Durante
la Guerra Fría la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de Norteamérica creó y
mantuvo un escuadrón secreto formado por aviones soviéticos obtenidos de las
más diversas maneras, muchos de ellos gracias a la deserción de sus pilotos.
Los EEUU examinaban cuidadosamente todo avión de la URSS caído en sus manos.
Algunos, tras volar desde la isla de Cuba.
El
escuadrón 4477 de pruebas y evaluación (4477 TES) fue creado por el Comando
Aéreo Táctico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos para aprender las
características de vuelo de los aviones empleados por la Unión Soviética
durante la Guerra Fría.
El
objetivo de este proyecto secreto, denominado Constant Peg, era entrenar a
pilotos y oficiales de armamento de la Fuerza Aérea y al Cuerpo de Marines de
los EEUU contra aviones de países enemigos. La novedad de esta iniciativa era
el exponerlos directamente a la tecnología soviética.
La
información pública sobre esta unidad apodada como Red Eagles o Águilas Rojas
fue desclasificada en fecha tan reciente como 2006. Así se supo que operó,
desde bases en el desierto de Nevada y el complejo conocido popularmente como
“Área 51”, aeronaves Mig-15, Mig-17, Mig-21 y Mig-23 entre 1977 y 1988, aunque
no se disolvió oficialmente hasta 1990.
Como
bien relatan los especialistas Steve Davies y Gaillard R. Peck. Jr en sus respectivos
libros sobre la 4477 TEST, la mayoría de los aparatos fueron obtenidos mediante
préstamo o compra a países como Israel (de los ejemplares capturados en sus
guerras con los países árabes) o Indonesia, aunque en una primera etapa de
Constant Peg, también se hizo uso de aviones entregados por pilotos desertores.
Este es
el caso del caza Yakolev 23 en el que un piloto rumano, Mijaíl Diaconu, había
volado en 1953 a Yugoslavia y que los Servicios de Inteligencia de los EEUU
obtuvieron a través de la fuerza aérea del Mariscal Tito. El avión llegó
desarmado y fue enviado al centro de Pruebas y Evaluación de la Fuerza Aérea en
el aeródromo Wright, cerca de Dayton, Ohio, donde hizo varias pruebas de vuelo,
las cuales las hacía con identificaciones de los Estados Unidos.
Para
mantener la posesión del avión en secreto, el Yak-23 únicamente realizaba sus
pruebas de vuelo en las primeras horas de luz. Después de terminar con todas
las pruebas, el avión fue desmontado y enviado de nuevo a Yugoslavia, con sus
colores originales.
Los
norteamericanos concluyeron que, pese a haber sido superado por cazas de nueva
generación, el Yak-23 seguía suponiendo una amenaza para los bombarderos en
caso de realizar misiones sobre territorio de la URSS.
Realmente,
los EEUU estaban ansiosos por examinar un Mig-15, el avión que les estaba
causando numerosas pérdidas en la Guerra de Corea, por lo que optaron por la
vía del dinero, ofreciendo 100.000 dólares y asilo político al piloto que
desertase con uno de estos aparatos.
La
llamada Operación Moolah dio sus frutos en la mañana del 5 de marzo de 1953,
cuando aterrizaba en la isla danesa de Bornholm el piloto polaco Franciszek
Jarecki a bordo del deseado avión. Los expertos de la USAF pudieron examinar allí
en profundidad el aparato, que se devolvió por barco a Polonia siguiendo las
normas internacionales.
Sin
embargo, los EEUU sí se llevaron al desierto de Nevada el aparato con el que el
Teniente norcoreano No Kum-Sok realizó las gestiones para adquirir la
ciudadanía norteamericana (por la vía aérea) al huir a Corea del Sur el 21 de
septiembre de 1953.
Evaluación
del Mig-15 por la USAF.
En
cuanto a los aparatos evadidos desde Cuba en aquel periodo, algunos de estos
aparatos no aportaba nada tecnológicamente a los EEUU, como el entrenador Zlin
326 que el instructor cubano José Díaz Vásquez voló un año después de la Crisis
de los Misiles a Cayo Hueso. O el helicóptero Mil Mi-4 en el que escaparon en
1964 Santos Guillermo Izaguirre y Andrés Izaguirre tras asesinar al Comandante
José García en pleno vuelo y dirigir su aparato desde Cuba hacia el mismo
destino que el elegido por Díaz Vásquez.
Como
comenta el historiador Rubén Urribarres, quizás les resultó de lo más
interesante el recibir en su territorio a un MiG-17 cubano del regimiento de
Santa Clara que, pilotado por el Teniente Eduardo Guerra Jiménez, se pasó al
bloque occidental el 5 de octubre de 1969 volando a la Base Aérea Homestead en
Miami y creando gran alarma, dado que en el momento del aterrizaje del caza
soviético, allí se encontraba estacionado el Boing 707 del presidente Lyndon B
Johnson. Esto puso en evidencia los problemas del sistema de defensa aérea de
los EEUU. El avión no sería devuelto a Cuba hasta diez años después.
El
auténtico objeto de deseo de la USAF por aquellos años era el Mig-21 que tantos
dolores de cabeza les estaba ocasionando en Vietnam. Obtuvieron un ejemplar del
codiciado caza, más dos Mig-17 sirios, a través de Israel.
En
concreto el Mig-21 era un avión en el que había desertado, en 1966 en la
Operación Diamante del Mossad, el Capitán de la Fuerza Aérea iraquí Munir
Redfa. Los norteamericanos realizaron pruebas con el aparato entre enero y
abril de 1968. Sus pilotos en Nevada lo describieron como un “un avión bueno y
honesto”.
Respecto
a los Mig-17, los responsables del programa observaron con preocupación durante
la primera serie de entrenamientos contra cazas F-4 Phantom, que estos eran
derrotados una y otra vez por los pequeños y ágiles aviones soviéticos. Por
cierto, gracias a esta entrega de material soviético, se agilizaron los
trámites para que Israel recibiese el Phantom.
Durante
la década de los 70, el enfriamiento de las relaciones entre la URSS y Egipto
proveyó de la última tecnología en aviones a esta unidad secreta. El presidente
Anuar El Sadat regaló a su poderoso aliado occidental dos cazabombarderos
Mig-23 Flogger que fueron analizados y evaluados en las instalaciones militares
favoritas de los ufólogos de todo el mundo.
Las
últimas deserciones de aviones soviéticos desde Cuba datan de 1993, cuando un
ajado MiG-21BIS cubano pilotado por el Capitán Enio Ravelo Rodríguez, aterrizó
en los EEUU y del 20 de marzo de 1991 cuando el Mayor Orestes Lorenzo Pérez
apareció sobre la estación aeronaval estadounidense de Boca Chica en un
cazabombardero Mig-23, el modelo más moderno que desertaría a los EEUU desde la
isla caribeña.
Ni los
radares cubanos ni los estadounidenses habían detectado al intruso. Aquello fue
un escándalo que mostró la vulnerabilidad de ambos países ante ataques aéreos
por sorpresa. El avión fue devuelto y Lorenzo pidió asilo político, pero su
familia quedó en Cuba (esposa y dos hijos) por lo que, como bien relata el blog
Baracutey Cubano, Orestes (veterano de la guerra de Angola) voló
clandestinamente en una avioneta a la isla, aterrizó en una carretera de
Varadero 150 km al oeste de La Habana, logrando además burlar de nuevo las
defensas aéreas cubanas y regresando a salvo al aeropuerto de Florida Keys en
Marathon, Florida.
Oficialmente,
el programa de ensayo con aviones “extranjeros” fue clausulado tras la caída de
la URSS. Entre tres y cinco pilotos norteamericanos murieron en accidentes
durante Constant Peg. La 4477 fue desactivada y sus aviones conservados como
piezas de museo o almacenados en cementerios aeronáuticos.
Sin
embargo, se creó una nueva escuadrilla heredera de la 4477: el Ala 57, ubicada
en Nellis y que al parecer emplea aviones “no norteamericanos”. Así lo sugiere
el avistamiento de un caza Su-22 en marzo de 1994 sobre Groom Lake (foto
publicada en la revista Popular Science) y el de un Su-27 Flanker en octubre de
1994 (según la revista Aerospace Daily).
El 10
de octubre de 1997, la Arms Control Association informaba que los EEUU compró
ese mismo año a la Fuera Aérea moldava catorce Mig-29C, seis Mig-29A y un
Mig-29B, 500 misiles aire-aire así como el equipamiento de diagnóstico y los
recambios almacenados en la base moldava donde se encontraban los aviones.
Los norteamericanos dieron como excusa que la compra se realizaba para impedir la venta de este material a Irán. Moldavia recibió 40 millones de dólares en “ayuda humanitaria y material antidisturbios no letal”, como vehículos para la represión de manifestaciones. Los MiG se transportaron al Centro Nacional de Inteligencia Aérea (NAIC) de Wright Patterson, cerca de Ohio, en aviones C-17 de transporte.
La agencia RIA Novosti se hizo eco el 5 de diciembre de 2009 de la compra de dos Su-27 por los Estados Unidos a una empresa privada ucraniana. RIA Novosti citaba además fuentes estadounidenses que aseguraban que los dos cazas habían sido adquiridos sin armamento y que estaban siendo revisados y modificados por una empresa llamada Pride Air.
Algunas
fuentes han indicado este mismo año que el Comando de Combate de la Fuerza
Aérea (ACC en sus siglas en inglés) tiene acceso regular a aparatos Mig 29
Fulcrum y Su-27 en Groom Lake (Nevada) que vuelan en ejercicio contra los
instructores de la Escuela de Caza y el Escuadrón de Evaluación 422 de Nellis.
Se da por hecho que son aparatos de la Fuerza Aérea ucraniana que realizan
ejercicios con sus iguales estadounidenses.
Fuente:
https://es.rbth.com