5 de noviembre de 2018
LA CAZA AÉREA, SEGUNDA GUERRA MUNDIAL, COMBATE CON REACTORES Y FUTURO – PARTE II
Por: Carlos GÓMEZ-MIRA
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Fue en esta contienda en donde el combate aéreo
alcanzó su mayor intensidad. Como prolegómenos a esta confrontación masiva, la
guerra aérea transitó por la contienda civil española, que tuvo entre sus
innovaciones a las famosas “cadenas”, casi el primer puente aéreo para
trasladar tropas… Pero a efectos de los aviones de caza, fue todavía una pelea
casi con los mismos planteamientos que la antigua Gran Guerra, biplanos de
tela, a excepción del I-16 “Rata/Mosca” por parte republicana y el Me-109 por
parte nacional. Las tácticas de combate y los calibres de las armas continuaban
casi siempre iguales a los de la Primera Guerra Mundial.
El planteamiento a partir del primero de septiembre
de 1939 cuando Alemania invade Polonia fue que los cazas “amigos” protegieran a
los bombarderos o aviones de ataque, y que los cazas oponentes intentaran por
todos los medios derribar a esas aeronaves atacantes.
Pero la verdadera batalla aérea se desarrolla sobre
Inglaterra. Los alemanes intentaban bombardear los objetivos sobre suelo
inglés, protegidos por bandadas de cazas propios y en contrapartida los
ingleses trataban por todos los medios de que las bombas no llegasen a caer en
su territorio.
Heinkel 111 sobre Wapping en
Inglaterra
Ya entonces los aviones habían cambiado. En realidad,
no había biplanos, eran monoplanos de tren retráctil de construcción mayormente
metálica y donde el armamento había evolucionado. De dos ametralladoras de
calibre 7,7 mm se fue pasando a armas de más de 12 mm, acabando al final en los
30 mm.
También el combate cambiaba de ser una “filigrana”
de figuras acrobáticas a ataques a gran velocidad, pasada disparando y ascender
rápidamente para empezar de nuevo. Más importante que la maniobrabilidad se
imponía el ser lo más veloz posible y disponer de un fuerte armamento.
Las tácticas también variaban. Inglaterra en un
principio volaba con patrullas de tres aviones, y los alemanes que habían
aprendido en la Guerra Civil Española, volaban en elementos de dos aviones,
bastante más ágiles y efectivos.
Pero para el público vuelven a resurgir los “ases”,
los caballeros del aire, los valientes guerreros que se miden en los combates
aéreos.
Un piloto de
Hurricane habla con un oficial de inteligencia después de volver de un combate
aéreo en octubre de 1940.
Así como en la Primera Guerra Mundial, los pilotos
con mayor número de derribos fueron, por Alemania Richthofen, y por parte
francesa Fonck, con 80 y 75 victorias respectivamente, en esta contienda las
cifras se dispararon de manera abrumadora.
Erich Hartmann por parte alemana, llegó a la
increíble cifra de 352 aviones derribados. Ningún piloto en el bando aliado,
llegó ni siquiera a los 100 derribos. Esto tiene una explicación; los ingleses
o americanos al llegar a un número determinado de misiones eran relevados de la
primera línea del frente y llevados a la retaguardia, para cubrir puestos de
dirección o de enseñanza para los futuros pilotos de caza.
Erich
Hartmann.
Pero en Alemania, no hicieron eso, fundamentalmente
por la escasez de aviadores con experiencia, y también había otra razón. La
relación entre aviones de uno y otro bando fue en general favorable a los
aliados, sobre todo al final de la Guerra. Es decir que una vez en el aire, a
la hora de entablar combate, por cada avión alemán había más aviones aliados.
Esto hacía que el piloto de la Luftwaffe tenía más “victimas” para escoger que
los pilotos ingleses o americanos.
Al acabar la contienda había dos tipos de pilotos,
los que tenían una gran experiencia y habilidad, ganada a lo largo de muchos
combates, y los que, por falta de horas de vuelo, ya tenían bastante con no
matarse manejando una bestia parda de cerca de 2000 caballos, y que por
supuesto si sobrevivían a esos primeros combates, ganando experiencia
conseguían llegar a ser auténticos pilotos de caza.
Un Bf 109
G-2 en agosto de 1942 similar al de Hartmann.
Hartmann tardó meses en conseguir su primer
derribo. Después gracias a su habilidad y sobre todo acumulando experiencias,
llegó a abatir 11 aviones en un solo día (24-08-1944).
Pero la táctica caballerosa, que se vendía al
público no era real. Hartmann decía: “Lo que hay que hacer es detectar al
enemigo, lo antes posible y sin que éste nos vea. Decidir cómo atacar por
sorpresa y si no se ve claro, marcharse y buscar una mejor ocasión. Hay que
disparar cuando el avión enemigo ocupe todo el parabrisas de nuestro avión, lo
más cerca posible, entrando desde abajo y desde atrás a gran velocidad, sin que
él advierta nuestra presencia. Soltar la ráfaga mortal y salir hacia arriba
aprovechando nuestra energía.”
Hartmann decía que “eso de andar haciendo piruetas…
era una pérdida de tiempo” No obstante a veces cuando te veías involucrado en
un combate cercano, no quedaba más remedio que recurrir al combate virado,
acrobático, vamos lo que el “publico creía que eran las justas aéreas”.
Pero lo que cambió totalmente, era el armamento de
los aviones. Progresivamente fue ganando en calibre y en número de armas. El
motivo principal, era poder disparar a más distancia, y de una manera más
letal. Al final del conflicto, nadie llevaba menos que “algo” de 30 mm. El
Me-262, el único reactor operativo de verdad en la Segunda Guerra Mundial,
portaba cuatro cañones de 30 mm. Su objetivo principal, era derribar las
“fortalezas volantes” que asolaban Alemania. Derribar un gran avión con armas
de 7 mm de calibre, era prácticamente imposible.
Ilustración
de Me-262 atacando una formación de Avro Lancasters en Marzo de 1945
Los combates con reactores
Cuando después de la Segunda Guerra Mundial,
entramos en la “Guerra Fría” surgió el conflicto de Corea. La primera vez que los
combates se desarrollaban a altitudes enormes, rozando los 40000 pies y a
velocidades casi supersónicas.
Dos aviones fueron los actores principales de este
conflicto; por parte del bando comunista el Mig-15, y por parte occidental el
F-86 Sabre. Dos máquinas bastante parecidas, tanto en su geometría como en sus
prestaciones. Algo más ligero el Mig, que por eso tenía un poco más de “techo”
y de velocidad ascensional.
Mig-15 soviéticos preparados para despegar durante
la Guerra de Korea.
He tenido la enorme suerte de volar el Sabre en mis
“años mozos”. No he podido volar el Mig, pero si lo he podido ver con
detenimiento. Puedo decir que el Sabre era casi como un coche de lujo. Cabina
muy bien organizada, pequeña, cosa rara en los aviones americanos, tres
sistemas hidráulicos, para mover todos los mandos frenos y flaps, buena
presurización y un sistema de tiro bastante desarrollado, con un primitivo
radar, era esa pequeña nariz negra que había sobre la toma de aire, que ayudaba
a corregir los disparos cuando se hacían en el aire con un fuerte número de “g”
o gran distancia.
Formación de F-86 sobre Korea en 1953.
Por el contrario, el Mig estaba construido de una
manera muy tosca, muy poco refinada, pero efectiva. Tan solo los alerones
tenían ayuda hidráulica, las superficies de cola se movían manualmente. Fácil
de mantener por sus sistemas tan básicos. Pero carecía del radar de tiro del
Sabre. Solamente un sistema giroscópico un poco mejorado de lo que había unos
años antes.
Pero a la hora de hablar del armamento estos
aviones tenían dos concepciones opuestas.
El Sabre disponía de seis ametralladoras de 12,7 mm
es decir no era un calibre muy fuerte, pero la teoría era lanzar una
“perdigonada” muy concentrada. Tenía una gran cantidad de munición para
disparar. Es decir, aunque no apuntases muy exactamente o pasase el avión
enemigo por delante de tu morro, la cadencia y cantidad de balas que lanzaba el
Sabre, haría que unas cuantas alcanzasen al Mig.
Por el contrario, el avión soviético tenía dos
cañones de 23 mm, con 80 obuses cada uno, y una terrible arma de ¡37 mm! con
tan solo 40 obuses. Pero un solo tiro de estas armas era totalmente mortal para
el avión opuesto debido a su gran calibre.
La táctica en los combates era casi la misma que en
la Segunda Guerra Mundial, que tan solo hacía 5 años que había concluido. De hecho,
los mejores ases, tanto por un bando como por el otro, eran pilotos veteranos
de aquella guerra.
Casi podemos decir que este conflicto fue la última
vez que se peleó en el aire a base de tiros de cañón y ametralladoras.
Mig-15 siendo atacado por un F-86 Sabre. Fotograma
de la cámara abordo.
El “publico” no llegó a conocer apenas a los ases
de aquella contienda. Ambos bandos, inflaron de una manera artificial sus
derribos. Casi hubo empate. El Sabre consiguió algo más de éxito, pero fue
debido principalmente al mejor sistema de tiro, con el visor y el radar para
medir distancias del que no disponía el Mig 15, y a la mayor profesionalidad de
los pilotos. En un principio, el caza soviético lo pilotaban rusos, de gran
experiencia, pero más tarde eran pilotos chinos o coreanos bastante “bisoños”.
Después de este conflicto, ha habido guerras,
quizás la principal y más larga la de Vietnam. Pero en estas guerras en el
aire, más que conseguir derribos a base de disparos de cañón, lo hicieron con
misiles, fundamentalmente los aviones norteamericanos.
Había la casi certeza de que el combate a tiros de
arma fija se había acabado. De hecho, el Phantom F-4 en sus primeras versiones
carecía de ellas. Por eso algunos combates se resolvieron a base de lanzar
misiles AIM-7 Sparrow de guía radar semiactiva, cuando el enemigo estaba a
media distancia y el AIM-9 Sidewinder de guía infrarroja, cuando el combate era
más cercano. Gracias a estos misiles, ya no era necesario hacer “las piruetas”
que decía Hartmann. Solamente con tener “ventaja” en la posición ya se podía
lanzar un misil, sin necesidad de apuntar exactamente con el visor de tiro.
El futuro de la caza aérea
¿Cómo puede ser el futuro de la caza como arma
aérea? Hasta la Segunda Guerra Mundial, había dos tipos muy diferenciados de
aviones: los bombarderos y los cazas. Los primeros eran en realidad aviones
grandes de transporte (de transporte de bombas) poco ágiles y que necesitaban
para su éxito de la cobertura de aviones de caza. Estos últimos, por el
contrario, eran aparatos, pequeños, de gran agilidad y en general manejados por
un solo piloto, no como los bombarderos que tenían una tripulación de casi una
decena de hombres.
¿Quién en aquella época pensaría que tan solo 15
años después se fabricarían aviones que podían transportar la carga de bombas
de un B-17 “fortaleza volante”, pero que, si se desprendía de toda su carga
bélica que llevaba bajo las alas, se convertía en un caza extraordinario? Estoy
hablando del F-4 Phantom.
Desde que se crearon estos aviones polivalentes,
que podían ser buenos cazas y extraordinarios bombarderos, la razón de existir
de éste último casi careció de sentido. Algunos lectores dirán que en donde
ponemos entonces el B-52, el BUFF (Big Ugly Fat Fucker). Pero este avión nació
como un aparato para llevar bombas nucleares. Posteriormente ha desempeñado
muchas otras misiones, y lleva camino de conseguir ser el avión operativo más
longevo del mundo.
Los demás países, excluyendo Estados Unidos y
Rusia, no disponen hoy día de bombarderos puros. Los Eurofighters, Rafales,
Grippen, F-22, etc. son aviones multiusos, que lo mismo pueden arrojar bombas o
armamento ofensivo, que enzarzarse en combates aéreos.
Cazas de última generación en formación.
Pero quizás, estos aparatos pueden ser los últimos
cazas tripulados. Un “dron” se puede manejar hoy día perfectamente desde el
suelo. Con esto se evita meter una cabina, sistemas para la supervivencia del
piloto, asiento eyectable, presurización, aire acondicionado, oxigeno,
instrumentos etc. Todo eso es peso y complicaciones. Además, el piloto, como
ser humano tiene sus limitaciones, no se le puede meter un número muy elevado
de “g”, que hoy día esos aviones pueden soportar. Y con las toberas de
geometría variable, se pueden sufrir aceleraciones laterales que el cuerpo
humano soporta mucho peor.
Dron de combate X-47B realizando pruebas en el USS
George HW Bush.
Por otra parte el combate aéreo clásico ha
desaparecido. Ahora los cazas pueden “verse” a muchas millas de distancia, gracias
a los “ojos electrónicos”, radares, información trasmitida desde tierra etc.
Cuando se enzarzan, parece ser más una
confrontación del “ratón y el gato”. Yo te lanzo un misil… tu me haces
contramedidas… más cerca recurro a sistemas infrarrojos… tu me tiras bengalas…
al final el combate se va a decidir, casi sin que los contendientes se
necesiten ver, aunque… por si acaso, todos conservan un par de cañones, que
seguramente nunca emplearán sino es, como último recurso.
Luego el futuro de la caza será seguramente el
avión sin piloto, manejado desde tierra, o desde otro avión, tipo AWACS en el
aire.
Lo curioso es que los modernos “cazas” son el sueño
de cualquier piloto. Sus relaciones peso/potencia son espectaculares, la
maniobrabilidad, fabulosa, su capacidad de armamento impensable hace unas
decenas de años.
¿Y para qué sirven esas “piruetas” increíbles” que
pueden hacer? Pues en parte ya lo dijo Hartmann hace muchos años, para poco,
pues el combate “virado” lo podemos dar casi por muerto.
Hace años los cazas debían ser rapidísimos para
poder alcanzar a los bombarderos, pues siempre el ataque venía “desde atrás”.
Por eso los aviones de aquella época, F-4, Starfighter, Mirage, o Mig 25, eran
aparatos que podían volar a más de Mach 2. Pero hoy día los aviones de caza ya
no necesitan correr tanto. Se puede disparar al enemigo “de frente” con las
nuevas armas, no hace falta “perseguir” al oponente. Ahora en general, los
cazas tienen menos velocidad punta, no la necesitan.
Formación de
EF-2000
Los cazadores
Siempre, además del “publico” que ha idealizado a
los pilotos héroes de la caza, entre ellos hubo una gran admiración y respeto.
Cuando murió Von Richthofen, tuvo funerales con honores militares por parte de
sus oponentes, los británicos. Clostermann, cuenta como casi al final de la
guerra tuvieron noticias de que Walter Nowotny había muerto. Un piloto alemán
con 258 victorias aéreas en su haber. En su libro Le grand cirque, escribió:
Walter Nowotny ha muerto. Nuestro adversario de los cielos de Normandía y de
Alemania falleció anteayer de resultas de sus quemaduras, tras un accidente, en
el hospital de Osnabruck. Hoy nos toca saludar a un enemigo valiente quien
acaba de morir, hemos de proclamar que Nowotny nos pertenece, que forma parte
de nuestra esfera donde no admitimos las ideologías, ni los odios ni las
fronteras.
Siempre hubo esa admiración entre los pilotos de
caza. Y es curioso que, aunque en nuestro idioma una victoria aérea es eso, o
lo podemos llamar un derribo, en inglés es un “kill”, pero kill significa,
matar, asesinar, finalizar. Es decir, para el anglosajón, parece que es más
importante acabar con el piloto que derribar el avión. Vamos que compara, en
cierta manera, el piloto de combate con un sniper, un francotirador.
Pero ser, o haber sido un piloto de caza, crea una
categoría, un algo especial. Por eso hay ese reconocimiento entre todos los
aviadores que han tenido la suerte de haber manejado en una parte de su vida,
estos aviones milagrosos, con unas características espectaculares, capaces de
llegar a la estratosfera en menos de 3 minutos, después del despegue, de
moverse en el aire con una agilidad inimaginable, que hace que te sientas con
una libertad en el cielo, como pocas personas han experimentado en su vida.
Fuente: http://www.hispaviacion.es