10 de abril de 2019
LOS PRIMEROS COMBATES AÉREOS: CON GARFIOS, PIEDRAS Y PISTOLAS
En 1914 la aviación todavía estaba dando sus
primeros pasos y se la consideraba como una especie de “caballería volante” que
apoyaba a las fuerzas de tierra. Los aeroplanos entraron en la Gran Guerra
desarmados y se les destinó sobre todo a tareas de reconocimiento y
observación, puesto que el recién inventado avión proporcionaba una excelente
“vista de pájaro” del campo de batalla.
El uso para bombardeos era relativamente raro y muy
experimental: el piloto tenía que tomar la bomba con la mano y lanzarla hacia
el objetivo. Como podemos imaginar, la precisión de tales bombardeos no era muy
alta.
Un copiloto británico se prepara para lanzar una
bomba
Conforme pasaba el tiempo, pilotos y observadores
llevaban objetos y armas pequeñas durante los vuelos de observación, por si se
encontraban al enemigo dedicado a la misma tarea. Y así fue como nacieron los
primeros combates aéreos.
En aquellos primeros meses de la guerra podían
verse esporádicamente sobre los cielos de Europa aviones de observación
disparándose unos a otros con pistolas y rifles o lanzándose cualquier otro
objeto que tuvieran a mano, como ocurrió en agosto de 1914, cuando el Teniente
W.R. Read lanzaba una pistola descargada contra la hélice de su oponente, tal y
como él mismo y su observador, Jackson, detallaron en su diario de vuelo:
“Un día, después de nuestro reconocimiento sobre
Mons y Charleroi, Jackson vio una máquina Taube alemana. Yo también la había
visto, habíamos hecho nuestro trabajo y no quería pelear, pero Jackson
consiguió convencerme. Cambié el rumbo y, al pasar el Taube, Jackson hizo dos
disparos con el rifle. Nos dimos la vuelta y pasamos otra vez, sin resultado.
Esto sucedió tres o cuatro veces.
Entonces Jackson me preguntó:
¿Tienes un revólver?, mi munición se ha agotado.
Sí – contesté – pero ninguna munición.
Jackson me apremió:
Dámelo, amigo, y esta vez vuela tan cerca de él
como sea posible.
Así lo hice y, para mi sorpresa, cuando llegamos
frente al Taube, Jackson, con mi revólver cogido por el cañón, lo lanzó hacia
su hélice. Por supuesto falló, pero con el honor satisfecho nos volvimos a
casa.”
Copiloto británico con una pistola de bengalas,
también utilizada para disparar contra los aviones enemigos
Los pilotos se las arreglaban como podían. Algunos
lanzaban piedras, ladrillos e incluso granadas de mano cuando volaban sobre sus
adversarios. Otros, como el ruso Alexander Kazakov, llegó a equipar su avión
con un garfio con el que intentaba arponear a sus rivales.
El intercambio de insultos y gestos con las manos,
y las maniobras de vuelo intimidatorias también eran muy frecuentes… pero tan
poco efectivas como los objetos que se lanzaban.
Ilustración de Xurxo Vázquez para el libro ¡Fuego a
discreción!
El paso definitivo en la transformación del
aeroplano en máquina de guerra se produce con la instalación de la
ametralladora. En los biplaza es el observador el que la maneja. En los
monoplazas el arma se monta, o bien en las alas de la aeronave, obligando al
piloto a la difícil tarea de gobernar el avión al mismo tiempo que tira de unos
hilos para disparar la ametralladora, o bien sobre el piloto, con un ángulo de
inclinación de 45 grados para que los disparos no interfieran en la hélice.
Ametralladora Lewis montada sobre las alas de un
Nieuport 11
En marzo de 1915, el piloto francés Roland Garros
monta unas planchas dobladas de acero sobre las hélices para así poder disparar
de frente, desviando los impactos que golpean en la hélice. Pocos meses después
el sistema fue mejorado para los aviones alemanes por Anthony Fokker, quien
decidió sincronizar el disparo de las ametralladoras con los giros de las
hélices.
A partir de este momento la supremacía aérea fue
oscilando de uno a otro bando hasta el final del conflicto a medida que cada
uno desarrollaba sus propios avances tecnológicos, dando paso a nuevos y mejor
equipados modelos de aviones.
El avión ya no era sólo un observador de la guerra;
ahora participaba en ella de pleno derecho.
Fuente: https://irreductible.naukas.com