Recién
en 1942, en Gran Bretaña se hicieron mejoras en las miras de bombardeo. En el mes de agosto de ese año, fue puesta en
servicio la mira Mk XIV que la llevaba el avión "Pathfinder"
(buscador de ruta) que era el encargado de lanzar las marcas para indicar a los
bombarderos la ubicación del blanco. El
bombardero realizaba los ajustes de rigor y apuntaba visualmente, pero un
mecanismo electromecánico mantenía al avión en rumbo aún si el piloto tomaba
acciones evasivas. En 1943, la mira MK
XIV era usada en todos los bombarderos de la RAF.
A diferencia de la mira Norden, la MK IXV era de más fácil mantenimiento, era más simple de usar y requería mantener el avión en rumbo durante 10 segundos previos al bombardeo, a diferencia de la Norden que requería 30 segundos.
Bombardeo
con ayuda de radar H2S
Durante
los últimos años de la guerra, además de la mira MK XIV, los bombarderos
británicos estaban equipados con el radar H2S como ayuda complementaria, aunque
varios sistemas se usaron para ayudar a la navegación de bombardeo.
Imagen del radar H2S
La
Fuerza Pathfinder de los británicos utilizaba mayormente la ayuda del sistema
Oboe para obtener el curso al blanco.
Pero, en 1944, los británicos revelaron la utilización del radar H2S que
usaba un PPI (Plan Position Indicator), una pantalla de tubo de rayos
catódicos, donde el agua del mar y de los ríos aparecía de color negro y todo
lo demás, la tierra, puentes, muelles se mostraban en color brillante. Con el H2S los británicos podían bombardear
muelles y puentes con gran precisión aún con cielo cubierto de nubes o de
noche. Otra razón, para que los
británicos prefirieran el bombardeo nocturno.
Miras
con ayudas ópticas
Para el
bombardeo de las represas de Mohne y del Eder, los británicos utilizaron bombas
cuya precisión estaba basada en la altura y velocidad exactas a la que debía
volar el avión. Para el efecto, usaron
un sistema muy ingenioso, pero elemental a la vez, consistente en dos reflectores,
uno en la parte delantera del avión Lancaster y otro detrás, apuntando ambos
hacia abajo. Los dos haces de luz
convergían en el mismo punto, sobre el agua, cuando la altura a la que volaba
el avión era de 60 pies (18m), altura que era la máxima calculada para que la
bomba rebotara como una pelota, sin estallar por el impacto.
Ese
sistema fue más preciso que cualquiera de los altímetros usados en la época,
que calculaban la altura en base a la presión atmosférica. El momento del lanzamiento se obtenía
mediante la alineación de una simple horqueta, como las usadas para tirar
piedras, con las dos torres de las represas que se encontraban centradas con
una separación de 183 metros entre sí.
En ese preciso instante la distancia del avión a la represa era la
requerida de 400 metros.
Fuente:
https://www.exordio.com