12 de abril de 2019

ESA LOCA AVENTURA DEL VUELO CON MOTOR



Entre los aerostatos o globos y el avión de los hermanos Wright, hay un siglo de investigaciones tenaces, de arriesgados experimentos y de constante trabajo para vencer los enormes obstáculos que impedían hacer volar un objeto más pesado que el aire, darle fuerza propia y dirigirlo.

 

Fueron cien años en que se ensayaron centenas de aparatos ingeniosos algunos, desprovistos de todo valor científico otros, pero cada uno aportaba un pequeño avance hacia el objetivo. En esta historia de la aviación los hechos comienzan a relatarse desde el momento en que los hermanos Wright logran hacer volar su aparato en Kitty Hawk, dejando para un capítulo aparte sobre "El Primer Despegue" el relato de las apasionantes aventuras científicas, técnicas y experimentales de los precursores del vuelo con motor.

La fascinante historia de la aviación se inicia una fría y ventosa mañana de 1903, en Kitty Hawk, lugar cercano a Norfolk, en el estado norteamericano de Carolina del Norte: dos hombres de esforzado espíritu pionero, los hermanos Wilbur y Orville Wright, hacen realidad ante sólo cinco testigos presenciales el vuelo de un aparato más pesado que el aire, sueño acariciado por generaciones enteras de sesudos cientistas, escritores visionarios y osados aventureros. Es el primer eslabón de una ininterrumpida cadena que conducirá a la prodigiosa era del "jet", de las fabulosas aeronaves supersónicas que, pulverizando el tiempo y la distancia y haciendo mofa de la geografía, reducen el tamaño de la Tierra hasta convertir en lugares vecinos los puntos situados en las antípodas. Bombay, a la vuelta de la esquina de Nueva York; Sídney, a horas de París; Buenos Aires o Santiago de Chile, cercanos a Tokio;... el globo terráqueo con las dimensiones de una bola de billar.

PIONEROS. La obra de un grupo de hombres audaces fue la base de la aviación a comienzos del siglo XX. Henri Forman cubrió el 13 de enero de 1908, el primer kilómetro en circuito cerrado 
PIONEROS. La obra de un grupo de hombres audaces fue la base de la aviación a comienzos del siglo XX. Henri Forman cubrió el 13 de enero de 1908, el primer kilómetro en circuito cerrado

Parece un cuento de hadas, pero no lo es. Tras este prodigioso desarrollo no hay magia ni fantasía, sino una heroica y laboriosa epopeya de conquista del espacio aéreo en que se funden los esfuerzos de temerarios aviadores, geniales científicos e ingeniosos mecánicos, con las generosas ofrendas de vida de los mártires, que sucumbieron en aras de -volar cada día más alto y más distante, en beneficio del progreso humano.

El primer vuelo

Los hermanos Wright, tras variados experimentos con planeadores, construyeron su primer avión en 1903, un aparato impulsado por un motor de gasolina de cuatro cilindros y 16 HP, al que bautizaron con el nombre de "The Flyer" (El Volador).

Ferdinand Ferber fue otro de los pilares del vuelo a motor
Ferdinand Ferber fue otro de los pilares del vuelo a motor

El primer intento de despegue lo realizaron el 14 de diciembre de aquel año y constituyó un fracaso, pues el aparato sólo alcanzó a levantarse levemente de la tierra, estrellándose después de haber permanecido apenas tres segundos y medio en el aire. Pero tres días más tarde, el 17 de diciembre de 1903, el "Flyer" volvió a despegar, con Orville en los mandos, logrando mantenerse doce segundos en vuelo. La proeza de que una máquina más pesada que el aire pudiera remontarse por su propia fuerza y volar sin reducción de velocidad había sido por fin lograda, y el avión con tanta Ahínco perseguido, era ya una realidad.

Inmediatamente después, en el curso del mismo día, fueron realizados otros tres exitosos ensayos, cediéndose alternativamente ambos hermanos los comandos. Finalmente, con Wilbur como piloto, el frágil biplano de dos hélices conectadas al motor por medio de cadenas de bicicleta, realizó un triunfal vuelo de 59 segundos, sobre una distancia de 260 metros, con lo que no quedó lugar a dudas de que el mundo estaba ante la presencia de un nuevo y revolucionario medio de transporte.

Curiosamente, a pesar de los testigos que presenciaron la hazaña de los hermanos Wright y del comunicado a la prensa que éstos enviaron el 5 de enero de 1904, el primer vuelo en aeroplano de la historia pasó casi por completo desapercibido.

 
Orville y Wilbur Wright efectuaron el feliz experimento en Kitty Hawk, Carolina del Norte.

Al parecer, los Wright, con su actitud de elegir un desierto poco menos que inaccesible para realizar sus experimentos y de negarse a dar la menor información previa acerca de su máquina y sus métodos, se granjearon la antipatía de los periodistas, los cuales en un comienzo ignoraron sistemáticamente sus actividades. Así, sin publicidad de ninguna especie, ambos hermanos continuaron perfeccionando su invento, y tras varios vuelos cada vez más prolongados, el 4 de octubre de 1905, Wilbur voló 33 minutos 17 segundos, alcanzando a recorrer una distancia cercana a los 40 kilómetros. Pero el silencio persistió y sólo un periódico de poca monta, especializado en la cría de abejas, el "Gleannings in bee culture", publicó un artículo firmado por M.A.I. Root, bajo el título de "el primer relato de un testigo que asistió a un vuelo de aeroplano con motor".

La aviación llega a Europa

Mientras en los EEUU triunfaban silenciosamente Wilbur y Orville Wright, en la vieja Europa numerosos pioneros trabajaban con tenacidad para lograr el despegue de aparatos más pesados que el aire. En Rusia, Nicolás Joukovsky, "el padre de la aviación", según los soviéticos, creaba un instituto de aerodinámica y enseñaba mecánica.

 
LOS HÉROES: Louis Blériot realizó la hazaña de volar sobre el Canal de la Mancha, siendo el primer piloto que superó esta empresa considerada gigantesca para la época. La fotografía lo captó cuando era entrevistado en Dover junto a su máquina, que aterrizó sin sufrir averías, mereciendo el aplauso del mundo entero.

En Italia, Arturo Crocco y Riccaldoni construían hidroplanos para estudiar la hélice; y en Alemania, Karl Jatho efectuaba, en agosto y noviembre de 1903, sendos saltos de 20 y 60 metros, respectivamente, con un aparato accionado por un motor de gasolina, que, al no poder mantenerse en el aire, no constituyeron propiamente vuelos. En definitiva, iba a ser Francia el país europeo en que la aviación daría sus más tempranos frutos. El 25 de mayo de 1905 el capitán Ferdinand Ferber se convierte en el primer europeo en pilotar un aeroplano provisto de un motor de explosión, un biplano equipado con un Peugeot 12 C.V. Por esa época se empieza a hablar ya de los hermanos Gabriel y Charles Voisin, quienes, tras experimentar con numerosos planeadores sobre las aguas del Sena, por cuenta de Archdeacon y de Blériot, inauguran la primera fábrica de construcción aerodinámica del mundo, situada en el número 4 de la Rue de la Ferme, en Billancourt. Así mismo, 1905 presencia la fundación de la Federación Aeronáutica Internacional (F.A.I.), autoridad que es reconocida mundialmente para establecer los reglamentos de los records y su homologación. Le siguen la creación del Aero-Club de América y la realización del primer concurso de aviación auspiciado por el Aero-Club de Francia. Así, poco a poco, antes de demostrar sus verdaderas proyecciones y alcances, la aviación se institucionaliza, entreviendo sus enormes posibilidades.

 
Tres grandes aviadores: Henri Farman, Henri Deutsch de la Meurthe y Charles Voisin

El honor de ser el primer piloto oficialmente reconocido y el primer detentor de un record homologado por la F.A.I. correspondió a un brasileño avecindado en París, llamado Alberto Santos Dumont. Este último hecho tuvo lugar el 12 de noviembre de 1906, en el Bois de Boulogne, sobre el césped de Bagatelle, cuando el inventor y aeronauta latinoamericano voló 220 metros a una altura aproximada de 6 metros, estableciendo el record mundial de velocidad, con 41,2 kilómetros por hora. La proeza fue lograda con un gran biplano equipado con un motor Antoinette de 50 HP y provisto de ruedas que le permitieron un despegue y un aterrizaje de relativa suavidad, en comparación con los bruscos toques de tierra del aparato de los hermanos Wright, Santos Dumont bautizó este aeroplano con el extraño nombre de "14 bis", simplemente, porque antes de efectuar su vuelo lo había probado, suspendiéndolo, de su dirigible N° 14.

Farman hace noticia

Casi un año justo después del record de Santos Dumont, el 13 de noviembre de 1907, un aparato ascendió por primera vez en forma vertical, al hacer su aparición en escena un primitivo helicóptero que elevó a su piloto y constructor, Paul Cornu, a la reducidísima "altura" de 30 centímetros, cerca de la pequeña ciudad de Liseux, en la Normandía.

 
PIONERO: El brasileño Santos Dumont mantuvo a París en constante agitación con sus arriesgadas pruebas aéreas. Fue él quien voló allí por primera, vez. La fotografía con su firma fue enviada al chileno Armando Venegas, en 1916.

Estaba lejos aún el momento en que Juan de la Cierva diera a conocer su eficaz autogiro, pero de todas maneras este prematuro ensayo constituyó un hito importante, pues demostró la factibilidad del despegue vertical. Más aún, pocos días más tarde, la máquina de Cornu reafirmó su éxito al ascender un metro y medio, no sólo con su piloto, sino que, con el hermano de éste, que se había aferrado a la armazón.

No obstante, la llamativa experiencia de Cornu, son otros los nombres que ocupan las primeras planas de los periódicos galos de la época, como Esnault Pelterie, Delagrange, De Pischoff, que el 6 de diciembre de 1907 vuela medio kilómetro con un motor Anzani de 25 hp y Henri Farman, que alcanza a recorrer una distancia de 771 metros el 26 de octubre de aquel mismo año, utilizando un motor Antoinette de 50 hp.

En los primeros días de 1908 un acontecimiento importante atrajo la atención de todo el mundo: el 13 de enero, pilotando un biplano construido por Voisin y equipado con un motor Antoinette de 40/50 hp, el ya célebre Henri Farman ganó el gran premio de aviación Deutsch-Archdeacon, instituido en 1904 para recompensar al primer aviador que recorriera un kilómetro en circuito cerrado. Así, tuvieron que transcurrir cuatro largos años para que alguien estuviera en condiciones de cumplir con el requisito exigido para llevarse los 50 mil francos de recompensa. El aeroplano que efectuó la prueba había sido encargado el 19 de junio de 1907 a las fábricas Voisin, estipulándose estas drásticas condiciones en la carta de solicitud: "este aparato debe volar un kilómetro en línea recta, de lo contrario, H. Farman no deberá nada a M. Voisin". Pero Gabriel Voisin trabajó a conciencia y gracias al aeroplano salido de su fábrica, Farman no sólo venció en el gran premio, desplazando a los demás participantes, aviadores la talla de Blériot, Delagrange, Esnault Pelterie, Ferber, Santos Dumont y Traian Vuia, sino que consiguió también dos records homologados por la F.A.I.: el de distancia, con 771 metros, y el de velocidad, con 52,7 km/h. Pero mientras en Francia Farman se cubría de laureles, al otro lado del Atlántico, en los EEUU, la aviación cobraba su primera víctima, al perecer en un accidente, el Teniente Thomas Selfridge, quien volaba en calidad de pasajero de Orville Wright, durante una prueba para el ejército norteamericano. Milagrosamente, el protagonista del primer vuelo en avión de la historia libró con vida de este percance.

Blériot cruza el Canal de la Mancha

El año 1908 concluyó con dos nuevas proezas de Farman. Tras mejorar su propio record de distancia, aumentándolo a 2 kilómetros, este destacado aviador, siempre pilotando su Voisin, estableció, el 30 de octubre, el primer enlace entre dos ciudades, uniendo Bony con Reims, distantes entre sí 27 kilómetros, en 20 minutos. Pero estos raids constituían sólo una antesala del primer acontecimiento verdaderamente grande en la historia de la aviación, el cual se produciría al año siguiente: el primer cruce del Canal de la Mancha.

Todo comenzó en 1906, cuando el champaña Ruinart ofreció la suma de 500 francos al primer aviador que lograra cruzar el canal que separa a Francia de Inglaterra, estipulando en las bases del concurso que el intento debía realizarse impostergablemente antes del 19 de enero de 1910. Más tarde, el 5 de octubre de 1908, el diario londinense "Daily Mail" instituyó una recompensa de 500 libras, suma que no demoró en doblar, por la misma travesía, a condición de que "ninguna parte de la máquina pudiera tocar el mar durante el vuelo". Acicateados por los premios, los ensayos de los presuntos participantes se intensificaron durante 1909. En definitiva, los competidores fueron sólo dos: Hubert Latham, con su monoplano "Antoinette", y Louis Blériot, con el monoplano de su nombre, que llevaba el número XI. Se trataba de un aparato de anchas alas confeccionadas con un resistente papel de la China, armazón de fresno y álamo, y por tirantes, unas cuerdas de piano. La partida se fijó en los alrededores de Calais, asignándoseles a ambos concursantes inscritos sendos campos de despegue.

El 19 de julio de 1909 partió Latham desde Sangatte, elevándose hasta una altura de 300 metros, pero el motor le falló en pleno vuelo, cayendo el avión a 15 kilómetros de la costa inglesa. Afortunadamente, la torpedera "Harpon", que había seguido su vuelo, llegó a tiempo para salvarle. Seis días más tarde, el 25 de julio, despegó Blériot desde Les Barques. En la torpedera "Escopette", que convoyaba al avión, viajaba anhelante a Inglaterra Madame Blériot. El monoplano, que había partido con un combustible para tres horas, volaba a una velocidad media de 58 km/h y a una altura de 150 metros. A los diez minutos de vuelo dejó atrás a la torpedera, sin ver ya su piloto otra cosa que cielo y mar, y sin oír más que el ruido del oleaje, del viento y del motor Anzani de 25 hp, no más bullicioso que el de una motocicleta. A las 05:12, Blériot, guiado por las señales de la bandera que agitaba su amigo el periodista Fontaine, aterrizaba en Dover. Había cruzado el Canal, de alrededor de 38 kilómetros de anchura en el trayecto Les Barques-North Foreland Meadow, en 37 minutos. La aclamación fue simultánea en Francia, en Inglaterra y en todo el mundo: Blériot había demostrado con su hazaña que la aviación no era para entretenimiento de un grupo de aficionados, sino para beneficio de la humanidad entera.

Los 16 primeros pilotos del mundo

Tras el cruce del Canal de la Mancha, el entusiasmo por la aviación aumenta en forma palpable y los "meetings” aéreos multiplican por doquier. En Reims-Bétheny se celebra la "Gran semana de la aviación", del 22 al 29 de agosto de 1909, y lo más granado de ella se congrega y exhibe sus habilidades en presencia del Presidente de Francia, Armand Fallieres. Henri Farman, Louis Paulhan, Latham, Lefévre, el americano Curtiss, aventajado émulo de los Wright, Delagrange, Esnault Pelterie y el héroe del momento, Blériot, hacen gala de destreza y arrojo. En Italia, en tanto, tiene lugar, en septiembre del mismo año, otra gran reunión aeronáutica, en la que se luce un tal Gabriele d'Annunzio, que recibe su bautizo en el aire, y en la que llaman la atención varios modelos de fabricación italiana, como el Ponzelli y el Cobianchi. Casi simultáneamente, en Gran Bretaña J.T.C. Moore-Bravanzon gana un premio de mil libras ofrecido por el "Daily Mail", al realizar el primer vuelo circular de una milla con avión y piloto ingleses. Pero Francia continúa siendo La Meca de la aviación y durante la gran semana de "Port Aviation", el conde Lambert hace noticia al obtener, el 18 de octubre de 1909, un record de altura, con 300 metros, y luego sobrevolar París, coronando su brillante exhibición sobre la "Ciudad Luz" con un arriesgado viraje en torno a la Torre Eiffel.

A todo esto, los aeroplanos comienzan a fabricarse en serie y el 25 de septiembre de 1909 se inaugura en el Grand Palais de París la primera Exposición Internacional de la Locomoción Aérea, en la que el aficionado puede elegir entre un Wright que se ofrece por 30 mis francos, un Antoinette que cuesta 25 mil o un Blériot, idéntico al que efectuó la travesía del Canal, al módico precio de apenas 10 mil francos. Asimismo, el público se entera de que la aviación no es un pasatiempo tan peligroso, reservado únicamente a "locos y temerarios", pues durante todo 1909, el año en que se han efectuado más vuelos en lo que va recorrido de la incipiente actividad aérea, sólo tres pilotos han perecido ante los mandos: Lefévre, con un Wright, el 17 de septiembre, en Juvisy; Ferber, con un Voisin, el 22 del mismo mes, en Boulogne-sur-Mer, y el español Antonio Fernández, que se estrelló con un aeroplano de su propia construcción el 6 de diciembre, en Niza.


 
ROBERT ESNAULT PELTERIE. Francés de actividad desbordante, fue ingeniero, constructor y gran piloto

Mil novecientos nueve, año clave de la aviación internacional, vio también extenderse los primeros títulos oficiales de piloto concedidos por el Aero-Club de Francia. Fueron las dieciséis primeras licencias de vuelo otorgadas a otros tantos aviadores que se habían distinguido por su destreza y arrojo a toda prueba. Esta lista histórica en los anales de la aviación estuvo integrada por Louis Blériot, Glenn Curtiss, León Delagrange, Robert Esnault Pelterie, Henri Farman, Ferdinand Ferber, Maurice Farman, Jean Gobron, Charles de Lambert, Hubert Latham, Louis Paulhan, Paul Tissandier, Henri Rougier, Alberto Santos Dumont, Orville Wright y Wilbur Wright. En síntesis, doce franceses, tres norteamericanos y un brasileño.

Raids de gran aliento

Paralelamente a los raids temerarios y a las pruebas en procura de la obtención de nuevos records, la investigación aeronáutica siguió adelante en su búsqueda de materiales más ligeros para los motores y de diseños más funcionales para los fuselajes. La aparición de nuevas aleaciones de magnesio y aluminio y de gasolinas especiales para aviación, que permitían grados de compresión mayores, dieron un gran impulso a la construcción de motores de aviación más eficientes, y los resultados no se hicieron esperar. Haciendo honor a este progreso, mil novecientos diez estaba destinado a convertirse en el año de los primeros viajes de gran aliento. La serie se inicia con el recorrido Londres-Manchester, cumplido brillantemente por el francés Louis Paulhan, quien vence a su rival inglés  Claude Graham-White, en una carrera interciudades auspiciada por el infatigable "Daily Mail", diario verdaderamente interesado en estimular el desarrollo de la aviación.

CONDE DE LAMBERT. Realizó pruebas con hidroplaneadores
CONDE DE LAMBERT. Realizó pruebas con hidroplaneadores.

El raid fue realizado en 4 horas 12 minutos de vuelo efectivo y sin aterrizar más que una vez durante el trayecto, en los días 27 y 28 de abril, con un aparato Henri Farman provisto de un motor Gnome de 50 caballos. Pero cinco meses más tarde, el 23 de septiembre, el joven deportista peruano y alumno de la escuela Farman de Morumelon, Jorge Chávez, opaca la proeza de Paulhan y asombra al mundo al partir desde Briga y realizar la primera travesía de los Alpes en un aparato Blériot. Infortunadamente, Chávez no tiene tiempo de regocijarse de su hazaña, pues, en forma paradojal, luego de haber volado a miles de metros de altitud, algo se rompe en el aeroplano a una distancia de sólo 10 metros del suelo, cuando se dispone a aterrizar en Domodossola. El aparato cae violentamente a tierra y su piloto es retirado de entre los restos del avión con ambas piernas fracturadas. Cuatro días más tarde fallecerá. Chávez desciende a la tumba con otro gran record en su poder, el de altura, con 2.857 metros, conseguido el 8 de septiembre de 1910, dos semanas antes de su gloriosa travesía de los Alpes.

EN PLENA CALLE. El audaz piloto inglés Claude Graham White despega en una avenida de Washington el 14 de octubre de 1910, tres haber sido felicitado por altas personalidades.
EN PLENA CALLE. El audaz piloto inglés Claude Graham White despega en una avenida de Washington el 14 de octubre de 1910, tres haber sido felicitado por altas personalidades.

Otro raid importante efectuado en 1910 fue el de París-Bruselas-París, ganado por el holandés Wijnmalen con un pasajero, en menos de 36 horas, durante los días 16 y 17 de octubre. Poco antes, el 2 de octubre, había tenido lugar la primera colisión en pleno vuelo de dos aeroplanos, al estrellarse en Milán, a unos 30 metros de altura, un Antoinette piloteada por René Thomas y el Henri Farman del Capitán escocés Bertram Dickson. "Los dos aparatos se estrellaron contra el suelo formando un terrible amasijo de tela maderas y tirantes", explicó más tarde Thomas, pues ambos aviadores, sorprendentemente, lograron sobrevivir al desastre, aunque no sin graves heridas.

Difusión en otros países

A todo esto, los constructores y aviadores de otros países hacen denodados esfuerzos por acortar la ventaja que les llevan los franceses, principalmente, y también los norteamericanos, cuya última proeza ha sido el despegue de un avión desde el puente de un buque de guerra, el Birmingham, anclado en Hampton Roads, de mostración efectuada por Eugene Ely, piloto de pruebas de la casa Curtiss, el 14 de noviembre de 1910.

GABRIEL D'ANNUNZIO, quien acompañado por Natale Palli voló sobre Viena en agosto de 1918
GABRIEL D'ANNUNZIO, quien acompañado por Natale Palli voló sobre Viena en agosto de 1918.

Entre los ingleses se distinguen: Moore-Bravanzon; J. W. Duone, que exhibe orgulloso su enorme biplano en forma de V; Cecil Grace, que desaparece en las aguas del Canal de la Mancha con su Short-Farman el 22 de diciembre de 1910; Claude Graham White, que causa sensación aterrizando en una avenida de Washington y luego, despegando de ella y, por último, Charles S. Rolls, que el 2 de junio de 1910 realiza la primera travesía del Canal de la Mancha en ambos sentidos, piloteando un Short-Wright. Infortunadamente, Rolls perece en un accidente aéreo un mes más tarde.

Mientras tanto, en Alemania August Euler obtiene el primer título de aviador de su país y el príncipe Enrique de Prusia da un ejemplo de entusiasmo piloteando su propio aparato. Por otra parte, el país germano comienza también a producir aviones en serie al inaugurar Hans Grade la primera fábrica de construcción aeronáutica alemana.

Baronesa de Laroche y Marie Marvingt
Baronesa de Laroche y Marie Marvingt.

Pero hay también otros países en que la aviación se desarrolla en Italia, Gianni Caproni presentó su primer biplano, antes de asociarse con Agostini, con quien producirá interesantes modelos; el Rusia, los pilotos Piotrowski y Rolsinski efectúan exitosos vuelos interciudades; y en la pequeña Suiza, los hermanos Armand y Henri Dufaux se hallan ya en su tercer avión, a bordo del cual Armand cruza el lago Leman, el 28 de agosto de 1910. Así, vuelo a vuelo, la aviación comienza a extenderse por todos los cielos de mundo.

Vuelan las mujeres

El año 1910 marcó también la incorporación oficial del bello sexo a las actividades aeronáuticas, al concederse por primera vez el título de aviador a una mujer, el 8 de marzo, en la persona de la francesita Elise Deroche más conocida como la baronesa Raymonde de Laroche. La joven que había debutado como artista en la vida parisiense, dio muestras de gran coraje y pericia, obteniendo excelentes resultados en los concursos aéreos, hasta que en 1919 pereció al precipitarse a tierra su aparato diseñado especialmente para ella.

Tras la Deroche otras mujeres obtuvieron el título de piloto, evidenciando grandes aptitudes para aquel arriesgado e inseguro deporte que constituía la aviación de fines de la “Belle Epoque". Entre ellas sobresalieron las francesas Marthe Niel, Marie Marvingt, infatigable alumna de Latham, Jeanne Herveux, aventajada discípula del gran Blériot y Mme. Driacourt.

Jeanne Herveux y Hélène Dutrieu
Jeanne Herveux y Hélène Dutrieu

También alcanzaron gran popularidad por esa época la primera piloto belga, Hélène Dutrien y las norteamericanas, Hariett Quimby y Blanch Scott, esta última la primera mujer que voló sola en América, al cruzar el lago Keuka el 2 de septiembre de 1910.

No tardó, asimismo en instituirse una competición especial para damas, la Copa Femenina, en la que las mujeres se dieron a la tarea de batir sus propios records, procurando emular a varones.
Estos, por otra parte, no se habían quedado dormidos y ensayaban otros métodos de despegue. Así, Henri Fabre, de Marsella, se convierte en el primer aviador del mundo en pilotar un hidroavión, un aparato de su propia construcción al que llamó "aeroplano marino". El vehículo de marras, equipado con un motor Gnome de 50 hp, despegó del estanque de Berre el 28 de marzo de 1910, al primer intento, consiguiendo realizar varios vuelos de corta duración. Aunque más que un hidroavión propiamente tal, el aparato de Fabre era un "aeroplano con flotadores". El experimento representó la invención de tres nuevos elementos: los flotadores, la viga armada y el velamen que se fijaba a las alas tal como la vela de un yate.

Progreso evidente y records dudosos

En los últimos años que precedieron a la I Guerra Mundial, la aviación experimentó un acelerado progreso, tanto en las marcas establecidas como en su difusión. A principios de 1912 fue publicado un folleto bajo el título de "Dernières Inventions", que en su parte correspondiente a aviación trazaba un auspicioso panorama al reseñar la actividad aérea del año anterior.

TRANSPORTE AÉREO. Una verdadera competencia se desencadenó entre quienes podían transportar un mayor número de pasajeros. Lemartin cuando condujo a siete personas en un Blériot XIII, quebrando un record que luego fue superado.
TRANSPORTE AÉREO. Una verdadera competencia se desencadenó entre quienes podían transportar un mayor número de pasajeros. Lemartin cuando condujo a siete personas en un Blériot XIII, quebrando un record que luego fue superado.

La publicación atestiguaba que se habían construido en el mundo más de 1350 aeroplanos, propulsados por un total de 80 mil hp, adquiriéndose 450 aparatos más que el año anterior. Asimismo, establecía que los aviones habían transportado 12 mil pasajeros, contra sólo 5 mil del año precedente, en 13 mil "viajes aéreos sobre campo abierto", con un recorrido total de 2 millones 600 mil kilómetros, vale decir, una distancia equivalente a unas 65 vueltas a la circunferencia terrestre. Señalaba también aquel anuario que se había observado un "gran consumo de hélices", unas 8 mil.

Esta última circunstancia, motivada por el peligro que representaba cada aterrizaje, se rompían con un promedio de cinco por avión, dio por resultado el nacimiento de una nueva industria: la de los fabricantes de propulsores, entre los que se destacó Lucien Chauvière con su modelo de "hélice integral", construida con láminas de madera encoladas y después modeladas.

Sin embargo, pese al innegable progreso técnico que evidenciaba la aviación, las estadísticas señalaban también que las bajas humanas aumentaban alarmantemente: de un aviador muerto en 1908, 3 en 1909 y 29 en 1910 a cerca de un centenar en 1911. Al parecer, los hechos comenzaban a dar la razón a René Quinton, quien había profetizado: "La aviación existirá hasta cuando se mate un aviador cada día".

El aparato que utilizó Henry Péquet para llevar 6 mil cartas, que pesaban aproximadamente 15 kilos, entre Allahabad y la fortaleza de Nani, en la India. Es el primer correo aéreo de la historia
El aparato que utilizó Henry Péquet para llevar 6 mil cartas, que pesaban aproximadamente 15 kilos, entre Allahabad y la fortaleza de Nani, en la India. Es el primer correo aéreo de la historia

A todo esto, una especie de fiebre surge entre los aviadores, quienes, no contentos con competir por records de altura, distancia o velocidad, rivalizan por ver quién es capaz de transportar mayor cantidad de pasajeros. Todo el mundo habla entonces de los "Aerobuses". Primero Sommer, sobre un Farman modificado por él mismo, lleva a cinco pasajeros; luego Lemartin, en su aerobús Blériot, introduce a bordo a siete viajeros, y dos días más tarde a 9; después Louis Breguet entra en la competición y traslada a 10 personas en su Breguet G-3, recorriendo unos 5 kilómetros en menos de cinco minutos. Pero Breguet no pudo conservar por mucho su famoso record, pues al día siguiente. Roger Sommer logró pasear a 12 pasajeros en un recorrido de 800 metros, en Mouzon, Ardenas. En verdad, esta competencia algo ingenua adolecía de graves fallas, pues en los reglamentos de estos records no se tomaba en cuenta el peso transportado, y así, siendo lo único que contaba el número de personas, los aviadores terminaron por incrementar sus marcas a costa de transportar individuos excepcionalmente livianos, tales como bailarinas, enanos, y aun niños de corta edad.

El primer correo aéreo

Un acontecimiento digno de ser señalado durante 1911 fue la aparición del correo aéreo, cuyo primer servicio tuvo lugar el 18 de febrero de aquel año en la India.

Henri Péquet, piloteando un Sommer propulsado por un motor Gnome de 50 hp, voló entre Allahabad y la fortaleza de Nani, distantes unos 30 kilómetros, llevando un saco de correspondencia que contenía 6 mil cartas, las que fueron recibidas por un serio funcionario del servicio de Correos de Su Majestad Británica, 27 minutos después de ser despachadas desde su punto de partida.

PRIMERAS APLICACIONES del avión en lo guerra: Un fusil Lebel montada en un avión Nieuport.
PRIMERAS APLICACIONES del avión en lo guerra: Un fusil Lebel montada en un avión Nieuport.

"A finales de esta semana, señaló posteriormente un diario inglés, se han recibido en Londres unas cartas procedentes de las Indias y ostentando un matasellos nuevo en la historia postal, "first aerial post", el primero en ser reconocido por las autoridades para estampillar cartas por vía aérea." Era el inicio del correo aéreo, que tan decisiva importancia alcanzaría al correr de los años, hasta convertirse en el imprescindible y rapidísimo vehículo de comunicación postal de nuestros días, que sirve a las más apartadas regiones del globo.

Simultáneamente a la aparición del correo aéreo nacía también el vuelo nocturno. Hasta ese momento había sido más bien la noche la que había sorprendido a los pilotos, como ocurrió con Wilbur Wright en 1908, en Auvours, o con Maurice Farman en el transcurso de un raid Etampes-Toussus. Ahora son los aviadores quienes van en busca de la noche, y así, el 11 de febrero de 1911, Robert Grandseigne despega del campo de Issy a las 02:30 de la madrugada y no retorna hasta una hora más tarde, después de haber sobrevolado París con su Caudron de motor Anzani.

Alas para la guerra

Al margen de los adelantos técnicos logrados, 1911 fue un año de importantes raids y comentadas hazañas aéreas. El 12 de abril Pierre Prier efectuó con un Blériot, provisto de motor Gnome de 50 hp, el primer vuelo sin escalas entre Londres y París, en 4 horas 55 minutos. Al mes siguiente, el 21 de mayo, tuvo lugar la primera gran carrera entre capitales, la prueba París-Madrid, que fue terminada por un solo concursante, Jules Védrines, quien cubrió los 1700 kilómetros del recorrido en 14 horas 6 minutos de vuelo efectivo.

La proeza fue enlutada por la trágica muerte del ministro francés de la Guerra, Bertaux, al estrellarse contra la muchedumbre el aparato de un participante en los momentos del despegue.

PILOTOS FRANCESES. Robert y León Morane se destacaron por la pericia sobre los mandos de los aviones en que volaron. León Morane fue poseedor del record de velocidad con 106,508 kilómetros por hora, en un Blériot.
PILOTOS FRANCESES. Robert y León Morane se destacaron por la pericia sobre los mandos de los aviones en que volaron. León Morane fue poseedor del record de velocidad con 106,508 kilómetros por hora, en un Blériot.

Pero no todo era espíritu deportivo en la aeronáutica de aquellos días, sino que habían comenzado a entreverse las enormes posibilidades bélicas del avión. Ya en 1908, Clément Ader había afirmado que: "La defensa nacional sólo puede llegar a ser efectiva con el concurso de la aviación", interesando al ministro de Guerra francés, el cual había invertido 100 mil francos en la preparación de aviadores militares. Sin embargo, fueron los italianos los primeros en utilizar el aeroplano como instrumento de combate, durante la invasión de Tripolitania en 1911. El 23 de octubre de aquel año, el Capitán Piazza, en un Blériot, y el Capitán Moizo, en un Nieuport, se aventuraron en un vuelo de reconocimiento sobre las líneas turcas, en dirección a Azizia. Moizo tuvo su bautismo de fuego, el primero en la historia aérea, el 25 de octubre, cuando su aparato recibió tres balazos en un ala, en el sector de Ain-Zara. Días más tarde, el 19 de noviembre, el Teniente Gayotti efectuaría el primer bombardeo en acción de guerra, al dejar caer cuatro bombas desde una altura de 800 metros sobre un campamento turco.

"Aviettes" y paracaídas

Al promediar 1912, París, que continuaba siendo la capital de la aviación, presenció el nacimiento de una nueva moda: la afición hacia el vuelo muscular, que comenzó a hacer furor con los concursos de "aviettes" en el Parc des Princes. Se trataba de accionar mediante pedales una hélice que permitía el despegue de un aparato provisto de alas, una especie de bicicleta voladora. Los aviettes" obtienen algún éxito consiguiendo realizar algunos saltos, lo que trae por resultado la aparición de los más extraños modelos. El corredor ciclista Rettich se apasiona por esta nueva modalidad de "vuelo" y gana el 20 de octubre de 1912 el Premio Peugeot del "Decímetro", con un recorrido de ida y vuelta sobre un espacio delimitado por dos cordeles distantes un metro, y situados a sólo un centímetro de altura sobre el suelo.

ROLAND GARROS en un Demoiselle
ROLAND GARROS en un Demoiselle

Pero mientras algunos deportistas se dedican a jugar con los "aviettes", la aviación propiamente tal continúa haciendo progresos y así, durante 1912, aparece en Francia el primer avión con cabina cerrada, el "Avro", tipo monoplano o biplano. Nace también por esa misma época, el paracaídas como instrumento de salvación para el aviador, ya que, como pretexto para exhibiciones aeronáuticas, existía desde que en 1797 Jacques Garnerin saltara desde un aeróstato que volaba a dos mil metros de altura. El primero en lanzarse en paracaídas desde un avión, fue el Capitán norteamericano, Albert Berry , el 19 de marzo de 1912, sobre San Luis, en Jefferson Barracks. En el curso del mismo año, el 21 de septiembre, Tiny Broadwick, también norteamericana, se convirtió a su vez en la primera mujer de la historia en saltar en paracaídas.

Pero antes de finalizar el año, los EEUU conquistan otro laurel, al conseguir Galbraith P. Rodgers realizar la primera travesía del continente americano desde Nueva York a Pasadena, California, en un biplano Wright Baby con motor de 25 hp, en 49 días y con 68 escalas, en 82 horas de vuelo efectivo y cubriendo una distancia aproximada de 5 mil kilómetros. Sin embargo, 1912 fue también año de duelo para la aviación norteamericana y mundial, al fallecer el 30 de mayo, a los 45 años de edad y víctima de la fiebre tifoidea, Wilbur Wright, el mayor de los célebres hermanos.

1913: "El año glorioso"

Mil novecientos trece trajo la aparición del primer gigante del aire, al ser construido por un joven ruso natural de Kiev, Igor Sikorski, el primer cuatrimotor que levantó vuelo en el mundo. Buscando obtener un aparato que proporcionara mayor seguridad, Sikorski tuvo la idea de diseñar y llevar a la práctica un multimotor, pese al escepticismo y las críticas de los expertos en aeronáutica, que, entre otras objeciones, llegaron a afirmar que jamás un avión tan pesado podría abandonar el suelo y que su excesivo tamaño no permitiría dirigirlo". Sin embargo, echando por tierra aquellos pesimistas vaticinios, "El Grande", un biplano equipado con cuatro motores Argus de 100 hp cada uno, alzó triunfal vuelo el 13 de mayo de 1913, pilotado por su constructor, Sikorski, y llevando una tripulación de tres personas. Fuera del importante avance técnico que representó la aparición del primer tetramotor, el aparato de Sikorski constituyó en verdad, el primer avión realmente cómodo que surcó el cielo, lejanamente precursor de las fastuosas aeronaves de pasajeros de la actualidad. Su funcional diseño incluía un mirador bastante amplio delante de la cabina, un “puente de paseo", a disposición de los viajeros, cuatro confortables asientos, una mesa y un sofá, grandes ventanales que permitían disfrutar de una excelente visibilidad y, por último, un lavabo y una guardarropía.

Pero la entrada en escena del primer cuatrimotor fue sólo uno más de los grandes logros conseguidos por la aviación en 1913, recordado como "el año glorioso". Las hazañas se sucedieron casi sin interrupción. El 24 de enero, otro peruano, Jean Bielovucic, coronó la hazaña de su compatriota Chávez, al franquear triunfalmente los Alpes, sobre un Hanriot con motor Gnome de 25 hp, Bielovucic salió desde Briga y, tras volar 28 minutos a una altura de 3200 metros, aterrizó sano y salvo en Domodossola, distante unos 25 kilómetros. Un mes más tarde, el 25 de febrero, el piloto francés Marcel Brindjonc des Moulinais sale de París e inicia una serie de vuelos que llevarán a su Morane prácticamente a todos los puntos de Europa: Londres, Bruselas, Berlín, Varsovia, San Petersburgo, Estocolmo, Copenhague, La Haya, Burdeos, Madrid, Barcelona, Lyon...

Finalmente hace un triunfal retorno a la "Ciudad Luz" con una escolta de honor, formada por sus cuatro mejores amigos, los aviadores Audemars, Garros, Gilbert y León Morane, en lo que fue el primer vuelo conjunto de cinco aparatos de toda la historia. Más tarde, el 23 de septiembre, uno de los de la escolta, el célebre Roland Garros, realizó a su vez la proeza más celebrada del "año glorioso": la travesía del Mediterráneo. Saliendo de Saint-Raphael, Garros aterrizó en Bizerta cuando sólo le quedaban 5 litros de gasolina en el depósito de su Morane-Saulnier, 7 horas y 53 minutos más tarde, tras haber cubierto 730 kilómetros, 500 de ellos sobre las olas.

La aviación en la I Guerra Mundial

La I Guerra Mundial, 1914-1918 dio margen a nuevos desarrollos y a un perfeccionamiento creciente de las máquinas volantes, conduciendo a la joven aviación a un nivel de eficiencia que permitiría posteriormente la realización de grandes viajes intercontinentales, como los de Ramón Franco, Charles Lindbergh, Costes, Le-Brix Bellonte o Balbo.

GRANDES PROGRESOS. Igor Sikorski construyó y piloteó el primer biplano con cuatro motores. Su tren de aterrizaje podía ser sustituido por esquís en época invernal
GRANDES PROGRESOS. Igor Sikorski construyó y piloteó el primer biplano con cuatro motores. Su tren de aterrizaje podía ser sustituido por esquís en época invernal.

Al iniciarse la sangrienta conflagración, unos pocos y frágiles aparatos de alambre y lona, rígidos y vulnerables, surcan el aire transportando en sus carlingas a temerarios pilotos que se desafían versallescamente a duelos aéreos, a tiro de pistola o de fusil, o dejan caer a mano pequeñas y casi inofensivas bombas sobre las poblaciones. Al caer el telón de la Gran Guerra, la escena ha cambiado radicalmente: miles de aparatos de sólida construcción metálica, equipados con ametralladoras, se enfrentan en verdaderas batallas campales aéreas y arrojan toneladas de mortíferas bombas sobre las grandes capitales europeas.

Henri Forman estableció el primer enloce de "ciudad a ciudad". Además fue poseedor de records mundiales de velocidad y distancias
Henri Farman estableció el primer enloce de "ciudad a ciudad". Además fue poseedor de records mundiales de velocidad y distancias.

En el aspecto de los records puros, el avión ha ganado 894 kilómetros en distancia, 3973 metros en altitud y 72 kilómetros por hora en velocidad. En 1918 los aviones de caza vuelan ya a una velocidad media de 200 km/h y a una altitud de 6 mil metros. A su vez, los equipos han experimentado un progreso notable: las comunicaciones por radio aire-tierra son casi perfectas, y la fotografía aérea es ya una realidad. De un modo general, puede decirse que a causa de la guerra la producción aeronáutica entró en su fase industrial, reemplazando la organización del trabajo al imperfecto sistema artesanal imperante en las fábricas de aviones anteriores al conflicto. Una vez terminada la contienda, esta situación persistiría y se acentuaría, representando para los constructores un innegable perfeccionamiento en sus modelos.

Mientras la vieja Europa presenciaba y sufría el desenlace de la I Guerra Mundial, en un extremo del globo hacía noticia el Teniente chileno Dagoberto Godoy, quien el 12 de septiembre de 1918 realizó el primer cruce del macizo andino, volando entre Santiago y Mendoza. Al año siguiente, otro joven Teniente chileno, Armando Cortínez, emularía la hazaña anterior, realizando por primera vez la doble travesía de los Andes.

Un mes más tarde, el 14 de junio, dos pilotos británicos, el inglés John Alcock y el escocés Arthur Brown, despegan en un bombardero Vickers Vimy equipado con dos motores Rolls-Royce desde Lester's Field, en Terranova, y aterrizan 16 horas y 12 minutos más tarde en Clifden, Irlanda, cumpliendo el primer vuelo transatlántico sin escalas de la historia.

Mil novecientos diecinueve vio surgir también el primer transporte aéreo regular civil; en otras palabras, la aviación comercial. El primer servicio de pasajeros fue inaugurado en Alemania el 5 de febrero por la Deutsche Luftreederei, entre Berlín y Weimar, vía Leipzig. El tiempo empleado para cubrir el recorrido entre la antigua capital y la nueva, a bordo de un AEG de 5 plazas o de un DFW de 2 plazas, era de 2 horas y 18 minutos.

VUELTA AL MUNDO. Wade, Martin, Nelson, Oden, Turner, Smith y Harding (foto superior), antes de iniciar la primera vuelta al mundo en cuatro biplanos. En el accidentado intento recorrieron 28 países en seis meses. ABAJO, el primer autogiro de Juan de la Cierva. Posee cuatro palas horizontales sobre su fuselaje, que le permiten despegar y aterrizar verticalmente.
VUELTA AL MUNDO. Wade, Martin, Nelson, Oden, Turner, Smith y Harding (foto superior), antes de iniciar la primera vuelta al mundo en cuatro biplanos. En el accidentado intento recorrieron 28 países en seis meses. ABAJO, el primer autogiro de Juan de la Cierva. Posee cuatro palas horizontales sobre su fuselaje, que le permiten despegar y aterrizar verticalmente.

Victoria sobre el Atlántico

El acontecimiento más notable del primer año de posguerra, a pesar de que pronto fue relegado en el olvido, fue sin duda alguna la primera victoria del avión sobre el Atlántico. Primero, el NC 4, un hidroavión Curtiss, al mando del Comandante norteamericano A. C. Read y con cinco hombres de tripulación arriba a Plymouth, Inglaterra, el 31 de mayo de 1919, quince días después de haber salido de Terranova y cruzado el océano haciendo escalas en las Azores y en Lisboa.

El ejemplo alemán no tardó en ser emulado por los franceses, y así, tres días más tarde, el 8 de febrero, Lucien Bossoutrot condujo 11 pasajeros de París a Londres en 2 horas 35 minutos, con un Farman "Goliath". Asimismo, no tardaron en ser creadas, primero, las líneas aéreas Farman, y luego la Compagnie des Messageries Aériennes (C.M.A.). Mientras tanto, en Inglaterra el transporte aéreo adquiere también un notable impulso, y el 25 de agosto de 1919 tiene lugar la inauguración de la primera línea regular internacional Londres-París, por la Air Transport and Travel. Al final de año, con 23 aviones, la compañía británica exhibe el siguiente balance: 1382 pasajeros y 710 sacos de correo transportados, ocho accidentes y cinco aparatos perdidos. La aviación comercial estaba destinada a alcanzar un extraordinario auge.

El autogiro de la Cierva

Durante el transcurso de 1923, un joven ingeniero español, Juan de la Cierva, hijo del Ministro de la Guerra, ensaya en el campo de Gestafe un aparato compuesto por un fuselaje de Avro 504, sobre el que ha montado un sistema de cuatro palas horizontales ideado por él mismo, y que bautiza con el nombre de "autogiro". La hélice de tracción arrastra el conjunto, y las palas horizontales, debido a su autorrotación, participan en la elevación y permiten un aterrizaje casi vertical en óptimas condiciones de equilibrio. El primer vuelo del revolucionario aparato tiene lugar el 9 de enero. Meses más tarde el Teniente Loriga volará con un autogiro, sobre un recorrido de 17 kilómetros, entre Gestafe y Cuatro Vientos, confirmando el éxito del invento. La notable creación de De la Cierva, celebrada por el mundo entero, permitió, gracias a su genial solución del problema de la estabilidad por articulación de las palas del rotor, hacer viable el helicóptero, vehículo perseguido con ahínco desde los tiempos de Leonardo.

A todo esto, los records son superados vertiginosamente. Pasando de los 275 a los 341 km/h, el francés Sadi Lecointe consigue la marca mundial de velocidad el 21 de septiembre de 1922. Pero ésta no tarda en quedar en manos de los norteamericanos, quienes, primero, por intermedio del general Mitchell la elevan a 358,8 km/h, el 13 de octubre de 1922, y luego nada menos que a 429 km/h, record extraordinario para la época, en un vuelo del aviador Williams, en 1923. En cuanto a altitud, destacan dos notables registros de aquellos años: primero, el Mayor Schroeder, de los EEUU, rebasa los 10 mil metros, el 27 de febrero de 1920, en Dayton, con un Lepère equipado con motor Liberty 400 CV, más tarde, el 30 de octubre de 1923, en Issy-Moulineaux, en un Nieuport-Delage con motor Hispano-Suiza de 300 CV, Sadi Lecointe asciende a 11145 metros.

PRUEBAS DE MITCHELL. Barcos de guerra sirven de "conejillos de Indias" en los primeros ensayos de bombardeo aéreo
PRUEBAS DE MITCHELL. Barcos de guerra sirven de "conejillos de Indias" en los primeros ensayos de bombardeo aéreo.

Eficacia bélica

Uno de los problemas que la aviación no había podido resolver encuentra su solución en 1923: el del reaprovisionamiento en vuelo. Del 26 al 27 de junio, en el cielo de San Diego, EEUU, tiene lugar la primera operación práctica de este tipo: el avión de aprovisionamiento, un DH 4, pilotado por el Teniente Virgil Hine, logra mantenerse a una distancia constante de 10 metros del otro aparato, conducido por el Capitán Lowell H. Smith. El Teniente Frank Seifert, tripulante del primer aeroplano, cuida de la delicada maniobra del tubo de conducción, mientras el Teniente John P. Ritcher, en el segundo aparato, se ocupa de llenar el depósito.

Ambas tripulaciones han decidido no limitarse a un simple reabastecimiento de combustible, por lo que tratan también de establecer un record de duración. Así, efectúan diez contactos para la gasolina, dos para el aceite, cuatro para las comidas y otros dos para los periódicos, pues era menester entretenerse para combatir la monotonía de las operaciones. Dos meses después, estos mismos hombres volvieron a repetir su prueba de abastecimiento, estableciendo esta vez 26 contactos. Puntuales y concienzudos cronometristas aseguran que entre el 27 y 28 de agosto de 1923, estos hábiles aviadores lograron mantenerse en el aire durante 37 horas 15 minutos y 14 segundos. Cuando un periodista les preguntó: ¿Es un ejercicio de circo?", la respuesta de Seifert fue: "No, el DH 4 es un bombardero. Si despega con menos gasolina, puede cargar mayor número de bombas".

Así, pues, el perfeccionamiento del avión como arma de guerra era una preocupación que estaba en las mentes de todos los aeronautas. Ya en 1921, el General Douhet había publicado el libro "El Dominio del Aire", que arrojaba luces sobre las infinitas posibilidades del avión como instrumento de destrucción, haciendo dudar hasta a los más escépticos y a los francos adversarios de la aviación, que aún los tenía... y no en pequeño número. Entre estos últimos figuró nada menos que el secretario de Marina estadounidense Josephus Daniels, quien llegó a formular el siguiente desafío al General William Mitchell, segundo director de la Aviación Militar norteamericana: "Estoy dispuesto a quedarme con la cabeza descubierta sobre el puente del crucero que usted trate de alcanzar con sus bombas".

Ni corto ni perezoso, Mitchell, firme creyente en la eficacia de los bombarderos, hundió con una escuadrilla de aparatos Glenn Martin, en la bahía de Chesapeake, dos submarinos, un destructor y un crucero ligero, todas ellas naves alemanas entregadas a los norteamericanos después del armisticio de la I Guerra Mundial. Y como si esto fuera poco, el 21 de julio de 1921, Mitchell echó a pique el acorazado "Ostfriesland”, merced a seis certeros impactos de otros tantos bimotores Martin MB 2 y un Handley-Page. Por suerte, Daniels tuvo la buena ocurrencia de no mantener su promesa, retractándose de sus palabras... a tiempo. Entre los observadores invitados al espectáculo llamó la atención la presencia de dos representantes de Japón. "Es mucho lo que se puede aprender aquí"..., declaró uno de ellos a un periodista. Veinte años después, la destrucción de la escuadra norteamericana en Pearl Harbor lo confirmaría.

Primera vuelta al mundo

Al promediar los "locos veinte", el avión se ha revelado ya capaz de recorrer grandes distancias a miles de metros de altitud, así como de cruzar océanos, navegar en plena tempestad y vencer las más empinadas montañas. Ha llegado, pues, el momento de emprender la travesía soñada desde el momento mismo en que nació la aviación: dar la vuelta a la Tierra.

El primer intento corrió por cuenta de los norteamericanos y fue coronado por el éxito. Como resultado de un contrato entre el fabricante Douglas y el Ejército de los EEUU, una escuadrilla de cuatro aparatos DT 2, el "Seattle", el "Boston", el "Chicago" y el "Nueva York", todos biplanos de estructura metálica, equipados con motores Liberty de 400 hp, despegan con intervalos de cinco minutos de Clover Field, Santa Mónica, California, el 17 de marzo de 1924, dispuestos a circundar el globo terráqueo. El 6 de abril, tal cual estaba previsto, los aviones son transformados en hidroaviones, y despegan del lago Washington, en Seattle, para orillar el Pacífico por el norte. Pero en el momento de abordar el océano quedan reducidos a tres, pues "Seattle" se ha estrellado contra una montaña en Alaska, quedando inutilizado.

WILLIAM MITCHELL (1879-1936). Piloto y general norteamericano, vio la posibilidad del empleo del avión en la guerra y la llevó a la práctica con éxito.
WILLIAM MITCHELL (1879-1936). Piloto y general norteamericano, vio la posibilidad del empleo del avión en la guerra y la llevó a la práctica con éxito.

Los tres aparatos sobrevivientes continúan la travesía y logran llegar al Japón, luego aterrizan en París, el 14 de julio, en momento en que Francia celebra un nuevo aniversario de la toma de la Bastilla. A continuación, bordean Atlántico por el norte, pero una pérdida de aceite obliga al “Boston" a amarizar entre las Oreada e Islandia, siendo sustituido por el "Boston II". Finalmente, el 2 de septiembre de 1924, los tres aparatos, dos de los cuales han completado la vuelta al mundo, aterrizan en Clover Field, su punto de partida, sobre un campo sembrado de rosas y ante 200 mil espectadores que admiran la hazaña. Los aviones han recorrido 49560 kilómetros, atravesando 28 países en 6 meses, con 15 días 11 horas y 17 minutos de vuelo efectivo, a una velocidad promedio de 137,5 km/h.


Byrd, Franco Y Lindbergh

Lograda la vuelta al mundo, la próxima meta es el Polo Norte. En 1925, el explorador noruego Roald Amundsen zarpa de la bahía de Tromsoe en la nave "Hobby", a bordo de la cual había embarcado dos hidroaviones Dornier Wall. Infortunadamente para él, el 21 de mayo de ese año los dos hidroaviones se ven obligados a posarse sobre un banco de hielo, sin haber alcanzado su objetivo, a menos de 200 kilómetros del Polo. Pero el 9 de mayo de 1926 el Comandante R. E. Byrd, a bordo del trimotor Focker "Josephine Ford", piloteado por Floyd Bennett, es el primero en sobrevolar el Polo Norte, anticipándose a su rival Amundsen. Tres años más tarde, en 1929, Byrd volaría sobre el Polo Sur, convirtiéndose en el primer hombre en sobrevolar los dos puntos más inaccesibles de la Tierra.

DESAPARECIDOS. Valette, Guiboud y Cuverville desaparecieron para siempre en el hidroavión Latham en una frustrada tentativa de llegar al Polo Norte.
DESAPARECIDOS. Valette, Guiboud y Cuverville desaparecieron para siempre en el hidroavión Latham en una frustrada tentativa de llegar al Polo Norte.

Mil novecientos veintiséis presenció también una hazaña del Comandante español Ramón Franco, quien realizó del 22 de enero al 10 de febrero la larga travesía Sevilla-Buenos Aires, en su hidroavión Dornier Wall, el "Plus Ultra", acompañado por una tripulación compuesta por el Capitán Julio Ruiz de Alda, el Teniente de Navío Juan M. Durán y el mecánico Pablo Rada. Asimismo, los españoles también se lanzan por aquella época sobre la ruta de África, cuando la patrulla "Atlántida", formada por tres hidroaviones bimotores Dornier Wall, el "Valencia", el "Cataluña" y el "Andalucía", vuelan de Melilla a Santa Isabel, en Fernando Poo, después de una circunnavegación de 13392 kilómetros que demora del 10 de noviembre de 1926 al 26 de febrero de 1927. Los comandantes de los tres aparatos son Rafael Llorente, Antonio Llorente e Ignacio Giménez.

Al año siguiente, 1927, es escrita una página de oro en la historia de la aviación mundial, al realizar, entre el 20 el 21 de mayo, el joven piloto Charles Augustus Lindbergh el primer vuelo solo, y sin escalas, de Nueva York a París, en un monoplano de ala alta con motor Wright de 225 hp, construido por Tubal Claude Ryan, un modesto fabricante de aviones de San Diego, California.

REABASTECIMIENTO EN VUELO. El primer reaprovisionamiento de un avión en pleno vuelo significó un paso importante en el futuro de la floreciente aviación.
REABASTECIMIENTO EN VUELO. El primer reaprovisionamiento de un avión en pleno vuelo significó un paso importante en el futuro de la floreciente aviación

Lindbergh efectuó su proeza demorando 33 horas y 30 minutos en recorrer los 6200 kilómetros que separan Nueva York de la "Ciudad Luz", tras volar a una altura fluctuante entre los 1500 y 3 mil metros, con niebla y helada, navegando a ojo, sin radio, y calculando su deriva por la observación de la espuma de las olas arrastrada por el viento. Finalmente, Lindbergh aterrizó en Le Bourget el martes 21 de mayo de 1927, a las 22:22, hora francesa, siendo recibido por una multitud delirante. Para el trayecto había llevado consigo sólo dos sándwiches, dos cantimploras de agua, un par de barras de chocolate, dos linternas, un cuchillo, cuatro cohetes una balsa neumática y cinco cajas de raciones de auxilio. A su triunfal llegada, el héroe del momento sólo logra exclamar esta lacónica y sencilla frase: "Bueno, lo conseguí."

Victoria sobre Atlántico y el Pacifico

Durante el mismo 1927, llamado el "año del Atlántico", lograron realizar la travesía transatlántica Clarence Chamberlin y Charles Levine, el 4 de junio, con el Bellance "Miss Columbia" desde América hasta Alemania, 6295 kilómetros, en 43 horas, 49 minutos; Byrd, Acosta, Balchen y Noville, el 29 de junio, con el trimotor Focker "América", perdiéndose sobre Francia y acabando por posarse en el mar frente a Ver-sur-Mer, el 1.4 de julio; y William Brock y Edward Schlee, el 28 de agosto, a bordo del Stinson "Pride of Detroit". Otras trece tripulaciones que intentaron el raid, fracasaron en su empeño, desapareciendo cuatro de ellas en el mar.

Pero también 1927 aporta triunfos sobre el Pacifico, y así, los Tenientes americanos Lester Maitland y Albert Hegenberger unen por primera vez San Francisco con Honolulu, el 28 y 29 de junio, cubriendo los 3980 kilómetros que separan ambos puntos en 25 horas y 50 minutos de irreprochable vuelo. Al mes siguiente, dos civiles, Ernest Smith y Emory Bronte, también norteamericanos, repiten la hazaña en un monomotor Trevelar, pero su viaje concluye en la playa de la isla Mokai, por falta de gasolina. Por último, el año 1927 se despide con una proeza de los franceses, los cuales han ido perdiendo terreno ante los norteamericanos, y Costes y Le-Brix salen de París para iniciar su vuelta al mundo en el "Nungesse et Coli". Debutan con la primera travesía sin escalas del Atlántico Sur, al volar de San Luis, Senegal, a Natal, Brasil, a bordo de su Breguet XIX.

A todo esto, el público comienza a tener más confianza en los viajes aéreos y muestra un enorme interés por volar en avión. En 1927 las compañías aéreas llegan al centenar. Los enlaces se extienden, los horarios adquieren mayor regularidad y los aparatos se hacen más confortables. Un pasaje París-Londres cuesta 900 francos y el aeropuerto de Le Bourget ve desfilar 23932 pasajeros, contra sólo 691 en 1919. Existen ya, por otra parte, aparatos como los cuatrimotores Leo 242, capaces de transportar cómodamente 24 pasajeros. A todas luces, la conquista del aire va siendo una realidad en todo; sus aspectos y utilizando todos los medios. Una muestra de ello lo constituye la primera travesía de Canal de la Mancha en autogiro efectuada exitosamente por el C8-II, piloteado por su propio inventor, De la Cierva, el 18 de septiembre de 1918.

VENCEDOR DEL POLO. El almirante Byrd, a bordo del "Josephine", fue el primero en llegar al casquete polar, anticipándose a Roald Amundsen. En la foto, Byrd es felicitado por su rival en la difícil proeza.
VENCEDOR DEL POLO. El almirante Byrd, a bordo del "Josephine", fue el primero en llegar al casquete polar, anticipándose a Roald Amundsen. En la foto, Byrd es felicitado por su rival en la difícil proeza.

El motor a reacción

Mil novecientos veintinueve constituyó un buen año para las alas francesas, que coronaron in ario de éxitos en el aire con un sensacional raid París-Tsitsikar-Hanói-París, efectuado entre el 27 de septiembre y el 21 de noviembre sobre un Breguet, por Dieudonne Costes y Maurice Bellonte, quienes recorrieron 24275 kilómetros 7905 de ellos sin escalas, conquistando de paso el record mundial de distancia. Tripulando el mismo aparato, ambos aviadores conseguirían al año siguiente el 1 y 2 de octubre de 1930 unir París con Nueva York en 37 horas y 18 minutos, devolviendo por fin la ya célebre visita de Lindbergh de 1927.

A todo esto, la investigación aeronáutica había seguido adelante en su búsqueda de materiales más ligeros para los motores. La aparición de nuevas aleaciones de magnesio y aluminio, así como la de gasolinas especiales para aviación que permitían grados de compresión mayores, dieron un impulso decisivo a la construcción de motores aéreos más eficientes. Así mismo, ingenieros visionarios de la década del veinte se dieron cuenta de que la hélice había alcanzado el límite de sus posibilidades y se abocaron a la búsqueda de una nueva forma de propulsión que permitiera obtener mayores velocidades. Así surgió el motor a reacción, o "a chorro", cuyos principios básicos habían sido enunciados hacía la miseria de miles de años antes por Herón, antiguo matemático de Alejandría que vivió en el siglo III a. de C. El primero en obtener una patente para motor a reacción fue el inglés Frank Whittle, considerado el padre de la propulsión a chorro, en 1930.

Pero el motor a reacción tardaría bastante tiempo en ser perfeccionado y estar en condiciones de impulsar al avión. Mucho más demoraría, asimismo, en generalizarse. La hélice continúa prestando valiosos servicios al comienzo de la década del treinta y con ella se obtienen grandes records y se realizan notables raids, que no sólo son producto de la ciencia aeronáutica, sino que también del coraje y la habilidad de los pilotos, que continúan siendo a factor primordial de los laureles que conquista la aviación ya casi cotidianamente.

Día a día, nuevas proezas maravillan al mundo. El 13 de septiembre de 1931 el inglés Stainforth consigue un record mundial absoluto al volar a la increíble velocidad, para aquellos años, de 655 kilómetros por hora. Simultáneamente, la Italia fascista prueba el valor de sus aviadores y, con dos años de intervalo, el Mariscal Ítalo Balbo comanda dos grandes cruceros sobre el Atlántico: en 1931, diez hidroaviones Savoia S-55 cruzan el Atlántico Sur y retornan a Italia embarcados; en 1933, una enorme escuadrilla de 23 hidroaviones que atruenan el aire parte de Italia por la ruta del Atlántico Norte y regresa a Roma por la del Atlántico Sur. Son los primeros grandes raids en vuelo de grupo, que cubren 10.400 kilómetros la primera vez, y 19.900 la segunda. En el intertanto, Amelia Earhart, la joven morena norteamericana que en 1928 había sido la primera mujer en atravesar el Atlántico como pasajero, se convierte también en la primera en cruzar sola el Atlántico Norte, piloteando un Lockheed, los días 20 y 21 de mayo de 1932.

Más tarde, en 1937, la valerosa aviadora, que había dicho: "No creo que viva lo bastante como para llegar a vieja", desaparecía en el Pacífico cuando intentaba dar la vuelta al mundo en compañía de Fred Noonan, alcanzando a recorrer 35400 kilómetros en 40 días antes de perderse todo contacto con ella.

Pero mientras los aviadores deslumbran con sus proezas la ciencia aeronáutica hace denodados esfuerzos por despojar de su poesía a la aviación y obtiene logros hasta entonces considerados como imposibles. Así, el 31 de mayo de 1931 un avión sin piloto es guiado por otro aparato en vuelo, en Houston, Texas. Y el 9 de mayo de 1932 el capitán Albert F. Hegenberger gana el "Collier Trophy", merced a haber dirigido un avión únicamente por medio de instrumental, en Dayton, Ohio.

Confort para los pasajeros

Todas las hazañas y laureles conquistados por la aviación en cientos de arriesgadas travesías parecieron diluirse y sintetizarse en un solo nombre, durante el transcurso de 1933, cuando Wiley Post, un veterano paracaidista norteamericano, dio la vuelta al mundo sin compañía, demorando 7 días, 18 horas y 49 minutos, entre el 15 y el 22 de julio de aquel año. Gracias al piloto automático que ya comenzaba a difundirse, Post había podido dormir de vez en cuando en el curso de su largo y esforzado viaje.

Pero los raids de esfuerzo están reservados sólo para los aviadores con vocación de aventureros y los pilotos de pruebas, pues los pasajeros gozan ya de todas las comodidades que es dable exigir. Las líneas aéreas comerciales procuran brindar todo el confort al alcance de las posibilidades factibles en la década del treinta.

TRIUNFADORES. Costes y Bellonte igualaron lo hazaña de Lindbergh, al unir París y Nueva York, en 1930. LARGO RAID. Hegenberger y Maitland volaron por primera vez distancia entre San Francisco y Honolulu. EXPRESOS AÉREOS. Once pasajeros llevó el Farman "Goliath", piloteado por Bossoutrot, entre París y Londres.
TRIUNFADORES. Costes y Bellonte igualaron lo hazaña de Lindbergh, al unir París y Nueva York, en 1930

LARGO RAID.

Hegenberger y Maitland volaron por primera vez distancia entre San Francisco y Honolulu.

Expresos aéreos.

Once pasajeros llevó el Farman "Goliath", piloteado por Bossoutrot, entre París y Londres. La calefacción, la ventilación, los sanitarios y, en algunos casos el bar, son ya comunes en los aviones de pasajeros. Asimismo, los primeros “stewarts" y las gentiles "azafatas" se desviven por hacer más grato el vuelo de los cada día más numerosos viajeros. En cuanto a los aparatos que utilizan las compañías aéreas, se trata ya de aeronaves de respetable tamaño, como el Boeing 247, el Lockheed L 10  "Electra”, el De Havilland 89 "Rapide" y el Junckers 52/3, a los que se suman primero los Douglas DC 1 y DC 2 y después el magnífico DC 3, surgidos entre los años 1932 y 1935. Los aviones comerciales vuelan a mediados de los años treinta a una velocidad de crucero de 300 km/h, transportando entre 14 y 18 pasajeros cada uno. Existen también aparatos que llevan hasta treinta, y se proyectan otros para más de cuarenta.

El 27 de agosto de 1939, fecha clave en la historia de la aviación, levantó el vuelo el primer avión a reacción, que fue construido por el profesor alemán Ernst Heinkel. La prueba fue realizada en el mayor secreto, y el primer hombre en pilotar un aparato a chorro fue el Capitán E. Warsitz. Sin embargo, todavía no se daban las condiciones para el advenimiento de la era del jet, pues este nuevo tipo de fuerza motriz exigía necesariamente nuevos tipos de combustibles, nuevos materiales de construcción capaces de resistir las altas temperaturas y superiores tensiones, que en ese momento la ciencia aún no podía proporcionar.

No obstante, el exitoso vuelo del HE 176 de Heinkel demostró inmediatamente la factibilidad del vuelo a chorro.

La guerra transforma la aviación

La II Guerra Mundial, iniciada el 3 de septiembre de 1939, tuvo un tremendo efecto en el desarrollo de aviación. Las exigencias bélicas, vinieron a dar un nuevo y gigantesco impulso al progreso de la navegación aérea, construyéndose máquinas para vuelos de larga distancia de velocidad cada vez mayor, para todas las necesidades de la lucha.

GIGANTE DEL AIRE. El transporte a reacción "Galaxy C-5", de los Estados Unidos, es el avión más grande del mundo, ya que puede llevar una carga de cien toneladas a 900 pasajeros.
GIGANTE DEL AIRE. El transporte a reacción "Galaxy C-5", de los Estados Unidos, es el avión más grande del mundo, ya que puede llevar una carga de cien toneladas a 900 pasajeros

Así, aparecieron aviones de transporte capaces de llevar a una compañía entera con su armamento y equipo, fortalezas volantes, aparatos de caza, de exploración y de bombardeo, en cantidad y eficacia nunca vistas antes. "A partir del momento en que el primer bombardero en picada hizo su aparición en Polonia, escribiría el General Le May, se añadió una nueva dimensión en el arte de hacer la guerra... Durante años se librarían mortíferos combates en tierra y mar en los cuatro puntos cardinales del globo, pero en cada campaña la batalla aérea fue la que decidió el resultado de las luchas terrestres y marítimas."

Muchos son los modelos que se hacen celebres en la gran conflagración mundial: desde el famoso caza Messerschmitt y los terribles bombarderos Stukas de los alemanes hasta los veloces y efectivos Hurricane, Spitfire y Gloster Meteor británicos, el último de los cuales fue el único "jet" aliado que tomó parte en las operaciones hacia el final de la guerra.

Trágica celebridad cobraron asimismo los bombarderos norteamericanos Boeing B-29, que lanzan las primeras bombas atómicas de la historia sobre Hiroshima y Nagasaki, los días 6 y 9 de agosto de 1945, poniendo un doloroso punto final a la cruel contienda. Como alguien lo expresara certeramente, el 90 por ciento del progreso en aviación se debió a problemas específicos para ganar la guerra, y sólo el 10 por ciento a la investigación pura.

DESTRUCCIÓN Y MUERTE. El arma aérea probó su mortífera eficacia en la Segunda Guerra Mundial. La escena fue registrada poco después de la invasión de Normandía, en un aeródromo alemán.
DESTRUCCIÓN Y MUERTE. El arma aérea probó su mortífera eficacia en la Segunda Guerra Mundial. La escena fue registrada poco después de la invasión de Normandía, en un aeródromo alemán.

La era supersónica

El motor tradicional y la hélice no podían satisfacer ya las condiciones requeridas por las velocidades cada vez más elevadas que las células eran capaces de resistir, merced a los progresos de la aerodinámica y a los avances de la metalurgia. Así, pues, la II Guerra Mundial constituyó el pórtico que permitió entrar de lleno en la era del reactor. El 7 de noviembre de 1945, dos meses después de la firma del armisticio, el Coronel británico H. J. Wilson alcanzó los 975,8 kilómetros por hora, a bordo de un "Gloster Meteor IV", conquistando el primen record mundial atribuido a un "jet". Dos años más tarde, el 9 de junio de 1947, el Coronel Boyd, de la Fuerza Aérea de los EEUU, pilotando el Lockheed P 80, “Star", en Muroc, se convertía en el primer hombre en rebasar los mil kilómetros por hora, al volar exactamente a 1003,8 km/h.

HOMENAJE. En el mismo lugar donde se efectuó el primer vuelo, en Kitty Hawk, se levantó un monumento en memoria de los hermanos Wright.
HOMENAJE. En el mismo lugar donde se efectuó el primer vuelo, en Kitty Hawk, se levantó un monumento en memoria de los hermanos Wright.

Pero el 14 de octubre de aquel mismo año el Capitán norteamericano Charles Yeager trasponía por primera vez la barrera del sonido, vale decir los 1224 km/h, en un "Bell X-1", inaugurando la era supersónica. Las medidas tradicionales quedan a un lado y se establece una nueva unidad de velocidad: el "Mach". Mach 1 equivale a la velocidad del sonido, Mach 2 al doble de ella, Mach 3 al triple, y así, sucesivamente. El mismo Yeager, piloteando un "Bell X-1 A", volaría a 2640 km/h el 20 de noviembre de 1953, superando por primera vez la velocidad de Mach 2, el segundo gran escalón de la era supersónica.

Para conseguir los grandes logros que asombran al mundo, la aviación supersónica ha tenido que marchar de la mano con la medicina aeronáutica, ya que, si bien los aparatos se demuestran capaces de superar todos los obstáculos, las enormes alturas y velocidades plantean inconvenientes para los pilotos difíciles de vencer. La aceleración G, o sea, el aumento de velocidad en la unidad de tiempo, se revela como peligrosa más allá de cierto límite, afectando a los mecanismos circulatorio y respiratorio y desequilibrando el sistema nervioso. Pero estas condiciones adversas son finalmente conjuradas merced a un riguroso y científico entrenamiento a que se somete a los futuros aviadores, que incluye pruebas en cámara, creación de atmósfera artificial, columpios, centrifugadoras, empleo de trajes protectores y permanencia en salas obscuras.

Los primeros jets de pasajeros

Los hitos de la aviación a reacción comenzaron a sucederse vertiginosamente. Entre el 28 de febrero y el 2 de marzo de 1949 un jet Boeing B-50, piloteado por el Capitán James Gallagher, dio la primera vuelta al mundo sin escalas, en 94 horas y 1 minuto. El 8 de noviembre de 1950, durante el transcurso de la guerra de Corea, tuvo lugar el primer combate de la historia entre aviones a reacción. En esa oportunidad el Lockheed F-80, piloteado por el Teniente de la Fuerza Aérea Norteamericana Russel Brown, abatió limpiamente a un reactor Mig 15, de fabricación soviética.

Tres años después la extraordinaria aviadora norteamericana Jacqueline Cochrane se convirtió en la primera mujer en rebasar la velocidad del sonido, al volar sobre un F-86 Sabre, en Edwards Air Force Base, California, el 18 de mayo de 1953. Antes, el 2 de mayo de 1952, por primera vez había sido establecido un servicio regular de pasajeros en aviones a reacción, al inaugurar sus vuelos, el Comet I, británico, construido por De Havilland. El itinerario fue entre Londres y Johannesburgo y estuvo servido por la compañía B.O.A.C. Pero después de una serie de trágicos accidentes, el servicio tuvo que suspenderse en 1954, tras haber fracasado también los modelos Comet 2 y Comet 3. Finalmente, el Comet 4, que entró en servicio el 31 de octubre de 1959, reunía todas las condiciones de eficiencia y seguridad, pudiendo transportar, con sus cuatro reactores Rolls-Royce Avon, 100 pasajeros a 5300 km. con una velocidad de crucero de 750 km/h.

Records superimpresionantes

Al promediar la década del 60 los records conquistados por la aviación son impresionantes. A principios de 1962, tres americanos y tres soviéticos detentan las siguientes marcas mundiales: altitud en vuelo horizontal, Ostapenko, URSS, con 22670 metros, sobre un E-166; altitud, White, EEUU, con 95935 metros, sobre un X-15; velocidad sobre base, Mossolev, URSS, con 2681 km/h., sobre un E-166; velocidad en circuito cerrado de 100 km, Fedetov, URSS, con 2401 km/h, sobre un E-166; distancia en línea recta sin escala, Evely, EEUU, con 20168 km., sobre un B-52; y distancia en circuito cerrado, Stevenson, EEUU, con 18245 km., sobre un B-52.

Por la misma época, dos mujeres hacen noticia disputándose el record mundial femenino de los 100 kilómetros en circuito cerrado. Se trata de "la guerra de las dos Jacquelines": la norteamericana Jacqueline Cochrane, la misma que superara la barrera del sonido en 1953, y Jacqueline Auriol, piloto de pruebas francesa. El 14 de junio de 1963 la Auriol arrebató a su rival aquel record, con un Mirage 11-R, alcanzando la velocidad de 2038 km/h. Pero el 19 de junio de 1964 la Cochrane recuperó su marca, a bordo de un Lockheed F-104-G, que voló nada menos que a 2097 km/h.

CONSTANTE PROGRESO ha experimentado la aviación durante los últimos años. La comodidad, eficiencia y rapidez se constituyen en las principales características de lo modernos aviones dedicados a! transporte de pasajeros, que diariamente unen las grandes ciudades del mundo.
CONSTANTE PROGRESO ha experimentado la aviación durante los últimos años. La comodidad, eficiencia y rapidez se constituyen en las principales características de los modernos aviones dedicados al transporte de pasajeros, que diariamente unen las grandes ciudades del mundo.

Pero no sólo la aviación de guerra o la comercial, utilizando aparatos de alas en delta, o de las más extrañas formas, monopolizan la moderna actividad aérea del mundo. También la aviación civil, que utiliza pequeños y ligeros aparatos que evocan el tamaño de los aeroplanos de la época heroica, ha logrado un extraordinario auge. El avión de negocios, de turismo o de fines deportivos prolifera hoy en día en todas las latitudes. En 1964 las estadísticas señalaban que en los EEUU existían nada menos que 86 mil aviones ligeros mono o bimotores, de los cuales 62 mil eran utilizados para fines de trabajo o distracción. En el mismo año, en Francia existían 407 aeroclubes, 25 mil licencias de piloto civil y 3 mil avionetas.

De Wright al hipersónico en 60 años

Los últimos años de la historia de la aviación han visto la realización de proezas increíbles y la aparición de modelos sencillamente fabulosos. Automatización y planificación, son las características salientes de la industria aeronáutica actual, cuyos proyectos no pueden ser más ambiciosos.

CHOQUE DELIBERADO. Investigadores de Seguridad Aérea estrellaron deliberadamente este enorme Superconstellation sin pasajeros en Arizona para estudiar las formas de proteger o las personas o bordo.
CHOQUE DELIBERADO. Investigadores de Seguridad Aérea estrellaron deliberadamente este enorme Superconstellation sin pasajeros en Arizona para estudiar las formas de proteger o las personas o bordo.

Obtenido el avión supersónico, se busca el hipersónico; perfeccionado el motor a chorro se trabaja en el motor atómico. Para vencer la "barrera del calor", consecuencia de las enormes velocidades obtenidas, se echa mano de nuevos y variados metales para la construcción de las células y los motores, como el titanio, el molibdeno, el vanadio, el litio o el berilio. La envergadura de los programas de construcción aérea rebasa las posibilidades de las industrias nacionales y los países aúnan sus esfuerzos para la fabricación de espectaculares aeronaves supersónicas. Una muestra de ello lo constituye el proyecto "Concorde", actualmente en una etapa de exitoso ensayo, que reúne a los industriales de Gran Bretaña y Francia, en un plan conjunto y en un pie de absoluta igualdad, en la construcción de un modelo de avión supersónico de pasajeros que unirá Nueva York con París en 3 horas. Ya el 19 de enero de 1966, cincuenta Concorde habían sido encargados por once grandes compañías aéreas, en espera de que los dos prototipos en curso de fabricación, uno en Toulouse y otro en Filton, estén en condiciones de surcar los cielos del mundo, reduciendo prácticamente a cero el tiempo y las distancias.

Todavía el mundo no se familiariza con el supersónico, cuando los investigadores hablan ya del hipersónico como una realidad. El X-15A-2 vuela a fabulosas velocidades en procura de su meta de rebasar los 9 mil km/h, Mach 3. La esfera de Karman, aquella cubierta imaginaria situada a cien kilómetros de nuestro planeta, ha sido ya traspasada por un avión, al ascender Joe Walker en un X-15 a más de 107 mil metros en 1963. Con ello, la frontera entre la aviación y la astronáutica aparece cada día más incierta, no sabiéndose a ciencia cierta dónde acaban las posibilidades del avión y comienzan las del satélite artificial.

En sólo sesenta años, desde el mismo instante en que el tembloroso y frágil "Flyer" de los hermanos Wright levantara menguado vuelo desde las arenas de Kitty Hawk, hasta el momento en que los jets supersónicos rebasan los límites de la atmósfera terrestre, el mundo ha sido escenario del más prodigioso desenvolvimiento de la técnica que jamás haya podido presenciar generación alguna. Utilizado para la guerra y para la paz, para construir y para destruir, para el bien y para el mal, para la vida y para la muerte, el avión hoy en día forma parte casi de la vida cotidiana y nadie ya, ni en las regiones más incivilizadas, se maravilla de verlos volar. Es el más perfecto ejemplo del triunfo del hombre y su ciencia sobre las fuerzas naturales. 

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