- completado 271 cruces del océano Índico
- recorrido una distancia total de 1539546 kilómetros
- y, lo más importante, transportado 51600 kilogramos de correo microfilmado y 6728 kilogramos de carga
31 de enero de 2019
LOS INTRÉPIDOS VUELOS DEL SERVICIO SECRETO DEL DOBLE AMANECER: 32 HORAS PARA BURLAR A LOS JAPONESES DURANTE LA II GUERRA MUNDIAL
Los vuelos del Servicio Secreto del Doble Amanecer
eran tan largos que los pasajeros alcanzaban a ver al Sol salir dos veces.
Hoy
en día, puedes despegar en de Doha, cruzar 10 husos horarios y llegar a
Auckland en 16 horas 20 minutos. O salir desde Dallas y aterrizar en Sídney en
17 horas sin escalas.
Nuevos modelos de aviones como el Dreamliner y el
A350 han hecho que los viajes largos sean más eficientes y rentables, y varias
aerolíneas se disputan el título no oficial del "vuelo de pasajeros más
largo del mundo".
Pero ninguno les llega a los talones a los del
Servicio Secreto del Doble Amanecer, "la aventura más fascinante y
romántica jamás realizada por Qantas", según dijo Hudson Fysh, el fundador
de esa aerolínea australiana y el hombre que ideó el plan durante la II Guerra
Mundial.
La hazaña requería un vuelo a través de más de 5600
kilómetros de cielo controlado por el enemigo.
Japón vs EE.UU.
A finales de 1941, Japón se sentía aislado,
preocupado y particularmente amargado por muchas razones que se habían
acumulado.
Un embargo petrolero que Estados Unidos había
impuesto en agosto para detener sus ambiciones expansionistas en China fue la
gota que derramó la copa.
El 7 de diciembre bombarderos japoneses atacaron Pearl
Harbor en la isla hawaiana de Oahu.
Japón logró con un bombardeo lo que no habían
conseguido los aliados con ruegos: que EEUU le declarara la guerra a Alemania.
La intención era destruir la flota del Pacífico,
pero el objetivo principal, tres portaaviones estadounidenses, se encontraba en
otro lugar y resultó ileso.
De todos modos, el ataque cambió el curso de la
historia: Japón no sólo había tomado partido, sino que despertó al
"gigante dormido" y el presidente de EEUU, Franklin Roosevelt, le
declaró la guerra a Japón y a su aliado Alemania.
El Ejército Imperial Japonés, por su parte, impulsó
sus ambiciones expansionistas con una serie de ofensivas en Asia.
El siguiente objetivo fue Singapur.
Como las armas defensivas británicas en el sur
apuntando hacia el mar, Japón montó un audaz asalto cruzando las junglas de
Tailandia y Malasia para atacar desde el norte.
Tras una semana de combates, las fuerzas aliadas,
alrededor de 16000 soldados británicos y 48000 australianos e indios, se
rindieron y se convirtieron en prisioneros de guerra.
La caída de Singapur fue vista como una humillación
para los británicos.
Con la caída de Singapur, cayó también la vital
Ruta del Imperio, operada conjuntamente por BOAC y Qantas Empire Airways (QEA),
que hasta entonces era la conexión aérea entre Australia e Inglaterra, de manera
que se hizo imprescindible establecer una ruta aérea alternativa.
Un larguísimo secreto
En 1943 Qantas, el Ministerio del Aire británico y
BOAC, antes Imperial Airways, acordaron un intrépido plan propuesto por Fysh,
que requería vuelos regulares entre el río Swan, en Perth, Australia, y el lago
Koggala, en el sur de Ceilán, ahora Sri Lanka.
Recorriendo una distancia de 5652 kilómetros, el
vuelo sin escalas iba a ser el más largo de la historia.
Además, los pilotos debían valerse de la navegación
celestial, con la ayuda de un sextante para obtener lecturas de estrellas y el
Sol, para mantener el silencio de radio sobre las aguas patrulladas por aviones
enemigos.
Y el secreto debía mantenerse también en tierra, lo
que más tarde les causaría problemas a los tripulantes, pues no podían usar
uniformes en público.
El problema era que lo que ese público veía era
hombres jóvenes y sanos que aparentemente no estaban luchando en la guerra. Los
tildaban de cobardes, algo que durante una guerra mundial no era cosa fácil.
A pesar de todo, el primer vuelo despegó el 29 de
junio de 1943 bajo el mando del capitán Russell Tapp.
Una enrevesada misión
El Consolidated PBY es el nombre original del
hidroavión más conocido como Catalina, un apodo que le dieron los británicos y
que se hizo muy popular.
La tripulación de Qantas tenía mucha más
experiencia que cualquier otra en vuelos largos sobre el agua gracias a una
misión muy particular que había realizado hacía dos años.
En enero de 1941, Estados Unidos era país neutral
no participante en la guerra, la ley internacional decía que no podía
proporcionarle armas a ninguna nación que estuviera en guerra.
Lo que sí podía hacer era darle a una aerolínea
civil, como Qantas, y si la aerolínea se las pasaba a un cuerpo militar cuando
llegaba a otro país, como Australia, eso era asunto de ella.
Así que Qantas recibió 19 hidroaviones en Honolulu
y tras largos vuelos sobre las aguas del Pacífico se los había entregado a la
Real Fuerza Aérea de Australia.
Los Catalinas
Un Catalina Antares, operado por Qantas, acuatiza
en Koggala, tras el vuelo sin escalas Australia-Ceylan del Servicio Secreto
Doble Amanecer.
Más tarde EEUU aprobó lo que se conoce como la Ley
de Préstamo y Arriendo. En términos sencillos, significaba que podían prestarle,
no venderle, materiales de guerra a amigos bajo un contrato de arrendamiento o
alquiler.
Los hidroaviones Consolidated PBY de la Armada Real
que el Ministerio del Aire suministró para este servicio secreto fueron algunas
de las cosas que los británicos obtuvieron en virtud de esa ley.
Los británicos llamaban a ese tipo de naves
"Catalinas", nombre que terminaría por imponerse.
A los cinco Catalinas que se usarían en este
servicio secreto les pusieron el nombre de las estrellas utilizadas para la
navegación en la larga ruta: Rigel, Spica, Altair, Vega y Antares.
Tuvieron que ser modificados con tanques de
combustible extra para que tuvieran 36 horas de autonomía.
El peso del combustible limitó la carga a sólo tres
pasajeros y 69 kilos de correo diplomático y de las fuerzas armadas.
A oscuras sobre el océano Índico
El mayor riesgo era que los japoneses los
detectaran, pero cualquier falla técnica también era un grave peligro.
Los vuelos fueron programados para pasar a través
de áreas patrulladas por japoneses durante la oscuridad para que no los vieran.
Oficialmente eran vuelos de aerolínea así que no
tenían armas, pero sí llevaban despachos militares, por lo que, si los hubiesen
forzado a bajar, las tripulaciones probablemente habrían sido ejecutadas.
La experiencia demostró que 183 kilómetros por hora
era la velocidad de crucero más económica con los motores ajustados según el
peso para tener una combustión constante de 22 galones por hora.
Tomaba un promedio de 28 horas para completar el
viaje; el vuelo más corto fue de 27 horas, pero cuando los vientos eran
desfavorables podían durar hasta 32 horas... un largo tiempo para pasar en un
espacio estrecho y ruidoso, preguntándose si en cualquier momento un japonés
iba a derribarte.
El doble amanecer
Certificado para los que vieron dos albas en esos
secretos y peligrosos vuelos.
El poético nombre de la operación, El Servicio
Secreto del Doble Amanecer, se debía a que en cada vuelo veían salir el sol dos
veces, algo que comprobaron los entre 648 y 860 pasajeros, dependiendo de la
fuente, que tuvieron la experiencia.
A cada pasajero le entregaban un documento
ilustrado nombrándolos miembros de "La Orden Rara y Secreta del Doble
Amanecer", para certificar que habían estado en el aire más de 24 horas.
Para cuando la operación terminó el 18 de julio de
1945, el Servicio Secreto del Doble Amanecer había:
Al final de la guerra, los cinco Catalinas del
Océano Índico fueron hundidos en el mar obedeciendo al acuerdo de Préstamo y
Arriendo con el gobierno de los Estados Unidos.
Fue, en palabras de Hudson Fysh: "Un triste
destino para estas espléndidas naves que durante dos largos años nos
transportaron, sin accidentes o contratiempos de ningún tipo, en la operación
más peligrosa que hayamos llevado a cabo jamás".
Fuente: https://www.bbc.com