Por José
M. Martínez Cortés *
Los conflictos de los últimos veinte años en el entorno de Occidente han dado una percepción equivocada sobre los conflictos del futuro: que la superioridad tecnológica será suficiente para batir a cualquier adversario con un número muy asumible de bajas.
La
gestión y resolución de conflictos es una actividad tremendamente dinámica
debido a los diversos factores que ejercen influencia sobre el Estado y sus
relaciones con la sociedad, además del efecto, en ocasiones impredecible, del
empleo de los instrumentos de poder del Estado en la gestión de conflictos.
El éxito de una estrategia integral depende, en gran medida, de la aplicación sinérgica y transversal de los instrumentos disponibles (DIME[1]; y ello precisa de una buena coordinación político-militar, un correcto conocimiento y comprensión de los riesgos y amenazas y de la naturaleza y evolución de los conflictos. Conocerlo no asegurará la victoria, pero sin ello será difícil aplicar eficazmente los instrumentos a disposición de la estrategia nacional, en particular, en escenarios híbridos. Al fin y al cabo, tal como argumentaba Clausewitz, “el conflicto armado, la guerra, constituye un choque de voluntades entre actores, y estos tratan de ejercer influencia en el adversario para obligarle a actuar según nuestros deseos”.
Los conflictos de los últimos veinte años en el entorno de Occidente han dado una percepción equivocada sobre los conflictos del futuro: que la superioridad tecnológica será suficiente para batir a cualquier adversario con un número muy asumible de bajas.
Tendencias
futuras de los conflictos
Las
tendencias de los conflictos han ido modificando su naturaleza, lo que ha
provocado que, en la actualidad, en muchas ocasiones resulte difícil distinguir
entre situación de paz y guerra, razón por la cual se prefiere utilizar el
término conflicto al de guerra. Tales tendencias, definidas por las
características de los entornos operativos del futuro a corto-medio plazo, sugieren,
entre otros aspectos, lo siguiente:
– El
desarrollo tecnológico y el consecuente acceso a nuevas tecnologías permitirán
a posibles adversarios utilizar estrategias no convencionales, con un mayor
protagonismo de los “dominios virtuales” (ciberespacial y cognitivo) y del espectro
electromagnético, preferentemente cuando no puedan afrontar un enfrentamiento
convencional. La combinación de los avances tecnológicos con conceptos y
estrategias convencionales y no convencionales le permiten anular o, al menos,
amenazar la asimetría militar, al tiempo que hacen difícil distinguir entre paz
y conflictos.
– Las
nuevas tecnologías y los dominios virtuales están provocando una aceleración
del ritmo de los cambios y, consecuentemente, la necesidad prioritaria de
adaptación.
El
empleo de todos los dominios y de acciones simultáneas, coordinadas y, en
muchas ocasiones, encubiertas, busca operar por debajo de nuestro umbral de
actuación y dentro de nuestro ciclo de decisión, dificultando, e incluso imposibilitando,
la capacidad de respuesta propia. En consecuencia, la rapidez de desarrollo de
los conflictos con transiciones más rápidas entre las diferentes fases
precisará mejorar la agilidad operativa[2].
– El
fácil acceso a la tecnología y el empleo de otros dominios de operación, por
parte de posibles adversarios, acabarán con el paradigma de alcanzar fácilmente
la superioridad en el dominio. La evolución a “entornos disputados y/o degradados”,
en los que el adversario posee capacidad de limitar o denegar el acceso y
maniobrabilidad de nuestras fuerzas mediante capacidad A2/AD[3] (disputado) y de interrumpir/degradar nuestras redes y sistemas de mando y
control (degradado), incrementará la necesidad de adaptación y resiliencia.
– En
base a las dificultades de acceso y de mantenimiento de la superioridad “convencional”
en los dominios, la clave estará en maniobrar con agilidad entre dominios y conseguir
múltiples oportunidades para producir efectos en las vulnerabilidades del
adversario, en cualquiera de los dominios, saturándole con múltiples dilemas en
diferentes puntos en tiempo y espacio. Ello proporcionará diferentes opciones a
un ritmo muy superior al actual.
– La
conectividad constituirá el elemento clave para operar en la “nube de combate”
(“combat cloud”, con sistemas de sistemas interconectados y vinculados a una
arquitectura de mando interoperable) y la red será una capacidad crítica. Por
ello, será necesario alcanzar un determinado grado de superioridad en el ciberespacio.
Sin
embargo, a pesar de esta naturaleza cambiante, las causas profundas de los
conflictos no variarán sustancialmente. Las disputas territoriales, el nuevo
orden mundial de carácter multipolar, el auge de actores no estatales, y su
capacidad de actuar de forma presencial y virtual, y la lucha por el control de
los recursos naturales continuarán afectando la seguridad internacional.
Nuevo
espacio de batalla y empleo del poder aeroespacial
La
importancia de lo mencionado en el apartado anterior reside en cómo afectan las
tendencias futuras en la aplicación del poder militar y, en particular, en el
empleo del poder aeroespacial. Los cambios del entorno operativo afectarán de
formas muy diversas, destacándose tres efectos muy significativos:
– La aceleración cambiante del ritmo de batalla obligará a afrontar ciclos de planeamiento, decisión y ejecución más comprimidos. Además, la posible degradación del EMS[4] y de las comunicaciones obligará a una mayor independencia de los comandantes tácticos y a complementar el “control centralizado–ejecución descentralizada” con un control distribuido adaptado a los cambios y necesidades operativas, permitiendo actuar en base a ventanas de oportunidad, más que en la forma tradicional sobre el dominio físico.
– La
creciente interdependencia e interacción entre dominios físicos y virtuales, y
consecuente necesidad de sincronía, característica de los entornos
multidominio, obligará a operar de forma más ágil, flexible e interoperable.
– El
nuevo espacio de batalla y la nueva forma de actuación influirán en el concepto
de superioridad de dominio. El avance tecnológico dificultará alcanzar la
tradicional superioridad aérea. El éxito puede no depender de alcanzarla, sino del
acceso en un solo dominio que permita combinar acciones en otros dominios. Ello
obligará a poseer conocimiento de la actuación en todos los dominios para
buscar, a través del multidominio, nuevas formas de producir los efectos
deseados.
Imagen de Antonio J. Jiménez Santana
Sin
embargo, a pesar de los desafíos a corto y medio plazo, en este nuevo espacio
de batalla el poder aeroespacial seguirá constituyendo una herramienta de
primera elección para preservar la paz, gestionar y conducir las crisis, o
aplicar la respuesta adecuada, si es necesario.
Mucho
puede hacerse para prepararse ante el futuro, no solo asumir vulnerabilidades
ante una creciente gama de amenazas, sino también mitigarlas.
Amenaza
híbrida. Objetivo y estrategia
Una vez conocidas las tendencias futuras de los conflictos y los factores que alteran su naturaleza, así como las consecuencias en el empleo del poder aeroespacial, veamos lo que se entiende por amenaza híbrida y las implicaciones que para las FAS tiene operar en conflictos de carácter híbrido.
Imagen de Antonio J. Jiménez Santana
La
mezcla de lo convencional y lo irregular en los conflictos es tan antiguo como
la guerra misma. Sin embargo, la capacidad de “combinar y armonizar de forma
innovadora y simultánea, medios y métodos regulares e irregulares, militares y no
militares (sobre todo, el ciberespacio y la información), pudiendo cambiar
rápidamente entre ellos para crear efectos estratégicos” es lo que puede
definirse como “amenaza híbrida”. Lo que la convierte en diferente es el efecto
sorprendente y la creación de ambigüedad, y lo más preocupante es que
reaccionar adecuadamente contra ella resulta extremadamente difícil.
El
objetivo de este tipo de amenazas consiste en aumentar sus opciones
estratégicas, de forma no convencional e inesperada, con el fin de mejorar su
posición en las relaciones internacionales. Cuando un actor estatal no posee
suficientes recursos para ganar una guerra convencional, puede utilizar medios
civiles en mayor medida, elaborando una estrategia híbrida que soslaya las
reglas del sistema internacional (con clara intención de socavar el orden y el
sistema de seguridad del adversario).
Empleo
del poder aeroespacial frente a la amenaza híbrida
Antes
de resaltar la relevancia y utilidad de las capacidades aeroespaciales ante
escenarios de amenaza híbrida, recordamos dos aspectos sobre la aplicación del
poder militar.
Primero,
dicha aplicación incluye ambos, amenaza y empleo de la fuerza (letal y no
letal) para disuadir, ejercer coerción, contener o derrotar a un adversario. Y
segundo, contra estas amenazas el poder militar puede concebirse más como un
multiplicador de fuerza para el resto de instrumentos de poder que la
herramienta principal.
Reconociendo el reto que suponen estos enfrentamientos no tradicionales y teniendo presente la dimensión psicológica de cualquier acción militar o amenaza de ella, sea letal o no-letal, abordamos el análisis de la relevancia y utilidad de las capacidades aeroespaciales ante escenarios de amenaza híbrida, en base a una triple actuación de detección, disuasión y respuesta.
Detección
En lo
que a detección se refiere, el enfrentamiento a la amenaza híbrida desafía el
empleo tradicional de métodos basados en indicadores para la alerta temprana de
intenciones y actividades hostiles en el entorno militar. Los esfuerzos para
desarrollar una alerta temprana contra este tipo de amenazas podrían centrarse tanto
en expandir los métodos de seguimiento basados en indicadores, como en crear
nuevas líneas de acción para descubrir amenazas híbridas ambiguas u ocultas y
detectar anomalías no anticipadas.
En lo que respecta a las capacidades del poder aeroespacial, además de aquellas que están disponibles para contribuir a la obtención de inteligencia SIGINT, IMINT Y HUMINT y de la misión permanente de vigilancia y control del aire-espacio (permitiendo, además, la actuación de los medios de las FAS y las FCSE), la permanencia del cometido ISR vinculado al ámbito aeroespacial a través de los RPAS, en particular los de clase III, constituye un elemento esencial para detectar posibles patrones de conducta y actividades ilícitas. La incorporación de sistemas con mayor variedad de sensores ampliará las capacidades de detección del poder aeroespacial.
Disuasión
La
disuasión es quizás la herramienta más importante para contrarrestar la amenaza
híbrida, simplemente porque puede prevenir ataques. Sin embargo, la amenaza
híbrida complica el cálculo tradicional de la disuasión; una disuasión eficaz
en estos escenarios requiere actualizar estrategias tradicionales y aplicar un
equilibrio apropiado entre el aumento de la resiliencia (abordando las diversas
vulnerabilidades) y estrategias de carácter más ofensivo, mediante una actuación
integrada de los instrumentos de poder propios, dirigidas a las vulnerabilidades
del adversario.
Sin
embargo, tal como señala Colin S. Gray, el problema fundamental de la disuasión
sigue siendo de tipo práctico, no teórico, solo puede resolverse comprendiendo
quién, cómo, cuándo y por qué, y no tanto el qué.
En
estos escenarios, por tanto, las teorías de la disuasión seguirán siendo aplicables...
lo importante será determinar a quién disuadir, cómo hacerlo, cuándo y por qué.
En lo
que respeta a la disuasión y al poder aeroespacial, pueden subrayarse las
capacidades propias de inteligencia que permiten una pronta y eficaz respuesta;
la capacidad ISR en permanencia, en particular la disponible mediante sistemas
RPAS de clase III; la gran eficacia demostrada en operaciones; la
disponibilidad de medios aéreos con gran capacidad de gestión, fusión y
presentación de información en tiempo real que permiten realizar misiones tipo
TST[5];
y la disponibilidad de recursos (como el armamento estratégico) para
contrarrestar la capacidad A2/AD del adversario, así como para aplicar
letalidad de carácter estratégico sin necesidad de desplegar fuerzas sobre el
terreno, evitando así la tan temida presión social.
Así
mismo, la disponibilidad de capacidades no convencionales de operaciones aéreas
especiales y la agilidad operativa, capacidad para generar rápidamente
soluciones múltiples ante una amenaza determinada pudiendo cambiar entre ellas,
lo que permite adaptarse rápidamente a cualquier situación o acción del
adversario, constituyen una importante contribución a la capacidad de disuasión
de las FAS.
Por
último, se destacan las capacidades aeroespaciales que permiten desplegar,
sostener y extraer las fuerzas propias dentro de un teatro de operaciones de
escenario híbrido, así como las capacidades y estructura de Mando y Control
aéreo (Air C2) con alcance y cobertura suficiente para realizar efectos y
acciones de todo tipo en los tres niveles de operación (estratégico,
operacional y táctico), de forma inmediata y difícil de igualar, y con las
características adecuadas para permitir una rápida integración de capacidades
multidominio de diferente procedencia.
Respuesta
La
investigación y el análisis han demostrado que ir “más allá de la disuasión”
para responder a amenazas híbridas puede ser crucial para cambiar el
comportamiento de posibles agresores. Sin embargo, muchas estrategias
existentes y propuestas para contrarrestar amenazas híbridas parecen estar
restringidas a la disuasión y la resiliencia (en virtud de factores como la
comprensión de este tipo de medidas o su menor coste, así como de lo
impredecible de la contrarespuesta del adversario). Una vez se ha decidido
responder ante una agresión híbrida y se hayan establecido los objetivos, el
siguiente paso es identificar las estrategias y medios específicos a emplear
para alcanzar los objetivos. Estos deben establecerse considerando las
diferentes opciones y confrontando factores clave tales como el riesgo, la
vulnerabilidad, el modelo de posible escalada, restricciones y coordinación,
así como los diferentes instrumentos de poder a nuestra disposición.
En lo
relativo a respuesta frente amenaza híbrida, un elemento vital que aporta el
poder aeroespacial es la gran experiencia en gestionar el ciclo de targeting
conjunto (tan necesaria con objetivos TST), capacidad que puede tener sin duda
un efecto crucial en este tipo de entornos con ciclos de decisión acelerados a
todos los niveles del mando. Además, la capacidad aeroespacial ISR y de adquisición
y designación de objetivos incrementa, de forma relevante, las posibilidades de
respuesta en escenarios de amenaza híbrida, incluyendo áreas urbanas densamente
pobladas.
Así mismo, las capacidades relacionadas con la gestión, fusión y presentación de la información en tiempo real (muy demandantes en misiones TST) y aquellas otras que le permiten producir efectos letales y no letales de carácter estratégico sin necesidad de desplegar fuerzas, además de contrarrestar la capacidad A2/AD del adversario, constituyen igualmente elementos esenciales en respuesta a amenazas de esta índole.
Por
otra parte, la flexibilidad y capacidad de adaptación del poder aeroespacial le
hacen idóneo para responder en este tipo de escenarios. Las capacidades que le
permiten desplegar, sostener y extraer las fuerzas propias dentro de un teatro de
operaciones de escenario híbrido constituyen un elemento fundamental de respuesta
de carácter estratégico.
Además de lo que aportan a la disuasión, la disponibilidad de capacidades no convencionales de operaciones aéreas especiales y la agilidad operativa disponible con las capacidades aeroespaciales pueden marcar la diferencia cuando enfrentamos este tipo de amenazas.
Imagen cedida por Luis Alfonso Hernández Carrón
Por último, las capacidades del poder aeroespacial vinculadas con la estructura de Mando y Control aéreo, con alcance y cobertura suficiente para producir efectos en los tres niveles de operaciones y con características adecuadas para permitir una rápida integración de capacidades de todo tipo y de diferente procedencia, constituyen una herramienta esencial para afrontar este tipo de escenarios en los que la ejecución de operaciones se llevará a cabo, sin duda, en entornos multidominio.
Conclusiones
La
gestión y resolución de conflictos constituye una actividad tremendamente
dinámica por los factores que influyen en el Estado y en sus actuaciones y por
el efecto, en ocasiones impredecible, que el empleo de los instrumentos de poder
ejerce sobre el adversario, lo que es aplicable a las crisis y conflictos que
involucran a las amenazas denominadas híbridas.
El
éxito de una estrategia integral no solo depende de una correcta aplicación de
los instrumentos disponibles y de una buena coordinación a todos los niveles,
sino también de un correcto conocimiento y comprensión de los riesgos y
amenazas y de la naturaleza y evolución de los conflictos. Sin ello, aplicar
eficazmente los instrumentos a disposición de la estrategia nacional (en
particular, en escenarios híbridos) resulta una tarea difícil.
Sin
embargo, su conocimiento no es suficiente, adaptarse a las características de
los entornos presentes y futuros es una condición sine qua non para operar con
garantías en los escenarios operativos.
Las
tendencias de estos últimos a corto-medio plazo y la configuración del nuevo
espacio de batalla, así como las diferentes características y capacidades del
poder aeroespacial, en especial su agilidad y facilidad de adaptación, hacen de
este una herramienta de primera elección para preservar la paz, gestionar y
conducir las crisis, o aplicar la respuesta adecuada, si es necesario, en
cualquier fase o estrategia, ya sea de detección, disuasión o respuesta ante
amenazas de carácter híbrido.
* Coronel
(reserva) del Ejército del Aire
Fuente:
https://publicaciones.defensa.gob.es
– Revista de Aeronáutica y Astronáutica – Nº 897. Noviembre 2020
[1] Término que
representa los cuatro instrumentos de poder (diplomático, información,
económico y militar) a disposición del Gobierno de la nación para poder
afrontar con éxito cualquier crisis o conflicto.
[2] Capacidad para
generar rápidamente soluciones múltiples ante un desafío determinado, pudiendo
cambiar entre ellas, lo que permite adaptarse rápidamente a cualquier situación
o acción del adversario.
[3] Capacidad A2/AD (del
inglés anti-access/area denial). Capacidad de un posible adversario de
dificultar el acceso a una zona de operaciones e impedir/dificultar la
actuación propia en ella.
[4] EMS. Espectro
electromagnético, del inglés, Electromagnetic Spectrum.
[5] Time-sensitive-targets. Objetivos ante los que, por su naturaleza y movilidad, la inmediatez y la capacidad de agilidad de respuesta juegan un papel clave.