En los primeros meses de 1915 las firmas italianas para la construcción de aviones son: la Sociedad Italiana Transaerean, la Savoy, la Nieuport-Macchi, la Oneto y la Caproni, cada una con una producción anual que oscila entre 6 y 10 aviones. El único fabricante de motores, por otro lado, era Gnome Company, con una producción mensual de un motor.
El 7 de
enero de 1915, se crea el Cuerpo de Fuerza Aérea, el cual, dependiente del
Ministerio de la Guerra, queda integrado de la siguiente manera:
- Dos Comandos de la Fuerza Aérea (aerostieri-dirigibilisti; aviadores);
- Un batallón aeronáutico;
- Un batallón de aeronaves;
- Un batallón de escuadrón de aviadores;
- Un batallón de escuelas de aviadores;
- Una planta de construcción de aeronaves;
- Una Dirección Técnica de Aviación Militar;
- Un Instituto Aeronáutico Central.
Además, se crea la Dirección General de Aeronáutica en el Ministerio de la Guerra, pero dependiente directamente de la Subsecretaría de Armas y Municiones; finalmente, en marzo y mayo de 1915 respectivamente, se fundaron el Grupo de Escuadrones de Aviación para Artillería y el Grupo de Escuelas Civiles para Aviadores Voluntarios.
La aviación de caza
"El
bautismo de la caza" se remonta al 7 de abril de 1916, cuando dos aviones
fueron derribados en el cielo de Medeuzza. Desde ese momento se hizo evidente
que las actividades de bombardeo y reconocimiento aéreo comenzaron a requerir
el uso de un avión de combate.
De
hecho, la necesidad de no sufrir sino, por el contrario, de imponer el combate
no se manifiesta al comienzo de la guerra; es el resultado del encuentro
fortuito de aeronaves que, para llevar a cabo su misión militar de bombardeo y
reconocimiento, requieren alta velocidad y máxima facilidad de maniobra.
Esta
nueva arma estuvo confiada sólo a los mejores pilotos, cada uno de los cuales,
sin seguir ningún reglamento o enseñanza, desarrollaba su propia forma de
acercarse al enemigo, atacarlo, escapar de él y volver al asalto: es en ese
momento que en el lucha al aire libre pasamos del combate aislado a las
patrullas, es decir, a formaciones homogéneas, cerradas y disciplinadas,
capaces de entablar verdaderas batallas aéreas.
El reconocimiento
aéreo - “El ojo del cielo se vuelve móvil”
La observación aérea es sin duda una de las innovaciones más importantes de la guerra.
De
hecho, durante las fases de movimiento del conflicto, la tarea de exploración
lejana se encomienda al avión, que llega rápida y repentinamente a las tropas
en marcha, a las provisiones, a los puntos de repostaje y a las estaciones
ferroviarias, obligando a los movimientos diurnos a siempre limitaciones más
altas y reservando lo mismo para la noche.
Además, incluso en la fase de estabilización de los frentes, la observación aérea, a través de levantamientos fotográficos sistemáticos, es capaz de garantizar la identificación exacta de los objetivos.
El
progreso del reconocimiento aéreo impone, por tanto, la necesidad de enmascarar
la vista desde arriba: así es como se origina el arte del mimetismo de formas y
colores, para anular las obras militares de la observación aérea.
Sin
embargo, el dominio del cielo por parte de la aviación italiana durante las
batallas del Piave y Vittorio Veneto demuestra cómo el mejor medio de defensa
contra la exploración aérea es la conquista del dominio aéreo, que permite a la
artillería en vuelo desarrollar su intensa actividad. sin ser descubierto y
derribado.
Fuente:
http://www.aeronautica.difesa.it