo Franco en Salamanca, con el que mantenía un estrecho
contacto. Sperrle y Richthofen, ambos militares disciplinados, mantenían en
público unas relaciones correctas, si bien, se evitaban en privado. Si damos
por ciertos todos los datos aportados por los imaginativos Gordon Thomas y Max
Morgan-Witts (“El día en que murió Guernica”), cosa, por cierto, bastante
peligrosa, Sperrle, en conversación con sus colegas, se refería a Richthofen
con evidente sorna, como “el ilustre Freiherr (barón)”, mientras que Richthofen
en alguna ocasión, en su círculo más íntimo, se refirió a él como “nuestro
comandante tabernero”, por su vulgar vocabulario y escasa urbanidad en la mesa.
En realidad, y en la práctica funcionaban como una maquina bien engrasada, como
toda la unidad que a la que habían dado forma. Compartían también las nuevas
ideas sobre las posibilidades del arma aérea para desarrollar la “guerra total”.
La
Legión Cóndor cumplía órdenes del Estado Mayor franquista, pero utilizando sus
propios suministros, tácticas y redes de comunicaciones. Su capacidad
tecnológica y militar era muy superior a la del ejército sublevado y carecían
por completo de afinidades personales en un territorio que consideraban
primitivo y subdesarrollado, en la práctica tenían una gran autonomía y una
visión mucho más clara, desde el punto de vista militar, del lento desarrollo de
la guerra que la que mantenían los torpes y sanguinarios Generales colonialistas
españoles, que todavía soñaban con grandes cargas de caballería y con avances a
bayoneta calada de la infantería. La aviación. en su mentalidad, si, resultaba
un arma interesante supeditada a la infantería para apoyar su avance y como
medio de observación avanzada.
Sin
embargo, la aviación, dirigida por la Legión Cóndor iba a tener un protagonismo
decisivo en el desarrollo del avance de los fascistas en el frente norte.
Ante el
inminente inicio de la ofensiva del Norte se inició un despliegue lógico de la
fuerza aérea disponible rodeando la zona que se pretendía ocupar con una fuerza
que podía actuar en un corto plazo de tiempo allí donde las necesidades de los
combates lo requería. Vitoria fue el lugar elegido para concentrar los aviones
ligeros de caza y reconocimiento alemanes, italianos y españoles, mientras que
Burgos se convirtió en la base para los bombarderos alemanes, y Soria para los
italianos. Otros pequeños aeródromos de muy poca importancia y protagonismo,
eran Gamonal, Villafría, Logroño, Agoncillo o Noain. Por último, se habilitaron
pistas de aterrizaje y despegue, pensados más como pistas de emergencia que
como bases permanentes.
Así pues,
los aviones de caza, de menor autonomía de vuelo que los bombarderos, se
agruparon en Vitoria, muy cerca del frente y de su línea de ruptura, para
posibilitar una intervención inmediata en apoyo al avance de las tropas de
tierra. Los bombarderos con mayor autonomía se ubicaron un poco más alejados,
principalmente en Burgos, Logroño, Soria, León y Pamplona, como medida
defensiva ante un hipotético ataque de los cazas republicanos. Los tres
primeros citados, Vitoria, Burgos y Soria, son los que tuvieron protagonismo en
el raid sobre Guernica.
En
Burgos se dieron cita las tres escuadrillas de Junkers 52 de la K/88, la
escuadrilla de los modernos bombarderos bimotores semipesados Heinkel 111 de la
VB/88, en fase de experimentación y la de los no menos modernos estilizados
Dornier 17 de la VB/88. En Vitoria se concentraron dos escuadrillas de caza de
obsoletos Heinkel 51 y una de los también modernos y experimentales
Messerschmitt 109 por parte alemana y los cazas Fiat CR 32 italianos. Los
bombarderos italianos Savoia Marchetti 81, 79 y Fiat Br-20, se establecieron en
la base aérea de Soria, desde la que podían realizar acciones tanto en el
frente norte como en el de Madrid.
El 31
de marzo, día del inicio de la ofensiva en el Norte
Fuerza
aérea en Burgos:
- 3 escuadrillas de bombarderos Junkers Ju-52
- Heinkel He-111
- Dornier Do-17
Fuerza
aérea en Vitoria:
- Cazas Heinkel He-51
- Cazas Messermicht Me-109
- 4 Bombardeos en picado Heinkel He-23 “Stuka”
- Heinkel He-70
- Heinkel He-45
- 2 W-34 de servicio meteorológico
El 21
de abril, el Cuartel General de Mola en Vitoria y el Cuartel General de Franco
en Salamanca saben sobradamente que la campaña del Norte iniciada briosamente y
con gran optimismo el 31 de marzo, veinte días antes, no lleva, ni mucho menos,
el ritmo esperado. El cálculo inicial que daba un mes de plazo para ocupar
Bilbao, contando con una escasa resistencia por parte del Ejercito Vasco, ha
saltado por los aires y la ocupación de Bilbao va a retrasarse hasta el 19 de
julio.
Ochenta
días para los que se habían calculado treinta, máxime si se tiene en cuenta que
ese día 31 de marzo, al inicio de la ofensiva, las tropas franquistas se hallaban
a sólo 40 km de Bilbao. Esto llega a los jefes insurrectos y a sus aliados
extranjeros a la rabia y la frustración y el 26 de abril, el pacífico pueblo de
Guernica va a sufrir de manera brutal las consecuencias de esa frustración.
“Tomo
tierra en el aeródromo (Gamonal en Burgos) y ruedo mi nave hasta su zona de
estacionamiento habitual donde ya me esperan una pila de “pepinos” para
volverla a cargar. La primera misión del día ya está hecha, hemos dejado esa
aldeíta de Gerrikaiz echa un colador y a la tarde toca el jaleo gordo, que llevan
tiempo planificando.
¡Me
cago en el “Jefe”![2], después de dos horas de vuelo por la mañana, hora y media para comer y
echar una cabezadita y otra vez arriba, a las nubes, a ver si creen que somos
máquinas.
¡Esto
no es vida! Pero pensándolo bien, de qué coño me quejo, los de abajo lo pasan
peor cuando les llueven nuestros “pepinos”.
Me
gusta volar y encima me pagan por hacerlo, ¡Y con sueldo de ejecutivo!, así que
a hacer mi trabajo y a callar, como dice Fuchs[3]. Si no sería por esos malditos comunistas rusos y sus “Chato”[4] esto sería coser y cantar.
Total,
seis meses y a casa, a mi querida patria, fuera de este país de locos fratricidas
y tercermundista. Y además voy a volver con las alforjas llenas. Ya me veo en
mi flamante cochazo nuevo paseando a mi “Ingrid”. Voy a ser la envidia de mis
compañeros de cuartel. ¡Que se jodan!, que se hubieran apuntado “al sur” cuando
se les ofreció.
Además,
el “Jefe” dice que pretende embolsar todo el sector de la costa del ejército
rojo[5] destruyendo el único puente hasta el mar y taponando la villa con una montaña
escombros, eso si los “flojos”[6] de los españoles se deciden a avanzar con la necesaria celeridad. ¡Si
tenemos que hacerlo todos nosotros!, ¡a ver si pretenden que ganemos su guerra
nosotros solitos! Al final nuestra aviación y artillería siempre les tiene que
tender una alfombra de cadáveres para que se decidan a avanzar y luego mandan a
los “moros” por delante como “carne de cañón” para detectar los puntos de
resistencia, recibiendo la primera lluvia de balas. Esos por la paga, unas
faldas y unas gallinas que roban por el camino y son capaces de matar a su
propia madre.
En fin, le doy demasiado a la olla, mejor no pensar en ello. Y ahora a ver si puedo echar una cabezadita que con este ruido infernal no hay quien descanse.
Bueno ahora a comer, mientras los machacas[7] llenan la panza de mi Tía Ju[8] a tope, el “Jefe” lleva meses soñando con esta ocasión y ahora va a tener la oportunidad de lucirse. Durango, trabajito que encargó a los colegas “macarroni”, le supo a poco, mero aperitivo, y hoy quiere darse el atracón, demostrando lo que es capaz de hacer nuestra Legión Cóndor. Seguro que espera una felicitación de “el gordo”[9] que encima ha cumplido años, ¡menudo regalo le esperan hacer!, seguro que Cara buldog[10] y el Jefe han contado con ello. Guernica va a ser un banco de pruebas perfecto para demostrar al mundo que se puede destruir completamente una población desde el aire, en unas pocas horas y sin mayor esfuerzo. Los vascos van a pedir la rendición a gritos y el resto de Europa se cagará en los pantalones al intuir lo que se les viene encima".
"El Ju
52 empleado en España tenía una autonomía de vuelo de hasta 12 horas, gracias
al montaje de dos depósitos instalados en el fuselaje, que nosotros, por
cierto, nunca más llenamos. Con los 5.000 litros aproximados entre ambos
planos, más los 80 litros de la nodriza del puesto delantero, tenía una
autonomía de unas 8-9 horas de vuelo, con mucha reserva… Despegamos en Champino
(sic)-Nord (Roma) hasta Sevilla con 14 toneladas frente a las 8,9 toneladas de
peso al despegue autorizadas. Tuvimos que rodar muy atentos hasta la pista de
despegue, pues el tren de aterrizaje estaba en el tope. El Capitán Harry Rother
–que nos instruía a la sazón conjuntamente con el Capitán H. W. von Ángel (vivo
aún)–, nos recomendó despegar con la rueda de cola apenas levantada, para que
los planos sustentaran lo más pronto posible. El Ju 52 podía, pues, hacer bien
dos salidas sin cargar de nuevo los depósitos (…).
Carga de bombas de los diversos tipos:
El Ju
52(K) tenía 6 lanzabombas con una carga máxima de 6 x 250 kg. de bombas
alemanas normalizadas, con espoleta eléctrica. El pozo delantero de babor…
quedaba inutilizado por una ametralladora instalada en el “puchero” en
disposición de tiro hacia delante…
Para
aprovechar la carga, en ese pozo situábamos bombas incendiarias sólo. Nunca
cargábamos el pozo delantero de babor en los vuelos nocturnos ni en salidas
aisladas (tampoco de día), para poder usar en cualquier momento la
ametralladora.
En vez
de las 6 bombas de 250 kg podían cargarse 24 bombas de 50 kg o 96 bombas de 10
kg o 1.728 (sic) bombas incendiarias de 1 kg (de termita)” …
Extracto
de la primera carta de von Krafft a Edu Neumann (del 3.8.1983) recogido del
libro “GUERNICA”, de Jesús Salas Larrazábal, anexo 40, pág. 282"
Aclaremos
de entrada que el pozo, supuestamente obstaculizado, no era ni delantero ni de
babor, sino el pozo trasero Nº 5 que iba centrado en el eje de la bodega de
carga. No es creíble que este pozo quedara inutilizado por el obstáculo de la
ametralladora MG 15. Primero, la ametralladora fijada a la barra giratoria y
oscilante del “puchero” no podía nunca obstaculizar un pozo delantero ya que
sólo podía girar unos 270º hacia atrás de una circulo completo de 360º, porque
se los impedía el respaldo vertical del pozo, por lo que quedaba una zona ciega
para el disparo de aproximadamente 90º al frente, precisamente donde estaba
ubicado el pozo delantero de babor. Sí podía obstaculizar con la punta de la
ametralladora el pozo trasero Nº 5, pero esto se podía evitar fácilmente
girándola hacia delante, hasta pegar al borde del respaldo, bien a derecha,
bien a la izquierda (ver fig. Nº 21 y 23).
¡Los
nazis seguro que la giraban siempre a derrecchha!, Je, je…. Perdón por el
chiste malo. Segunda aclaración, el momento de posible obstrucción sólo se
producía en el instante mismo de la suelta de las bombas, durante unos pocos
segundos y el observador-bombardero en ese momento no empuñaba la MG 15 sino el
disparador de suelta de bombas. No es creíble, bajo ningún supuesto, que un
bombardero tenga reducida un 16 % su capacidad ofensiva, su verdadera y única
razón de ser, como mantiene el abuelo batallitas.
Creo
que quedará suficientemente claro con estas imágenes:
Los
contenedores de bombas eran los DESAC 250/IX diseñados por Reihgmetal para
transportar y soltar las bombas en naves que, en algunos casos como el del
Junkers Ju-52, no habían sido diseñadas para ello, eran duales (dos
contenedores unidos formando un solo cuerpo), algo que, por cierto, tarde en
averiguar. Los ESAC 250 eran individuales, una adaptación de los DSAC para el
Heinkel He 111 y el Junkers 86.
Fig. 10. En esta foto tomada desde el interior del pozo, se aprecia al observador-bombardero mirando hacia popa, de espalda al parabrisas, con la MG 15 a un costado. Lo que se aprecia detrás de su cabeza podría ser el visor GV 219
Para
intentar atinar en el blanco poseían un visor sencillo de bombardeo, el Göertz
GV 219d, que se montaba detrás del parabrisas de la góndola inferior o
“puchero”. Sobre si los primeros Junkers Ju 52/3M llegados a la península
contaban o no con un visor de bombardeo quedan algunas dudas, yo lo he tratado
en el trabajo “La mula de Hitler, el burro de Franco, Junkers Ju 52” y remito a
él al lector interesado.
Guernica. Es más verosímil que fueran cargadas bombas de 250 kg a que fueran de 50 kg.
El
ataque fue realizado en columna de patrullas, a saber, 1ª Escuadrilla (von
Knauer, con el jefe del grupo, Primer Teniente (sic) Fuchs), luego la 2ª K/88
(el nombre de su jefe se me ha olvidado; Brasser y von Nordeck estaban heridos
gravemente; pienso en Hajo Herrmann o en el Primer Teniente von Beust; éste
tuvo en estos días un grave accidente de despegue en Burgos, así que no
recuerdo exactamente quién mandaba la escuadrilla) y en último lugar la 3ª
Escuadrilla (3 K/88) con sólo siete aviones “Ju 52(K)”, con una separación de
al menos 1-2 km. Cuando el ataque de las escuadrillas de cabeza sobrepasó el
objetivo, todo se llenó de humareda espesa y minutos más tarde todo el pueblo
de Guernica estaba cubierto de unos negros nubarrones. Los puentes (sic) podían
aún distinguirse por el borde oriental. El viento de costado cada vez exigía a la
formación una mayor corrección de barlovento[11] (aparato de luces) y aunque mi bombardero (Teniente Falk, muerto en el
cautiverio rojo) era muy bueno en la adquisición del blanco. No estaba
satisfecho. Percibíamos también el claro resplandor de las bombas incendiarias
sobre la negra humareda hacia sotavento[12] y allí las veíamos desparecer…
Querer
alcanzar los puentes con el “Ju 51” (sic), era entonces… ¡un deseo
irrealizable! Sobre todo, cuando no se quería correr el riesgo de una pasada de
prueba y se prefería llevar a cabo el ataque en una pasada única. No podía
hacerse ninguna ilusión el mando, por tanto, ni siquiera von Richthofen… ¿un
deseo demasiado elevado!, lo que era típico de v. R …”
Se rehuyó entonces dar una pasada previa con lanzamiento de alguna bomba, por falta de caza de protección. SALAS LARRAZABAL, Jesús. GUERNICA. Extracto de la 2ª carta de von Kraff a Edu Neuman (de 30.3.1984). Anexo 40, págs. 283, 284
El
ejército alemán utilizó los efectos del bombardeo como arma política en la
guerra fría mantenida con Inglaterra y les interesó que la prensa mundial
exagerase los resultados. Así, Guernica habría sido una especie de ensayo de lo
que luego sería la Segunda Guerra Mundial.
En
Nuremberg, interrogado el Mariscal de la Luftwaffe, Hermann Goering, contestó: “La
guerra civil española dio una oportunidad de poner a prueba a mi joven fuerza
aérea, así como para que mis hombres adquirieran experiencia”
Los
señores Maier y Sender, altos funcionarios de los servicios de investigación
británicos, le interrogaron posteriormente en su celda acerca del bombardeo de
Guernica: “Fue una especie de banco de pruebas de la Luftwaffe”, contestó el Mariscal.
“Le recordamos entonces —refieren los citados señores— el martirio de las
mujeres y los niños que murieron en ese banco de pruebas”. Goering replicó con
voz suave: “Es lamentable; pero no podíamos hacer otra cosa. En aquel tiempo
estas experiencias no podían hacerse en otra parte”.
Cargar
el Ju-52 otra vez de bombas, llevadas con carretilla, transportadas a mano
desde un camión o, lo que era más habitual, desde la pila de bombas preparada
de antemano junto al avión. Levantarlas con el polipasto o a mano y el llenado
de combustible (el bombeo sería manual desde bidones), absorbía media hora. Y
había solo una veintena de trimotores destacados en Gamonal. Jesús Salas
Larrazabal habla de un mínimo de dos horas para cargar las bombas y repostar. A
este humilde investigador le parecer un tiempo excesivamente prolongado, sería
largo en este escrito argumentar el porqué. Por otra parte, al “abuelo
batallitas”, último gran apoyo de la historiografía reduccionista del neofranquismo,
no se le puede creer nada sin verificarlo y contrastarlo con otras fuentes, ya
que no le dice una verdad ni al médico. Ya le hemos comprobado en reiteradas
ocasiones y, sino que se lo pregunten a Ángel Viñas[13].
¡Bueno!,
45 minutos en el catre y vuelta a la faena. Mi querida “Tía Ju” ya tiene la
panza tan llena que han tenido que llenar solo media carga de gasolina para que
pueda despegar, me han metido hasta cajas de incendiarias sueltas en la zona de
carga y un “machaca” para que las lance empujándolas con los pies por el
agujero de la portezuela desmontada. Éste está que baila de excitación por la
oportunidad de volar. ¡Esto es de locos!, una tercera parte de la carga de
incendiarias de un kilo para destruir un puente de piedra y hierro, ¡A ver si
al final va resultar que es de madera!.
Eso no
se lo cree ni Dios. El “Jefe” le ha preparado a los separatistas vascos un
“coktail” exquisito de bombas rompedoras e incendiarias para que se les quite
las ganas de luchar junto con esos rojos comunistas de mierda. Piensa arrasar
la población de una manera que no se ha conocido hasta ahora. Y para postre
“barra libre” para practicar el ametrallamiento a todo lo que se mueva. Los
“señoritos”[14] de los cazas se van a hartar de darle al gatillo.
Además,
es seguro que en Guernica no encontraremos defensa alguna, ni caza ni
antiaéreos. Je, je, … ¡No le queda más que un solo caza!, se los hemos
destruido todos y la mayoría en tierra. Bueno, los pocos que han recibido del
Gobierno de la república, que prefiere enviarlos a Santander y Asturias. Antes
de enviar aviones a esa estrecha franja del norte republicano es mejor darles
fuego en sus bases de origen y encima te ahorras el combustible. Además, el
gobierno republicano desconfía de los vascos por “meapilas” y por qué mañana
igual se pasan a nuestro bando con aviones y todos los bártulos ya que no paran
de negociar, aunque su presidente, un tal Aguirre, se mantiene irreductible. A
su querido “as”[15] el otro día uno de nuestros “Messer” lo mando “a criar malvas”.
“… el
K/88 había cargado este día bombas incendiarías de termita con fulminante en 25
(sic) “Ju 52”, aproximadamente 100 de 1 kg. por avión. Estas bombas no siguen
una trayectoria balística y son desviadas del blanco por el viento, tienen una
precisión muy inferior a la de las bombas pesadas. Las habían cargado para
atacar posiciones elevadas al Oeste (sic) y al Noroeste (sic) de Guernica. (…).
Por aquel entonces empezamos a colocar cajas con bombas incendiarias en el
pasillo central y embarcamos dos “lanzadores” del personal de tierra para que
efectuaran los lanzamientos, estando desmontada la puerta del “Ju 52”. (…).
Al
retornar de esta misión volvimos a cargar el avión de la misma manera y cuando
llegó la orden de atacar Guernica el propio Fuchs (comandante del K/88)
manifestó que iba contra el sentido de las órdenes el no cambiar la carga de
bombas incendiarias, a pesar de que la predicción no era favorable.
Se nos
autorizó a sacar las cajas de bombas incendiarias, pero no las que estaban
montadas en el pozo de bombardeo. Se había ordenado atacar los puentes, pero de
ninguna forma la villa. Yo dije entonces, cuando se me negó el permiso para
modificar la carga: bueno, supongamos que son puentes de madera. (…). Volé
hasta Bermeo, al Norte, de modo que cuando llegué a Guernica estaba ardiendo
totalmente. Vi parcialmente a las dos primeras escuadrillas y sus bombas, casi
siempre al Oeste del borde oriental de casas de la villa.
Soplaba
viento del Este… y las bombas de mi escuadrilla también cayeron allí, aun
habiendo realizado la aproximación con una amplia corrección-blanco del Oeste.
Las bombas incendiarias resplandecieron por encima del campo de humos, o sea
que se podía asegurar que habían caído sobre la villa. Seguramente, todo sería
un compromiso táctico, ya que no se quería atacar en contra del viento, lo que
se estuvo discutiendo mucho durante el planeamiento del vuelo, pues ello
supondría volar bastante sobre territorio enemigo e inevitablemente hacia
Bilbao. También había algunos cazas ahí, en el Norte.
Fue
preciso, por tanto, volar paralelamente al frente hacia el Norte y atacar en
dirección Norte-Sur con un viento lateral de 4-5 de intensidad Beaufort[16]
[16]. Si no se corregía desde una distancia considerable, el asunto tenía que
estropearse, las bombas caerían en la villa; y así sucedió. (…)”
SALAS
LARRAZABAL, Jesús. GUERNICA. Extracto de la primera carta enviada por J. Salas
Larrazábal a Edu Neumann (del 3-8-1983), pág. 280
"Ya voy
camino hacia la pista, que Fuchs quiere repasar el plan y darnos las últimas
instrucciones. Como si no nos las hubieran repetido ayer hasta la saciedad,
mientras estudiábamos los mapas y las fotos aéreas de la población:
calle
de bombardeo de N a S, entre las vías del ferrocarril y la Iglesia que despunta
en lo alto, el ala izq. de la cuña alineada con las vías del ferrocarril sin
traspasarla en ningún momento, eso nos da 300 mts. de anchura de alfombra de
bombardeo. El resto que lo acaben las incendiarias.
velocidad
de crucero,
altura
de vuelo 700 m.,
formación
habitual de cuña en “V” en patrullas de tres, intervalo entre patrullas, lo que
de la vista de la anterior, soltar “todo” a partir de las primeras casas por el
N, y…
Las
primeras bombas cayeron por el norte en las huertas anteriores al convento de
la Merced, y en las huertas interiores del mismo convento, ocupado por el
Batallón Loyola y que no recibió impactos por puro milagro. La primera bomba de
la margen derecha parece que fue la que cayó sobre el chalet del Conde Arana,
cuyo sótano estaba habilitado como refugio. Hoy, en ese mismo lugar, está
emplazada la escultura de Néstor Basterretxea “Agonia de fuego” como recuerdo
del luctuoso día.
… sobre
todas las cosas, no salirse de la alfombra de bombardeo en ninguna
circunstancia, manteniendo la dirección a partir de la primera referencia
visual acordada para entrar en “la calle” y a partir de ahí, si el humo y el
polvo nos impiden la visión de la población, mantener la dirección con la
brújula y el giroscopio de a bordo.
Pretenden
no tocar las industrias de guerra, que están agrupadas al -E- de las vías, que
en unos días caerán en nuestras manos cuando ocupemos la villa. Además, sus
responsables son “blancos” y nos han suministrado abundante y precisa
información para definir “la calle” de bombardeo. Me han prometido una preciosa
pistola de las que fabrican de regalo, en cuanto los visitemos para
inspeccionar sobre el terreno los efectos de nuestros “supositorios”[17],
que para eso es un experimento. Otro trofeo de guerra, ¡como en la Edad Media!.
Se van a podrir de envidia mis camaradas cuando se la enseñe.
La
parte -O- de “la calle” también está vedada, porque por ahí están edificados
los palacios de los amigos “blancos” y principalmente “el árbol sagrado de los
vascos”, que, aunque a Franco y a Mola se la trae floja, los requetés no
quieren ni oír hablar de rozarlo. Dicen que el resto lo podemos reducir a
cenizas pero que “el árbol de sus mayores” ¡ni tocarlo! y a Mola le sacaron las
castañas del fuego en los primeros e inciertos momentos de la sublevación.
Intentaremos hacer eso por ellos, que han resultado buenos y aguerridos
combatientes, un poco “meapilas” y supersticiosos para mi gusto, con su
“detente bala” y la cruz que no se la quitan ni para cagar. Mejor no ofender a
un aliado, digo yo. Pero la mayor dificultad esta precisamente en eso, en no
salir de la calle, porque aquello se va a convertir a las primeras de cambio en
un infierno y no vamos a ver ni hostia. Este bombardeo quirúrgico en alfombra y
la capacidad destructiva del cocktail de bombas rompedoras e incendiarias son
parte muy importante del experimento.
El
puente nos han dicho que es la excusa para los de fuera, si le damos bien, sino
mejor, así no nos mojaremos las pelotas al ocupar la población".
Guernica
era todo un símbolo para los vascos que, tenaces e irreductibles, peleaban con
encono cada palmo de terreno, en ella se había constituido el primer Gobierno
Vasco de la recién estrenada autonomía, iniciando según ellos, la
desintegración de España. Franco y Mola decidieron un inolvidable escarmiento.
Aunque, desde el punto de vista de las operaciones militares del momento,
Durango o Markina pudieran tener más justificación de ser elegidas como blanco,
fue Gernika la población finalmente elegida para hacer el experimento de
destrucción total por la aviación, por la que tanto venían soñando Richthofen,
Sperrle y el mismo Goering. En primer lugar, por su significado político, allí
se había constituido el 1er. Gobierno autonómico vasco, principio, según su
mentalidad, de la ruptura de la sacrosanta unidad de España. Gernika
representaba todo lo que siempre ha odiado el fascismo, el de antes (léase
Franco, Mola y el resto de su camarilla) y el de ahora (pongan los nombres
uds., seguro que no les costará mucho).
En
segundo lugar, desde el punto de vista alemán, las razones políticas, sin dejar
de valorar la desmoralización de la población en general y del Eusko Gudarostea
en particular, seguían siendo de segundo orden para ellos. La Guerra la sabían
ganada, sólo era cuestión de tiempo y a más tiempo, mayor grado de preparación
irían adquiriendo un mayor número de tropas. Ellos veían a Gernika como una
población con el nivel de población adecuado a un primer experimento de la
capacidad del arma aérea, con una estructura urbana alargada de -N- a -S- y con
la zonas industrial, a preservar, al -E-, perfectamente separada por una regla
que era la línea del ferrocarril (guía perfecta para orientar y delimitar la
alfombra de bombardeo). Al -O-, otra zona a preservar del bombardeo, la zona
alta con las casonas y palacios de la clase adinerada, afecta al nuevo régimen
y con la Casa de Juntas y el Árbol de Gernika (sagrado para los requetés
navarros) en su entorno, lo que les permitía ensayar un aniquilador bombardeo
quirúrgico en alfombra. Para más suerte, sin ningún tipo de arma antiaérea y
una excusa cuasi perfecta para justificar ante el expectante mundo su canalla
acción, la destrucción del puente de Rentería, según ellos, único paso de
retirada de la fracción del Eusko Gudarostea que defendía esa zona del frente.
El jefe de la Legión Cóndor alemana, Wolfram von Richthofen, les aseguró que
con sus aviones Heinkel 111, Dornier y Junkers, la ciudad sería arrasada con un
bombardeo masivo y prolongado de bombas explosivas e incendiarias y que el
taponamiento de las vías de comunicación embolsaría y permitiría apresar a un
volumen de tropas y material nada desdeñable, debilitando así el tan cacareado
y poderoso “Cinturón de Hierro", siguiente paso de la Reconquista.
Tipos
de bombardeo:
A
diferencia del caza, cuya naturaleza es la individualidad y la improvisación,
la del bombardero es una empresa colectiva con meticulosa planificación. De hecho,
ésta es tan importante para el éxito de la misión como la fase de vuelo en sí.
Así pues, hay que escoger la ruta adecuada intentando evitar al máximo las
zonas donde preveamos que habrá caza enemiga, el punto de encuentro con las
escuadrillas de caza de escolta, el tipo de bombas a cargar en nuestro avión,
la altitud de vuelo y los rumbos idóneos tanto de entrada como de salida al
objetivo y cuando intervienen un gran número de aeronaves, la sincronización
entre ellas sobre el objetivo.
Básicamente
se puede distinguir entre tres tipos de bombardeo: rasante, en picado y a
nivel. Nosotros ateniéndonos al objetivo de conocer al detalle cómo se desarrolló
el bombardeo de Gernika, vamos a centrarnos en una de estas modalidades, el
“bombardeo a nivel”.
El
ataque a suelo con bombas es, sin duda, uno de los tipos de misión más
complicados por varios motivos:
- no hay un sistema de guiado de las bombas, ni seguridad de dónde van a caer.
- hay posibilidad de ser alcanzado por la metralla de las bombas propias como por las del resto del escuadrón/patrulla.
- a altitudes bajas y medias la artillería antiaérea (AAA) resulta efectiva.
- si el avión es alcanzado y resulta seriamente dañado, no hay altitud suficiente para saltar en paracaídas.
Por
todas estas razones resultan las misiones más delicadas. Para paliar los
aspectos negativos es necesario un buen procedimiento de entrada y salida de la
zona de blanco y una puntería decente con la mira de bombardeo y demás
componentes del sistema de lanzamiento, que sólo se consigue con mucha
práctica.
El
“bombardeo en rasante” que es, a nivel de maniobras de vuelo, igual que el
“bombardeo a nivel”, es decir, el avión no modifica su altitud desde que entra en
la calle de bombardeo hasta que suelta las bombas. La diferencia entre ellos
radica que en el bombardeo en “rasante” el avión ataca el objetivo entre los
100 y los 400 metros, es decir, rasando el objetivo y suelta las bombas de
forma que impactan en el blanco casi desde la horizontal, en vez desde arriba.
Esta modalidad de bombardeo se mostró adecuada contra aeródromos, estaciones de
radar y otros objetivos concretos.
No
existiendo una regla fija que indique el momento justo de la suelta de las
bombas, un pequeño truco que funcionaba era lanzarlas en el momento en que el
objetivo desaparecía por el morro de la aeronave. Resulta evidente que la
velocidad del aparato tiene gran influencia en el logro del blanco, pero éste
dependía de la práctica y conocimientos del observador-bombardeo. Pero, al
igual que en el “bombardeo a nivel” mantener la velocidad, altitud y rumbo
constantes era lo más importante.
Explico
el desarrollo básico del “bombardeo en rasante” porque en el caso concreto de
Gernika, el bombardeo, si se realizó desde unos 700 mts de altura aprox. como
suponemos, está entre las cotas más bajas dentro de la gama del “bombardeo a
nivel” y cercano a las altas del bombardeo en rasante.
El
“bombardeo a nivel” consisten en soltar las bombas desde media o gran altitud,
sin variar ni trayectoria ni altitud de vuelo, desde que se entra en la calle
de bombardeo y se realizan los primeros ajustes en los visores. Este tipo de bombardeo con mira suele
realizarse siempre en formación de aviones de las mismas características, que
entran en la zona del objetivo en formación cerrada y lanzan las bombas a la
orden del líder, que suele ser el avión pilotado por el comandante de
escuadrilla y con el mejor observador-bombardero del grupo (con más aciertos a
blanco constatados). Al realizar el lanzamiento en altitud, los aviones quedan
fuera del alcance de la artillería antiaérea de pequeño calibre. Es el tipo de
bombardeo utilizado por los bombarderos pesados y medios, Junkers Ju-52,
Heinkel He-111, Savoia-Marchetti SM-79 y los Dornier Do-17, (por citar sólo los
que participaron en el bombardeo de Gernika), que poseen visores de bombardeo específicos
para esta modalidad. Este tipo de “bombardeo a nivel” es adecuado cuando se
trata de bombardear objetivos realmente grandes: polígonos industriales,
aeropuertos, poblaciones, etc., donde la extensa superficie del objetivo
permite absorber los errores de cálculo y la aleatoriedad en la caída de la
bombas (eyectores de bomba verticales, fuerte viento cruzado, etc.).
El
bombardeo a nivel con mira proporciona una buena plataforma para soltar grupos
de bombas sobre un objetivo terrestre, volando a media o gran altitud. Soltar
una única bomba, sobre un blanco concreto como puede ser el puente de Rentería,
requiere una puntería muy precisa que, desde luego, no se puede conseguir con
unos visores de bombardeo como el “Goerz GV 219” alemán, ni el “Jozza”
italiano. En este caso el “bombardeo a nivel” resulta prácticamente inútil y es
más recomendable el “bombardeo en picado”, como se utilizó con éxito durante la
batalla del Ebro. Decir que, entre los aviones agrupados para la ofensiva del
norte, rodeando la franja septentrional republicana. Richthofen contaban con
aeronaves diseñadas para el ataque en picado, es decir para destruir un puente,
como el Henschel Hs 123, predecesor del mítico Junkers Ju 87 “Stuka”. Cuatro Hs
123 permanecieron en el aeródromo de Vitoria, sin ser utilizadas en la supuesta
operación contra el puente de Rentería y los cruces de carreteras que
convergían hacia él. Su carga de bombas consistía en cuatro bombas SC 50 de 50
kg. montadas en bastidores bajo el ala inferior menor (2 + 2) (el avión era
biplano sexquiplano) y una única bomba SC 250 montada en una “muleta” bajo el
fuselaje. Escasa carga destructiva para los planes aniquiladores del Oberst von
Richthofen.
Sólo la
presencia de AAA (artillería antiaérea) fuerza la utilización del método de
bombardeo a media-gran altitud, ya que éste era impreciso con los primitivos
visores, requiriendo un cálculo preciso de la anticipación a la que había que
realizar el lanzamiento. En caso de no encontrarse con AAA, ni prever la
presencia de caza enemiga, como es el caso de Gernika, el comandante de la
misión optaba siempre por el bombardeo a bajo nivel con el fin de asegurar el
blanco, razón última y sagrada de la misión.
Fig. 15. Interior de un Ju 52 acribillado a balazos. Ver los pozos delanteros
El
“bombardeo a nivel” también es la maniobra para ataque con munición de
dispersión (bombas de cualquier tipo), munición muy útil para atacar blancos “blandos”
de gran superficie: convoyes, emplazamientos de artillería, líneas de
aparcamiento de aeronaves. Esta forma de soltar las bombas es la utilizada por
los bombarderos medios y pesados de todos los ejércitos. Estos aviones van
equipados con miras especiales que calculan el punto de suelta de las bombas
según la altitud y velocidad del avión, parámetros que debe introducir en el
visor, el observador-bombardero, atendiendo a los instrumentos de navegación de
a bordo.
Con un
sencillo cálculo de trigonometría y conociendo la velocidad del avión, la
distancia al objetivo y la altitud, se puede averiguar el ángulo en el que,
dependiendo de la propia velocidad, altitud y distancia, se deben soltar las
bombas para que impactasen en el objetivo, tal y como se muestra en el
siguiente gráfico.
Se
entiende por bombardeo en alfombra el vuelo en paralelo de varios aviones que
arrojan su carga de bombas de manera continuada y secuencial. Constituye un
avance de Von Sperrle, General alemán, comandante en jefe de la Legión Cóndor.
Una
altitud media de bombardeo a nivel se considera alrededor de los 3.000 metros
(10.000 pies). Estos parámetros variaron en pocos años y al inició de la II
Guerra Mundial con el perfeccionamientos de las aeronaves y de los visores de
bombardeo, Norden (americano), Lofte (alemán) o MK XIV (británico), que
permitían bombardeos con mayor precisión a altitudes mucho mayores, obligados
por el perfeccionamiento de la AAA (Artillería Antiaérea)
En caso
de carecer de un sistema automático de visor de bombardeo y suelta de bombas,
se debía calcular dos cosas. Una es conocer con exactitud el tiempo que tarda
la propia aeronave en cubrir una distancia “X”, a la velocidad de crucero
normal para un aparato con la carga máxima de bombas. La segunda es el tiempo
que tardan las bombas, en esas mismas circunstancias (a la misma altitud) en
impactar contra el suelo. Conociendo estos dos datos, podemos calcular
fácilmente, por una regla de tres simple, a que distancia del objetivo se deben
soltar las bombas para que impacten sobre el blanco previsto.
Veamos
que nos dicen los manuales de simulación de combate, sobre el sistema más
apropiado para atacar un puente:
“Para atacar un puente lo primero que debemos saber es sus características constructivas, si es de madera, piedra o hierro, su supuesta solidez, longitud, anchura, etc. En el primer caso puedes utilizar armamento incendiario, pero si desconoces su composición, coge las bombas más grandes de que dispongas y estas servirán para todos.
La mejor manera de atacar un puente es a lo largo del mismo. Desgraciadamente, los defensores lo saben y colocarán la artillería anti-aérea (AAA) a los extremos del mismo, para cazarte cuando entres y cuando salgas. Por ellos, para atacar un puente, si dispones del avión adecuado lo mejor es ganar altura (2000 – 3000 mts y atacar en picado). Para ello deberás poner el retardo de las bombas a “0”, para que no exploten bajo el agua.
También se puede atacar en bombardeo nivelado en rasante. Pon un par de segundos de retardo, alinéate con el puente a un par de kms antes y haz una pasada a baja cota a toda velocidad. Después de soltar las bombas, no gires ni trepes, sal a toda velocidad y lo más bajo posible de la zona del blanco (para dificultar la acción de la AAA). Una vez te hayas alejado un par de kilómetros, puedes girar y hacer un segundo ataque, si aún te quedan armas".
Despegue
y navegación
El
control de tierra era muy rudimentario. Una vez agitado el banderín de pista o
dada la señal de pista libre con una bajada del brazo por un operario de
tierra, la aeronave efectuaba el despegue cara al viento.
El
primeros en despegar es el jefe de escuadrilla y volando en círculo cerca del
punto de despegue, espera que lo hayan realizado todos los componentes de su
escuadrilla. A continuación, se agrupan en formación de crucero (cuña agrupada
o “V” habitual) e inician la ruta de “waypoints” (literalmente camino de puntos
o trayectoria) establecida en el “briefing” (instrucción de vuelo) de la
misión, con el comandante de la escuadrilla en cabeza. Lo más importante será
coger rápidamente altura y la velocidad de crucero adecuada, en nuestro caso,
para los Junkers Ju-52: 3.000 metros y 160 Km./h (9.842 pies y 198 mph o millas
por hora) valiéndose de los aparatos de vuelo.
"Ya
estamos a bordo del aparato, yo [Comandante Von Knauer)] al mando de mi “vieja
máquina” 22-84, de observador, Bradel; mecánico, Johannsen, que atiende la
conexión de las bombas antes del despegue y en vuelo, la ametralladora dorsal
superior; radiotelegrafista u operador de radio, Thumser, que también ejerce de
copiloto y el jefe del avión Fuchs. Seis aparatos forman mi escuadrilla,
divididos en dos patrullas de tres. Las otras escuadrillas van al mando del
Oberleutnant von Beust, la 2ª, también con 6 aparatos y la 3ª y última
escuadrilla formada por 7 aparatos al mando del Hauptmann Krafft von
Delmensingen.
Arranco
los motores, uno detrás de otro. Dicen que esto suena como el órgano de una
iglesia. La vibración en el interior de la cabina es intensa, acompaso las
revoluciones de cada motor para reducirla. Tras un corto período para
calentarlos, recibo la señal del operador de tierra, una simple bajada del
brazo en alto (parece que está realizando nuestro saludo romano, Je, je…), para
iniciar la maniobra de despegue y mi aparato comienza a rodar torpemente sobre
este “patatal” que llaman aeródromo y los amortiguadores del tren de aterrizaje
haciendo tope, ¡pero mi “mula” puede con todo!. Ruedo hacia la pista principal
cara al viento, seguido de cerca por mis compañeros de patrulla. Una vez
situado sobre ésta, detenido de nuevo, espero a que las dos aeronaves que
componen mi patrulla ocupen sus puestos, una a cada lado y un poco retrasadas.
Empujo hacia atrás las palancas para aumentar la potencia de mis tres motores
BMW de 660 CV cada uno y mi “vieja máquina” responde a la orden aumentando
progresivamente la velocidad de rodaje, enseguida levanta la cola del suelo y
me olvido de ese jodido patín de cola que no hace más que engancharse. Ya
rodamos a suficiente velocidad, atraigo hacia mí el volante con su eje vertical
con suavidad, bajando los alerones de mi nave y esta despega las ruedas del
suelo. ¡Ya estamos en el aíre! “Alea jacta est” (la suerte está echada). Cojo
altura y vuelo en círculos mientras despegan mis compañeros y las otras dos
escuadrillas. Nos reunimos en el aire y sin perder tiempo adoptamos la
formación de vuelo en “V” agrupada para cada patrulla y nos dirigimos en
dirección -ENE-, hacia el pueblo de Garay donde nos esperan los cazas de
escolta. Altitud y velocidad de crucero para ahorrar combustible y no forzar la
máquina, 3000 m y 160 km/h. Mi “vieja máquina” es más fea y más lenta que el
caballo del malo, pero me siento a gusto con ella, porque es fiable".
Fig. 18. Ju 52 despegando en formación, bien pudiera ser con destino a Gernika
“Según
el modelo de avión, junto al piloto y al observador casi siempre volaban
también un mecánico de a bordo y/o un soldado de a bordo. A menudo, en la
tripulación se producía un conflicto de estatus entre el observador con rango
de oficial y el piloto, Generalmente un suboficial. Esta devaluación de las
capacidades técnicas de los pilotos provenía de la Primera Guerra Mundial,
cuando se consideraban meros “chóferes”.
Un
comentario de Harro Harder (piloto de la Legión Cóndor), que durante su
instrucción tuvo que volar en una ocasión como observador, y eso lo llevó a
revisar sus poco positivos prejuicios sobre ellos:
"Un buen
observador merece todo el respecto. La cinta de la gorra de cuero y de las
gafas y el cuello de cuero te golpean en la cara a causa del fortísimo viento y
te hacen daño. La ametralladora apretada al hombro, que hay que manejar con una
sola mano (la otra aferra el manillar del freno para girar y frenar el
movimiento de la barra giratoria a la que va sujeta la ametralladora MG-15) ,
es pesadísima. Al disparar, como el cuerpo amortigua el culatazo, la cabeza
vibra tanto que resulta muy difícil apuntar como es debido, ya que el visor
vibra también. Y a eso se añade la continua presión del viento y las sacudidas
que afectan al asiento del observador, que está alejado del centro de
equilibrio del avión. El observador que consigue aguantar con éxito un combate
aéreo está realizando ya un gran trabajo”. (Diario de Harder, 13 de agosto de
1933).”
Schüller-Springorum,
Stefanie, La guerra como aventura. La Legión Cóndor en la Guerra Civil Española
1936-1939. Pag. 236
En su
forma más sencilla, el diccionario nos dice que navegación es la acción de
navegar.
Toda la
terminología técnica aeronáutica está llena de referencias al arte de la más antigua
navegación marítima, ya que muchas de las maniobras son similares. En la
navegación marítima el medio es el agua, en el caso que nos ocupa la navegación
se realiza en una medio más ligero que es la atmósfera.
Una
definición un poco más precisa es: navegación aérea es la ciencia y tecnología
que tiene como objetivo determinar la posición de un aeroplano respecto a la
superficie de la tierra y mantener con exactitud la ruta deseada.
Así
pues, se entiende por navegación aérea el proceso de pilotar un aeroplano, dirigiéndolo
de un lugar geográfico a otro a través de una ruta establecida y monitorizando
su posición a lo largo de la misma. A grandes rasgos, navegar requiere, definir
la ruta a seguir para llegar al lugar deseado y corregir las posibles
desviaciones de la misma, adoptando procedimientos alternativos en caso de
imposibilidad para alcanzar el destino previsto.
Sin
querer entrar en profundidad en estos aspectos, y simplemente para que el
lector se haga una idea de la operación de llevar una escuadrilla de aviones de
Burgos a Gernika, vamos a apuntar someramente unos pocos datos.
La
navegación se pude realizar apoyándose en varios datos. La navegación
observada, que era la que realizaban los pilotos de la Legión Cóndor siempre
que les era posible, se basaba en determinar la posición del aparato sobre el
terreno y la ruta a seguir observando las referencias más destacadas de la
superficie terrestre que sobrevolaba, como cadenas montañosas, montañas
aisladas, ríos, lagos, línea de costa, poblaciones, carreteras, etc. Pero
resultaba con frecuencia que, en el trayecto hacia el objetivo, la aeronave
debía a travesar formaciones nubosas o se internaba en una zona con condiciones
meteorológicas adversas, lo que le impedía ver el terreno que sobrevolaba. En
estos casos el piloto recurría, desde la última referencia visual del terreno,
a la navegación a estima, apoyándose en un mapa de la región donde tenía
detallada la ruta a seguir. Manteniendo la misma velocidad y dirección (con la
brújula magnética) y calculando el tiempo transcurrido que llevaba volando, le
permitía establecer sobre el mapa su posición aproximada en cada momento, hasta
que aparecía una nueva vista clara del terreno y así, confirmar o corregir su
trayectoria. La radionavegación o navegación asistida por instrumentos era muy
rudimentaria a principios de 1937. No digamos la recepción de señales de
estaciones terrestres (VOR), o por satélite (GPS), o las inerciales propias,
que en aquella época no eran ni siquiera soñadas por los pilotos.
Esto
que se conoce como labor de navegación del piloto, a veces resultaba tarea
difícil y delicada (escasa visibilidad, mapas inexactos, etc.). Su sagrada
misión era llevar la aeronave hasta el punto exacto de bombardeo y volver a la
base sin contratiempos.
Así
pues, resumiendo, la combinación de navegación visual y a estima, estrechamente
interdependientes, apoyada en los instrumentos de a bordo, era la más empleada
y hacia la navegación relativamente segura. La experiencia y las horas de vuelo
del piloto hacían el resto.
Altitud
de bombardeo:
Sobre
la altitud de bombardeo se ha hablado mucho, como sobre todos los demás
aspectos de este controvertido tema. Si algo resulta evidente es que los partes
de operación se manipularon, probablemente “a posteriori” ante la enorme
indignación mundial por el ataque.
Así, el
26 de abril de 1937, las instrucciones recibidas por el Teniente Coronel V.
Marelli, del mando del Mando Grupo del aeropuerto de Soria, que a su vez las
transmite al comandante de la patrulla italiana, son:
“Orden
de operación Nº 48 del Mando Grupo del aeropuerto de Soria,
Soria a
26/4/37.
XV,
al 2º
Grupo de SM-79”, se puede leer:
“Objeto:
Bombardeo del puente de Guernica.
Situación:
El enemigo se retira en dirección de Bilbao a través del pueblo de Guernica,
hacia el que confluyen varias carreteras provenientes del Este y que se reúnen
en el puente de Guernica, inmediatamente a la derecha del pueblo. El pueblo,
por evidentes razones políticas, no tiene que ser bombardeado.
Objetivos:
bombardear la carretera y el puente al este de Guernica de manera que se
obstaculice la retirada del enemigo.
Tipo de
acción que se debe efectuar: acción de sorpresa proveniente del mar.
Tipo y
número de bombas: 12 de 50 kilos por avión. Altura de ataque: 3.800 metros.[18]
Vuelan
sin escolta de cazas, lo que los lleva, por seguridad, a dar un rodeo para
alejarse de la línea del frente.
Un
fuerte viento del norte y un cielo cubierto los acompaña durante todo el
recorrido. Nubes compactas hasta el mar que aparece despejado. Al llevar a la
costa, a la altura aprox. de Deva, giran hacia el Oeste bordeando la costa.
Aproximadamente a las 16:25 penetran en la bocana de la ría de Gernika, en ese
momento la visibilidad es perfecta, el viento sigue soplando fuerte del norte.
A las 16:30 sueltan las bombas a la altura de 3.600 metros. “El tiro es largo”,
escribe el comandante de la patrulla italiana, “pero hemos logrado el
objetivo”. Inmediatamente después un espeso banco de nubes impide a los pilotos
italianos observar con mayor precisión los efectos de sus bombas.
A las
17:05 aterrizan en Soria[19].
Cuando
se aprestan a soltar su mortífera carga divisan al Dornier Do-17 solitario (“el
chivato”) que ya ha soltado la suya y se aleja de vuelta a la base, tras encabritarse.
Las
incongruencias y falsedades se suman y se solapan. Los italianos no tenían
ningún escrúpulo en bombardear una ciudad abierta y a la población civil como
ya lo habían demostrado en el bombardeo de Durango un mes antes y los volverían
a demostrar en los bombardeos de Barcelona. Aducen evidentes razones políticas
para no bombardear la población, sin embargo, fallan el supuesto objetivo del
puente de Rentería y el “tiro largo” los lleva a arrojar muchas de las bombas
sobre el casco urbano, las primeras impactan en las huertas del convento de la
Merced, luego en la sierra de Uribe y Etxaniz, junto al puente, sobre las vías
del tren tras el instituto de la calle Don Tello y en el Hotel Julián en la
plaza de la estación. Pero escriben “el tiro es largo, pero hemos logrado el
objetivo”. Si el objetivo de la misión era el puente, que se falla, y no debían
bombardear la población, que lo hacen, a que viene decir que “hemos logrado el
objetivo”. Resulta bastante evidente que la orden de la misión se redacta a
posteriori para encubrir el crimen realizado. En el mismo sentido, hablan de
3.800 mts. de altura de bombardeo, algo totalmente incongruente ante un
objetivo sin ninguna defensa antiaérea y con el sencillo e impreciso visor
“Jozza” que utilizaban.
Sólo un
inciso, para aclarar que la falta de escrúpulos a la hora de matar, ametrallar
y/o bombardear, no era una “virtud” exclusiva de los italianos, los alemanes
tenían “master cum laude” todos ellos, y los angelitos de los españoles al
servicio de Franco, ya habían demostrado lo que eran capaces de hacer, antes
incluso de que, sus luego doctos profesores, que todavía no habían pisado, ni
pisoteado la maltratada “piel de toro”, les enseñasen nada. Sino que se lo
pregunten a Ángel Salas Larrazábal (hermano de nuestro docto y querido General
de aviación) y José Muñoz Grande, que, el 22 de julio de 1936, sólo cuatro días
después del alzamiento militar, despanzurraron y asesinaron a más de 70
personas en Otxandio, muchos de ellos niños y mujeres, sobre los que soltaron
sus bombas cuando estaban reunidos en la plaza celebrando las fiestas del
pueblo. El que dio la orden, otro viejo conocido nuestro, el augusto General
Mola, el mismo que se “escandalizó” cuando se enteró de que los alemanes habían
reducido Gernika a cenizas. Como se dice ahora ¡Que morro!. Ya se sabe que el
que mata una persona, es un asesino degenerado y acaba en la cárcel, en la
guerra, por un extraño biribirloque ético-moral, el que mata mil personas es un
héroe y acaba siendo condecorado y homenajeado de por vida.
Sobre
Gernika, por infaustas carambolas del destino, como el avance del frente
(nosotros mejor diríamos retroceso) y el papel político que había ocupado antes
y tras el alzamiento, se fue cerniendo una gran diana, que día a día se iba
acercando por el cielo, hasta que se posó anclada como un mar de nubes, ese
aciago 26 de abril.
Por su
parte los alemanes, repiten las mismas pautas engañosas y manipuladoras de la
verdad.
Cuando
el dictador alemán, Adolf Hitler, tomó la decisión de intervenir a favor de las
fuerzas sublevadas contra el gobierno de la República, se formó la Plana Mayor
especial W (Sonderstab W) del Estado Mayor del Ministerio del Aire, órgano que
planificó y ejecutó la ayuda inicial al bando rebelde. El 30 de octubre de 1936
se constituyó el llamado Winterübung Rügen (Ejército de invierno de la isla
Rügen), nombre oficial de la fuerza militar intervencionista, pronto eclipsado
por el de Legión Cóndor que adoptó a su llegada a la zona franquista. Su misión
era experimentar el nuevo armamento y tácticas que luego emplearía en la II
Guerra Mundial, recogiendo hasta los mínimos detalles de las operaciones.
En la
exposición de la sección de Ciencia Militar del Arma Aérea, encargado de
extraer las experiencias y conocimientos que las acciones reportaban, se lee:
“ […]
El 26 de abril se ordenó un ataque aéreo al puente y cruce de carreteras justo
al Este de Guernica, que debía ser duro y fue llevado a cabo por nueve aviones
a 2.300 m. de altura, en una única pasada. Arrojaron nueve bombas de 250 kg. y
114 de 50 kg; en conjunto 7.950 kg. Se comprobó en el reconocimiento que el
puente no había recibido impacto alguno”[20]
Karl
von Knauer, piloto de la 1ª escuadrilla de Ju-52, reseña:
“1er.
ataque (47). Guerricaiz y Munditíbar (sic).
Altura
de sobrevuelo, 300 m con bombas de 250 kg.
2º
ataque (48). Puente de Guernica. Lanzamiento desde 1.500 m. NN. Buen efecto.”
En un
testimonio posterior del Coronel von Beust, comandante de la 2ª escuadrilla de
la K/88 de Ju-52, recogido en 1955, narra:
“volamos
en tres pelotones de ataque, de seis aviones cada uno, que se aproximaron al
objetivo desde el Norte con algunos kilómetros de intervalo, a una altura de
3.500 metros más o menos".
Revisando
el texto, llego a la conclusión que la única verdad que encierran estos
párrafos es que el famoso puente no había recibido impacto alguno, el resto son
falsedades para encubrir la cruda y sangrienta realidad. No fueron nueve aviones sino 25 bombarderos
(19 trimotores Ju-52, 3 trimotores italianos SM-79, y 3 bimotores, dos He-111 y
1 Do-17, eso sin contar los cazas de escolta), no fue ni 1.500, ni 2.300, ni
3.500 la altura de bombardeo, a no ser que ese “más o menos” sea tan amplio que
englobe un abanico entre los 3.500 y los 700 mts. No fueron 7.950 kg. los
arrojados sobre Gernika sino 31.000 aprox.
En el
extra sobre bombardeos (Als Feuer vom Himmel fiel. Der Bombenkrieg gegen die
Deutschen) publicado el 2003 por Der Spiegel, se presentaba un informe del
ingeniero Joachim von Richthofen (fallecido en Düsseldorf en 1981, no era
pariente de nuestro tristemente conocido Coronel) sobre “Efectos de las bombas
en las ciudades españolas (frente de Vizcaya)” fechado el 28 de mayo de 1937.
Evalúa los bombardeos sobre ciudades “con entre 3.000 y 20.000 habitantes”, y
menciona que en Guernica se emplearon “principalmente bombas incendiarias”, que
produjeron incendios extendidos a causa de la destrucción de las canalizaciones
de agua, hasta provocar la “destrucción del 75% de la ciudad habiendo arrojado
31.000 kg de bombas desde entre 600 y 800 metros de altitud”
Como
podemos pues, ante las evidentes contradicciones, dar por bueno uno sólo de los
datos aportados por estos personajes, autores materiales del genocidio y
amordazados voluntaria o forzadamente a no decir la verdad. Los inductores,
responsables en primera instancia, ni siquiera han sido capaces de dar la cara.
Personalmente
he oído al historiador Xabier Irujo citar que según el observatorio
meteorológico del monte Igeldo de San Sebastián (en manos de los sublevados),
ese 26 de abril había una cerrada formación nubosa a partir de los 800 mts. de
altitud, que impediría la navegación aérea por encima de ese techo de nubes.
Karl
von Knauer, Capitán de la primera escuadrilla del “K-88”, Grupo de bombarderos
de Ju-52, escribe en su diario:
“la
K-88 atacó en cuña agrupada. Esta vez, mi escuadrilla era la que guiaba, con el
comandante Fuchs a bordo de mi aparato del mando. El objetivo fue atacado en
una pasada con bombas de 50 kilos con espoleta retardada (escaso intervalo de
sucesión). La altitud de vuelo fue de 1.500 metros. El tiempo: cielo azul.
Dirección de ataque: desde la costa de Vizcaya, penetrando de Norte a Sur".
MAIER,
Klaus A. Guernica. 26.4.1937. La intervención alemana en España y el “caso
Guernica”. Sedmay Ediciones. Julio 1976. Pág. 195.
Posteriormente
el 16.3.1973 el mismo von Beust, relata:
“(…) Todavía tengo nítida ante mi vista la imagen que se me ofreció durante el sobrevuelo. Queda constancia de que las destrucciones que originó el bombardeo fueron considerables –yo no creo que los rojos la destruyeran todavía más posteriormente (…)
A las
tripulaciones del K/88 se nos animó a no hablar del ataque y a desmentirlo,
llegado el caso, desde el mismo día, cuando se iniciaba la ola de propaganda y
los resultados del reconocimiento confirmaban las grandes destrucciones”.[21]
Aproximación
al blanco:
Introducir
el diálogo en 1ª persona sobre el trayecto
Centramos
la exposición en el Junker Ju-52, ya que fue este avión el que llevó el peso
del bombardeo. Los tres escuadrillas de Ju-52, 19 aparatos en total (6 + 6 + 7)
parten del aeródromo de Gamonal (Burgos) a intervalos de 1 minuto y tras
agruparse rápidamente en las cercanías del aeródromo, emprende vuelo en
formación rumbo a Vitoria. Una vez sobrevolada Vitoria, se reúnen, sobre Garai
(aproximadamente a mitad de trayecto entre Vitoria y Gernika) con los cazas de
escolta que han despegado de Vitoria y les están esperando. Bordeando la línea
del frente (ya por otra parte, desdibujado) sobre Markina, las tres
escuadrillas de bombardeo vuelan hacia la costa con una orientación -NNE-,
sobrevolando el cordal del monte Oiz y por detrás del monte San Miguel, pasan
sobre Elantxobe donde giran al Oeste, tras un corto vuelo en esa dirección,
ante la bocana de la Ría de Urdaibai, vuelven a girar, ahora hacia el Sur.
Siguiendo
la configuración del valle y la ría, en este tramo van descendiendo
paulatinamente, fijando la altitud de 700 m, la altura prevista de bombardeo
(ya aprox. desde Oiz venían descendiendo paulatinamente de la altura de crucero
de entre 2.000 y 3.000 m que habían mantenido, donde la resistencia del aire y
las turbulencias eran menores y, por consiguiente, el vuelo más cómodo y el
gasto de combustible menor). En un punto, hacia el final de este tramo y una vez
rodeado la peña de Forua, Gernika aparece en el horizonte enmarcada en la
ventanilla derecha del “Tía Ju”. El piloto Von Knauer, grita “objetivo a la vista”
El Comandante del raid, Teniente von Knauer, jefe de la 1ª escuadrilla de
bombarderos Ju 53 de la K/88, va dirigiendo ahora el timón de la aeronave, de
forma que el ala derecha de su cuña (formación de tres bombarderos en cuña
agrupada o “V”) siga, con el extremo de su ala, el trazado de la ría
canalizada. Esto les obliga a realizar un giro de 90º, sobre Arteaga, a 3 km
aprox. y a un minuto escaso de Gernika (los aparatos volaban a tres kilómetros
por minuto) que ya se dibuja plenamente en el parabrisas de la carlinga de
pilotaje. Ahora con pequeños ajustes del timón de cola, es el ala izquierda
quien coge la referencia de la larga recta de las vías del tren bajo su ala
izquierda. El resto de la escuadrilla, en grupos de tres aparatos, con un
kilómetro de intervalo entre ellas, repetirá al pie de la letra estos pasos.
Quede claro, que sólo cito como referencias espaciales, las dos aeronaves que
escoltan a derecha e izquierda y ligeramente retrasadas, el avión del
comandante de escuadrilla, que es único que dirige la cuña, atendiendo a las
indicaciones del observador-bombardeo ubicado en el “puchero”, los dos aparatos
acompañantes se limitan a calcar sus movimientos. Este último giro es
particularmente delicado para el ajuste del rumbo ya que unos segundos después
(un minuto escaso), aproximadamente a la altura del actual polideportivo de
Urbieta deben comenzar la secuencia de suelta de la bombas. Este rumbo resulta
ya definitivo e invariable hasta arrojar la última de las bombas, mezcla de
explosivas de 50 y 250 kg e incendiarias de 1 kg. Las últimas de estas,
impactan ya casi en Lurgorri, provocando un incendio en la casa de la viuda de
Goitia, situada en el Nº 39 de la calle Asilo Calzada, bastante alejadas del
núcleo compacto de la villa, probablemente las arrojas en cajas sueltas fuera
de los pozos lanzabombas.
Los
tripulantes nunca volvían a la base con bombas a bordo y limpiaban el avión de
hasta la última de ellas, arrojándolas, incluso fuera del objetivo, si fuera
necesario, a ser posible sobre territorio enemigo. Este era debido al peligro
de sufrir un percance, un aterrizaje, forzoso, un ataque aéreo, impactos de la
artillería antiaérea, etc. y el peligro que suponía tener en estos casos bombas
a bordo, particularmente en el caso de las peligrosas bombetas de 10 km. y las
explosivas de 1 kg. que no tenían otro seguro que el muelle de la espoleta
mecánica de impacto del morro.
Fig. 18
Apunte
y suelta de las bombas:
La meta
de operación de bombardeo y su consecución plena y satisfactoria (bombardeo
eficaz y preciso del objetivo elegido) era el “leitmotiv”[22][22]
sagrado de la misión, a ese logro se supeditaban todos los demás factores. El
éxito de la misión dependía del observador-bombardero y de lo que conseguía en
el corto espacio de tiempo que permanecía el avión encima del objetivo. Una vez
cerca del objetivo, tomaba el control de la aeronave y en ese momento él es el comandante
y lo seguirá siendo hasta el momento que suelte las bombas con un grito de
“¡BOMBS RAUS!” (¡Bombas fuera!). Sus decisiones estaban incluso por encima del
piloto, en una situación similar al del “patrón de pesca” y el “Capitán del
barco” al inicio de la operación de pesca. El observador-bombardero debía
conocer bien la mira, todo su equipo e instrumentos de bombardeo, y estar muy
entrenado en la identificación de objetivos.
“Si el
bombardero erraba la puntería, la salida había sido inútil: él toma el control
del aparato en el momento de máximo peligro, cuando el avión debe estar en
vuelo horizontal y no participando en una acción evasiva. Durante el bombardeo,
el avión debe seguir un curso recto, con velocidad y altitud constante. Ni un
motor puesto fuera de combate, ni los lamentos de un compañero que había perdido
una pierna debían perturbar al bombardero en la “mira de apunte”.
George C.
Marshall, E.J. King, H. H. Arnold: Informe del alto mando estadounidense,
Overseas Edición Inc.
Teniente
Karl von Knauer, empuña los mandos del aparato.
“Los
aviones de combate del tipo Ju 52 no estaban todavía provistos de lanzamiento
mecánico, ya estabilizado por el giroscopio, GV 219 d (“Visor Görz”). El
funcionamiento de este aparato era así: antes del despegue hacia el objetivo
propiamente dicho, el visor era preparado sobre un objetivo auxiliar midiendo
la velocidad del avión, con éste aún en tierra. Este objetivo auxiliar era
apuntado sucesivamente bajo dos ángulos diferentes, el primero de los cuales
dependía de la altitud de vuelo, mientras el segundo se obtenía por un cálculo
fijo. El tiempo de sobrevuelo por encima del recorrido así obtenido en tierra
se media con un cronómetro y se visaba en el aparato de lanzamiento
considerando el gasto de las bombas que se querían lanzar. Esto daba el ángulo
de mira correcto, bajo el cual se apuntaría después sobre el objetivo real.
Durante la aproximación al objetivo, había que atenerse a una altitud, un rumbo
y una velocidad en el vuelo idénticas a las de la medición auxiliar. Durante
todo el proceso anteriormente indicado, el apuntador tenía que poner en juego
los niveles de longitud y dirección del marco del visor.
Con el
timón de mando auxiliar, el apuntador se encargaba, según el control “bruto”
del comandante de vuelo, del control de precisión del aparato sobre el
objetivo. El proceso de apuntar resultaba particularmente difícil cuando, con
viento lateral, había que observar además conjuntamente la flotación lateral
del aparato.”[23]
“El
problema del bombardeo aéreo es que para poder atinar en el blanco hace falta
conocer tres datos importantes: la velocidad del avión, su altura y la
velocidad del viento. La velocidad del avión es importante porque es la que
impulsa a la bomba una velocidad de salida hacia delante. Pero sale con
velocidad vertical cero. La velocidad vertical la va ganando por la fuerza de
la gravedad, pero la velocidad horizontal inicialmente es la del avión.
Posteriormente se va retrasando respecto a él por la resistencia del aire. Para
calcular todo esto existían unas ecuaciones que se reflejaban en unas tablas de
tiro en las que se intentaban ajustar todos los parámetros. La velocidad del
avión se calculaba gracias a un manómetro. No era exacta, pero era un dato
bastante fiable. Por el contrario, la altura ya no lo era tanto porque se
calculaba por la presión del aire. Y el cálculo de la velocidad del viento era
ya mucho más complicado. Todas estas imprecisiones técnicas dificultaban mucho
el logro de objetivos concretos.”
Klaus
Maier buen conocedor de los avances técnicos en la aviación nazi durante
aquellos años es muy claro:
“En lo
que se refiere a la precisión de tiro de los aviones principalmente utilizados
por la Legión Cóndor en aquella época, o sea los JU-52, estaban equipados con
un aparato de puntería muy anticuado. La Legión Cóndor presumía mucho de que,
debido a la experiencia que habían adquirido en los ataques previos, sobre todo
en el norte, eran capaces de alcanzar objetivos enemigos, desde 2000 metros de
altura, que estuvieran a 300 metros de las líneas de las propias unidades. Esto
quiere decir concretamente que la propia Legión Cóndor calculaba, para un
ataque desde una altura de aproximadamente 2000 metros, una zona de seguridad
normal de 300 metros. En el caso de Gernika significa que el puente, Rentería y
el centro de la ciudad de Gernika quedaban dentro de esa mínima zona de
seguridad, de manera que en la propia Legión Cóndor no había ningún piloto, ni
ningún tripulante que se pudiera hacer ilusiones de que durante el ataque sólo
iba a alcanzar al puente. Es decir, que nadie esperaba que no fuera a caer
ninguna bomba en el centro de la ciudad, aún en el caso de que de verdad
hubieran intentado dar sólo al puente o sólo a ese barrio. En este sentido, las
circunstancias, la realidad táctica en cuanto a la exactitud de tiro de la
legión Cóndor y las experiencias previas que tenían los pilotos, llevaban
implícito una cierta condición previa que significaba la destrucción de
Gernika”
La
velocidad de las bombas cuando abandonan el aparato es la misma que la de éste
y su velocidad vertical es, en ese preciso momento, cero. Rápidamente estos dos
parámetros intercambian sus valores, mientras que la velocidad inicial hacia
adelante (en la dirección de vuelo) se reduce aceleradamente por la resistencia
del aire, la velocidad vertical se incrementa, también rápidamente, por la
fuerza de la gravedad, describiendo las bombas una parábola.
La
velocidad, imprescindible para el cálculo del ángulo de tiro, no era fácil de
determinar con exactitud ya que el indicador de velocidad de la aeronave daba
la velocidad indicada (“IAS”) y no la velocidad real (“TAS”).[v]
La
velocidad indicada (IAS) por el anemómetro (indicador de velocidad del aire)
del avión no es enteramente real ya que sólo se aproxima a la velocidad
verdadera a nivel del mar y en condiciones atmosféricas normales. Es necesario
pues, determinar la velocidad relativa del aparato en la masa de aire (también
en movimiento) en la que éste vuela inserto. Esta velocidad relativa o
verdadera (“TAS”) es imprescindible para el cálculo del ángulo de tiro.
Si la
velocidad indicada era posible conocerla, no lo era tanto la velocidad del
viento (para calcular la TAS).
Tampoco
la altitud era fácil de medir, pues se calculaba con un altímetro que mide la
presión del aire. Evidentemente esta presión no tenía por qué ser la misma
sobre el cielo de Gernika, que, sobre Burgos, lugar de procedencia de los
bombarderos Junkers Ju-52 y este tenía que ser recalibrado “a ojo”. Si a estos
factores le añadimos que la suelta de las bombas era manual y no automática
como en los visores de bombardeo dotados de giróscopos, que se desarrollaron
unos años más tarde (Norden, Lotfe y MK XIV) y sujeta por tanto a la habilidad
de operador, los factores que podían conducir a errar el blanco se iban
acumulando.
Otro factor,
aunque, este de menor importancia, era que de los cuatro modelos de bombarderos
que actuaron sobre Gernika, dos de ellos alemanes, el Heinkel 111 y el Junkers
Ju 52 y otro italiano, el Savoia Marchetti SM- 79 tenían lanzabombas
verticales, que aumentaban la imprecisión a la hora de hacer blanco. Los
Dornier Do-17 alemanes ya contaban con lanzabombas horizontales, aunque todos
los investigadores parecen ignorarlo.
A este
movimiento giratorio habría que añadir otro de vaivén. Imaginaros la deriva del
contenedor de incendiarias BSK 36, como una cometa a merced del viento en los
pocos segundos anteriores a su apertura.
En las
bombas italianas la hélice de la espoleta, entre las aletas traseras de la
bomba, era el seguro de la misma y al arrojarla debía dar un número determinado
de vueltas para recorrer toda la longitud de la varilla roscada y dejar suelto
el seguro. A partir de ese momento la bomba esta activada, detonando al
impactar contra el suelo.
Las
bombas alemanas eran particularmente distintas de las italianas y tenían las
espoletas en el lateral de la carcasa, una la de 50 kg. y dos la de 250 kg.
Estas espoletas recibían una determinada carga eléctrica por un enchufe que, a
través del lanzabombas estaba unido al secuenciador de disparo, un RAB 6 en
nuestro caso. Al recibir esta carga eléctrica, en el mismo instante que se
desenganchaba del grillete del lanzabombas, se iniciaba una ignición interior,
más o menos larga según el modelo de espoleta, que, pasados unos segundos, ya
alejada del avión, dejaba la bomba activa para detonar, bien inmediatamente por
contacto con el suelo, o con cierto retardo (también según el modelo de la
espoleta).
Si
aquel fatídico 26 de abril del 36, el objetivo hubiera sido el puente de
Rentería y los cruces de carreteras cercanos a él, como aún se empeñan en
afirmar los últimos investigadores neofranquistas, defensores de esta infumable
tesis, el hecho de fallar el blanco hubiera tenido una explicación razonable
por las razones antes aducidas. Lo que no tiene explicación es la enorme
cantidad de bombas incendiarias arrojadas, la dirección -N-S- del grueso de los
ataques y no a lo largo del puente, la formación en “V” y no en fila de a uno,
el ametrallamiento a baja altura de, entre otros, mujeres y niños, las más de
tres horas de intenso bombardeo, etc., etc., etc.
Ya me
resulta casi ridículo, tras la cantidad de tinta vertida, el estar argumentando
lo que resulta harto evidente, que el objetivo real era la destrucción total de
Gernika (por su valor simbólico y para doblegar la enconada resistencia de los
vascos, acabando con su recién estrenado autogobierno) y no otro.
La
última escuadrilla, la 3ª, de Junkers Ju-52 al mando de Hauptmann Krafft von
Delmensingen despegó de Burgos a las 17:38 hora local, según el parte de vuelos
de la 3 K/88. A su paso por Vitoria se les unieron dos escuadrillas de cazas,
una italiana de Fiat CR 32 al mando del Capitán Viola y otra alemana de los
recién recibidos modernos Messerschmitt Bf 109 comandada por el Capitán Lützow.
Tras sobrevolar el cordal del monte Oiz, se dirigieron hacia el mar y rodeando
la cima del monte San Miguel, sobre Elantxobe viraron a la izquierda en un
amplio circulo para penetrar de -N- a -S- por la desembocadura de la ría, entre
Laida y Mundaka, en dirección a su objetivo, Gernika, rehaciendo la formación
de ataque, de cuña agrupada en “V”. La envergadura del avión era de 30 m y la
separación entre ellos sería equivalente, lo que conformaba una calle de
bombardeo de 150 m de ancho.
El
apuntamiento:
A unos
10 km de Gernika, aproximadamente a la altura de Sukarrieta, el
observador-bombardeo baja rápidamente al “puchero” y toma las riendas de la
aeronave, incómodamente sentado en su interior sobre un arnés, mira hacia el
morro del aparato a través de las ventanillas del respaldo de la góndola o
“puchero”, la MG-15 está girada, haciendo tope contra el costado derecho
cóncavo de la base fija de la góndola, entorpeciendo la ya de por si difícil
tarea del bombardero. Este nivela rápidamente el visor “GV 219d e” desliza las
correderas de la regla de cálculo, introduciendo los datos de altitud y
velocidad de vuelo que le indican los instrumentos de vuelo que tiene en
respaldo de la góndola, con ello el visor queda preparado, ahora sólo falta
esperar que Gernika entre dentro del marco del visor para apretar el pulsador
de suelta secuencial de las bombas. Antes, tras coger el último recodo de la
Ría y sobre el pueblo de Arteaga a la izquierda, indica al piloto una pequeña
corrección de rumbo a la derecha. Con el dedo sobre la palanquilla que
sobresale del secuenciador-cargador de bombas, espera a que el filamento de
arriba de la mira se sitúe sobre las primeras casas de la villa y este
privilegio le toca en malévola lotería al chalet del Conde Arana, que es la
primera casa al Norte de la villa que será alcanzada por las bombas. Hoy, una
escultura, “Agonía de fuego”, del recientemente fallecido y querido escultor
bermeano Néstor Basterretxea señala ese fatídico lugar. La última caerá en el
ala derecha del Asilo Calzada, habilitado como Hospital de sangre, causando una
gran mortandad. Entre ambas nuestra querida y añeja villa desaparece arrasada
por las bombas y el fuego. Con ella muchos de sus habitantes oriundos y
circunstanciales, desplazados por la maldita guerra.
"…
Cuando este bombardero se aproximaba al objetivo, el navegante, que volaba
sentado a la derecha en la carlinga, saltaba a la parte inferior del fuselaje,
sobre un punto del suelo donde estaba el “pote”, una cúpula con tiras metálicas
que contenía una ametralladora y la mira del bombardero. Antes del bombardeo,
el “pote” tenía que ser bajado manualmente con una especie de gato, de modo que
quedaba debajo del fuselaje como un gran huevo entre las ruedas. Cuando el pote
era fijado y hacía las funciones de bombardero. Tenía que agacharse, mirando
hacia delante sobre el fino piso metálico del cubo o pote, mientras su cabeza
permanecía sobre el nivel de los lados metálicos, protegida sólo por un
parabrisas de cristal.
Dirigiéndose
al objetivo, el bombardero observaba por la mira para establecer un blanco.
Sujetando la escalerilla con sus rodillas, guiaba al piloto hacia el objetivo
oprimiendo botones que encendían una luz roja, verde o blanca en la carlinga.
La luz roja indicaba dirección a la izquierda, la verde dirección a la derecha
y “mantener el rumbo” era señalado por la luz blanca.
– Es un
milagro que le demos a algo- dijo preocupado Von Beust.
Sin
embargo, tanto él como los otros pilotos, habían demostrado bastante buen tino
en sus misiones de bombardeo.
En una
ocasión, después de lanzar sus bombas, a Von Beust le dijeron que el pote se
había atascado y no podía recuperar a su anterior posición. Su navegante estaba
gravemente herido y atrapado en su interior. Con el aparato dañado por los
cazas republicanos, Von Beust condujo si “Ju-52” hacia casa, mientras el pote
reducía su velocidad y lo arrastraba hacia las cumbres de las montañas,
Finalmente, vio con claridad que tendría que aterrizar en la superficie llana
que tuviera más cerca. Delante de él vio una franja de tierra apropiada. Lo que
vino después se quedó grabado en su memoria.
-Decidí
aterrizar con mucha lentitud, con la esperanza de que el pote, llevando dentro
al navegante, sería metido dentro con la presión sobre el suelo. No tenía la
menor idea de si aterrizaría en territorio nacional o republicano. Resultó que
fui a parar a quinientos metros dentro de nuestras líneas y el pote quedó bien
encajado. Por desgracia, el navegante murió poco después a consecuencia de sus
heridas".
Gordon
Thomas y Max Morgan-Witts. El día en que murió Guernica. Plaza & Janes. 1976. Pag. 126, 127
Repican
a rebato las campanas de las iglesias, primero la de Santa María que recibe a
su vez el aviso del puesto de observación en la cima del monte Aixerrota,
seguida de las campanas de la Iglesia de San Juan. Las sirenas de las fábricas
se suman al estridente coro de alarma aérea.
Pasan
sólo unos minutos cuando el origen de la alarma, un solitario y estilizado
avión alemán Dornier Do 17, conocido como “el chivato” sobrevuela la población
y tras dar dos o tres vueltas (no hay unanimidad sobre este dato) arroja su
carga letal, 12 bombas de 50 kg., unas impactan en el paseo de San Juan y al
menos una de ellas atraviesa la techumbre de la Iglesia de san Juan provocando
las primeras muertes.
Este
avión había salido de Burgos, base de los bombarderos alemanes de la Legión
Cóndor, y tras sobrevolar Vitoria se aproxima al valle desde el monte Oiz. La
franja de bombardeo por el efecto de las bombas arrojadas se puede identificar
con la calle San Juan, entre el puente de Rentería (supuesto objetivo) y el
cruce de Artecalle con la calle San Pedro (actual Carlos Gangoiti).
Les
siguen tres aviones Savoia Marchetti SM-79 italianos, que siguen la misma ruta
de Norte a Sur y dos de los modernos Heinkel He-111, que lo hacen de Este a
Oeste.
"Una
hora de vuelo y estamos enfilando esta preciosa desembocadura, el paso sobre la
villa, 20 segundos y el regreso a Burgos una hora más.
Nos
acercamos a la bocana de la ría, bien pertrechado con mi chaqueta de vuelo, mi
casco de cuero y mis gafas con goma, abro la tapa del pozo y bajo por la
escalerilla hasta el “puchero”. El último tramo de escalerilla plegable no lo
despliego, casi nunca lo hacíamos, ya que resulta incómodo plegarla desde la ya
de por si forzada posición en el puchero, así que bajábamos por ella hasta la bisagra
y frenando la bajada con la manos en la escalerilla, saltábamos desde el último
peldaño anterior a la articulación, aterrizando con los dos pies sobre los
bordes del puchero. Tras acomodarme, medio sentado, medio acuclillado, lo
primero que me impresiona es ese gran farallón de piedra que veo abajo a mi
izquierda y seguido una preciosa playa salvaje. Al frente y a la derecha veo
una pequeña y alargada isla y al fondo un puerto pesquero, que según el mapa
debe ser Bermeo. Ya embocamos la ría, tras realizar el amplio circulo que
venimos dibujando desde esa población de Elantxobe. Que paraje más precioso, la
verdad es que no deja de ser una putada la mierda que venimos a arrojar. Pero qué
le vamos a hacer, órdenes son órdenes y para eso nos hemos preparado. El
bolsillo también cuenta. El aire es frío, de inicio de primavera. Compruebo los
instrumentos de vuelo y preparo mi visor de bombardeo.
Los
minutos transcurren rápido en un “santiamén” estaremos sobre el objetivo. Seguimos
el curso de la amplia vega, con sus playazos a los lados y su ría que se que se
va perfilando cada vez más encauzada.
Dejamos
a la izquierda la última población antes de nuestro objetivo (Gautegiz de
Arteaga) que se dibuja a los pies de un destacado monte (San Miguel), giramos
unos 30º grados a la derecha, siguiendo siempre el curso de la ría ya
claramente canalizada por la mano del hombre.
Sólo
tengo un minuto para realizar los últimos ajustes del visor y corregir
ligeramente el rumbo. El viento sopla con bastante fuerte del noroeste, ¡sólo
Dios sabe dónde irán a caer las incendiarias!.
Sigo la
dirección que me indica la confluencia de esa ría, una larga recta de carretera
que viene del este y las vías del tren. Todas esas líneas convergen en un punto
como si fueran una flecha, indicándonos la entrada de la calle de bombardeo.
Según hemos visto en las fotos aéreas sacadas en días anteriores y que
estudiamos en la larga reunión en la tarde de ayer y las tomadas esta misma
mañana por un HeinkelHe-70 “Rayo” de observación.
Tengo
una palanca a mano en la parte baja del fuselaje, al lado de mi cabeza,
conectada al timón, diseñada para un ajuste preciso de la dirección en el
momento del bombardeo, pero en la práctica nunca ha funcionado bien y hemos
ensayado varias alternativas. Una es la comunicación desde la góndola con el piloto
mediante timbrazos, que con el ruido de los tres motores tampoco ha resultado
muy efectiva".
Von
Kraff diseño y probó con su escuadrilla un sistema mediante indicaciones
luminosas que se encendían junto al piloto, para que éste realizase los ajustes
finos de dirección con el timón de cola.
“Debe
considerarse también que entre el observador que estaba apuntando y el piloto
sentado en “el jardín de invierno”, no había más conexión que una palanca de
emergencia para el timón de dirección, que el bombardero debía intentar mover
(nunca funcionó bien). Yo había instalado en mi escuadrilla un sistema que
debía manejar el observador y estaba constituido por tres lámparas indicadoras
–-una roja que quería decir “a babor”, una blanca para continuar derecho, y
otra verde para (virar a) estribor–. Cuando se hacía una señal de puntos, se
pretendía una desviación pequeña hasta que volvía de abajo la luz blanca. Luz
continua quería decir variación brusca. Si se pulsaban rayas, se trataba de una
señal intermedia. Las lámparas se iluminaban delante del piloto y estaban
montadas encima de la telebrújula. De esta forma se podía dirigir bastante bien
el avión del jefe de la escuadrilla para alcanzar los valores medidos con la
mira. Pero para evaluar la “corrección blanco” era necesario efectuar por lo
menos dos aproximaciones – lo que rara vez hacíamos, para evitar estar
sometidos demasiado tiempo a la artillería antiaérea con la “vieja máquina”–.
No se hizo todo esto en el caso de Guernica (la aproximación de mi escuadrilla
se hizo por separado y, concretamente, la aproximación de
observación-corrección se hizo dos o tres veces a lo largo del río) (no sé qué
hicieron las demás escuadrillas). (…).”
Extracto
de la primera carta del comandante de la 3ª escuadrilla de la K/88, Hauptmann
Kraff von Delmensingen, a Edu Neumann (del 3.8.1983), recogido del libro
“Guernica”, de Jesús Salas Larrazábal, pág. 281.
"Ya veo
un poco por delante bajo mi “puchero” las primeras casas de esta población que,
desde estos escasos 700 m. altura, se adivina como un sitio agradable y
tranquilo para vivir. Cuando acabemos nuestro trabajo seguro que no lo será
tanto.
El
punto acordado de la población aparece claramente enmarcado en el cuadro de mi
visor GV 219 d, aunque con este trasto resulta difícil hasta acertar a un campo
de rugby con un escuadrón de bombardeo. Casi prefiero fiarme de mi experiencia.
Aprieto
el botón y grito “BOMBS RAUS”, los contenedores ESAC se van vaciando, soltando
su mortífera carga, primero el Nº 1, el delantero de babor; seguidamente el Nº
2, su gemelo trasero de babor, a continuación, el Nº 3, adosado al Nº 1 por la
izq. y por último el Nº 4 que le sigue, de este grupo de proa. Seguidamente el Nº
5 y el Nº 6, alineados uno detrás de otro en el centro de la cabina de carga,
tras el agujero de bajada al “puchero” donde me encuentro. El avión va dando
sucesivos brincos hacia arriba, mientras va librándose de su lastre. Me giro
180º hacia atrás, de espaldas al respaldo y contemplo la caída de los “huevos”.
Según nos vamos alejando hacia el Sur contemplo las tremendas detonaciones de
las bombas de 250 kg. al impactar contra el suelo y seguidamente las de 50 kg.
que tardan un poco más en impactar. El tiro ha salido un poco corto, las
primeras han caído en una zona de huerta antes y en el centro mismo de lo que
parece un convento, ligeramente al Este del puente, pero la mayoría han dado en
el centro mismo de la población. El puente parece intacto. De la población
surge, entre el fragor de las detonaciones, una inmensa nube de polvo. Los
contenedores de las pequeñas incendiarias han derivado hacia el Este, como si
fueran veletas sueltas a merced del fuerte viento, antes de abrirse y esparcir
su flamígera carga. Han ido a caer en lo que parece la parte más antigua de la
población, que se asienta en la suave ladera del monte, desde donde veo agitar
desesperadamente una bandera roja, supongo para dar la alarma a la población.
“Tropo tardi” como dirían mis aliados sphagetti. A ver si mis compañeras que me
siguen tienen más suerte con el puente, pero de cualquier forma ¡Objetivo
logrado!".
Fig. 27. Fotograma de la película “Gernika” de Koldo Serra
"Ahora
de vuelta a la base y luego de juerga que hay que celebrar el éxito de la
operación de hoy. Creo que luego haré una visita a “la casa de las chicas”, que,
aunque quiero mucho a mi Rechel, ella está lejos y yo aquí y no sólo de pan
vive el hombre. Con “el cabo chicas” esto más que un rato de placer parece una
instrucción. Nunca me voy a acostumbrar a espera en fila mi turno y que cuando
me llega, tenga que correr tras la chica mientras dejo al “chusquero” con el
cronómetro en la mano. No sé ni como se me sube la bandera.
Además,
mañana creo que tendremos mal tiempo para volar, así que por lo menos un día de
descanso.
Nada
más tomar tierra y parar la nave en su puesto habitual, se nos acerca el jefe
de ala Fuchs, intentando que engañemos el parte de la operación, a lo que nos
negamos rotundamente. Lo redactamos tal cual ha sucedido y que luego él y el
“jefe” que hagan lo que les sale de los huevos".
"Fuchs
intentó que yo diese un parte erróneo: que no habíamos lanzado todas las bombas
sobre la ciudad. No quería aceptar el parte que yo había dado y pretendía que
lo modificase.
Rechacé
esto tajantemente, en presencia de Seppl Kögl, el ayudante del grupo, que
desgraciadamente ha caído… No pude eliminar por completo la sospecha de que ese
parte falso hubiera sido solicitado por Richthofen y de que habría que
preguntar a Knauer si no había recibido una llamada telefónica directa antes
del ataque. A Richthofen le gustaban estas cosas (…).
Extracto
de la primera carta de von Krafft a Edu Neumann (del 3.8.1983) recogido del
libro “GUERNICA”, de Jesús Salas Larrazábal, anexo 40, pág. 280, 281.
“Nosotros,
las tripulaciones de la K/88, fuimos animados ya el mismo día, cuando empezaba
ya la ola de propaganda, y los resultados del reconocimiento confirmaron las
grandes destrucciones, a no hablar del ataque y a desmentirlo, llegado el
caso.”
Extracto
del Coronel von Beust, “GUERNICA. 26.4.1937”, Klaus A. Maier. Anexo 15, p. 19
“Vestíamos
uniforme muy parecido al español, de paño color aceituna tirando a castaño, e
insignias de graduación españolas, en forma de barras y estrellas, tanto en la
guerrera como en la gorra. Los voluntarios alemanes eran incorporados a la
legión, con el grado inmediatamente superior al suyo. Yo, como Primer Teniente
alemán, llevaba las tres estrellas de Capitán español.”
GALLAND,
Adolf. Los primeros y los últimos, págs. 42, 43
Adolf
Galland, héroe de la Legión Cóndor, con más de trescientas misiones en la
Guerra Civil a bordo de su Messerschmitt 109, “Messer” como le llamaban ellos.
Llego a la península unos días después de producirse el bombardeo de Gernika.
ANEXO I:
RELATO
FICTICIO DEL OBSERVADOR DE UNO DE LOS JU-52 QUE BOMBARDEO GERNIKA
Tomo
tierra en el aeródromo (Gamonal en Burgos) y ruedo mi nave hasta su zona de
estacionamiento habitual donde ya me esperan una pila de “pepinos” para volverla
a cargar. La primera misión del día ya está hecha, hemos dejado esa aldeíta de
Gerrikaiz echa un colador y a la tarde toca el jaleo gordo, que llevan tiempo
planificando.
¡Me
cago en el “Jefe”¡, después de dos horas de vuelo por la mañana, hora y media
para comer y echar una cabezadita y otra vez arriba, a las nubes, a ver si
creen que somos máquinas.
¡Esto
no es vida!. Pero pensándolo bien, de qué coño me quejo, los de abajo lo pasan
peor cuando les llueven nuestros “pepinos”.
Me
gusta volar y encima me pagan por hacerlo, ¡Y con sueldo de ejecutivo!, así que
a hacer mi trabajo y a callar, como dice Fuchs. Si no sería por esos malditos comunistas
rusos y sus “Chatos” esto sería coser y cantar.
Total,
seis meses y a casa, a mi querida patria, fuera de este país de locos fratricidas
y tercermundista. Y además voy a volver con las alforjas llenas. Ya me veo en
mi flamante cochazo nuevo paseando a mi “Ingrid”. Voy a ser la envidia de mis
compañeros de cuartel. ¡Que se jodan!, que se hubieran apuntado “al sur” cuando
se les ofreció.
Además,
el “Jefe” pretende embolsar todo el sector de la costa del ejército rojo
destruyendo el único puente hasta el mar y taponando la villa con una montaña
escombros, eso si los “flojos” de los españoles se deciden a avanzar con la
necesaria celeridad. ¡Si tenemos que hacerlo todos nosotros!, ¡a ver si
pretenden que ganemos su guerra nosotros solitos!. Al final nuestra aviación y
artillería siempre les tiene que tender una alfombra de cadáveres para que se
decidan a avanzar y luego mandan a los “moros” por delante como “carne de
cañón” para detectar los puntos de resistencia, recibiendo la primera lluvia de
balas. Esos por la paga, unas faldas y unas gallinas que roban por el camino y
son capaces de matar a su propia madre.
En fin,
le doy demasiado a la olla, mejor no pensar en ello. Y ahora a ver si puedo
echar una cabezadita que con este ruido infernal no hay quien descanse.
Bueno
ahora a comer, mientras los “machacas” llenan la panza de mi “Tía Ju” a tope,
el “Jefe” lleva meses soñando con esta ocasión y ahora va a tener la
oportunidad de lucirse. Durango le supo a poco, mero aperitivo, y hoy quiere
darse el atracón, demostrando lo que es capaz de hacer nuestra Legión Cóndor.
Seguro que espera una felicitación de “el gordo” que encima ha cumplido años, ¡menudo
regalo le esperan hacer!, seguro que “Cara buldog” y el “Jefe” han contado con
ello. Guernica va a ser un banco de pruebas perfecto para demostrar al mundo
que se puede destruir completamente una población desde el aire, en unas pocas
horas y sin mayor esfuerzo. El resto de Europa se cagará en los pantalones al
intuir lo que se les viene encima.
¡Bueno!,
45 minutos en el catre y vuelta a la faena. Mi querida “Tía Ju” ya tiene la
panza tan llena que han tenido que llenar solo media carga de gasolina para que
pueda despegar, me han metido hasta cajas de incendiarias sueltas en la zona de
carga y un “machaca” para que las lance empujándolas con los pies por el
agujero de la portezuela desmontada. Éste está que baila de excitación por la
oportunidad de volar. ¡Esto es de locos!, una tercera parte de la carga de
incendiarias de un kilo para destruir un puente de piedra y hierro, ¡A ver si
al final va resultar que es de madera!. Eso no se lo cree ni Dios. El “Jefe” le
ha preparado a los separatistas vascos un “costil” exquisito de bombas
rompedoras e incendiarias para que se les quite las ganas de luchar junto con
esos rojos comunistas de mierda. Piensa arrasar la población de una manera que
no se ha conocido hasta ahora. Y para postre “barra libre” para practicar el
ametrallamiento a todo lo que se mueva. Los “señoritos” de los cazas se van a
hartar de darle al gatillo.
Además,
es seguro que en Guernica no encontraremos defensa alguna, ni caza ni
antiaéreos. Je, je, … ¡No le queda más que un solo caza!, se los hemos
destruido todos y la mayoría en tierra. Bueno, los pocos que han recibido del
Gobierno de la república, que prefiere enviarlos a Santander y Asturias. Antes
de enviar aviones a esa estrecha franja del norte republicano es mejor darles
fuego en sus bases de origen y encima te ahorras el combustible. Además, el
gobierno republicano desconfía de los vascos por “meapilas” y por qué mañana
igual se pasan a nuestro bando con aviones y todos los bártulos ya que no paran
de negociar, aunque su presidente, un tal Aguirre, se mantiene irreductible. A
su querido “as” el otro día uno de nuestros “Messer” lo mando “a criar malvas”.
Ya voy
camino hacia la pista, que Fuchs quiere repasar el plan y darnos las últimas
instrucciones. Como si no nos las hubieran repetido ayer hasta la saciedad, mientras
estudiábamos los mapas y las fotos aéreas de la población:
calle
de bombardeo de N a S, entre las vías del ferrocarril y la Iglesia que despunta
en lo alto, el ala izq. de la cuña alineada con las vías del ferrocarril sin
traspasarla en ningún momento, eso nos da 300 mts. de anchura de alfombra de
bombardeo. El resto que lo acaben las incendiarias.
velocidad
de crucero,
altura
de vuelo 700 m.,
formación
habitual de cuña en “V” en patrullas de tres, intervalo entre patrullas, lo que
de la vista de la anterior, soltar
“todo” a partir de las primeras casas por el N, y sobre todas las cosas, no
salirse de la alfombra de bombardeo en ninguna circunstancia, manteniendo la
dirección a partir de la primera referencia visual acordada para entrar en” la
calle” y a partir de ahí, si el humo y
el polvo nos impiden la visión de la población, mantener la dirección con la
brújula y el giroscopio de a bordo.
Pretenden
no tocar las industrias de guerra, que están agrupadas al -E- de las vías, que
en unos días caerán en nuestras manos cuando ocupemos la villa. Además, sus
responsables son “blancos” y nos han suministrado abundante y precisa
información para definir “la calle” de bombardeo. Me han prometido una preciosa
pistola de las que fabrican de regalo, en cuanto los visitemos para
inspeccionar sobre el terreno los efectos de nuestros “supositorios”, que para
eso es un experimento. Otro trofeo de guerra, ¡como en la Edad Media!. Se van a
podrir de envidia mis camaradas cuando se la enseñe.
La
parte -O- de “la calle” también está vedada, porque por ahí están edificados
los palacios de los amigos “blancos” y principalmente “el árbol sagrado de los
vascos”, que, aunque a Franco y a Mola se la trae floja, los requetés no
quieren ni oír hablar de rozarlo. Dicen que el resto lo podemos reducir a
cenizas pero que “el árbol de sus mayores” ¡ni tocarlo! y a Mola le sacaron las
castañas del fuego en los primeros e inciertos momentos de la sublevación.
Intentaremos hacer eso por ellos, que han resultado buenos y aguerridos
combatientes, un poco “meapilas” y supersticiosos para mi gusto, con su
“detente bala” y la cruz que no se la quitan ni para cagar. Mejor no ofender a
un aliado, digo yo. Pero la mayor dificultad esta precisamente en eso, en no
salir de la calle, porque aquello se va a convertir a las primeras de cambio en
un infierno y no vamos a ver ni hostia. Este bombardeo quirúrgico en alfombra y
la capacidad destructiva del cocktail de bombas rompedoras e incendiarias son
parte muy importante del experimento.
El
puente nos han dicho que es la excusa para los de fuera, si le damos bien, sino
mejor, así no nos mojaremos las pelotas al ocupar la población.
Ya
estamos a bordo del aparato, yo [Comandante Von Knauer)] al mando de mi “vieja
máquina” 22-84, de observador, Bradel; mecánico, Johannsen, que atiende la
conexión de las bombas antes del despegue y en vuelo, la ametralladora dorsal
superior; radiotelegrafísta u operador de radio, Thumser, que también ejerce de
copiloto y el jefe del avión Fuchs. [i] Seis aparatos forman mi escuadrilla,
divididos en dos patrullas de tres. Las otras escuadrillas van al mando del
Oberleutnant von Beust, la 2ª, también con 6 aparatos y la 3ª y última
escuadrilla formada por 7 aparatos al mando del Hauptmann Krafft von
Delmensingen.
Arranco
los motores, uno detrás de otro. Dicen que esto suena como el órgano de una
iglesia. La vibración en el interior de la cabina es intensa, acompaso las
revoluciones de cada motor para reducirla. Tras un corto período para
calentarlos, recibo la señal del operador de tierra, una simple bajada del
brazo en alto (parece que está realizando nuestro saludo romano, Je, je…), para
iniciar la maniobra de despegue y mi aparato comienza a rodar torpemente sobre
este “patatal” que llaman aeródromo y los amortiguadores del tren de aterrizaje
haciendo tope, ¡pero mi “mula” puede con todo!. Ruedo hacia la pista principal
cara al viento, seguido de cerca por mis compañeros de patrulla. Una vez
situado sobre ésta, detenido de nuevo, espero a que las dos aeronaves que
componen mi patrulla ocupen sus puestos, una a cada lado y un poco retrasadas.
Empujo hacia atrás las palancas para aumentar la potencia de mis tres motores
BMW de 660 CV cada uno y mi “vieja máquina” responde a la orden aumentando
progresivamente la velocidad de rodaje, enseguida levanta la cola del suelo y
me olvido de ese jodido patín de cola que no hace más que engancharse. Ya rodamos
a suficiente velocidad, atraigo hacia mí el volante con su eje vertical con
suavidad, bajando los alerones de mi nave y esta despega las ruedas del suelo.
¡Ya estamos en el aíre! “Alea jacta est” (la suerte está echada). Cojo altura y
vuelo en círculos mientras despegan mis compañeros y las otras dos
escuadrillas. Nos reunimos en el aire y sin perder tiempo adoptamos la
formación de vuelo en “V” agrupada para cada patrulla y nos dirigimos en
dirección ENE, hacia el pueblo de Garay donde nos esperan los cazas de escolta.
Altitud y velocidad de crucero para ahorrar combustible y no forzar la máquina,
3000 m y 160 km/h. Mi “vieja máquina” es más fea y más lenta que el caballo del
malo, pero me siento a gusto con ella, porque es fiable.
Una
hora de vuelo y estamos enfilando esta preciosa desembocadura, el paso sobre la
villa, 20 segundos y el regreso a Burgos una hora más.
Nos
acercamos a la bocana de la ría, bien pertrechado con mi chaqueta de vuelo, mi
casco de cuero y mis gafas con goma, abro la tapa del pozo y bajo por la
escalerilla hasta el “puchero”. El último tramo de escalerilla plegable no lo
despliego, casi nunca lo hacíamos, ya que resulta incómodo plegarla desde la ya
de por si forzada posición en el puchero, así que bajábamos por ella hasta la bisagra
y frenando la bajada con la manos en la escalerilla, saltábamos desde el último
peldaño anterior a la articulación, aterrizando con los dos pies sobre los
bordes del puchero. Tras acomodarme, medio sentado, medio acuclillado, lo
primero que me impresiona es ese gran farallón de piedra que veo abajo a mi
izquierda y seguido una preciosa playa salvaje. Al frente y a la derecha veo
una pequeña y alargada isla y al fondo un puerto pesquero, que según el mapa
debe ser Bermeo. Ya embocamos la ría, tras realizar el amplio circulo que
venimos dibujando desde esa población de Elantxobe. Que paraje más precioso, la
verdad es que no deja de ser una putada la mierda que venimos a arrojar. Pero qué
le vamos a hacer, órdenes son órdenes y para eso nos hemos preparado. El
bolsillo también cuenta. El aire es frío, de inicio de primavera. Compruebo los
instrumentos de vuelo y preparo mi visor de bombardeo.
Los
minutos transcurren rápido en un “santiamén” estaremos sobre el objetivo.
Seguimos el curso de la amplia vega, con sus playazos a los lados y su ría que
se que se va perfilando cada vez más encauzada.
Dejamos
a la izquierda la última población antes de nuestro objetivo (Gautegiz de
Arteaga) que se dibuja a los pies de un destacado monte (San Miguel), giramos
unos 30º grados a la derecha, siguiendo siempre el curso de la ría ya
claramente canalizada por la mano del hombre.
Sólo
tengo un minuto para realizar los últimos ajustes del visor y corregir
ligeramente el rumbo. El viento sopla con bastante fuerte del noroeste, ¡sólo
Dios sabe dónde irán a caer las incendiarias!.
Sigo la
dirección que me indica la confluencia de esa ría, una larga recta de carretera
que viene del este y las vías del tren. Todas esas líneas convergen en un punto
como si fueran una flecha, indicándonos la entrada de la calle de bombardeo.
Según hemos visto en las fotos aéreas sacadas en días anteriores y que
estudiamos en la larga reunión en la tarde de ayer y las tomadas esta misma
mañana por un Heinkel He-70 “Rayo” de observación.
Tengo
una palanca a mano en la parte baja del fuselaje, al lado de mi cabeza,
conectada al timón, diseñada para un ajuste preciso de la dirección en el
momento del bombardeo, pero en la práctica nunca ha funcionado bien y hemos
ensayado varias alternativas. Una es la comunicación desde la góndola con el piloto
mediante timbrazos, que con el ruido de los tres motores tampoco ha resultado
muy efectiva.
Ya veo
un poco por delante bajo mi “puchero” las primeras casas de esta población que,
desde estos escasos 700 m. altura, se adivina como un sitio agradable y
tranquilo para vivir. Cuando acabemos nuestro trabajo seguro que no lo será
tanto.
El
punto acordado de la población aparece claramente enmarcado en el cuadro de mi
visor GV 219 d, aunque con este trasto resulta difícil hasta acertar a un campo
de rugby con un escuadrón de bombardeo. Casi prefiero fiarme de mi experiencia.
Aprieto
el botón y grito “BOMBS RAUS”, los contenedores ESAC se van vaciando, soltando
su mortífera carga, primero el Nº 1, el delantero de babor; seguidamente el Nº
2, su gemelo trasero de babor, a continuación, el Nº 3, adosado al Nº 1 por la
izq. y por último el Nº 4 que le sigue, de este grupo de proa. Seguidamente el Nº
5 y el Nº 6, alineados uno detrás de otro en el centro de la cabina de carga,
tras el agujero de bajada al “puchero” donde me encuentro. El avión va dando
sucesivos brincos hacia arriba, mientras va librándose de su lastre. Me giro
180º hacia atrás, de espaldas al respaldo y contemplo la caída de los “huevos”.
Según nos vamos alejando hacia el Sur contemplo las tremendas detonaciones de
las bombas de 250 kg. al impactar contra el suelo y seguidamente las de 50 kg.
que tardan un poco más en impactar. El tiro ha salido un poco corto, las primeras
han caído en una zona de huerta antes y en el centro mismo de lo que parece un
convento, ligeramente al Este del puente, pero la mayoría han dado en el centro
mismo de la población. El puente parece intacto. De la población surge, entre
el fragor de las detonaciones, una inmensa nube de polvo. Los contenedores de
las pequeñas incendiarias han derivado hacia el Este, como si fueran veletas
sueltas a merced del fuerte viento, antes de abrirse y esparcir su flamígera
carga. Han ido a caer en lo que parece la parte más antigua de la población,
que se asienta en la suave ladera del monte, desde donde veo agitar
desesperadamente una bandera roja, supongo para dar la alarma a la población.
“Tropo tardi” como dirían mis aliados sphagetti. A ver si mis compañeras que me
siguen tienen más suerte con el puente, pero de cualquier forma ¡Objetivo
logrado!.
Ahora
de vuelta a la base y luego de juerga que hay que celebrar el éxito de la
operación de hoy. Creo que luego haré una vista a “la casa de las chicas”, que,
aunque quiero mucho a mi Rechel, ella está lejos y yo aquí y no sólo de pan
vive el hombre. Con “el cabo chicas” esto más que un rato de placer parece una
instrucción. Nunca me voy a acostumbrar a espera en fila mi turno y que cuando
me llega, tenga que correr tras la chica mientras dejo al “chusquero” con el
cronómetro en la mano. No sé ni como se me sube la bandera.
Además,
mañana creo que tendremos mal tiempo para volar, así que por lo menos un día de
descanso.
Nada
más tomar tierra y parar la nave en su puesto habitual, se nos acerca el jefe
de ala Fuchs, intentando que engañemos el parte de la operación, a lo que nos
negamos rotundamente. Lo redactamos tal cual ha sucedido y que luego él y el
“jefe” que hagan lo que les sale de los huevos.
Fuente:
https://decoartmunitis.com
[3] Fuchs, comandante del
Grupo de bombardeo K/88
[4] Caza biplano ruso
“Polikarpov I-15”, conocido por “Chato”, azote de los lentos “Heinkel 51”
alemanes, hasta la llegada de los nuevos “Messermicht Bf-119” “Messer”, sobre
todo sobre los cielos de Madrid. Con el “Fiat CR-32” “Chirri” italiano, la
comparación no era tan ventajosa, ya que a la mayor superficie sustentadora (alar)
y un motor más potente, que le confería una mayor velocidad ascensional y un
menor radio de giro, el “Chirri” le aventajaba claramente en finura
aerodinámica siendo, en consecuencia, bastante más rápido, pudiendo rehuir el
combate a voluntad amparado en su fulminante picado, algo muy importante en
las “Fightdog” “peleas de perros” en las
que inevitablemente se enzarzaban. El
monoplano ruso “Polikarpov I-16”, (se recibió en menor cantidad), los
aventajaba claramente a todos ellos a excepción de al “Messer”. Los pocos cazas
que Euzkadi recibió de la república fueron todos ellos “Chatos” I-15.
[5] Eusko Gudarostea. Los
alemanes hablaban del enemigo como “los rojos”, sin distinguir entre
republicanos, nacionalistas vascos, etc, y del propio bando como los “blancos”.
[6] De esta forma,
eufemismo de cobardes, se refería von Richthofen a las brigadas navarras de
Mola en su famoso diario.
[7] Esta expresión es
exclusivamente mía y no me consta que la empleasen los tripulantes de las
aeronaves. Si la utilizo en esta reconstrucción ficticia, basada en datos
conocidos, es porque hay constancia de que los altaneros pilotos,
principalmente los de caza, se consideraban superiores al resto de sus
compañeros de tierra por el hecho de volar y poner en peligro su vida
constantemente, apuntándose los derribos como si se tratara de una competición
deportiva (a mayor número de estos mayor cache), apareciendo los que tenían
muchas marcas de derribos en sus cazas como héroes o semidioses ante los
novatos y sus camaradas en tierra.
[8] “Tía Julia” o “Tía Ju”, así llamaban
cariñosamente los pilotos al torpe y feo, pero fiable y seguro, Junkers 52.
[9] Mariscal Hermann
Göering
[10] El General Hugo von
Sperrle, primer jefe de la Legión Cóndor. Hitler decía de el que era uno de los
tres Generales de la Wermacht con peor cara y le llevo a las negociaciones para
la adhesión de Austria, con la orden de no abrir la boca, sólo para intimidar a
la delegación austriaca.
[11] BARLOVENTO: Lado de
donde viene el viento. En este caso N-E.
[12] SOTAVENTO: Costado de
la nave opuesto al barlovento o al viento. En este caso S-O.
[13] Ángel Viñas.
Catedrático emérito de la Universidad Complutense. En el epílogo a la última
reedición del imprescindible libro de Herbert R. Southworth “LA DESTRUCCIÖN DE
GUERNICA”, Viñas hace una demoledora descripción de los métodos manipuladores y
reduccionistas del investigador neofranquista, Jesús Salas Larrazábal.
[14] los señoritos
[15] Felipe del Río, …
[16] BEAUFORT, escala:
Escala de fuerza del viento utilizada preferentemente por los navegantes, que
va desde un nivel 0 (calma) hasta 12 (huracán); ampliada posteriormente hasta
17. Formulada por el almirante inglés sir Francis Beaufort en 1806.
[17] Bombas explosivas
[18] SALAS LARRAZABAL,
Jesús. “GUERNICA”. Anexo 30, pp. 263-264. Instrucciones dadas al comandante de
la patrulla italiana: “SORIA: 3 apparecchi S.79 ore 5.20: bombardamento de pont
di Guernica, bombe lanciate: 36 da kg. 50. Il comandante de la base aerea. -
Ten. Colonnello Pilota V. Chiappini. Los tres aparatos pertenecían a la 280º
escuadrilla de la Aviación Legonaria italiana.”
[19] SALAS LARRAZABAL,
Jesús. “GUERNICA”. Anexo 31, p. 264. Parte de operaciones entregado por el
comandante italiano tras la misión.
[20] BA-MA, RL 7/57,
Aplicación “Rügen”, cuad. 2, p. 69, y cuad. 3. BA-MA,
RL 2/V, 3189. Die Kämpfe in Norden, p. 47. Recogido de SALAS LARRAZABAL, Jesús.
“GUERNICA”. Anexo 33,
p. 268. Exposición de la Sección de Ciencia Militar del Arma Aérea 2ª versión
(Extracto).
[21] BA-MA, Lw 107/1, “Die
deutsche Luftwaffe in spanischen Krieg, pp. 62 s. MGFA, escrito de von Beust de
16-3-1973
[22] “leitmotiv”: del
alemán “leiten”, guiar, dirigir y “motiv”, motivo.
[23] TELEBRUJULA: Brújula utilizada en los aviones que facilita la obtención de la orientación a pesar de los movimientos del aparato.