31 de enero de 2019
LEVIATANES RUSOS (I): SIKORSKY ILYA MUROMETS
El S-22 Ilya Muromets efectúa su primer vuelo, el
11 de diciembre de 1913, en el aeródromo de Korpusnoi, cerca de San Petersburgo
Es algo digno de estudio el que los rusos sean tan
dados al gigantismo industrial. No sería de extrañar que ello se debiera a la
relación con el inmenso tamaño de la propia Madre Rusia. Sea como fuere, y ya
centrados en el campo de la aviación, ha sido común que los constructores rusos
hayan desarrollado a lo largo de la historia gigantescos aeroplanos que en muchas
ocasiones supusieron un gran avance tecnológico. Esta tendencia comenzó ya hace
más de cien años, ya que es ruso el primer cuatrimotor de la historia: el
Sikorsky Ilya Muromets.
Iniciamos con éste una serie de posts dedicados a
aviones colosales construidos por la industria rusa. Verdaderamente, hay un
denominador común en todos ellos, además de sus colosales dimensiones en el
contexto histórico en que fueron diseñados, y es la osadía en la aplicación de
los nuevos conceptos tecnológicos que iban surgiendo, aunque en ocasiones no
estuviera constatada su validez.
El Zar Nicolás II conversa con Igor Sikorsky ante
el enorme S-21 Russian Vityaz, en el aeródromo de Krasnoye Selo, en 1913
En este caso sorprende ante todo el origen de este
enorme avión. Para los no demasiado versados, el apellido Sikorsky le recordará
principalmente a la más poderosa aeronáutica norteamericana, principalmente en
el mercado de los helicópteros. Igor Sikorsky, de origen ucraniano, había huido
de la Revolución Soviética en 1917, y tras probar suerte en Francia, emigró a
los Estados Unidos en 1919. Sus conocimientos terminaron dando fruto y su
empresa, Sikorsky Aircraft Corporation, diseñó magníficos aviones, como el
Clipper S-42, hasta la II Guerra Mundial, y convirtiéndose en una referencia en
el campo de los helicópteros a partir de entonces, algo que conserva aún hoy
día.
Sin embargo, el joven Sikorsky ya demostró sus
capacidades antes de 1917 en su Rusia natal. En 1913, tras destacar en el
diseño de varios prototipos y recibir la correspondiente licencia de
fabricación de aeronaves, diseña, junto a G.I. Lavrov, un gigantesco biplano de
transporte de pasajeros, provisto por primera vez en la historia, de cuatro
motores. Con un peso máximo al despegue de casi cinco toneladas, el avión
contaba con un auténtico fuselaje que resguardaba a pilotos y pasajeros con una
comodidad inaudita en aquellos tiempos, ya que contaba con amplias butacas,
suministro eléctrico e incluso un aseo.
Militares posan delante de este Ilya Muromets,
donde podemos observar la descomunal envergadura de una aeronave construida
hace un siglo
Denominado Caballero Ruso, el avión despegó por
primera vez el 13 de mayo de 1913. Durante la primavera y el verano demostró
sus cualidades y fiabilidad en vuelo, cumpliendo sin problemas más de cincuenta
vuelos y siendo incluso visitado por el propio zar Nicolás II, el cual quedó
gratamente impresionado con el aparato, hasta quedar gravemente dañado al
chocar otro aeroplano contra él en tierra. Sin embargo, Sikorsky ya tenía en
mente desarrollar una versión mejorada del avión, que voló a finales de 1913 y
que el 12 de febrero de 1914 fue capaz de volar durante cinco horas
ininterrumpidamente sobre Moscú, llevando a bordo a dieciséis pasajeros, y un
perro, marcando además un récord mundial de altura-carga útil, ascendiendo
hasta los 2000 metros. Este nuevo avión fue designado como Ilya Muromets, un
héroe mitológico medieval ruso de poderes casi sobrehumanos, integridad a toda
prueba y una espiritualidad a prueba de bombas: imposible elegir mejor nombre
para el enorme pájaro.
Tropas de tierra ayudan a trasladar el gran
cuatrimotor a la cabecera de pista antes de una misión de bombardeo
Llegaron las tormentas de agosto de 1914 que venían
del avispero balcánico y toda Europa se preparó para una guerra total. Por
primera vez, los ingenios mecánicos que se habían desarrollado desde mediados
del siglo XIX por las potencias europeas podrían demostrar lo efectivas que
eran a sus propietarios. No podría ser menos la aviación. Y Sikorsky desarrolló
una versión modificada como bombardero para los militares, que entre diferentes
versiones alcanzó la suma total de 80 ejemplares, siendo fabricada en su
totalidad por la Fábrica de Vagones Ruso-Báltica. Es difícil establecer una
tipología de modelos fabricados, ya que existieron casi tantas versiones como
motores hubo disponibles, Rusia, como en tantas otras cosas, carecía casi
completamente de producción de propulsores nacionales y tuvo que adaptar lo que
importaba de sus aliados británicos y franceses. Así que hubo versiones con
motores Salmson, Sunbeam, Renault o R.B.V.Z.
Un Ilya Muromets en servicio con el Ejército Rojo.
Varios ejemplares fueron usados en la guerra contra los polacos y durante la
guerra civil rusa.
No comenzaron bien sus operaciones los Ilya
Muromets, estando a punto de suspenderse su fabricación. Pero el presidente de
la factoría, M.V. Shidlovski, apostó por él y constituyó una, atención al
nombre, Escuadra de Naves Voladoras que empezó a operar a principios de 1915 en
una base polaca e iniciando una más que satisfactoria carrera, ya que fue capaz
de llevar a cabo más de cuatrocientas misiones contra sus archienemigos
prusianos sin sufrir más que dos derribos, demostrando sus prestaciones y su
capacidad de encajar daños en el combate. Todo ello acabó en 1917, cuando los
bolcheviques firmaron el armisticio rápidamente con los germanos en
Brest-Litovsk y decidieron hacer, a gusto y sin prisas, la revolución del
proletariado. Se cortó así la proyección de un avión que se había hecho famoso
y que, de no haber perdido el Zar la corona, la hacienda y finalmente la vida,
podría haber sido fabricado bajo licencia en occidente, aunque según el propio
diseñador, el modelo había llegado al límite de su vida útil.
Un Ilya Muromets de la serie E. La versión más
potente de todos los Muromets era la denominada E-1, que, dotada de cuatro
motores Renault de 220 cv, pesaba siete toneladas en orden de combate y era
capaz de alcanzar los 137 kilómetros por hora
Por ello había construido en 1916 un nuevo
prototipo de bombardero mejorado, con más blindaje, estructura reforzada y más
armamento, bautizado como Aleksandr Nevski, pero que sin embargo no pudo ser
construido en serie. Los ejemplares restantes producidos continuaron operando
para la nueva aviación soviética, como bombarderos o como aviones de pasajeros,
aunque un puñado de ellos huyó a Ucrania o Polonia. En cualquier caso, en 1922
ya no quedaba en servicio ninguno. Como dijimos al principio, su propio diseñador
había decidido, tiempo antes, que el futuro de sus diseños estaba en otro
continente. Quedó, empero, un magnífico proyecto que supuso tanto el primer
cuatrimotor de la historia y el primer bombardero estratégico, y que además
justificaba y demostraba que la aviación se estaba convirtiendo, a marchas
forzadas, en un instrumento moderno para el progreso de la civilización…o de la
guerra.
Especificaciones Sikorsky Ilya Muromets V:
Origen: Fábrica de Vagones Ruso-Báltica
Planta motriz: Cuatro motores lineales de 8
cilindros en V Sunbeam Crusader, refrigerados por líquido, de 150 hp al
despegue cada uno.
Dimensiones
Envergadura: 29,80 m.
Longitud: 17,10 m.
Altura: 4,72 m.
Pesos
Vacío: 3150 kg.
Máximo al despegue: 4589 kg.
Velocidad Máxima: 121 km/h a 2000 metros.
Techo de servicio: 3000 m.
Autonomía de vuelo: 5 horas.
Armamento: Tres a siete ametralladoras, de
diferentes calibres y emplazamientos. Capacidad máxima de bombas: 500 kg.
Tripulación: 4/7.
Fuente: http://www.aerohispanoblog.com
LA HISTORIA POCO CONOCIDA DEL BOMBARDERO TU-4 SOVIÉTICO, COPIA DEL B-29

Por Sébastien ROBLIN (*)
Es poco conocido que la Unión Soviética tenía sus
propios bombarderos B-29, en todo el mismo avión, excepto en algunos aspectos.
Y al igual que su homólogo estadounidense, esta copia del B-29 fue el avión que
lanzó las primeras bombas atómicas de la Unión Soviética.
Pocos aviones tienen un gran récord en la historia
como lo tuvo el bombardero cuatrimotor estadounidense Boeing B-29, que lanzó las
dos primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Lo que es menos conocido es que la Unión Soviética
tenía sus propios B-29, que era literalmente el mismo avión, en todo, menos en
algunos detalles. Y al igual que el original estadounidense, este duplicado del
B-29 fue el que lanzó las primeras bombas nucleares de la Unión Soviética.
En la I Guerra Mundial, Rusia fue pionera en el uso
de bombarderos pesados cuando con éxito puso en servicio el enorme cuatrimotor
Muromets diseñado por Sikorsky contra el Kaiser Guillermo de Alemania. El
concepto se extendió rápidamente a todas las grandes potencias en guerra, y
después de la guerra fue utilizado como parte de una nueva doctrina de
bombardeo estratégico. Los bombarderos estratégicos son grandes aeronaves que
transportan pesadas cargas de bombas a través de grandes distancias para
destruir objetivos estratégicos detrás de las líneas enemigas, tales como
fábricas, refinerías de petróleo, puentes y ferrocarriles, como ocurrió con
frecuencia en la I y II Guerra Mundial, contra la población civil en los
centros urbanos.
Sin embargo, durante la II Guerra Mundial, la
Fuerza Aérea Soviética (VVS) utilizó en gran medida un brazo aéreo táctico
centrado en golpear a los que estaban cerca de la línea del frente. La VVS sólo
envió noventa y tres nuevos bombarderos estratégicos Pe-8 de cuatro motores
durante la guerra, mientras que Gran Bretaña y los Estados unidos desplegaron
miles de bombarderos pesados.
El programa de armas más costoso de los Estados
Unidos durante la II Guerra Mundial fue el desarrollo del último bombardero
estratégico, el Boeing B-29 Superfortress. El B-29 superó a sus predecesores en
velocidad, alcance y carga de bombas. También contaba con armas defensivas como
las torretas de ametralladoras a control remoto y, por otro lado, los once
tripulantes se beneficiaban del presurizado compartimiento para la tripulación.
Los nuevos B-29 fueron desplegados en el Teatro del
Pacífico comenzando en 1944, donde su gran rango de acción les permitió lanzar
incursiones en las propias islas japonesas, en definitiva, incluyendo los
bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, así como los aún más mortíferos
bombardeos incendiarios de Tokio. Las primeras unidades fueron operadas desde
las bases en el sur de China hasta que Estados Unidos capturó las islas más
cercanas a Japón.
En esos momentos, la Unión Soviética recibía
aviones de los Estados Unidos a través del programa de Préstamo y Arriendos,
por lo que Moscú hasta por dos veces pidió que los Estados Unidos le envíe
bombarderos B-29. Washington se negó.
Sin embargo, entre julio y noviembre de 1944, los
B-29 bautizados con los nombres "Ramp Tramp", "Ding Hao" y
"General H.H. Arnold Special" que operaban desde China se vieron
obligados a aterrizar en Vladivostok, debido a daños recibidos en combate o
fallas en el equipo mientras realizaban incursiones contra objetivos en
Manchuria y Japón. Un cuarto B-29 se estrelló en territorio soviético y fue
recuperado.


A pesar de la alianza entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética durante la II Guerra Mundial, la Unión Soviética no estaba todavía
en guerra con Japón, por lo que las autoridades Soviéticas confiscaron los
aviones estadounidenses, y se negaron a las solicitudes de que fueran enviados
de vuelta. Las tripulaciones fueron internadas durante meses antes de ser
liberadas en el neutral Irán.
Deseando un nuevo bombardero estratégico tan pronto
como fuera posible, Stalin ordenó a la oficina de diseño de Tupolev a abandonar
sus propios programas de diseño y en su lugar hacer una copia exacta de los B-29.
Lo que procedieron a hacer, tornillo por tornillo. Uno de los capturados B-29
fue completamente desmantelado en el proceso, mientras que los otros dos fueron
utilizados para fines de referencia y de entrenamiento de vuelo.
Una de las principales dificultades para el masivo
esfuerzo de copia era que el B-29 había sido diseñado en conformidad con las
unidades inglesas de medición, yardas, pies, pulgadas, etc., mientras que la
Unión Soviética utilizaba el sistema métrico, no sólo era necesario pues hacer grandes
conversiones, sino que era necesario fabricar hojas de aluminio con nuevas
medidas, así como la fabricación de muchos otros componentes completamente
nuevos diseñados a partir de cero. El enorme esfuerzo terminó involucrando a
sesenta oficinas de diseño y novecientas fábricas diferentes.
El avión clon resultante, conocido como el Tupolev
Tu-4, que pesaba sólo un poco más que el original de B-29, tenía un par de
diferencias. En particular, el Tu-4 utilizó un motor ruso de 2400 caballos de
fuerza el motor radial ASh-73TK en lugar del original Duplex Cyclon de 2200
caballos de fuerza. Además, las ametralladoras de calibre .50 del B-29 fueron
reemplazadas con los mucho más pesados cañones de veintitrés milímetros.
El Tu-4 fue un poco más lento que el B-29 con una
velocidad máxima de 348 kilómetros por hora, aunque el avión ruso se jactaba de
tener un mayor techo de servicio de treinta y seis mil pies contra los treinta
mil de los B-29. La carga de bombas estándar era también diferente: el B-29
podría llevar hasta veinte mil libras de bombas, mientras que el Tu-4 estaba
capacitado para cargar seis bombas de 2200 libras. En particular, el Tu-4
carecía del radio de acción de los modelos B-29, estando limitado a un rango
efectivo de ida y vuelta de novecientos kilómetros llevando la máxima carga de
bombas.
Con la entrada de la Unión Soviética en la guerra
contra Japón, Stalin devolvió finalmente uno de los B-29 que retuvo en 1945.
Dos años más tarde, los observadores occidentales presentes en la exhibición aérea
del Día de la Aviación en la Base Aérea de Tushino se sorprendieron al
contemplar una formación de lo que parecían ser cuatro B-29. La OTAN, les puso
el nombre en código "Bull", y desarrollaron a toda prisa un plan de
defensa aérea contra la amenaza del nuevo bombardero estratégico.
El primer regimiento de Tu-4 fue activado en 1949,
y dos años más tarde, el avión estaba haciendo historia: un especialmente
modificado Tu-4A fue el primer avión soviéticos en lanzar una bomba atómica, la
bomba de cuarenta y dos kilotones RDS-3 Marya que estalló en Semipalatinsk el
18 de octubre de 1951. El compuesto de plutonio y uranio RDS-3 tenía el doble
de la potencia que la primera bomba RDS-1 soviética, que era del estilo de la
bomba "Fat Man" estadounidense con núcleo de plutonio.
Fueron construidos un total de 847 aviones Tu-4 a
lo largo de 1952, y ese tipo de avión sirvió como pilar fundamental de la
fuerza de bombardeo estratégico de la Unión Soviética durante los primeros años
de la Guerra Fría. Sin embargo, el Tu-4 carecía del rango para alcanzar los
objetivos en los Estados Unidos y regresar a su base. Por ello, fueron
modificados un pequeño número de los bombarderos para su reabastecimiento en
vuelo en un intento por resolver ese problema.
A mediados de la década de 1950, el Tu-4 comenzó a
ser sustituido por el avión de propulsión a chorro el Tu-16 "Badger"
y el de más largo radio de acción el Tu-95 "Bear". El último de Tu-4
fue retirado del servicio en la Unión Soviética en la década de 1960.
Sin embargo, el tamaño del Tu-4 era adecuado para
probar nuevos desarrollos. Los Tu-4 fueron utilizados como plataforma de prueba
para la tecnología del reabastecimiento aéreo de combustible, la guerra
electrónica, y reconocimiento de radiación. El Tu-4NM podía ser usado como
plataforma de lanzamiento en vuelo de los aviones no tripulados LA-16, y hubo
también una versión Tu-4K para ataques marítimos, que llevaban bajo las alas
lanza misiles anti-buque guiados por radar KS-1 Komet con un alcance de más de
cincuenta millas. Después de pasar como prototipos de un avión de pasajeros y
avión de carga, el Tu-70 y Tu-75, respectivamente, más de trescientos Tu-4 se
convirtieron más adelante en el Tu-4D como transportes de tropas.
Stalin también le entregó a China diez Tu-4 en el
año 1953, que se mantuvieron en servicio hasta el año 1988. La Fuerza Aérea del Ejército Popular de
Liberación, incluso trató de convertir dos de ellos para servir como su primera
aeronave AWAC, aunque el disco de radar resultó excesivamente voluminoso.
Algunos de los Tu-4 chinos ahora pueden ser vistos en el Museo de la Fuerza
Aérea del Ejército de Liberación del Pueblo.
En última instancia, el B-29 demostró ser una
plataforma de servicio adaptable en los Estados Unidos y la Unión Soviética. La
experiencia soviética también demostró, una vez más, que algunas brechas
tecnológicas son tan grandes que no pueden ser superadas con un poco de
ingeniería inversa.
(*) Tiene una Maestría en Resolución de Conflictos
de la Universidad de Georgetown y sirvió como instructor universitario para el
Cuerpo de Paz en la China. También ha trabajado en la educación, la edición y
el reasentamiento de refugiados en Francia y los Estados Unidos. Actualmente
escribe sobre la seguridad y la historia militar para "War Is Boring".
Fuente: https://www.exordio.com
EL PRIMER AVIÓN COHETE QUE NO LOGRÓ IMPRESIONAR A HITLER
El 20 de junio de 1939 voló el primer avión
impulsado por cohete. Obra de ingenieros alemanes, no recibió el apoyo de las autoridades del III Reich

Obra de ingenieros alemanes, no recibió el apoyo de las
autoridades del III Reich
En el año 1939, los ingenieros del III Reich, la Alemania
de Hitler, trabajaban en las instalaciones secretas de Peenemünde en proyectos
de alta tecnología. Entre ellos estaba, por ejemplo, Werner Von Braun, el
ingeniero de cohetes que creó el primer misil y que acabó llevando al hombre
hasta la Luna, gracias a la NASA de los Estados Unidos. Gracias a este y a
otros ingenieros, el 20 de junio de 1939 el piloto Erich Warstiz logró hacer
volar el primer avión de la historia propulsado única y exclusivamente por un
cohete de combustible líquido: el Heinkel 176.

Único ejemplar construido del Heinkel 176
Antes de que el cohete del Heinkel 176 rugiera y
alcanzara sus supuestos 750 kilómetros por hora de velocidad máxima, apenas
hacía 20 años que la aviación había alcanzado su mayoría de edad, al acabar la
terrible I Guerra Mundial. Pero lo cierto es que, en cuestión de dos décadas,
los aviones habían sufrido una drástica revolución. Gracias a los trabajos de
diseñadores como William Bushnell Stout, Estados Unidos, Hugo Junkers, Alemania
y Andrei Tupolev, Unión Soviética, en pocos años se pasó de volar biplanos
hechos de madera a hacer volar potentes monoplanos de aluminio y aparatos cada
vez más grandes e impresionantes.
Por ejemplo, en el año 1919 el ingeniero español
Juan de la Cierva diseñó el autogiro. En los años siguientes, los ases del
cielo, como Amelia Earhart, batieron récords de velocidad y distancia. Ya en
1929, el alemán Claude Dornier hizo volar al que sería el avión más inmenso en
los próximos 20 años, el Dornier Do X, un hidroavión de 48 metros de
envergadura. En los primeros momentos, este inmenso aparato debía competir con
los flamantes dirigibles.

Amerizaje de un Dornier Do X. Solo se construyeron
tres unidades
El comienzo de la II Guerra Mundial, en 1939, pilló
a Alemania y a Gran Bretaña diseñando la próxima generación de aviones: los
impulsados a reacción y a través de cohetes. A costa de la guerra más destructiva
de la historia, el hombre estaba a punto de dar los primeros pasos para
convertir la aviación en un bien de consumo cotidiano. Además, en los Estados
Unidos y también en Alemania se diseñaron los primeros helicópteros.
Durante los años 20 se acoplaron motores cohete de
combustible sólido a casi todo lo que podía rodar, como coches, motos, trineos
y pequeños vagones. Ya en 1929, los ingenieros alemanes Alexander Lippisch y
Fritz von Opel montaron cohetes en dos aviones planeadores, el Ente y el RAK 1,
respectivamente. Pero los resultados no fueron demasiado halagüeños: los
pilotos no podían regular el empuje de los cohetes de combustible sólido y los
motores no podían apagarse una vez que se encendían, hasta que no agotaban el
combustible.
Cohetes de combustible líquido
Los trabajos de Wernher von Braun en los cohetes de
combustible líquido, que luego permitieron el desarrollo de cazas y misiles
balísticos, entusiasmaron al ingeniero aeronáutico Ernst Heinrich Heinkel, responsable
del diseño de varios bombarderos, los He 59, He 111 y He 115. A principios de
1937, se acopló uno de estos motores a un avión de hélice, y se hicieron
pruebas en vuelo en las que se pagaba el motor convencional y luego se encendía
el cohete.

El bombardero He 111 aterrorizó a la población de
Londres durante el "blitz"
A continuación, Heinkel construyó un prototipo, el
He 176, específicamente diseñado para volar con el motor cohete de combustible
líquido, y que consistía en una mezcla de peróxido de hidrógeno. Para tal fin,
diseñó un avión sencillo, de madera, provisto de una cabina formada por un domo
acristalado.
El 20 de junio el capitán Erich Warsitz hizo el primer
vuelo con el He 176. El día siguiente, los ingenieros repitieron la prueba ante
autoridades del Ministerio del Aire de Alemania. El aparato no superó los 700
kilómetros por hora y pronto quedó patente el grave peligro que entrañaba el
combustible en el avión. Por eso, ni Erhard Milch ni Ernst Udet, importantes
cargos militares de dicho ministerio, quedaron muy impresionados, así que
retiraron su apoyo al proyecto por considerarlo arriesgado. De nada sirvió
tampoco una demostración hecha ante Adolf Hitler, el 3 de julio del mismo año.
Aun así, antes de cancelar el proyecto, los
ingenieros desarrollaron un prototipo más sofisticado del aparato, al que
siguió llamándose He 176 y que nunca se construyó. Por eso, solo fue construido
un ejemplar del primer avión cohete.
El He 176 fue entregado a un museo en Berlín, pero
los bombardeos aliados acabaron con él en el año 1943. Por entonces, con
Alemania enfrascada en la sangrienta II Guerra Mundial, toda la industria y el
ingenio alemanes trabajaban en diseñar aviones capaces de evitar que su país
quedara aplastado por los bombardeos aliados.
La compañía Messerschmitt desarrolló el Me 163 “Komet”,
que se convirtió en el primer caza de propulsión por cohete de la historia. Los
últimos estertores del III Reich alumbraron siniestros prototipos de aviones
por cohete, diseñados en ocasiones para derribar bombarderos en misiones
suicidas, como el Bachem Ba 349, el Fliegende Panzerfaust o el Focke-Wulf
Volksjäger. Mientras tanto, otras potencias trabajaron también en sus propios
aviones propulsados por cohetes, como el Yokosuka MXY7 Ohka, Japón, el
Bereznyak-Isayev BI-1, Unión Soviética y el Northrop XP-79, EEUU.
Llega el turborreactor
Pero no fue hasta la llegada de la Guerra Fría
cuando volvieron a usarse los aviones propulsados por cohetes. En plena II
Guerra Mundial, los ingenieros se volcaron por los aviones a reacción, mucho
más eficaces.
Un poco después de que estallara la contienda, un
diseño de Heinkel, el He 178, se convirtió en el primer prototipo práctico de
turborreactor. Aunque Heinkel no encontró apoyo, finalmente construyó un
prototipo de caza a turborreacción, el He 280. Los alemanes lograron
adelantarse varios años a los británicos y su Gloster E.28/39.

Diseño del Me 262, el temible caza propulsdo por
turborreacción de la Alemania nazi
Pero el competidor de la compañía Heinkel,
Messerschmitt, comenzó a construir en 1943 el primer caza turborreactor de la
historia: el Me 262 “Golondrina”. Este avión superaba con mucho a sus rivales
propulsados por hélices y, aunque se produjeron más de 1400 unidades, el diseño
llegó tarde y no cambió el curso de la guerra. Tampoco el primer bombardero a
turborreacción, el también alemán Arado Ar 234 “Blitz”, pudo influir. En todo
caso, después de ganar la guerra, los aliados capturaron estos aparatos y los
usaron para hacer sus propios diseños.
Gracias a esto, los diseños alemanes y los de las
otras potencias tuvieron un importante papel en la llegada de la próxima era de
la aviación. Las tensiones de otro conflicto, la Guerra Fría, dieron un impulso
increíble a los aviones grandes y pequeños, y a los cohetes que inauguraron la
era espacial. Los usos pacíficos de hoy en día, que permiten conquistar el
espacio y viajar cómodamente a cualquier parte del planeta, tuvieron unos
comienzos violentos.
Fuente: https://www.abc.es
LOS TEMERARIOS PILOTOS DE LOS AVIONES SPITFIRE QUE ABRIERON EL CAMINO A LOS VUELOS SUPERSÓNICOS
Por Stephen DOWLING

Estos aviones no estaban diseñados para viajar a
velocidades tan altas.
El 14 de octubre de 1947 el piloto de pruebas
estadounidense Chuck Yeager hizo lo que muchos pensaban era imposible. Atado en
el asiento del avión propulsado por cohete Bell X1, y dolorido después de
haberse roto dos costillas unos días antes en un accidente de equitación,
Yeager se convirtió en el primer hombre en volar más rápido que la velocidad
del sonido.
Aunque el nombre de Yeager pasó a la historia,
otros pilotos estuvieron antes muy cerca de romper esta barrera.
Algunos incluso vivieron para contarlo. Lo que es
aún más impresionante: los aviones en los que volaban eran físicamente
incapaces de alcanzar la velocidad del sonido. Acercarse a ese límite podía
haberlos resquebrajado.
Un puñado de vuelos en los Supermarine Spitfires
-los aviones monoplaza británicos que ayudaron a ganar la Batalla de Inglaterra
durante la Segunda Guerra Mundial- fueron cruciales para ayudar a los
científicos a comprender las fuerzas que debían ser superadas para que un avión
fuera capaz de volar más rápido que el sonido.
En picada
El Spitfire entró en servicio justo antes de la II
Guerra Mundial y fue creado por R. J. Mitchell.
Los últimos modelos del Spitfire podían volar a más
de 965 km/h en vuelo horizontal, gracias a su potente motor Rolls-Royce Merlin
y a la hélice de cuatro palas que ayudaba a generar un impulso adicional.
El rendimiento superlativo del avión lo convirtió
en la nave ideal para los vuelos de prueba, en especial para la investigación
de alta velocidad.

El récord de Chuck Yeager en el Bell X-1 fue
precedido de los intrépidos vuelos en picada de los Spitfire.
Fue en estos vuelos que algunos pilotos llevaron
las aeronaves a territorio desconocido y se toparon con las extrañas fuerzas
aerodinámicas que se producen cuando se está cerca de la barrera del sonido.
De acuerdo con el libro "Wings on my
sleve" del famoso piloto Eric "Winkle" Brown, las pruebas de
alta velocidad comenzaron a finales de 1943.
Durante el programa, el líder del escuadrón J. R.
Tobin pilotó un Mark XI Spitfire en picada de 45 grados. El avión alcanzó una
velocidad máxima 975km/h o Mach 0,89, Mach 1 es el término técnico para la
velocidad del sonido.
Fue la mayor velocidad alcanzada por un Spitfire. O
al menos la más rápida en la que el piloto vivió para contarlo.
La física lo salvó
En abril de 1944, el líder de escuadrón, Anthony F.
Martindale, pilotó al mismo Mark XI Spitfire en picada.
Esta vez, el engranaje diseñado para limitar su
velocidad falló.
La hélice se zafó y el avión en picada llegó a más
de 1000 kmh, Mach 0,92, mientras se precipitaba a tierra.
Martindale fue salvado por las leyes de la física.

Los Spitfires tuvieron un papel decisivo en la
Batalla de Inglaterra.
Cuando las pesadas hélices se desprendieron, la
aeronave fue más pesada en la cola, y ese cambio en el centro de gravedad lo
obligó a subir de su picada a gran velocidad.
Martindale quedó inconsciente por el estrés de la
subida, y se despertó para encontrarse en su avión volando a 40000 pies de
altura, 13 kilómetros.
De alguna manera se las arregló para llevar el
avión de regreso a su base, y salió ileso. El estrés de la picada del avión le
había doblado las alas, dándoles el tipo de forma que con el tiempo ayudaría a
otras aeronaves a cruzar la barrera del sonido.
Esta deformación había sido causada por el flujo de
aire sobre el ala cuando el avión tomó velocidad, explica Rod Irvine,
presidente del grupo de aerodinámica de la Real Sociedad de Aeronáutica
británica.
"Cuando empiezas a acercarte a Mach 0,85 o
0,95, lo que sucede es que tienes ese flujo subsónico sobre el ala, y comienza
la aceleración más allá de la barrera del sonido", explicó.
"Se siente como si el avión estuviera
empezando a sacudirse en pedazos debido a que se produce este cambio
fundamental en la aerodinámica", comentó Irvine.
El problema de la hélice
Aviones como el Spitfire tienen otro gran problema:
la hélice.

El P-51 Mustang también fue usado en los primeros
vuelos supersónicos.
Los aviones más antiguos tenían una conectada
directamente al motor; más potencia significaba que giraría cada vez más
rápido.
Incluso con un avión que viaja a 480 km/h, el aire
que se desplaza sobre estas palas de giro rápido puede alcanzar velocidades
supersónicas, provocando zarandeo y ruido.
Jeremy Kinney, un experto del Museo Smithsonian de
Aeronáutica y Espacio en Washington DC, en los Estados Unidos, dice que el
diseñador del Spitfire, R. J. Mitchell, había comprendido algunos de los
problemas en torno a las hélices al diseñar aviones de carreras a principios de
los años 20.
"Si estuvieras de pie debajo de uno de esos
aviones que compiten en un evento de carreras de aire de Cowes, en la Isla de
Wight en 1923, explica Kinney, escucharías golpes y ruido metálico cuando el
avión te pasaba por encima".
Esa es la punta de las hélices. Mitchell y sus
contemporáneos se dieron cuenta de que conectar una hélice para que fuera más
rápida no ayudaba necesariamente a una aeronave a volar con más rapidez.
"Había este paradigma, al menos durante la
primera mitad del siglo XX, de que los aviones tenían que ir más alto, más
rápido y más lejos. El trabajo necesario para hacer funcionar una hélice a
velocidades supersónicas fue demasiado", señala Kinney.
"Y para qué intentarlo, cuando el motor a
reacción de repente daba esa capacidad".
Las caídas en picada a alta velocidad de los
Spitfires, y otros aviones de combate aliados como el American P-51 Mustang y
el P-47 Thunderbolt, ayudaron a los investigadores a vislumbrar los retos que
traerían los vuelos supersónicos.
Eso condujo al desarrollo de aviones de una forma
diferente, que podían hacer frente a las ondas de choque creadas por la barrera
del sonido: una nariz puntiaguda, alas pequeñas y un fuselaje suave que limita
el efecto de las ondas de choque.
Fuente: https://www.bbc.com
LOS INTRÉPIDOS VUELOS DEL SERVICIO SECRETO DEL DOBLE AMANECER: 32 HORAS PARA BURLAR A LOS JAPONESES DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL

Los vuelos del Servicio Secreto del Doble Amanecer
eran tan largos que los pasajeros alcanzaban a ver al Sol salir dos veces.
Hoy
en día, puedes despegar en de Doha, cruzar 10 husos horarios y llegar a
Auckland en 16 horas 20 minutos. O salir desde Dallas y aterrizar en Sídney en
17 horas sin escalas.
Nuevos modelos de aviones como el Dreamliner y el
A350 han hecho que los viajes largos sean más eficientes y rentables, y varias
aerolíneas se disputan el título no oficial del "vuelo de pasajeros más
largo del mundo".
Pero ninguno les llega a los talones a los del
Servicio Secreto del Doble Amanecer, "la aventura más fascinante y
romántica jamás realizada por Qantas", según dijo Hudson Fysh, el fundador
de esa aerolínea australiana y el hombre que ideó el plan durante la II Guerra
Mundial.
La hazaña requería un vuelo a través de más de 5600
kilómetros de cielo controlado por el enemigo.
Japón vs EE.UU.
A finales de 1941, Japón se sentía aislado,
preocupado y particularmente amargado por muchas razones que se habían
acumulado.
Un embargo petrolero que Estados Unidos había
impuesto en agosto para detener sus ambiciones expansionistas en China fue la
gota que derramó la copa.
El 7 de diciembre bombarderos japoneses atacaron Pearl
Harbor en la isla hawaiana de Oahu.

Japón logró con un bombardeo lo que no habían
conseguido los aliados con ruegos: que EEUU le declarara la guerra a Alemania.
La intención era destruir la flota del Pacífico,
pero el objetivo principal, tres portaaviones estadounidenses, se encontraba en
otro lugar y resultó ileso.
De todos modos, el ataque cambió el curso de la
historia: Japón no sólo había tomado partido, sino que despertó al
"gigante dormido" y el presidente de EEUU, Franklin Roosevelt, le
declaró la guerra a Japón y a su aliado Alemania.
El Ejército Imperial Japonés, por su parte, impulsó
sus ambiciones expansionistas con una serie de ofensivas en Asia.
El siguiente objetivo fue Singapur.
Como las armas defensivas británicas en el sur
apuntando hacia el mar, Japón montó un audaz asalto cruzando las junglas de
Tailandia y Malasia para atacar desde el norte.
Tras una semana de combates, las fuerzas aliadas,
alrededor de 16000 soldados británicos y 48000 australianos e indios, se
rindieron y se convirtieron en prisioneros de guerra.

La caída de Singapur fue vista como una humillación
para los británicos.
Con la caída de Singapur, cayó también la vital
Ruta del Imperio, operada conjuntamente por BOAC y Qantas Empire Airways (QEA),
que hasta entonces era la conexión aérea entre Australia e Inglaterra, de manera
que se hizo imprescindible establecer una ruta aérea alternativa.
Un larguísimo secreto
En 1943 Qantas, el Ministerio del Aire británico y
BOAC, antes Imperial Airways, acordaron un intrépido plan propuesto por Fysh,
que requería vuelos regulares entre el río Swan, en Perth, Australia, y el lago
Koggala, en el sur de Ceilán, ahora Sri Lanka.
Recorriendo una distancia de 5652 kilómetros, el
vuelo sin escalas iba a ser el más largo de la historia.
Además, los pilotos debían valerse de la navegación
celestial, con la ayuda de un sextante para obtener lecturas de estrellas y el
Sol, para mantener el silencio de radio sobre las aguas patrulladas por aviones
enemigos.
Y el secreto debía mantenerse también en tierra, lo
que más tarde les causaría problemas a los tripulantes, pues no podían usar
uniformes en público.
El problema era que lo que ese público veía era
hombres jóvenes y sanos que aparentemente no estaban luchando en la guerra. Los
tildaban de cobardes, algo que durante una guerra mundial no era cosa fácil.
A pesar de todo, el primer vuelo despegó el 29 de
junio de 1943 bajo el mando del capitán Russell Tapp.
Una enrevesada misión

El Consolidated PBY es el nombre original del
hidroavión más conocido como Catalina, un apodo que le dieron los británicos y
que se hizo muy popular.
La tripulación de Qantas tenía mucha más
experiencia que cualquier otra en vuelos largos sobre el agua gracias a una
misión muy particular que había realizado hacía dos años.
En enero de 1941, Estados Unidos era país neutral
no participante en la guerra, la ley internacional decía que no podía
proporcionarle armas a ninguna nación que estuviera en guerra.
Lo que sí podía hacer era darle a una aerolínea
civil, como Qantas, y si la aerolínea se las pasaba a un cuerpo militar cuando
llegaba a otro país, como Australia, eso era asunto de ella.
Así que Qantas recibió 19 hidroaviones en Honolulu
y tras largos vuelos sobre las aguas del Pacífico se los había entregado a la
Real Fuerza Aérea de Australia.
Los Catalinas

Un Catalina Antares, operado por Qantas, acuatiza
en Koggala, tras el vuelo sin escalas Australia-Ceylan del Servicio Secreto
Doble Amanecer.
Más tarde EEUU aprobó lo que se conoce como la Ley
de Préstamo y Arriendo. En términos sencillos, significaba que podían prestarle,
no venderle, materiales de guerra a amigos bajo un contrato de arrendamiento o
alquiler.
Los hidroaviones Consolidated PBY de la Armada Real
que el Ministerio del Aire suministró para este servicio secreto fueron algunas
de las cosas que los británicos obtuvieron en virtud de esa ley.
Los británicos llamaban a ese tipo de naves
"Catalinas", nombre que terminaría por imponerse.
A los cinco Catalinas que se usarían en este
servicio secreto les pusieron el nombre de las estrellas utilizadas para la
navegación en la larga ruta: Rigel, Spica, Altair, Vega y Antares.
Tuvieron que ser modificados con tanques de
combustible extra para que tuvieran 36 horas de autonomía.
El peso del combustible limitó la carga a sólo tres
pasajeros y 69 kilos de correo diplomático y de las fuerzas armadas.
A oscuras sobre el océano Índico

El mayor riesgo era que los japoneses los
detectaran, pero cualquier falla técnica también era un grave peligro.
Los vuelos fueron programados para pasar a través
de áreas patrulladas por japoneses durante la oscuridad para que no los vieran.
Oficialmente eran vuelos de aerolínea así que no
tenían armas, pero sí llevaban despachos militares, por lo que, si los hubiesen
forzado a bajar, las tripulaciones probablemente habrían sido ejecutadas.
La experiencia demostró que 183 kilómetros por hora
era la velocidad de crucero más económica con los motores ajustados según el
peso para tener una combustión constante de 22 galones por hora.
Tomaba un promedio de 28 horas para completar el
viaje; el vuelo más corto fue de 27 horas, pero cuando los vientos eran
desfavorables podían durar hasta 32 horas... un largo tiempo para pasar en un
espacio estrecho y ruidoso, preguntándose si en cualquier momento un japonés
iba a derribarte.
El doble amanecer

Certificado para los que vieron dos albas en esos
secretos y peligrosos vuelos.
El poético nombre de la operación, El Servicio
Secreto del Doble Amanecer, se debía a que en cada vuelo veían salir el sol dos
veces, algo que comprobaron los entre 648 y 860 pasajeros, dependiendo de la
fuente, que tuvieron la experiencia.
A cada pasajero le entregaban un documento
ilustrado nombrándolos miembros de "La Orden Rara y Secreta del Doble
Amanecer", para certificar que habían estado en el aire más de 24 horas.
Para cuando la operación terminó el 18 de julio de
1945, el Servicio Secreto del Doble Amanecer había:
- completado 271 cruces del océano Índico
- recorrido una distancia total de 1539546 kilómetros
- y, lo más importante, transportado 51600 kilogramos de correo microfilmado y 6728 kilogramos de carga
Al final de la guerra, los cinco Catalinas del
Océano Índico fueron hundidos en el mar obedeciendo al acuerdo de Préstamo y
Arriendo con el gobierno de los Estados Unidos.
Fue, en palabras de Hudson Fysh: "Un triste
destino para estas espléndidas naves que durante dos largos años nos
transportaron, sin accidentes o contratiempos de ningún tipo, en la operación
más peligrosa que hayamos llevado a cabo jamás".
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POR QUÉ EL JET TUVO UN ROL TAN CRUCIAL EN LA LUCHA POR EL PODER EN EL ALBOR DE LA GUERRA FRÍA

La superioridad aérea británica fue un factor clave
en la victoria aliada en la II Guerra Mundial.
En 1945 Reino Unido logró salir victorioso de la II
Guerra Mundial pero los años de combate tuvieron un costo enorme, no solo
humano sino también económico. El país estaba fuertemente endeudado y tardaría
años en recuperarse. Sin embargo, los británicos tuvieron una importante
ventaja en comparación con el resto de Europa: todo seguía funcionando, desde
las carreteras hasta los ferrocarriles y los puertos.
Las fábricas británicas producían artículos de todo
tipo y lo que mejor hacían era construir aviones.
El poder de la aviación había salvado a Gran
Bretaña en 1940 y había sido crucial para la victoria aliada en 1945.
Durante la guerra, los fabricantes de aviones de
esa nación -compañías como Supermarine, Avro y Vickers- habían construido 131500
aviones. Para 1944, había más británicos construyendo aviones que sirviendo en
el ejército y muchos creían que en tiempos de paz esa industria sería la
salvación del país.
El genio del país para construir aviones no tenía
rival.
Aviones ultraligeros, ultramodernos y muy rápidos,
con formas y diseños futuristas que rompían todo tipo de records aeronáuticos:
de velocidad, de altitud y de distancia.

Frank Whittle, el creador del jet, fue nombrado
caballero por el rey Jorge VI en 1948.
Todo esto fue posible gracias a la invención del
motor a reacción (o jet), que cambió completamente a la industria aeronáutica.
De pronto, aviones que podían ir a un máximo de 650 kilómetros por hora
superaban los 1100 km/h.
El hombre considerado el inventor del motor jet fue
Frank Whittle. El joven cadete de la Real Fuerza Aérea había estado trabajando
en la idea mucho antes de que estallara la II Guerra Mundial.
Pero fue recién en 1941 que estuvo listo para volar
el primer avión a reacción, un pequeño caza británico que llevó el escueto
nombre del proyecto: E28/39.
Los británicos buscaron utilizar la nueva
tecnología para obtener una ventaja en la guerra y crearon un avión mucho más
rápido y poderoso: el Gloster Meteor, que hizo su aparición en 1944.
El avión marcó el camino del futuro. Era la primera
vez que una aeronave volaba sin hélices.

El Gloster Meteor E28/39 fue el primer avión con un
motor jet.
En el mundo de la posguerra, el jet se convirtió en
un símbolo del poder tecnológico y científico: podía traer riqueza, prestigio y
seguridad.
En 1952, a medida que se intensificaban las
tensiones de la Guerra Fría, la RAF alcanzó su máximo tamaño de posguerra: 10
veces el tamaño que tiene hoy.
Volando alto
Para mejorar la seguridad de sus pilotos, que
sufrían un número alto de accidentes con los Meteor, la Fuerza Aérea desarrolló
un nuevo avión con el motor enterrado en el fuselaje: el jet Provost.

Un BAC Jet Provost de exhibición.
El Provost, por primera vez, también tenía un
segundo asiento y podía llevar a un pasajero.
A principios de los años '50 la Guerra Fría estaba
llevando el gasto de defensa de Reino Unido a un asombroso 10% del presupuesto
nacional. El país estaba reconstruyendo sus fuerzas armadas en todo el mundo y,
al mismo tiempo, desarrollaba su propia arma de destrucción masiva. Pero la
nación seguía endeudada desde la guerra y comenzó a quedarse sin dinero. La
industria aeronáutica británica vino al rescate.
Se fabricaron más de 3000 jets de combate llamados
Vampire (Vampiro), que fueron vendidos a más de 30 fuerzas aéreas diferentes en
todo el mundo.
Con la Guerra Fría escalando rápidamente, todos
buscaban la tecnología de reacción para defenderse.

Reino Unido vendió más de 3000 aviones Vampire a
fuerzas aéreas de todo el mundo.
El Show Aéreo de Farnborough, donde los británicos
lucían sus más recientes modelos de aviones, se convirtió en un evento que
atraía a compradores de todo el globo.
"Gran Bretaña estaba claramente a la cabeza en
el desarrollo de motores a reacción. Era el mayor exportador de aviones de
combate a las fuerzas aéreas que se estaban restableciendo en Europa: los
suizos, los suecos, los franceses", le dijo a la BBC el profesor David
Edgerton, del Imperial College London.
"Es realmente extraordinario cómo dominaban
ese mercado y esencialmente limpiaban el suelo con la competencia
estadounidense".
Entre la espada y la pared
El jet se convirtió en un negocio enorme para la
economía británica: más de 250000 británicos se dedicaban a construir motores y
aviones.
Y quienes los lucían ante el mundo en Farnborough
no eran cualquier piloto, eran héroes de la guerra que habían pasado de ser
combatientes a ser vendedores de aviones.
Toda esta fascinación con estas máquinas de guerra
hizo que escalaran las tensiones.
"Supongo que la Guerra Fría y la industria de
la aviación se impulsaron mutuamente. Uno conducía al otro
constantemente", observó Hal Taylor, expiloto de la RAF entre 1948 y 1967.

Un piloto en los controles de una máquina
experimental Rolls Royce conocida como 'Flying Bedstead'. Sin alas ni rotores,
podía despegar verticalmente desde una posición horizontal y funcionaba con dos
motores Rolls Royce “Nene”. El piloto se sentaba en una plataforma sobre los
motores y los movimientos de control que necesita para equilibrar la máquina se
suministran con chorros de aire comprimido.
Pero el deseo de vender sus aviones y generar
dinero llevaría a Reino Unido a enfrentar un dilema. Con el mundo ahora
dividido entre el Oriente comunista y el Occidente capitalista, los británicos
tuvieron que decidir entre sus necesidades económicas y sus principios
ideológicos... y no siempre ganaron los principios.
Es una historia poco conocida, pero ante la urgente
necesidad de efectivo, el gobierno laborista de la posguerra decidió vender
parte de la tecnología secreta del país, y uno de los mayores clientes de
tecnología para aviones británicos fue la Unión Soviética.
El país, al igual que Reino Unido, había sido
devastado por la guerra y Stalin buscaba defenderse del feroz poder militar de
Estados Unidos.
Los soviéticos encargaron algunos Meteoros, algunos
Vampiros y una tecnología nueva: el turborreactor Rolls-Royce Nene.

El turborreactor Rolls-Royce Nene que el Reino
Unido le vendió a los soviéticos.
La solicitud sorprendió a los jefes militares de
Reino Unido y dividió al gobierno.
Finalmente, convencidos de que sus ingenieros
siempre estarían un paso adelante de la competencia, las autoridades aceptaron
el acuerdo con una condición: debían ser utilizados solo para fines civiles.
Resultó ser una decisión desastrosa.
Dominio en los cielos
Las tensiones entre el Este y el Oeste ya se
estaban agudizando y, en poco tiempo, las ventas de esos motores impactarían en
un conflicto a miles de kilómetros de distancia en el sudeste asiático.
En mayo de 1950 la Guerra Fría se volvió caliente
cuando las fuerzas de Corea del Norte invadieron a sus vecinos del sur. Menos
de un mes después, las Naciones Unidas estaban en guerra con los comunistas.
Al comienzo del conflicto, los aviones de combate y
bombarderos de Occidente dominaron los cielos de Corea del Norte, pero pronto
apareció un nuevo avión que superó a todo el resto: el Mikoyan-Gurevich, de
fabricación rusa, mejor conocido como el MiG-15.

Los MiG-15 soviéticos utilizaron motores británicos
y les dieron a los rusos una ventaja en Corea.
El MiG-15 iba por lo menos 160 k/h más rápido que
cualquier avión de Reino Unido o EEUU, gracias a un par de detalles de diseño
pero sobre todo a su poderoso motor Nene, de Rolls-Royce. Claramente lo
soviéticos no cumplieron con su promesa de usar la tecnología adquirida para
fines civiles.
El MiG-15 se convirtió en uno de los aviones de
combate más exitosos de todos los tiempos. Se han construido más que cualquier
otro avión militar o civil, así que, irónicamente, la producción de copias
soviéticas del motor Nene superó con creces al original de Rolls-Royce.
La superioridad aérea de los soviéticos en cielo
coreano, gracias en gran parte a los británicos, tensó las relaciones entre
Reino Unido y su principal aliado EEUU, que cuestionó la moralidad de los
británicos.
Acercar al mundo
Reino Unido, atrapado entre las dos superpotencias,
buscó aplacar la línea dura estadounidense hacia Rusia, temiendo ser el primer
blanco en caso de un ataque soviético.
La escalada bélica tuvo un enorme costo para los
británicos, que debieron alistar sus fuerzas para defenderse contra la amenaza
soviética y a la vez armarse para ser aliados de EEUU.
Sin embargo, la situación económica seguía siendo
crítica en 1950. El té, el tocino y el azúcar estaban racionados y la necesidad
de acceder a moneda extranjera era primordial.
Una vez más el país recurrió a su industria
aeronáutica y su nueva estrella: el Comet.
El Comet podía volar más alto y más rápido que
cualquier otro avión y revolucionó la industria de la aviación civil. Se
redujeron a la mitad los tiempos de viaje, lo que permitió acercar al mundo.

Fue el primer avión de pasajeros que utilizó la
familia real británica, con su nueva soberana, Isabel II, coronada el 1953.
Si el Reino Unido pudiera vender el Comet a nivel
mundial, garantizaría la demanda de repuestos, mantenimiento, pedidos de nuevos
motores y posiblemente flotas de aviones.
Pero había un problema: si los soviéticos, que ya
habían probado con éxito una bomba nuclear, lograban poner las manos sobre esta
nueva tecnología, podrían llegar hasta EEUU. Y eso era algo que ese país no
pensaba arriesgar.
Washington, sumido en una batalla contra el
comunismo incluso dentro de sus fronteras, trató de frenar la venta de esta
nueva tecnología jet a cualquier otro país, basándose en lo que había ocurrido
con los MiG-15.
Para el gobierno británico, la línea dura de EEUU
enmascaraba su verdadera intención: dominar el mercado de la tecnología a
reacción.
En noviembre de 1953 los británicos decidieron
arriesgar el vínculo estratégico con EEUU.
Una vez más la emergencia económica pudo más que
cualquier otra consideración.
Permitieron las ventas del Comet a todo país que no
estuviera dentro del bloque soviético, garantizando que ellos mantendrían un
cuidadoso control sobre las partes, para que no cayeran en las manos
equivocadas.
Los estadounidenses estaban furiosos. Pero un giro
cruel del destino salvaría a Reino Unido de las consecuencias de su decisión.

Tras una serie de accidentes, los Comet fueron
sacados de servicio.
Una serie de accidentes aéreos con Comets, que
costaron la vida de decenas de personas, revelaron que el fuselaje del avión no
podía hacer frente a los continuos cambios de presión de aire entre el despegue
y el vuelo a gran altitud.
Todos los Comets del planeta fueron sacados de
servicio.
Con una gran inversión del gobierno británico, el
avión fue rediseñado y fortalecido, pero para entonces los fabricantes
estadounidenses habían desarrollado su propio avión.
Así el Reino Unido perdió finalmente su histórico
liderazgo aeronáutico, y a partir de entonces quedó relegado por la
superpotencia estadounidense.
Fuente: https://www.bbc.com
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