31 de enero de 2019
EL PRIMER AVIÓN COHETE QUE NO LOGRÓ IMPRESIONAR A HITLER
El 20 de junio de 1939 voló el primer avión
impulsado por cohete. Obra de ingenieros alemanes, no recibió el apoyo de las autoridades del III Reich
Obra de ingenieros alemanes, no recibió el apoyo de las
autoridades del III Reich
En el año 1939, los ingenieros del III Reich, la Alemania
de Hitler, trabajaban en las instalaciones secretas de Peenemünde en proyectos
de alta tecnología. Entre ellos estaba, por ejemplo, Werner Von Braun, el
ingeniero de cohetes que creó el primer misil y que acabó llevando al hombre
hasta la Luna, gracias a la NASA de los Estados Unidos. Gracias a este y a
otros ingenieros, el 20 de junio de 1939 el piloto Erich Warstiz logró hacer
volar el primer avión de la historia propulsado única y exclusivamente por un
cohete de combustible líquido: el Heinkel 176.
Único ejemplar construido del Heinkel 176
Antes de que el cohete del Heinkel 176 rugiera y
alcanzara sus supuestos 750 kilómetros por hora de velocidad máxima, apenas
hacía 20 años que la aviación había alcanzado su mayoría de edad, al acabar la
terrible I Guerra Mundial. Pero lo cierto es que, en cuestión de dos décadas,
los aviones habían sufrido una drástica revolución. Gracias a los trabajos de
diseñadores como William Bushnell Stout, Estados Unidos, Hugo Junkers, Alemania
y Andrei Tupolev, Unión Soviética, en pocos años se pasó de volar biplanos
hechos de madera a hacer volar potentes monoplanos de aluminio y aparatos cada
vez más grandes e impresionantes.
Por ejemplo, en el año 1919 el ingeniero español
Juan de la Cierva diseñó el autogiro. En los años siguientes, los ases del
cielo, como Amelia Earhart, batieron récords de velocidad y distancia. Ya en
1929, el alemán Claude Dornier hizo volar al que sería el avión más inmenso en
los próximos 20 años, el Dornier Do X, un hidroavión de 48 metros de
envergadura. En los primeros momentos, este inmenso aparato debía competir con
los flamantes dirigibles.
Amerizaje de un Dornier Do X. Solo se construyeron
tres unidades
El comienzo de la II Guerra Mundial, en 1939, pilló
a Alemania y a Gran Bretaña diseñando la próxima generación de aviones: los
impulsados a reacción y a través de cohetes. A costa de la guerra más destructiva
de la historia, el hombre estaba a punto de dar los primeros pasos para
convertir la aviación en un bien de consumo cotidiano. Además, en los Estados
Unidos y también en Alemania se diseñaron los primeros helicópteros.
Durante los años 20 se acoplaron motores cohete de
combustible sólido a casi todo lo que podía rodar, como coches, motos, trineos
y pequeños vagones. Ya en 1929, los ingenieros alemanes Alexander Lippisch y
Fritz von Opel montaron cohetes en dos aviones planeadores, el Ente y el RAK 1,
respectivamente. Pero los resultados no fueron demasiado halagüeños: los
pilotos no podían regular el empuje de los cohetes de combustible sólido y los
motores no podían apagarse una vez que se encendían, hasta que no agotaban el
combustible.
Cohetes de combustible líquido
Los trabajos de Wernher von Braun en los cohetes de
combustible líquido, que luego permitieron el desarrollo de cazas y misiles
balísticos, entusiasmaron al ingeniero aeronáutico Ernst Heinrich Heinkel, responsable
del diseño de varios bombarderos, los He 59, He 111 y He 115. A principios de
1937, se acopló uno de estos motores a un avión de hélice, y se hicieron
pruebas en vuelo en las que se pagaba el motor convencional y luego se encendía
el cohete.
El bombardero He 111 aterrorizó a la población de
Londres durante el "blitz"
A continuación, Heinkel construyó un prototipo, el
He 176, específicamente diseñado para volar con el motor cohete de combustible
líquido, y que consistía en una mezcla de peróxido de hidrógeno. Para tal fin,
diseñó un avión sencillo, de madera, provisto de una cabina formada por un domo
acristalado.
El 20 de junio el capitán Erich Warsitz hizo el primer
vuelo con el He 176. El día siguiente, los ingenieros repitieron la prueba ante
autoridades del Ministerio del Aire de Alemania. El aparato no superó los 700
kilómetros por hora y pronto quedó patente el grave peligro que entrañaba el
combustible en el avión. Por eso, ni Erhard Milch ni Ernst Udet, importantes
cargos militares de dicho ministerio, quedaron muy impresionados, así que
retiraron su apoyo al proyecto por considerarlo arriesgado. De nada sirvió
tampoco una demostración hecha ante Adolf Hitler, el 3 de julio del mismo año.
Aun así, antes de cancelar el proyecto, los
ingenieros desarrollaron un prototipo más sofisticado del aparato, al que
siguió llamándose He 176 y que nunca se construyó. Por eso, solo fue construido
un ejemplar del primer avión cohete.
El He 176 fue entregado a un museo en Berlín, pero
los bombardeos aliados acabaron con él en el año 1943. Por entonces, con
Alemania enfrascada en la sangrienta II Guerra Mundial, toda la industria y el
ingenio alemanes trabajaban en diseñar aviones capaces de evitar que su país
quedara aplastado por los bombardeos aliados.
La compañía Messerschmitt desarrolló el Me 163 “Komet”,
que se convirtió en el primer caza de propulsión por cohete de la historia. Los
últimos estertores del III Reich alumbraron siniestros prototipos de aviones
por cohete, diseñados en ocasiones para derribar bombarderos en misiones
suicidas, como el Bachem Ba 349, el Fliegende Panzerfaust o el Focke-Wulf
Volksjäger. Mientras tanto, otras potencias trabajaron también en sus propios
aviones propulsados por cohetes, como el Yokosuka MXY7 Ohka, Japón, el
Bereznyak-Isayev BI-1, Unión Soviética y el Northrop XP-79, EEUU.
Llega el turborreactor
Pero no fue hasta la llegada de la Guerra Fría
cuando volvieron a usarse los aviones propulsados por cohetes. En plena II
Guerra Mundial, los ingenieros se volcaron por los aviones a reacción, mucho
más eficaces.
Un poco después de que estallara la contienda, un
diseño de Heinkel, el He 178, se convirtió en el primer prototipo práctico de
turborreactor. Aunque Heinkel no encontró apoyo, finalmente construyó un
prototipo de caza a turborreacción, el He 280. Los alemanes lograron
adelantarse varios años a los británicos y su Gloster E.28/39.
Diseño del Me 262, el temible caza propulsdo por
turborreacción de la Alemania nazi
Pero el competidor de la compañía Heinkel,
Messerschmitt, comenzó a construir en 1943 el primer caza turborreactor de la
historia: el Me 262 “Golondrina”. Este avión superaba con mucho a sus rivales
propulsados por hélices y, aunque se produjeron más de 1400 unidades, el diseño
llegó tarde y no cambió el curso de la guerra. Tampoco el primer bombardero a
turborreacción, el también alemán Arado Ar 234 “Blitz”, pudo influir. En todo
caso, después de ganar la guerra, los aliados capturaron estos aparatos y los
usaron para hacer sus propios diseños.
Gracias a esto, los diseños alemanes y los de las
otras potencias tuvieron un importante papel en la llegada de la próxima era de
la aviación. Las tensiones de otro conflicto, la Guerra Fría, dieron un impulso
increíble a los aviones grandes y pequeños, y a los cohetes que inauguraron la
era espacial. Los usos pacíficos de hoy en día, que permiten conquistar el
espacio y viajar cómodamente a cualquier parte del planeta, tuvieron unos
comienzos violentos.
Fuente: https://www.abc.es