25 de noviembre de 2018
EN EL PARAGUAY SE REGISTRÓ EL PRIMER COMBATE AÉREO DE SUDAMÉRICA
Hay pasajes de la historia de los paraguayos que
demostraron valentía en la guerra que son poco conocidos por las nuevas
generaciones. Amén de lo aborrecible que debe ser un enfrentamiento armado, en
las conflagraciones se producen hechos de arrojo y coraje en pos de la
sobrevivencia, que con el transcurrir de los años parecen fantásticos. La
última recordación del aniversario de la batalla de Boquerón dio de nuevo lugar
a la evocación de nuestros héroes. Pero pocos saben del protagonismo de
arrojados pilotos que combatieron en la contienda.
Por Fernando ROCHOLL
Uno de ellos, Emilio Rocholl, fue el que pilotó el
avión, un Potez-25 francés, que participó del primer combate aéreo registrado
en el continente. En esta entrevista, su hijo, el conocido médico alergista
Fernando Rocholl, relata pasajes de aquella historia de bravura de paraguayos
como uno, envueltos en una contienda sin haberlo imaginado siquiera.
¿Es cierto que fue la primera batalla aérea de
Sudamérica?
Sí, fue la primera, en Boquerón. Mi padre pilotaba
un Potez-25 francés, un avión grande, de unos ocho metros de largo por cinco de
altura. Había 14 de ese tipo en la Fuerza Aérea Paraguaya. Los bolivianos
tenían más de 100 aviones norteamericanos, mucho más rápidos. Pero los nuestros
eran verdaderas fortalezas volantes.
¿Qué tenían?
Eran aviones grandes con gran autonomía de vuelo,
ocho horas. Alcanzaban 8000 metros de altura. En cambio, los aviones
norteamericanos de Bolivia apenas podían volar dos horas y media antes de
volver a su base. Nuestros aviones eran temibles. Nuestros enemigos tenían un
miedo terrible cuando veían dos Potez-25 juntos. Si había tres, eran
invencibles. Ellos se corrían enseguida.
¿Cuándo fue aquel combate?
El 9 de setiembre de 1932, el día que comenzó el
asedio al Fortín Boquerón, que duró 20 días. Mi padre era Teniente Primero. Era
el benjamín de la aviación militar paraguaya y a la sazón contaba con 22 años.
Pilotaba el Potez número 5. Los 14 estaban enumerados de 1 a 14. Como copiloto
lo acompañó el Teniente Primero, también piloto aviador militar, Román García.
¿Cómo fue?
Ya en Boquerón fue interceptado por un caza
boliviano y al rato se le sumaron dos más que lo atacaron desde atrás. Eran
tres veloces cazas de marca Curtis, norteamericanos de alta velocidad, 320 km
por hora. Los Potez solo podían llegar a 200 km por hora. Ellos formaron un
triángulo, dos arriba, uno a cada lado, y otro en el medio. En esa posición
hacían fuego cruzado sobre la máquina, desde atrás generalmente. Esa operación
se repetía tres o cuatro veces porque los aviones enemigos eran muy rápidos. En
el libro "La Guerra del Chaco", su autor, un boliviano, admite:
"Rocholl derribó uno y los otros dos aviones bolivianos se dieron a la
fuga".
¿Qué pasó después?
Luego de cumplir su misión, el Potez número 5
regresó a su base de la Isla Taguato. Aterrizó
perfectamente, según consigna un artículo publicado en el diario El Orden del sábado 10 de setiembre de 1932. Una vez en tierra, verificaron
los daños sufridos por el avión. Se constataron más de 32 perforaciones de
proyectiles. Fue prácticamente rociado a balazos. Los disparos produjeron
roturas de cables de comando. Había perforaciones en las alas, el fuselaje y
otros sectores del aparato. Felizmente, las partes vitales no fueron dañadas.
Ese fue el reporte de los mecánicos de la aviación militar encabezados por el Teniente
Agustín Pasmor, jefe mecánico de la Escuadrilla de Reconocimiento y Bombardeo.
¿Quiénes entrenaron a los pilotos paraguayos?
Con la misión militar francesa primero. Fromont y
Pommier eran los profesores de la Aeronáutica Militar Paraguaya. Ellos pelearon
en la I Guerra Mundial. Cuando se fueron, se hizo cargo el Mayor argentino Almando
Almonacid.
¿Antoine de Saint Exúpery, autor de El Principito,
el famoso aviador y escritor francés, ya no les alcanzó como entrenador?
No. Él fue uno de los propietarios de la línea
comercial aeropostal que hacía los vuelos entre Buenos Aires y Asunción, la
Compagnie Generale Aeropostale, que tenía como colaboradores a Mermoz, Paul
Vaché, Etienne, a los argentinos Almonacid, Selvetti.
¿Cómo podían conocer el objetivo si no había tantos
instrumentos de vuelo en esa época?
Los vuelos se hacían a baja altura. Se reconocía el
objetivo por los accidentes geográficos, los ríos, la vegetación. El piloto y
el copiloto iban al aire libre, con antiparras, el nombre que tenían aquellos
anteojos grandes para cubrir los ojos de la velocidad del viento. Vestían un
overol abrigado, sacones de cuero, la gorra de cuero con orejera, pantalones de
montar y botas de cuero.
¿Podían salvarse los pilotos si los aviones eran
alcanzados?
Depende. Solo podían saltar antes de tocar tierra.
Los paraguayos no llevaban paracaídas para alivianar el peso de la aeronave. En
su reemplazo cargaban bombas, hasta 250 kilos de bombas. Eran ataúdes volantes.
Podían explotar en el aire. Trifón Benítez Vera cayó en Saavedra en un combate
aéreo enfrentado a tres cazas bolivianos. Avalos Sánchez era su copiloto y
artillero. Con esa formación triangular lo derribaron.
¿Cómo se podían defender?
La característica de estos aparatos es que tenían
atrás un artillero, el copiloto, con ametralladoras apareadas, marca Mandsen,
de dos cañones, giratorarias. El piloto tenía a su cargo dos ametralladoras de
alta potencia en su carlinga o cabina. Los combates eran dramáticos. El piloto
Homero Duarte relató que de una ráfaga inutilizaron a su copiloto y la
ametralladora quedó en el aire. El copiloto de Isidoro Jara, prácticamente con
una ráfaga de ametralladora de la aviación boliviana, perdió todo un brazo y la
ametralladora quedó prácticamente libre, a expensas del enemigo. Se fue en su
auxilio Homero Duarte, un héroe que falleció el año pasado, a los 92 años. Fue
el último piloto sobreviviente de los Potez 25.
¿De qué estaban hechos los aviones?
Eran unas máquinas muy nobles, pero lentas, tanto
es así que vendieron como hierro viejo en 1936. Tenían madera, hierro, tela
especial de lienzo, impermeabilizado especial. Estaban pintados de verde para
camuflarse en tierra entre los árboles. Tenían un gran poder de fuego. Los
Potez aterrizaban en cualquier terreno. Eran muy maniobrables. Muy duros.
Aguantaban el clima y el polvo fino del Chaco.
¿Cómo terminó la batalla de Boquerón?
Estuvo todo coordinado. El Ejército paraguayo dispuso
de 5000 hombres para reconquistar Boquerón. Se pensaba que era un fortín muy
bien pertrechado, muy fuerte Los defensores bolivianos eran 800 o 900, que se
abastecían por la retaguardia. El entonces Coronel José Félix Estigarribia
ordenó el cierre del abastecimiento mediante un mecanismo de tenaza. Los
refuerzos bolivianos no pudieron llegar más. Se produjeron refriegas para
impedir que los bolivianos llegaran con comida y agua. El fuego antiaéreo
paraguayo también fue bastante eficaz desde tierra. Era muy buena la artillería
antiaérea. La ventaja de los bolivianos era que tenían muchos aparatos.
Fueron 20 días de combates...
A partir de aquel primer combate del 9 de
setiembre, la aviación paraguaya fue tomada en cuenta por la estrategia.
Marcaba el reglaje de la artillería. Descubría las posiciones enemigas.
Destruía los caminos por donde venía el abastecimiento del enemigo.
Transportaba alimento a las tropas paraguaya: carne, hielo en barra.
¿Cómo hacían con el hielo?
Fue vital para la provisión de agua. Iban envueltos
en bolsones grandes de cuero. También se transportaban municiones sobrevolando
las líneas enemigas cuando las tropas estaban cercadas por los bolivianos. Uno
de esos auxilios prácticamente se desfondó por el peso de tantos proyectiles
que llevaba. Los pilotos paraguayos también cumplieron una importante misión en
la sanidad transportando a los heridos graves desde el frente de batalla hasta
Asunción.
¿Qué hizo su padre después de la guerra?
Llegó a mayor y se retiró. Trabajó muy bien y tenía
una buena posición. Era contador. Él tuvo más de 10000 horas de vuelo. Murió el
10 de junio de 1977. Con el cese de hostilidades, el 12 de junio de 1935, la
aviación militar paraguaya sobrevoló los campos de batalla y en un postrer
homenaje a los caídos arrojó coronas de flores blancas silvestres en los sitios
donde se libraron esas heroicas luchas fratricidas entre paraguayos y
bolivianos. Como decía Churchill, "nunca tantos debieron tanto a tan
pocos". Ellos, siendo tan pocos, hicieron mucho por la patria
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