17 de enero de 2019
LA ATROPELLADA HISTORIA DEL DE HAVILLAND COMET, EL PRIMER AVIÓN COMERCIAL DE PASAJEROS A REACCIÓN
Por
Richard HOLLINGHAM
El Comet parecía futurista en comparación con los
aviones de la época.
El 7 de abril de 1954, Peter Duffey copilotó el
elegante Havilland Comet G-ALYY de cuatro motores turbojet hasta el aeropuerto
de Heathrow, en Londres.
Era la última parte de un nuevo vuelo de pasajeros
entre Londres y Johannesburgo de la British Overseas Airways Corporation
(BOAC).
Unas 36 horas después, con una nueva tripulación a
bordo, la aeronave que cambiaría el futuro de la aviación inició la segunda
etapa de su viaje de vuelta a Sudáfrica.
Al despegar de una escala en Roma y poco después de
pasar por Nápoles, sobrevolando la isla de Estrómboli en la punta sur de
Italia, el avión se desintegró.
Siete miembros de la tripulación y 14 pasajeros
murieron.
Era la segunda explosión en pleno vuelo de un Comet
en tres meses.
"Todavía no he perdonado a aquellos que
reinstauraron el servicio tras el primer accidente", dice Duffey, que
ahora está retirado y vive en Canadá.
Poco después de la guerra
El primer Comet salió de su hangar en la fábrica de
De Havilland en Hatfield, unos 40 kilómetros al norte de Londres en julio de
1949, solo cuatro años después del final de la Segunda Guerra Mundial.
Los aviones de pasajeros por aquel entonces volaban
a bajas altitudes y eran incómodos.
Sus cabinas no estaban presurizadas y las hélices
eran propulsadas por ruidosos motores de propulsión interna, por lo que tenían
que volar a través, en lugar de por encima, del mal tiempo.
Muchos habían sido reconvertidos a partir de
bombarderos de tiempos de guerra o de aviones de transporte de mercancías.
El Comet, por otro lado, parecía un avión del
futuro, con fuselaje de aluminio y alas en flecha ocultando cuatro motores de
reacción.
En cada lado tenía grandes ventanas rectangulares
que permitían a los pasajeros unas vistas sin precedentes de la Tierra desde
una altitud de crucero de 12 kilómetros.
"Todavía hoy parece moderno", dice
Alistair Hodgson, curador del Museo de De Havilland Aircraft. "Era limpio,
aerodinámico y parecía que se iba a deslizar por el aire perfectamente".
El Comet salió por primera vez del hangar en
Hatfield, en el norte de London, en 1949.
"Era el Concorde de ese momento: volaba más
alto, más rápido y con mayor suavidad que cualquier otro y hacía que todo lo
demás pareciera obsoleto".
La envidia del mundo
Dentro había asientos para 35 pasajeros en dos
cabinas. Los que iban en primera clase se sentaban alrededor de mesas.
Además de la cabina, el resto del fuselaje estaba
ocupado por una gran cocina, zonas de almacenamiento de maletas, no había
bodega abajo, y baños separados para las mujeres y para los hombres.
"Esto es lo que pasa cuando dejas que los
ingenieros diseñen los aviones, en lugar de que lo hagan los contadores",
asegura Hodgson.
"El transporte en avión estaba a punto de
dejar de ser solo para ricos", dice.
"La forma principal de viajar largas
distancias eran los barcos". De hecho, mucho de los pasajeros del BOAC
eran funcionarios que se iban a manejar el Imperio Británico.
Tras casi dos años de vuelos de prueba, el Comet
hizo su primer vuelo ordinario el 2 de mayo de 1952, volando a Johanesburgo vía
Roma, Beirut, Jartum, Entebbe y Livingstone.
El vuelo, que duraban un poco más de 23 horas, fue
un éxito. Los pasajeros describieron un viaje tranquilo, un servicio estupendo
y unas comidas muy bien presentadas.
El Comet fue el primer avión comercial con
controles de vuelo hidráulicos.
El Comet era la envidia del mundo en un momento en
que todavía no había ningún otro avión de reacción para transporte de
pasajeros.
En pocos meses, el BOAC había añadido vuelos a
Ceilán, la actual Sri Lanka, Karachi, Singapur y Tokio.
Mientras, De Havilland iba acumulando pedidos de
otras aerolíneas como Canadian Pacific, Air France y las Fuerzas Aéreas Reales
de Canadá.
Con velocidades de hasta 807 kilómetros por hora,
los pasajeros experimentaban el viaje de sus vidas. Pero para aquellos que se
sentaban al final, pocos vuelos no tenían algún incidente.
"Tuvimos un problema tras otro", asegura
Duffey.
Problemas de diseño
El Comet fue el primer avión comercial con
controles de vuelo hidráulicos, que funcionaban de forma muy similar al pedal
de frenos de un auto.
Cuando el piloto movía el mando control, activaba
una bomba que inyectaba fluido a través de un circuito de tuberías para ajustar
las superficies de control en las alas.
"Los primeros cuatro aviones tenían sellos
defectuosos", dice Duffey. "Solíamos llevar fluido hidráulico para
rellenar el sistema".
Las tripulaciones también reportaron otros
problemas. El sistema eléctrico y de navegación tendía a recalentarse.
Las ventanas de la cabina se empañaban. Y la
autonomía del avión estaba limitada a cuatro horas antes de necesitar relleno
de combustible.
Pero había también un problema más fundamental con
el diseño de los mandos.
"No importaba a qué velocidad ibas, el
feedback de los mandos se sentía igual", dice Duffey.
"Era un peligro y sin duda creo que esto causó
uno de los accidentes".
Muertes y preocupación
El 26 de octubre de 1952, Duffey estaba de descanso
y bebía una copa de vino en la terminal del aeropuerto de Roma tras volar el
Comet G-ALYZ desde Beirut, Líbano.
Miró por la ventana y vio cómo el avión empezaba a
despegar para el vuelo a Londres.
"Vimos al avión salirse al final de la
pista", recuerda. "Así que salimos corriendo, agarramos un jeep y
fuimos hasta donde estaba. Y estaba ahí, emitiendo un silbido: se había
arrancado el tanque y había combustible por todos lados".
Los pasajeros del Comet volaban con todas las
comodidades.
Increíblemente, no se produjo un incendio y nadie
entre la tripulación o entre los 35 pasajeros resultó herido.
"Lo que el capitán había hecho es levantar demasiado
la nariz durante el despegue: tenía demasiado arrastre en las alas y no agarró
suficiente propulsión", dice Duffey.
El piloto fue responsabilizado por el accidente,
pero este incidente también expuso un fallo inherente en el diseño.
"La causa del accidente no era solo el ala,
sino también la falta de feedback de los mandos, que te permitía echarte hacia
atrás todo lo que querías", dice Duffey.
"Nunca hubiera habido un accidente si los
pilotos que hicieron las pruebas del avión lo hubieran hecho adecuadamente".
Unos meses después, el 13 de marzo de 1953, un
problema similar ocurrió en el despegue desde Karachi, Pakistán.
Esta vez, un Comet que hacía un vuelo de prueba se
estrelló contra un puente de piedra y estalló en llamas.
Murieron los 11 tripulantes y técnicos que iban a
bordo. Y luego, en junio, otro avión sufrió daños en Dakar, Senegal, en un
accidente similar.
"Como pilotos, estábamos cada vez más
preocupados", dice Duffey. "Y empezamos a interesarnos muy
activamente por lo que estaba pasando".
El más amplio Boeing 707 cubrió el vacío cuando los
Comets fueron sacados de servicio.
El 2 de mayo de 1953, 43 personas murieron cuando
un Comet se estrelló poco después de salir de Delhi, en India.
Una investigación reveló que el avión se había
partido tras encontrarse con turbulencias extremas.
Como resultado de estos incidentes, se publicaron
nuevas instrucciones de despegue para los pilotos, se ajustó el diseño de las
alas y se decidió que los modelos siguientes llevaran un radar para el clima.
Pero todavía iban a ocurrir cosas negativas.
"Había dos fallos fundamentales en el
avión", dice Hodgson. "El primero, el sistema de construcción: la
superficie exterior del avión estaba hecha lo más fina posible para ahorrar
peso".
"El Comet volaba muy alto, y necesitaba estar
presurizado para que los pasajeros pudieran respirar", dice Hodgson.
"Si haces eso, es como tomar un globo de juguete, detonarlo y desinflarlo.
El segundo problema eran las ventanas
rectangulares. "Si tienes una apertura cuadrada en una plancha de metal,
como la superficie de un avión, y la sometes a estrés, el lugar donde va
aparecer la grieta es la esquina", explica Hodgson.
El 10 de enero de 1954, el Comet G-ALYP despegó de
Roma y subió a las nubes. Durante una llamada por radio para informar sobre el
tiempo, la transmisión se cortó de pronto.
Abajo, unos pescadores dijeron haber oído múltiples
explosiones antes de ver restos ardientes caer de las nubes. Los 29 pasajeros y
6 tripulantes murieron.
Todos los BOAC y Air France Comets se quedaron en
tierra mientras se recuperaban los restos y se investigaban las causas.
Se ordenaron más de 50 modificaciones en el diseño,
pero los investigadores no pudieron identificar una única causa del desastre.
El Comet fue tan revolucionario para el transporte
aéreo de pasajeros como lo fue el Concorde décadas después.
"Tuvimos una serie de reuniones en
Heathrow", dice el piloto del BOAC Duffey. "Dijeron estar bastante
seguros de saber qué había pasado".
Luego se les pidió que votaran y decidieron
reincorporarse al servicio.
"Yo voté en contra porque sentí que las
modificaciones no habían descubierto adecuadamente la razón de la
explosión".
Desafortunadamente, se demostró que estaba en lo
cierto.
Un terremoto en la industria
Cuando el Comet G-ALYY explotó luego en el aire el
8 de abril, todos los Comets del mundo volvieron a ponerse fuera de servicio.
"Debió ser un terremoto en la industria,
porque todo el mundo miraba al Havilland y Gran Bretaña como los pioneros del
viaje aéreo rápido, alto y cómodo", dice Hodgson. "Era un gran
misterio por qué estos aviones excepcionales y futuristas se estaban cayendo de
pronto del cielo".
Un equipo de expertos se reunió para hacer una
investigación sin precedentes de los accidentes. Y este proceso marcó el
nacimiento de la industria moderna de investigación de accidentes aéreos.
Con el Comet en tierra, el avión que iba a
transformar la forma en que viajamos estaba siendo construido en Seattle,
Estados Unidos.
Con su primer vuelo en julio de 1954, el Boeing 707
entró en funcionamiento en 1958. La empresa construyó eventualmente más de
1.000 de estos icónicos aviones.
De vuelta en Reino Unido, de Havilland desarrolló
el Comet 2 y el 3, antes de desarrollar el 4 a finales de 1958.
El Comet nunca se recuperó en el mercado, pero una
versión modificada del original siguió volando hasta 1997.
Más largo, podía llevar de forma cómoda a 92
pasajeros, más fuerte, más poderoso y con ventanas ovaladas mucho más seguras,
tenía una capacidad de vuelo de 4000 km, haciéndolo ideal para vuelos de media
distancia.
El Comet 4 terminó sus vuelos en 1997.
Duffey, que se había escapado por poco de dos
accidentes fatales del Comet, se convirtió en uno de los primeros pilotos del
Concorde de British Airways.
El único Comet 1 original que queda está siendo
renovado en el Museo de Havilland, una pequeña colección de edificios y
hangares al norte de Londres dirigida por voluntarios.
El Comet todavía parece un avión del futuro.
Sentado en uno de los cómodos asientos tapizados
del departamento de Primera Clase, es fácil imaginar cómo debió haber sido
volar en uno de estos hermosos aviones por encima de las nubes, quizás leyendo
una revista o bebiendo una bebida helada.
Fuente: https://www.bbc.com