Por Carlos
Ay
Puesta
en perspectiva, esta historia bien podría servir de guion para una película
ambientada en la Guerra Fría: En plena madrugada del domingo 11 de agosto de 1968,
la IV Brigada Aérea (IV Br Aé) se vio conmocionada por el repentino aterrizaje
de un avión a reacción que tomó tierra en medio de la oscuridad.
Si bien
el aeródromo estaba cerrado a las operaciones aéreas y sin personal en la torre
de control, la guardia de turno percibió pocos minutos después del sonoro
aterrizaje la misteriosa figura de un Handley Page Victor SR.2 (SR) que,
matriculado XL161 y perteneciente al 543º Escuadrón (543º Sqdn) de la Real
Fuerza Aérea Británica (RAF), rodó hasta la plataforma comercial, se estacionó
y apagó sus motores…
El Comodoro
(Retirado) Roberto Briend, quien en la ocasión atendía el turno como oficial de
vuelo de la IV Br Aé, asegura que esa noche “estaba descansando en el Casino de
Oficiales y, aproximadamente a las 04:15 horas de la mañana, fui despertado por
fuertes golpes producidos por el oficial de guardia. Abrí la puerta y lo
primero que vi fue su cara desencajada mientras me decía: “¡Tenemos un avión de
guerra inglés en la plataforma!”. Lo primero que atiné a pensar era que me
estaba haciendo una broma pesada… pero, por las dudas, me vestí y fui hasta el
lugar”.
En El
Plumerillo
Vista lateral derecha del XL161 durante su estadía en el sector sur de la plataforma de vuelo de El Plumerillo (foto: IV Br Aé vía Jorge F. Núñez Padín y Gustavo Marón).
El
aviador, que revistaba con el grado de Teniente e integraba el primer curso de
la recién creada Escuela de Caza, relata además que “grande fue mi sorpresa
cuando al ingresar a la plataforma vi un enorme y desconocido avión de guerra,
estacionado, cerrado y sin luces externas. Nos acercamos despacio, con cierto
temor. Hoy me imagino los comentarios de los tripulantes dentro de la cabina al
ver nuestras caras de asombro. Observábamos movimiento en el interior y les
hacíamos señas para que abrieran las puertas, sin éxito alguno. Luego de
insistir varias veces, me alejé con la intención de poner en conocimiento a las
autoridades de la Brigada de aquella extraña novedad. Finalmente, tras más de
12 horas dentro del avión, los tripulantes abrieron las puertas y descendieron.
Luego del correspondiente interrogatorio fueron conducidos hasta el Casino de
Oficiales donde permanecerían bajo arresto hasta la llegada del embajador
británico y que se clarificaran las cosas”.
Un
V-Bomber británico en los confines del mundo
¿Pero
qué podía estar haciendo un V-bomber británico en este lejano rincón del orbe?
Tal
como hacían todas las superpotencias nucleares, en aquella época y en distintas
partes del mundo los británicos andaban a la caza de polvo radioactivo
evaluando el desplazamiento de masas de aire después de las explosiones
nucleares que Francia realizaba en Mururoa y Fangataufa, dos atolones ubicados
al sudeste de la Polinesia.
Cobertura
periodística
Recorte de diario que da cuenta de la partida del bombardero británico el 14/08/1968 (fuente: Diario La Nación, Buenos Aires, 15/08/1968).
Según
relató uno de sus tripulantes, el oficial Peter “Nobby” Clark, “tuvimos
problemas de combustible, lo que significaba que no podríamos llegar a nuestra
base en Lima” por lo que decidieron “emitir un llamado pan-pan y, si bien eran
las tres de la madrugada, obtuvimos respuesta de la torre de control en Mendoza
(Argentina)”, por lo que “poco después nos dieron autorización para aterrizar”
(el mensaje “pan-pan” se utilizaba para indicar una urgencia a bordo en la que,
de momento, no había peligro inmediato para la vida de sus ocupantes ni para la
propia máquina).
El
relato de Briend tiene algunas diferencias con aquel relato, pero confirma la
gravedad y las circunstancias en la cual se produjo el incidente: “Durante el
vuelo, el avión tuvo una falla del sistema de trasvase de combustible entre los
tanques y debió regresar a su aeropuerto de origen, pero las condiciones
meteorológicas en Lima desmejoraron e impedían la operación. Pusieron proa a
Santiago de Chile, pero no fueron autorizados a aterrizar. Sin mucho
combustible remanente, cruzaron la Cordillera de los Andes y decidieron
aterrizar en Mendoza, sin haber logrado comunicarse con la torre de control,
que esa noche no estaba funcionando no había movimiento aéreo previsto en el
aeródromo. Cuando amaneció pudimos ver que las ruedas del tren principal
estaban destrozadas, quemadas, aunque el resto del avión estaba bien.
Extrañamente no valoraron la extensión de la pista de aterrizaje, que era más
que suficiente para ese tipo de aeronave, y exigieron tanto al avión que
sobrecalentaron los frenos del tren principal y se reventaron algunas de sus
cubiertas”.
¿Y cómo
logró este mastodonte de la era nuclear aterrizar en un aeropuerto
prácticamente desconocido, cerrado al tránsito y sin siquiera una baliza luminosa
encendida en la pista? De manera relativamente simple, explica Briend: “Si bien
la pista no quedaba iluminada, las ayudas funcionaban las 24 horas. Una vez
montado en el VOR, encendiendo las luces de aproximación en final, podías ver la
pista y aterrizar. Pero no podían apreciar la distancia al final de pista, de
allí la razón de sobrecalentar los frenos y posterior explosión de las
cubiertas”.
Para el
tripulante británico, la recepción argentina inicial no fue para nada cálida ya
que, una vez en tierra, su tripulación fue cuestionada a un nivel que “bordeaba
con un interrogatorio de prisionero de guerra” y a la mañana siguiente se les
exigió “abrir las bodegas de bombas para probar que no transportábamos una “nuke”
(bomba nuclear)”, asegura Clark.
En El
Plumerillo
El Víctor británico estacionado en plataforma delante de la línea de vuelo de los MS-760 Paris de la IV Br Aé. Nótese al fondo un RB-57F Canberra de la USAF en una calle de rodaje y una escalera con marcas de Aerolíneas Argentinas en primer plano (foto: Revista Siete Días Ilustrados, 1968).
Forzoso
“fin de semana largo” en la tierra del sol y el buen vino
Pero,
según el mismo protagonista, una vez aclarado el verdadero propósito del vuelo
y el contenido de la bodega de bombas del Victor “la Fuerza Aérea Argentina nos
atendió regiamente” mientras esperaban que el jefe de mantenimiento británico
llegara desde Lima, chequeara el avión, resolviera el problema del sistema de
combustible y recibiera autorización para volver a Perú.
El
oficial argentino, quien volvería a confrontar con los británicos sobre el
Atlántico Sur en 1982, concuerda en su apreciación de los eventos posteriores a
la sorpresa inicial: “Despejada la situación diplomática y reemplazados los
elementos deteriorados, fueron autorizados a despegar y dirigirse a su base de
operaciones. Durante esos días, tuvimos oportunidad de conversar con los tripulantes
dando muestras de sana camaradería. No podíamos imaginarnos en aquellos días
que, varios años más tarde, nos enfrentaríamos con los ingleses en Malvinas. Aún
recuerdo claramente que, luego del despegue, realizaron un ruidoso pasaje
rasante sobre la Brigada. Fue grandioso poder ver a ese enorme avión desplegar
toda su potencia y perderse en el cielo.”
Determinada
a no dar demasiada difusión a la presencia de militares extranjeros en sus
instalaciones de Mendoza, la FAA emitió sólo dos sucintos comunicados. El
primero (Nº 366) se difundió el día del propio aterrizaje de emergencia y
aseguraba que “en el día de la fecha -11 de agosto- a las 04:09 hs. aterrizó en
la IV Brigada Aérea, con asiento en Mendoza, un avión de bombardeo Víctor,
matrícula XL161, perteneciente a la Real Fuerza Aérea de Gran Bretaña (RAF). El
aterrizaje se debió a una falla técnica. El avión permanecerá en la IV Brigada
Aérea hasta tanto las autoridades militares completen la información necesaria
para ser elevada al Ministerio de Relaciones Exteriores”.
Víctor
y El Plumerillo
Representación artística que reconstruye e ilustra la presencia del XL161 en la IV Br Aé entre el 11 y el 14/08/1968 (Arte: Marcelo Allende).
El
miércoles 14, la institución circuló otro comunicado (Nº 371) con el cual
cerraba definitivamente el evento afirmando que “a las 11:04 hs. decoló de la
IV Brigada Aérea, Mendoza, el avión Víctor II, matrícula XL161, de la Real
Fuerza Aérea que, había realizado un aterrizaje de emergencia el último domingo”.
Para mitigar el estado de alerta que el evento pudiera haber generado en la
población, el comunicado aseguraba que “según surge de una inspección realizada
por personal especializado de la Fuerza Aérea, la aeronave no transportaba a
bordo material bélico ni cámaras fotográficas. El avión operaba desde la
República del Perú y está equipado para realizar investigaciones de la
atmósfera en relación con la presencia de radiactividad producida por las
pruebas nucleares que se realizan en el Pacífico”.
¿“Misteriómetro”
Activado?
La
prensa nacional mostró una tibia reacción al sorpresivo evento. Sólo el diario
La Nación de Buenos Aires hizo una mínima referencia en su portada del lunes
12/08. Además de reutilizar el contenido de los comunicados de la FAA, el 14/08
ese medio también daba cuenta del cerco periodístico montado alrededor de los
aviadores británicos afirmando que “si bien dispensa a los pilotos ingleses un
trato cordial, las autoridades de la FAA han adoptado diversas medidas para que
nadie pueda entrevistarlos”, que “se tejen múltiples conjeturas sobre las
causas de su presencia en territorio argentino” y que “el aparato viajaba sin
plan de vuelo denunciado”.
El
resto de la cobertura que los dos principales diarios capitalinos desarrollaron
entre el lunes 12/08 y el jueves 15/08 se presentó siempre en páginas
interiores y agregaba poco más a lo ya relatado hasta aquí. Aportando a la
caracterización de la aeronave visitante, Clarín aseguraba en su edición del
martes 13/08 que la aeronave estaba “camuflada para combate, que la parte
inferior del fuselaje de los planos de las alas están pintadas de color blanco,
y la superior con tonalidades gris y verde”. Recién el 02/09, en un jugoso
artículo relacionado con la presencia de militares norteamericanos en El
Plumerillo, la revista Siete Días Ilustrados, de Editorial Perfil, publicó la
única foto conocida del avión protagonista de este evento.
Reconocimientos:
Un agradecimiento muy especial para Marcelo Allende, Eduardo Amores y Andy Marden por los aportes informativos e ilustrativos que hicieron a esta investigación.
Bibliografía:
Diarios Clarín y La Nación (Argentina, 1968) y Tony Blackman con Garry O’Keefe: «Victor Boys» (Inglaterra, 2012). Otras fuentes consultadas: Aerial Visuals, Aviation Hub HQ, John Saxon, Key Aero y Key Military, Pista 18 (Facebook), UK National Archives, Victor XM715 y Wikipedia.
Fuente: https://www.gacetaeronau