20 de noviembre de 2018
EL CIELO DE MOSCÚ FUE INEXPUGNABLE PARA LA LUFTWAFFE EN LA II GUERRA MUNDIAL
En la noche del 21 al 22 de julio de 1941, la
aviación alemana por primera vez realizó un ataque aéreo masivo contra Moscú
que fue repelido con éxito por las unidades de defensa antiaérea soviética. La
capital de la URSS evitó el destino de muchas ciudades europeas.
Guerra relámpago
En verano de 1941, uno de los protagonistas más
importante de la guerra relámpago (Blitzkrieg) fue la Fuerza Aérea de la
Alemania nazi, Luftwaffe. La ofensiva de la Wehrmacht contra Polonia en 1939, y
contra Francia en 1940, mostraron que ningún Ejército era capaz de hacer frente
a los ataques lanzados por la aviación, unidades blindadas e infantería alemana
en conjunto.
La interacción de estas Armas permitió a los nazis
lograr triunfo en pocas semanas mientras que sus predecesores llevaron cuatro
años en combates durante la Primera Guerra Mundial.
El secreto del triunfo del Ejército alemán residió
en su organización cuidadosamente preparada y en la táctica de la Blitzkrieg que,
como objetivo, además de derrotar las fuerzas principales del enemigo, también
destruyó sus sistemas de mando, infraestructura de transporte y la base
logística.
Es decir, la nueva estrategia preveía, evitando
largas y sangrientas batallas, privar al enemigo de la posibilidad de utilizar
su potencial militar y repeler ataques con éxito.
Esto era imposible sin conseguir la superioridad en
el espacio aéreo.
Según escribió Hans-Ulrich Rudel, piloto alemán,
poseedor de la más alta condecoración alemana, la Cruz de Caballero con Hojas
de Roble en Oro, Espadas y Brillantes del III Reich, “nuestra tarea era atacar
al enemigo antes de que las poderosas cuñas de nuestros ejércitos desarrollaran
la ofensiva. Debíamos romper la resistencia ante nuestras cuñas para aumentar
la velocidad y la fuerza de nuestra ofensiva”.
La Luftwaffe fracasó sólo durante la batalla de
Gran Bretaña, la mayor campaña aérea de la Segunda Guerra Mundial librada en
cielo británico durante cerca de cuatro meses (de julio a octubre de 1940),
cuando la Fuerza Aérea alemana perdió casi 2 mil aviones y más de 2.500 pilotos
sin lograr ningún éxito.
Al fin y al cabo, la invasión de las islas
británicas fue aplazada y los dirigentes de la Alemania nazi dirigieron la
mirada hacia el Este sin sacar lecciones de esa derrota.
Vuelo agradable
El 8 de julio de 1941, Hitler, entusiasmado con
triunfos de la Wehrmacht en la URSS, ordenó iniciar ataques aéreos masivos a
Moscú y Leningrado (actual San Petersburgo).
El jefe del Estado Mayor General del Ejército de
Tierra alemán, General Franz Halder, escribió en su diario: “Hitler es firme en
su decisión de borrar a Moscú y Leningrado de la faz de la tierra para evitar
que allí quede gente que tendremos que alimentar durante el invierno. La misión
de destruir a estas ciudades la debe cumplir la aviación”.
Los altos mandos de la Fuerza Aérea alemana
compartían este punto de vista porque estaban seguros de que las unidades de
defensa antiaérea soviética casi no opondrán ninguna resistencia.
El comandante del VIII Cuerpo aéreo alemán, General
Wolfram Freiherr von Richthofen, anunció que el ataque aéreo a Moscú
inevitablemente precipitaría la derrota de los rusos.
El comandante de la II Luftlotte (flotilla aérea
nazi), General Albert Kesselring, dijo a los pilotos de aviones bombarderos
antes del primer ataque a la capital de la URSS: “El objetivo es acercarse a
Moscú volando a baja altura y abatir objetivos con exactitud, como en
Inglaterra en condiciones favorables. Espero que el vuelo sea agradable. Dentro
de cuatro semanas las tropas triunfantes de la Wehrmacht estarán en Moscú y la
guerra acabará”.
¿Por qué se pensó que el vuelo sobre la capital
soviética sería agradable para la aviación alemana? Los nazis, que tenían la
experiencia de bombardear a tales grandes ciudades como Varsovia y Londres y
consiguieron avances notables en combates terrestres, estaban seguros de que
las unidades de defensa antiaérea de Moscú tienen en sus arsenales pocos
sistemas antiaéreos y proyectores de luz así que no están dotadas con globos
aerostáticos de barrera y cazas capaces de atacar objetivos aéreos de noche.
El reconocimiento de los objetivos también aumentó
el optimismo, pues el jefe del Servicio de información en el Estado Mayor de la
II Luftlotte, Teniente General Heinrich Aschenbrenner, antes de la guerra había
ocupado el cargo de agregado aéreo en la Embajada de Alemania en Moscú.
Entre los objetivos primordiales fue el Kremlin, el
edificio del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS),
la 1ª Central eléctrica estatal de Moscú, una estación ferroviaria de Moscú, y
varias fábricas grandes.
Precio alto
200 aviones es una flotilla muy fuerte. Pero los
pilotos nazis recibieron una sorpresa desagradable. Cuando se acercaron a Moscú
descubrieron que los rusos tenían muchos proyectores de luz y los aviones no
pudieron volar desapercibido. Al tomar altura para sobrevolar el espacio
iluminado, los bombarderos tropezaron con globos aerostáticos.
Los británicos nunca levantaron los globos a una
altura superior de 2 mil metros, por eso los pilotos alemanes quedaron
sorprendidos al encontrar los globos aerostáticos a la altura de 4,5 mil metros
en el cielo de Moscú. Además, resultó que los rusos tenían en sus arsenales
cazas capaces de atacar objetivos aéreos de noche.
Un célebre piloto ruso, Héroe de la Unión
Soviética, Mark Gallai, que logró un triunfo aéreo en aquella noche, recordó
que la Luftwaffe se comportaba de manera provocadora. “Los bombarderos nazis
volaban a baja altura de dos, tres o cuatro kilómetros como máximo, como si ni
siquiera pensaran sobre una resistencia activa por nuestra parte”, dijo Gallai.
Entretanto, los aviones alemanes fueron esperados.
El 21 de julio por la tarde, unas 2,5 horas antes del ataque, concluyeron
ejercicios de las unidades de defensa antiaérea de Moscú. De esta manera, no
fue difícil preparar para el combate 796 cañones antiaéreos medianos y 248
ligeros, 336 ametralladoras y 602 cazas.
Además, las unidades de defensa antiaérea de Moscú
contaron con 618 proyectores de luz, 303 globos aerostáticos y estaciones de
radar RUS-1 y RUS-2 capaces de detectar objetivos aéreos en un radio de hasta
120 kilómetros.
Los alemanes subestimaron la dotación técnica y el
nivel de preparación de su enemigo y pagaron un precio muy alto por ello.
Al menos la mitad de los aviones no pudo lanzar sus
bombas sobre la ciudad y más de 20 bombarderos alemanes fueron abatidos. El
ataque aéreo de la Luftwaffe causó 130 víctimas, 1166 incendios que se lograron
extinguir hacia las 9 de la mañana del 22 de julio.
El líder soviético, Iósif Stalin, expresó un
agradecimiento especial a las tropas que ayudaron a repeler el ataque de la
Fuerza Aérea alemana, incluidos los efectivos de equipos de bomberos y fuerzas
del orden de Moscú. Poco después, 81 defensores de la capital fueron
condecorados.
Pero el Ejército soviético le quedó mucho tiempo
para conseguir la victoria definitiva en la batalla aérea de Moscú que acaba de
comenzar. El 7 de agosto de 1941 por la noche, el Teniente ruso, Víctor
Talalijin, se lanzó al combate contra los bombarderos fascistas en los accesos
a Moscú, embistió y derribó a un aparato enemigo. Esa fue una de las primeras
embestidas realizadas de noche. Talalijin murió en un combate en otoño del
mismo año.
De julio de 1941 a abril de 1942, la Fuerza Aérea
alemana realizó unas 8000 incursiones aéreas contra Moscú. La inmensa mayoría
de los bombarderos no pudieron irrumpir en la ciudad, sólo lograron hacerlo 234
bombarderos que lanzaron 1610 bombas rompedoras y casi 100 mil bombas
incendiarias.
Las Fuerzas Armadas soviéticas abatieron 952
bombarderos y averiaron 130 aparatos de los nazis. Los bombardeos masivos de la
capital concluyeron hacia el verano de 1942 y la última bomba fue arrojada
sobre Moscú en verano de 1943. Los vuelos de la Luftwaffe por el cielo de Moscú
para los pilotos alemanes fueron muy poco agradables.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON
LA DE RIA NOVOSTI
Fuente: https://mundo.sputniknews.com