1 de noviembre de 2018
“JESÚS DEL GRAN PODER”, EL AVIÓN ESPAÑOL DE RÉCORD QUE CRUZÓ EL ATLÁNTICO EN 1929
El 26 de marzo
de 1929, este biplano batió la marca de permanencia en vuelo de una aeronave
terrestre sobre el mar.
El piloto Ignacio Jiménez y el ingeniero Francisco Iglesias, protagonistas del heroico vuelo desde Sevilla a Brasil
Por Manuel
P. VILLATORO
De entre
todas las aventuras que atesora nuestra historia de la aviación, la Semana
Santa guarda con especial recelo una: el vuelo del “Jesús del Gran Poder”. Este
biplano, pilotado por dos españoles, consiguió hace 84 años batir el récord de
permanencia en vuelo de un avión terrestre sobre el mar tras vivir una larga
lista de aventuras
El vuelo
partió concretamente desde Sevilla para aterrizar en Bahía, Brasil, en un
tiempo de 43 horas y 50 minutos, algo insólito para la aeronáutica española.
Este hito ha provocado que, casi un siglo después, el “Jesús del Gran Poder”
tenga hoy un sitio privilegiado en el “Museo del Aire” de Madrid, ubicado en
Cuatro Vientos, donde sus visitantes pueden disfrutar del casi centenario
aeroplano.
La ilusión
de un récord
Las
aventuras de este avión español comenzaron con una mera carta enviada en 1927
por el piloto Ignacio Jiménez al ingeniero Francisco Iglesias. En ella, le
proponía acometer el reto de superar el récord de distancia recorrida en vuelo,
en esos momentos situada en 6290 kilómetros.
Casi
inmediatamente, y a pesar de que en aquellos años hacer un viaje de esas
características suponía un serio riesgo, Iglesias aceptó. Así, haciendo acopio
del espíritu aventurero que miles de españoles habían mostrado varios siglos
antes al embarcarse hacia el nuevo mundo, ambos comenzaron a preparar esta
gesta.
Breguet
XIX, el avión seleccionado
Para llevar
a cabo la proeza, los españoles necesitaban sin embargo un avión que pudiera
cargar con una cantidad de combustible fuera de lo normal. Por ello,
seleccionaron el Breguet XIX, uno de los aeroplanos más modernos de la época.
Fabricado
por una de las empresas aéreas más conocidas en España, Construcciones
Aeronáuticas S.A (C.A.S.A), este biplano tenía sin embargo un problema: un
tanque de combustible demasiado pequeño. Por ello, los españoles solicitaron la
versión “Bidón” o “Gran Raid” de este tipo de aeroplano, la cual disponía,
entre otras cosas, de un depósito mayor de carburante.
Con los
aviadores preparados para la aventura y el avión seleccionado, ya sólo faltaba
que estos dos militares pidieran el correspondiente permiso a las autoridades
para hacer su particular raid hacia América. Así, dos años después del viaje de
Ramón Franco a Argentina, Jiménez e Iglesias planeaban añadir una nueva muesca
a la empuñadura de la aviación española.
El “Jesús
del Gran Poder”, en el “Museo del Aire” de Madrid
Sin
embargo, los aviadores se encontraron con que las autoridades militares
prohibieron este viaje. “Jiménez e Iglesias tenían ahora puesta la mirada en
Cuba (…) donde tantos españoles vivían (…) Pero esta ruta presentaba una
peculiaridad (…): la mayor parte de su recorrido tenía que hacerse sobre el
océano, y el mando no terminaba de convencerse de la seguridad de un avión
terrestre (…) sobre una extensión de agua tan prolongada”, determina el Instituto
de Historia y Cultura Aeronáutica (IHCA) en su libro “Grandes vuelos de la
aviación española”.
Como
alternativa, las autoridades propusieron a los pilotos dirigirse hacia
Pakistán, cuya distancia permitía también batir el récord internacional. Oficialmente,
los aviadores aceptaron sin rechistar, pero, de forma secreta, organizaron
paralelamente el viaje hacia las Américas. Su idea parecía sencilla: hacer
creer al ejército que partirían hacia Asia y, tras haber despegado, cambiar el
rumbo y dirigirse hacia La Habana.
Tras llevar
a cabo varias pruebas, se determinó que el aparato y la tripulación estaban
listos para partir, cosa que se realizaría tras “bautizar” como era debido el
aparato. “El 30 de marzo, el Breguet XIX Gran Raid nº 72 se bautizaba solemnemente
en Sevilla con el nombre de (…) “Jesús del Gran Poder”. El oficiante en la
ceremonia de bendición fue el cardenal arzobispo de Sevilla (…) y la madrina,
nada menos que S.M. la Reina doña Victoria Eugenia, que (…) rompió sobre el
buje de la hélice una botella de vino, como era tradicional”, afirma el IHCA.
No
obstante, y tras un desafortunado accidente, el entonces coronel Kindelán, al
mando de esta operación, descubrió las intenciones de Jiménez e Iglesias justo
antes de que estos despegaran. Con gran irritación, el militar detuvo el viaje
y dio a elegir a los pilotos: partir hacia Asia o abandonar el proyecto. No
quedaba otro remedio, así que los españoles se resignaron y empezaron los
preparativos para viajar hasta Oriente.
Un primer
viaje desastroso
Sin más
opción para cumplir su sueño, los pilotos iniciaron el viaje hacia Oriente el
29 de mayo de 1928. “Desde Sevilla, Jiménez e Iglesias salieron al mediterráneo
por Gibraltar (…), luego continuaron volando hacia el cabo de Gata (…). Al
final entraron en Asia Menor por la zona de Alepo”, determina la institución en
su libro.
El “Jesús
del Gran Poder” fue construido en Getafe por CASA
Todo iba
bien hasta que alcanzaron los 5100 kilómetros de recorrido. En ese momento, los
españoles tuvieron que enfrentarse a uno de los mayores retos de su vida de
pilotos: una terrible tormenta de arena que no pudieron esquivar.
Su pericia
y habilidad les permitió volar durante horas en la tormenta. Sin embargo,
parece que el motor del Breguet no estaba dispuesto a pasar por tantas penurias
como ellos para lograr conseguir el récord, pues, al final, no aguantó la
entrada masiva de arena en su mecanismo y comenzó a fallar. Tras 28 horas,
Jiménez e Iglesias no tuvieron más remedio que aterrizar; la marca no había
sido batida.
Prisioneros
de los beduinos
En cambio,
podía haber algo peor que estar perdidos en medio de Asia. “Después de
aterrizar en aquellas lejanas tierras con el Jesús del Gran Poder, Jiménez e
Iglesias tuvieron que permanecer durante unos días prisioneros de los beduinos,
hasta que, oportunamente, fuerzas británicas ayudadas por el personal de la RAF
acudieron a rescatarlos”, explica el IHCA.
Pero esto
no fue todo. Una vez liberados, los pilotos solicitaron a la Península una
serie de piezas dañadas para poder reparar el biplano y regresar. Sin embargo,
y por alguna extraña razón, las autoridades se equivocaron y las mandaron nada
menos que a Japón. “Se pasaron todo el verano soportando una temperatura media
de más de 50 grados a la sombra que acabó por estropear la goma de
revestimiento de los tanques de gasolina del aparato”, finalizan los miembros
de la entidad militar.
Finalmente,
y como las desgracias nunca vienen solas, en Bagdad se informó a Jiménez e
Iglesias de que el récord mundial de distancia en vuelo había sido batido de
nuevo por los italianos Ferrarin y Del Prete. Estos, a bordo de su Savoia
Marchetti S-64, habían recorrido una distancia de 7188 Km.
Un nuevo
viaje
A pesar de
todas las penurias, los aviadores no pensaban rendirse y, en cuanto llegaron de
nuevo a España, solicitaron otra vez el permiso para llevar a cabo un raid
hasta América. En este caso, la suerte les sonrió, pues las autoridades
militares les dieron el visto bueno tras observar, mediante el viaje del
Savoia, que era un vuelo factible.
El nuevo
recorrido tenía como primera escala Río de Janeiro y sus preparativos se
iniciaron casi inmediatamente. Se pidieron decenas de partes meteorológicos, se
revisó cuidadosamente el Jesús del Gran Poder y se barajaron todas las rutas
posibles para que el viaje fuera lo menos peligroso posible.
Los
itinerarios realizados por el “Jesús del Gran Poder”
La premisa
era no llevar ni un gramo más de peso extra. Por ello, Jiménez e Iglesias
decidieron que harían uso del sistema de navegación astronómica, mediante
logaritmos, y que no cargarían en el Breguet ninguna radio. Además, llenaron
los compartimentos de víveres con alimentos ligeros tales como higos secos,
dátiles, chocolate, agua mineral, coñac y varios termos con café.
Una vez que
estuvo todo preparado y que los pilotos habían tomado la suficiente cantidad de
astringente para evitar hacer sus necesidades en el avión durante dos días,
comenzó el viaje. En este caso, no se avisó a la prensa y el despegue se
realizó con la mayor discreción posible a las 17:35 horas del 24 de marzo de
1929 desde Tablada, Sevilla.
La
inmensidad y el peligro del Atlántico
Con el
destino marcado en Río de Janeiro, los pilotos comenzaron su viaje, con el que
se pretendía, además de batir el récord de distancia en vuelo, establecer lazos
de unión entre los países de habla hispana.
Durante las
primeras horas de vuelo todo se desarrolló de forma normal. De hecho, el Jesús
del Gran Poder cubrió los kilómetros iniciales de una forma impecable bordeando
la costa africana. Sin embargo, la gran prueba no llegó hasta que Jiménez e
Iglesias tuvieron que enfrentarse al Atlántico Sur: una inmensa masa de agua.
Los
aviadores pronto descubrieron lo duro que era deslizarse a través de las nubes
con la única vista de kilómetros y kilómetros de agua en el horizonte. “Es
lógico que se echara de menos a la gente, a hablar con alguien, en un momento
en el que sólo se oía el ruido del motor en un panorama mudo y desierto; cuánto
habrían dado ahora por una radio por la que poder comunicarse entre ellos (…) Y
menos mal que aún disponían de un bidón para correspondencia interior”, explica
el IHCA en el texto.
A su vez,
la posibilidad de que el avión sufriera una avería se volvía mucho más
peligrosa sobre el océano. Y es que, al ser el Jesús del Gran Poder un biplano
de tierra y no un hidroavión, caer sobre el agua significaba el fin del viaje.
Por ello, los sentidos de los militares se agudizaron durante este trayecto, no
podían permitir que nada saliese mal.
Problemas
finales
Tras las
primeras 36 horas de vuelo, y habiéndose turnado para dar alguna breve cabezada
durante la noche, los aviadores avistaron el faro de Natal, al noroeste de
Brasil. La primera prueba, superar el desierto de agua que era el Atlántico
sur, había sido superada. Su felicidad no podía ser mayor. Con 5680 km
recorridos, los pilotos eran bastante optimistas con su destino.
Sin
embargo, el destino volvió a ser esquivo con ellos. En este caso, se
encontraron con fuertes rachas de viento que no pudieron sortear y, finalmente,
tuvieron que capitular y aterrizar en Cassamary, cerca de Brasil, el 26 de
marzo. Eso dejaba en una cruda situación el récord, pues habían recorrido un
total de 6550 kilómetros en 43 horas y 50 minutos, algo insuficiente para
entrar en la Historia.
Como héroes
Pero,
aunque la marca de distancia no había sido batida, lo que sí consiguieron
Jiménez e Iglesias fue otro récord: el de mayor permanencia en vuelo sobre el
mar con un avión terrestre. A su vez, subieron al “podio” internacional al
obtener la segunda mejor marca de duración absoluta de un vuelo.
De
Cassamary viajaron a Río de Janeiro, donde fueron recibidos como héroes. De
hecho, al llegar recibieron varios telegramas tanto de Kindelán como de sus
majestades los Reyes felicitándole por la proeza. En los días posteriores, los
aviadores llevaron a cabo una gira junto al Jesús del Gran Poder por gran parte
de Latinoamérica para, finalmente, volver a España, donde fueron acogidos como
los aventureros y vencedores que eran.
Fuente: www.abc.es