14 de abril de 2019
PIONEROS DE LA FUERZA AÉREA NORTEAMERICANA - BILLY MITCHELL: UN VISIONARIO.
William Mitchell (Billy Mitchell) fue un visionario
en una época de visionarios. Vivió en una época en la que Giulio Douhet acababa
de publicar su imprescindible libro El dominio del aire, y los teóricos
británicos, Fuller y Liddell Hart entre otros, abogaban por unas fuerzas
acorazadas capaces de dominar el campo de batalla.
Durante la I Guerra Mundial lideró el bombardeo más
grande que se realizó durante ese conflicto en septiembre de 1918 sobre el
saliente de Miel, en el que participaron 1500 aparatos. También propuso
realizar un lanzamiento masivo de paracaidistas tras las líneas enemigas,
anticipando las grandes operaciones de la II Guerra Mundial.
Firme defensor de una Fuerza Aérea independiente,
se embarcó en el periodo de entreguerras en una amarga cruzada con el fin de
conseguir sus propósitos y sin importarle herir susceptibilidades por el
camino.
Entre sus afirmaciones, estaba la de que el
acorazado estaba obsoleto y que su papel lo podía realizar la aviación. Eso le
enfrentó con sus superiores y con la idea imperante que definía al acorazado
como buque capital.
Las demostraciones en julio de 1921 sobre varios
acorazados y, en especial, el hundimiento del Ostfriesland, que se fue a pique en poco más
de veinte minutos, parecían demostrar sus presupuestos pese a que la prueba
había sido manipulada someramente al no
permitir a los observadores valorar cada uno de los impactos tal y como estaba
estipulado.
En 1924, la Marina realizó una prueba similar con
el acorazado en construcción Washington que, debido a las cláusulas del tratado
de Washington de 1922 debía ser desguazado. Al ser un buque compartimentado, no
así el Ostfriesland, los resultados fueron diferentes: cada compartimento
estanco podía ser aislado cuando resultara afectado y el acorazado aguantó
muchísimo más castigo.
Estos enfrentamientos y el enfrentamiento final a
consecuencia de sus declaraciones tras la pérdida de Shenandoah en 1925, le
hicieron dimitir.
La era aeronáutica
El mundo está en el umbral de la "era
aeronáutica", en el curso de la cual el destino de los pueblos se dirimirá
en el aire.
Nuestros antepasados atravesaron la "era
continental", consolidaron en ese momento su poder sobre la tierra y
desarrollaron sus medios de comunicación y de intercambio sobre el suelo o a lo
largo de las costas. Después vino la "era de los grandes navegantes",
y la lucha por las grandes rutas de la marina militar, comercial y de las
comunicaciones, dependientes y sometidas a las fuerzas terrestres creadas en el
curso de la era continental. Hoy, la lucha tendrá como objetivo la libertad
para atravesar y dominar el elemento más amplio, más importante y más rápido
del planeta, esto es, el aire, la atmósfera que nos rodea, que respiramos, en
la que vivimos y que penetra todo.
La fuerza aérea ha venido para quedarse. ¿Qué es
exactamente la Fuerza Aérea? La Fuerza Aérea es la facultad de hacer cualquier
cosa en o a través del aire, y puesto que el aire recubre el mundo entero, los
aeroplanos pueden alcanzar cualquier lugar del planeta. No dependen ni del agua
en tanto que medio de sustentación, ni de la tierra en tanto que soporte. Las
montañas, los desiertos, los océanos, los ríos y los bosques no son obstáculos.
El conjunto del país se convierte en la frontera y, en caso de guerra,
cualquier lugar está tan expuesto como otro a un ataque.
Los aeroplanos cubren cientos de kilómetros en un
lapso de tiempo muy reducido, de forma que, incluso si se detecta su entrada
sobre un territorio, traspasando fronteras, no se sabe a ciencia cierta donde
van a golpear. A partir del momento en que un objeto puede ser visto desde el
aire, los aeroplanos están capacitados para alcanzarlo con sus ametralladoras,
sus bombas u otras armas. Ciudades y pueblos, líneas ferroviarias y canales,
nada de esto puede ser ocultado. No es solamente el caso de la tierra, sino
también sobre el mar, porque sobre el mar nada puede ser escondido salvo que se
sumerja. No se puede disimular un navío; no hay bosques, ni montañas, ni valles
para esconderlos. Están obligados a permanecer sobre la superficie del agua.
Los aeroplanos poseen las armas más potentes nunca
inventadas por el hombre. Están provistos no solamente de ametralladoras y
otras piezas de artillería, sino también de "misiles pesados" (sic)
que utilizan la fuerza de la gravedad para su propulsión y que pueden ser más
destructivos que ninguna otra arma. Lanzado sobre un acorazado, una de estas
grandes bombas lo destruirá completamente. Reflexionad en lo que esto implica
para los futuros sistemas de defensa nacional. Siendo relativamente difícil
destruir un acorazado, imaginad con qué facilidad tal ingenio podrá destruir
cualquier navío de guerra o barco mercante. Se puede asediar un país por aire,
impidiendo cualquier comunicación con él, tanto en un sentido como en otro,
sobre la superficie del agua o incluso las vías férreas o las carreteras. En el
caso de una potencia insular que depende enteramente, por lo general, de sus
líneas marítimas comerciales para su existencia, un asedio aéreo de este tipo,
reduciéndolo rápidamente a la hambruna, puede ser fatal.
Por otro lado, sería imposible intentar transportar
por barco grandes efectivos, municiones y suministros de un lado al otro de un
océano, como se hizo durante la I Guerra mundial, desde los Estados Unidos a
Europa. En esa época los aeroplanos no podían recorrer más de 150 kilómetros
sin rellenar sus depósitos; en el presente tienen la capacidad de cubrir 1500
kilómetros y de transportar armas en las que ni siquiera se había llegado a
pensar en los tiempos de la Guerra mundial. Para atacar ciudades que producen
las grandes cantidades de munición necesarias para el mantenimiento de un
ejército y de un país enemigo en caso de guerra, la fuerza aérea ofrece un
método de sumisión enteramente nuevo. Antiguamente, con el fin de alcanzar el
corazón de un país y alcanzar la victoria era necesario, siempre, destruir los
ejércitos de tierra sobre el territorio mismo y dirigir contra ellos todo un
largo proceso de avances militares sucesivos. Para cortar las líneas férreas,
hacer saltar los puentes y destruir las carreteras, eran necesarios meses de
duro trabajo, miles de vidas sacrificadas, y un gasto increíble. Hoy, el ataque
de una fuerza aérea utilizando bombas explosivas y de gas puede provocar la
evacuación total y la parálisis general. He aquí quien privará a los ejércitos,
las fuerzas aéreas e incluso las fuerzas navales de sus medios de
supervivencia. Más todavía, los torpedos aéreos, que son, de hecho, auténticos
aeroplanos mantenidos en su trayectoria por instrumentos giroscópicos y
telegrafía sin hilos, sin piloto a bordo, pueden ser enviados a más de 150
kilómetros de manera suficientemente precisa para alcanzar grandes ciudades. De
forma que, en el futuro, la sola amenaza del bombardeo de una ciudad por la
fuerza aérea llevará a la evacuación y al cese de todo trabajo en las fábricas
de munición y de material.
Deberán ser adoptadas nuevas reglas en la
conducción de la guerra, y los que estén al cargo de ello deberán aceptar
nuevas ideas. La conducción de la guerra ya no será efectuada solamente por las
fuerzas terrestres y navales. Cada uno de estos antiguos factores, bien
conocidos, se verán afectados por una fuerza aérea que operará por encima de
ellos. Tenemos ya una nueva categoría de personal al que podemos llamar
"personal volante", y que se distingue del "personal en
tierra" y del "personal sobre el mar". Esta gente tiene un
espíritu, un lenguaje y costumbres que les son propias. Son tan diferentes de
los de tierra como estos lo son de los de los marinos. De hecho, lo son todavía
más porque nuestras comunidades terrestres y marítimas existen desde el
principio de los tiempos y todo el mundo sabe un poco de ellos, mientras que
los "voladores" forman una categoría completamente nueva de la que
solo los que participan en ella y las nuevas generaciones pueden apreciar su
especificidad.
Los aviadores sobrevuelan constantemente el país en
todas direcciones, en invierno y en verano, de día y de noche. El habitante
medio de la tierra no sabe que, por encima de él, los aviones atraviesan los
Estados Unidos desde el Pacífico hasta el Atlántico, y desde la frontera norte
a la frontera sur en trayectos regulares a horarios fijos. Mucho más que el
común de los mortales, los pilotos de estos aviones pueden, desde lo alto, ver
el país, conocerlo mejor y apreciar lo que significa para ellos.
Tomad por ejemplo, un trayecto que vaya de la costa
al Medio Oeste, efectuado en cuatro o cinco horas. Abandona el Atlántico por la
mañana. Observándolos durante kilómetros a lo largo de la costa, se pueden ver
claramente los barcos que viniendo de Europa entran en los puertos. Justo tras
la costa, yendo hacia el oeste se extienden las ciudades industriales con sus
grandes fábricas; las innumerables vías férreas buscan los pasos entre las
montañas para alcanzar el Medio Oeste; una vez pasada la serie de aglomeraciones
con una fuerte densidad de población, están las pequeñas explotaciones
agrícolas al pie de los montes Allegheny, las carreteras blancas se van
haciendo menos habituales al acercarnos a las montañas Blue Ridge. Una vez en
las Allegheny, la ausencia de civilización se aprecia inmediatamente, rara vez
se observa una casa, una carretera o un claro. Privados de medios de
comunicación los habitantes son, probablemente, los menos instruidos de
nuestros compatriotas, aunque sean los más puros americanos del país. Más allá
de las Allegheny, se alcanzan las ricas tierras del Medio Oeste. Las grandes
granjas parecen agruparse con el fin de producir cosechas más abundantes. El
país está atravesado por buenas carreteras, vías férreas, líneas eléctricas,
telegráficas y telefónicas. Ciudades amplias y limpias dotadas de magnificas
escuelas, de bellos edificios públicos, de parques y hospitales. El desarrollo
de la ganadería industrializada es extraordinario; se encuentra en abundancia
ganado porcino, bovino y ovino. Repartidas en medio de esta concentración
agrícola se encuentran, al tiempo, grandes ciudades con altas chimeneas que
escupen al cielo humo negro, signo de la presencia de grandes industrias.
En algunas horas más el avión atraviesa todo el
país, hasta la costa del Pacífico. Ciertamente, el resto de la gente no conoce
ni aprecia su país tanto como la "fraternidad de los aviadores".
El interés por este nuevo invento es tal que por
todas partes la juventud quiere formar parte de esta especialidad. Los individuos
intrépidos que en otros tiempos deseaban embarcarse, en el presente desean
volar.
La Fuerza Aérea no es más que un simple servicio
auxiliar que tiene por fin ayudar al ejército de tierra o a la marina en la
ejecución de su tarea. La Fuerza Aérea desarrolla su trabajo en los cielos con
un gran número de aviones. En el futuro veremos competiciones presentando estos
aparatos por cientos en formación. Combaten en línea, poseen sus armas
específicas y su propia forma de utilizarlas, tienen sus medios de
comunicación, de señalización y de ataque particulares.
Los ejércitos en tierra, o los navíos, han
combatido siempre sobre una superficie única porque no podían abandonarla. La
fuerza aérea se bate en tres dimensiones: en el nivel en el que se encuentra,
por encima o por debajo. Cada ataque aéreo contra otro aparato reposa sobre la
teoría del cerco al enemigo colocado en el centro de una esfera, todos nuestros
aviones colocados sobre la periferia haciendo fuego contra él. Si atacamos una
ciudad o un pueblo enviamos aviones por encima de la aglomeración en cuestión a
diversas altitudes, dese los 60 o 100 metros hasta los 10000, atacando siempre
de forma inmediata, de forma que, si los dispositivos de defensa en el suelo
pueden alcanzar o destruir un aparato, sus esfuerzos serán ahogados porque no
podrán verlos a todos, oírlos, situarlos. Ningún lanza-misiles, u otro aparato
en uso o en proyecto puede realmente detener un ataque aéreo, de forma que el
único medio de defensa contra los aviones es utilizar otros aviones, lo que
pondrá en juego el dominio del cielo durante los combates aéreos. Los grandes
combates por el dominio del aire serán corrientes en el futuro. Una vez se
establezca la supremacía aérea, los aviones podrán sobrevolar el territorio
enemigo a voluntad.
¿Cómo obligar a la aviación enemiga a combatir, se
preguntarán, si no quiere abandonar el suelo?. La estrategia aérea responde:
"Encontrando un lugar lo suficientemente importante, a ojos del enemigo,
para que se vea obligado a defenderlo de un bombardeo aéreo".
Un lugar como Nueva York, por ejemplo, deberá ser
defendido si es atacado por bombarderos enemigos, y dado que ninguna artillería
antiaérea u otro sistema de defensa desde el suelo será realmente eficaz, será
necesario concentrar aparatos de lo que resultará una sucesión de grandes
batallas aéreas. Es mucho más válido, comparativamente, poner al enemigo a la
defensiva en el aire que hacerlo en el suelo. Los ejércitos pueden cavar
trincheras, vivir en ellas, o bien cercar al enemigo esperando que este ataque.
Esto no se puede hacer en el cielo pues los aviones deben volver periódicamente
al suelo para aprovisionarse de combustible. Si no están en el aire en el
momento en el que las fuerzas adversarias aparecen, no tendrán sobre ellas
ningún efecto, pues no podrán alcanzar una altitud elevada y alcanzarlas. En
consecuencia, no se puede dejar en el cielo más de un tercio de la flota aérea,
de forma que, en el futuro, un país dotado de una flota aérea bien preparada y
que golpee rápidamente al adversario obtendrá una victoria rápida y duradera. Una
vez que una flota aérea ha sido destruida es poco menos que imposible
reconstituirla tras el comienzo de las hostilidades, puesto que los centros de
construcción de aviones serán bombardeados y las grandes bases aéreas donde se
forman los pilotos y aviadores destruidas. Incluso aunque el país a la
defensiva encuentre los medios de crear pequeños terrenos de aviación, estos
terrenos serán destruidos uno tras otro por la potencia aérea victoriosa que no
solo tiene el control del aire, sino que protege igualmente sus propias
ciudades que fabrican y entregan su material, sus aviones y sus suministros.
Desde un punto de vista aeronáutico, hay tres tipos
de país: primero, aquellos que compuestos de islas son susceptibles de ser
atacados por vía aérea desde una costa continental. En ese caso, el país
insular debe dominar completamente los aires si desea utilizar un ejército
contra sus vecinos, de manera que pueda estar en condiciones de transportarla y
de hacerla tomar tierra en las orillas del continente. Si sus adversarios del
continente dominan los aires, pueden cortar todo el avituallamiento del país
insular que llega de ultramar, pueden bombardear sus puertos y ciudades del
interior y, sólo con su flota aérea, poner fin a la guerra.
El segundo tipo de país es el que posee una
frontera terrestre con el país enemigo, y que es parcialmente dependiente de un
suministro importado, bien por barco, por avión o por vía férrea. En ese caso,
podremos ver a los ejércitos enfrentados si las aviaciones no han actuado rápidamente.
Incluso en ese caso, si una u otras flotas aéreas estuvieran preparadas al
comienzo de la guerra, todas las ciudades importantes serían destruidas, las
comunicaciones ferroviarias y los puentes destruidos, las carreteras
constantemente bombardeadas y dañadas con el fin de impedir los transportes
automóviles, y todos los puertos de mar destruidos. Aquí todavía, la potencia
aérea podría dar la victoria a la parte que controle el aire.
El tercer tipo de país es aquel que es enteramente
autónomo y que está fuera del alcance de los aviones ordinarios. Los Estados
Unidos entran en esta categoría. Ninguna fuerza armada de un país europeo o
asiático puede atacar a los Estados Unidos salvo por vía aérea o marítima. Una
flota aeronaval eficaz debería, en este caso, ser capaz de proteger al país
contra toda invasión y asegurar su independencia, pero no podría invadir, ni
vencerle sin antes abandonar, ella misma, su país de origen.
En consecuencia, lo que se va a imponer es un nuevo
método de conducir la guerra a distancia. Hemos visto que una potencia aérea
superior dominará todas las regiones marítimas cuando entre en acción a partir
de bases terrestres y que ningún navío, lleve aviones o no, estará en
condiciones de poner en peligro su supremacía aérea.
Las grandes potencias aéreas se apropiarán de un
rosario de bases insulares y los utilizarán como puntos estratégicos con el fin
de que sus aviones puedan pasar del uno al otro y, como la aviación puede ella
misma, defenderlos contra la marina, una reducida tropa bastará para asegurar
su mantenimiento. Una isla, en lugar de ser fácilmente reducida por hambre,
tomada o destruida por navíos como era el caso en el pasado, se convierte en
extremadamente fuerte porque está fuera del alcance de las fuerzas terrestres
y, mientras conserve el dominio del aire, escapará también a las fuerzas
navales.
En el hemisferio norte, no hay extensión de agua
que sobrepase la distancia que deben franquear, actualmente, los aviones de
América a Europa o de América a Asia. Cuanto más al norte nos acerquemos más
reducida es la distancia entre los continentes. El estrecho de Bering es de
unos 80 Km. de ancho, y en medio se encuentran dos islas que la reducen a 35 Km
la distancia que separa las dos costas, apenas la anchura del Canal de la
Mancha. La mayor distancia en línea recta por encima del agua en la zona más
estrecha entre América y Europa es de aproximadamente 650 Km, es decir, cuatro
horas de vuelo.
Para un avión el frío no es un obstáculo en su
acción. De hecho, cuanto más frío hace, más limpio está el cielo y mejores son
las condiciones de vuelo. Son los rayos de sol los que molestan al aviador.
Primero, aportan calor, lo que supone una retención de agua en el aire. Cuando
se enfría el aire esto provoca niebla, nubes y bruma porque la humedad se
congela y no puede contener más agua. El calor del sol da lugar a corrientes de
aire ascendentes, y el aire que las rodea precipita para ocupar el lugar de
dichas corrientes ascendentes. Esto provoca todo tipo de perturbaciones, lo que
tenemos costumbre de denominar - baches de aire - que no son de hecho más que
corrientes ascendentes y descendentes, y que suponen el mismo género de
dificultades que las tempestades provocan a los navíos.
La luz interfiere igualmente en nuestras comunicaciones
telegráficas o de radio. Las ondas de radio son, de hecho, ondas luminosas, y
desde el momento en que hay luz en el aire, captamos algunas de sus frecuencias
más altas y más bajas. Es por lo que el mejor momento para establecer
comunicaciones de radio se sitúa entre las dos y las tres de la madrugada,
cuando ha desaparecido toda luz y antes de que vuelva a aparecer. Es igualmente
el mejor momento para pilotar, pues a causa del frío de la noche la humedad se
ha depositado en el suelo, la ausencia de luz y de calor ha dejado de crear
corrientes ascendentes y descendentes de aire y no hay vientos fuertes. Esta es
la razón por la que todas las aves migratorias, conociendo esto, vuelan de
noche cuando van de norte a sur. Es mucho más fácil para el aviador volar de
noche que de día y, en el futuro, la mayor parte del tráfico aéreo, sobre todo
en lo que concierne a los aviones pesados, tendrá lugar por la noche. A causa
del hielo y la nieve, los pequeños agujeros, los surcos y las crestas en el
suelo se llenan de una sustancia blanda, creando aeródromos naturales por todas
partes, y las extensiones de agua congelada pueden también ser utilizadas como
campos de aterrizaje.
Nuestras rutas aéreas entre continentes no siguen
los antiguos itinerarios terrestres y marítimos paralelos al Ecuador utilizados
hasta ahora ya que nuestros antiguos sistemas de transporte se limitaban, por
tierra o por mar, a las regiones cálidas de la tierra. Las nuevas rutas
seguirán los meridianos, directos sobre la tierra, lo que economizará cientos
de kilómetros y semanas de tiempo, evitará esfuerzos inútiles, peligros y
gastos.
¿Que resultará de este nuevo elemento en la
guerra? Es indudable que supondrá una
mejora en las condiciones de la guerra porque supondrá resultados rápidos y
duraderos. Reducirá enormemente los gastos en relación a los grandes ejércitos
de tierra y mar que han dominado hasta ahora, y esto conducirá al conjunto del
pueblo a interesarse más por los riesgos de entrar en guerra porque, incluso en
los lugares más recónditos del país, todo el mundo estará amenazado por los
ataques aéreos.
A día de hoy, la mayoría de la población de un país
piensa que, como no vive cerca de las costas o las fronteras, su casa no se
verá afectada por los ataques y la destrucción. Lo peor que puede sucederle, en
caso de derrota, será un aumento de los impuestos y las deudas de guerra ya que
los navíos no pueden alcanzarlos y los ejércitos de tierra solamente al precio
de grandes dificultades. Detengámonos un momento para considerar lo que era la
conducción de la guerra y la forma en la que ha evolucionado.
El hombre primitivo combatía a su vecino con sus
dientes, sus manos y sus pies. La lucha costaba la vida a sus adversarios.
Aparecieron grandes combatientes individuales que era más fuertes que los
otros. Tras lo cual el hombre se armó de una porra a fin de mantener a su
oponente alejado. Después vino el arma arrojadiza, como la piedra. Tras ello,
se hizo ayudar por otros, lo que con el tiempo será lo que hoy en día llamamos
"ejército". Se inventaron buenas armas de hierro. Se crearon grandes
ejércitos que utilizaban ese metal. Esto condujo a enfrentamientos cuerpo a
cuerpo. Los que eran vencidos quedaban completamente destruidos: sus ciudades
eran saqueadas e incendiadas, y todo el país devastado. En esa época, todo el
país iba a la guerra. Los hombres combatían mientras las mujeres y los niños
atendían sus necesidades, fabricaban sus ropas y les acompañaban en sus
marchas. Poco a poco, el método de trabajo del hierro hizo tales progresos que
se consiguió fabricar armaduras capaces de resistir a las armas conocidas, pero
como las armaduras eran caras y eran difíciles de conseguir se encargó combatir
a un reducido número de hombres. En lugar de que los ejércitos fueran
instituciones de servicio universal en el seno de los cuales cada hombre tenía
un papel que jugar, como era el caso anteriormente, sólo algunos iban a
combatir mientras que los demás volvían a sus ocupaciones "civiles".
La invención de la pólvora vino a cambiar todo esto. El caballero ya no podía
resistir al campesino armado con un mosquete y, poco a poco, todas las naciones
se reorganizaron para que, en caso de guerra, todos sus hombres pudiesen ser
llamados a filas o a los talleres. Es la situación actual en todos los países.
Los ejércitos mismos, sus operaciones, su estrategia e incluso sus tácticas
difieren poco de aquellas que se utilizaban en la época de los romanos.
A medida que se mejoran las armas y son más
temibles, cañones de gran alcance, ametralladoras y gases tóxicos, el número de
muertes y pérdidas se ha visto reducido, dado que los enemigos se mantienen más
alejados los unos de los otros. Las victorias son claras y decisivas pues se
pueden ver los resultados con anterioridad, y el vencido se puede retirar con
sus hombres puesto que se encuentran lejos de sus adversarios, y no cuerpo a
cuerpo como en tiempos de los romanos.
La Gran Guerra Europea, que acaba de terminar no
fue una lucha tan dura para los combatientes como lo fue nuestra guerra civil
en América hace sesenta años. En esa época, el número de muertos era mucho más
elevado en relación a los efectivos. La proporción de población sirviendo en
filas era mucho más elevada y la destrucción total de los Estados del Sur fue
diez veces peor que todo lo que haya podido ocurrir en Europa. Esto se debe al
hecho de que en 1914-1918 se han utilizado armas de mucho mayor alcance - la
ametralladora ofrecía una capacidad defensiva mayor - y al hecho de que los
combatientes estaban muchos más alejados entre ellos.
Dado que la Fuerza Aérea puede golpear a distancia
podrá, una vez que haya asegurado el dominio del aire y haya derrotado a la
fuerza aérea contraria, circular libremente por encima del territorio enemigo.
La amenaza será tan grande que o bien un Estado dudará de meterse en una
guerra, o bien, estando embarcado en ella combatirá más encarnizadamente, la
lucha será más decisiva y terminará antes. Esto supondrá una disminución de
pérdidas humanas y de bienes materiales siendo por lo tanto una ventaja para la
civilización. Las fuerzas aéreas atacarán los centros de producción, los medios
de transporte, las regiones agrícolas, los puertos y los navíos de la marina
mercante; no siendo la gente su objetivo específico. Destruirán el material
bélico porque no tendría sentido usar piedras o palos como armamento principal.
A día de hoy para hacer una guerra es necesario tener grandes centros metalúrgicos
y químicos que deben estar juntos, cuya construcción exige muchos meses y que,
si son destruidos, no pueden ser reemplazados durante la duración normal de una
guerra moderna.
Las marinas, y es interesante señalarlo, han tomado
forma de unidades organizadas en el marco de los ejércitos de tierra, con el
fin de servir únicamente como medio de transporte de tropas, permitiendo a
estas acercarse al enemigo y para determinar la atribución de zonas marítimas.
En los tiempos en que los barcos eran movidos por la fuerza de los remos y que
podían ir, con certitud, allí donde los oficiales les indicaban, permanecieron
sometidos al dominio del ejército. No es hasta estos dos últimos siglos que la
marina se ha independizado del ejército de tierra. Esta separación ha venido
con la aparición de la utilización de la vela como medio de propulsión de los
barcos, lo que impedía decir con exactitud si irían o no allí donde se les
había dicho que fueran. En el presente el vapor y los motores de explosión son
utilizados en los barcos, tanto para los de superficie como para los
sumergibles, y su papel en la guerra se ha visto considerablemente reducido
tras la invención del aeroplano, es probable que vuelvan a ser un elemento
auxiliar del ejército de tierra y de la aviación.
Una parte relativamente reducida de la población
sirve en la marina y, al contrario que el ejército de tierra, prácticamente
nunca lleva a término por si sola una guerra. Sirve como auxiliar a un ejército
de tierra limpiando el mar de navíos enemigos con el fin de estar en
condiciones de transportar un ejército o de ayudarle a acercarse al enemigo.
Considerando la relación entre ejército de tierra,
marina y aviación, puede decirse que el ejército de tierra ha alcanzado en su
progresión un estado cuyos factores determinantes son, como lo han sido
siempre, la fuerza física del hombre, su capacidad de marcha y su visión. La
utilización de sus armas está totalmente sometida a estas cualidades. Su
aumento, a través de medios de transporte mecanizados y de plataformas de observación
elevadas no altera para nada su condición global. Naturalmente todo comienza y
acaba en el suelo. Nadie puede vivir indefinidamente en el mar o en el aire, de
forma que su desarrollo último, toda decisión en una guerra está basada en lo
que pasa sobre la tierra.
El papel de los ejércitos de tierra y su manera de
dirigir la guerra permanecerán casi sin cambios en el futuro en relación a lo
que han sido en el pasado, a condición de que las fuerzas aéreas no trastoquen
completamente su acción.
Sin embargo, los marinos no son capaces de
controlar más que las zonas marítimas que escapan a la acción de los aviones.
Estas zonas van a disminuir constantemente a medida que aumente la autonomía de
vuelo de los aviones. Les será imposible bombardear o imponer un bloqueo a una
costa como tenían costumbre, así como remontar ríos, bahías o estuarios de un
país dotado de una buena aviación.
Los navíos de guerra, en tanto que medio de llevar
la guerra, están en vías de desaparecer para ser remplazados por submarinos que
servirán de transporte de tropas aerotransportadas y de torpederos contra la
flota mercante.
La llegada de la potencia aérea supone la
probabilidad de una disminución de los gastos que exigía el armamento naval, no
solo en cuanto a los barcos, sino también por las grandes bases, las calas
secas y la organización industrial necesarias para su mantenimiento. A
diferencia de los ejércitos de tierra, que están en un proceso de
estancamiento, las marinas están conociendo un periodo de decline y de cambio.
La fuera aérea es la gran potencia en desarrollo en el mundo de hoy. Ofrece no
solamente la esperanza de una seguridad acrecentada en el interior sino también,
gracias a su velocidad de desplazamiento, en el mayor elemento civilizador en
el futuro, porque la esencia misma de la civilización es el transporte rápido.
Es probable que las guerras futuras sean llevadas de nuevo por una clase
futura, a saber, la fuerza aérea, como lo fue en la Edad Media por los
caballeros con armadura. De nuevo la población no estará obligada a movilizarse
en su conjunto en caso de urgencia nacional, sino únicamente en cantidad
suficiente para manipular las máquinas más poderosas para la defensa nacional.
Los principales países del mundo reconocen, cada
vez más, el valor del poder aéreo. Todas las grandes naciones, excepto los
Estados Unidos, han adoptado una política aérea determinada y distinta de su
política marítima y terrestre. Para crear lo que sea que se quiera crear, es
necesario establecer una base de reflexión y de razón, después poner en marcha
la organización correspondiente. La política aérea de estos grandes países
consiste en crear una aviación suficiente para protegerse en caso de guerra.
Cada uno resuelve el problema de una manera concreta, adaptada a sus necesidades
particulares.
Todos han comenzado por repartir las
responsabilidades dividiéndolas en aspectos concretos: militar, civil
comercial, construcción, meteorología y comunicaciones por radio. Estos
distintos servicios consideraban a la aviación como secundaria en relación a
otra actividad cuya aplicación principal no era la aviación. Igual que la
marina piensa primero en los acorazados y considera a la aviación como algo
secundario en relación a ellos, el ejército coloca en primer lugar la
infantería y sólo se plantea la aviación como algo secundario.
Las fuerzas armadas de una nación son el elemento
más conservador de toda su organización. Para comenzar, preceden a los mismos
gobiernos, porque todos los gobiernos han sido colocados por grandes
levantamientos populares que han encontrado su expresión en la fuerza militar.
Las fuerzas armadas poseen tradiciones más antiguas que ningún gobierno; son
más conservadoras que ningún otro organismo de Estado, y más seguras si lo que
se quiere es construir sobre bases de las que están seguras, más que de correr
el riesgo de cometer un error. Dado que han cambiado muy poco desde hace siglos
en sus métodos y su forma de dirigir la guerra, buscan siempre en el pasado
para encontrar un precedente para lo que debe hacerse.
Antes de tomar ninguna medida para combatir a los
rusos en Tannenberg, Hindenburg estudió la manera en que Aníbal había dirigido
la batalla de Cannas. Napoleón estudió las campañas de Alejandro Magno y de
Gengis Khan. Los marinos de hoy han obtenido siempre su inspiración de la
batalla de Actium, del tiempo de los romanos, y de la batalla de Trafalgar.
En el desarrollo de la potencia aérea, es necesario
mirar hacia el futuro y no hacia el pasado, e imaginar lo que va a ocurrir, no
de lo que ha ocurrido. Es por lo que los servicios ya instalados son incapaces
para desarrollar esta nueva arma con el mejor rendimiento dados los métodos y
los medios disponibles.
En lo que concierne a la aeronáutica, la tendencia
de todas las naciones ha sido centralizar los esfuerzos para desarrollar la
aviación primero como tal; a continuación, suprimir todos los gastos y los
dobles usos del hecho de que varios organismos se ocupaban de la misma cosa.
Gran Bretaña está en cabeza en lo que concierne a
potencia aérea, tiene ya un Ministerio del Aire que está en igualdad con los
Ministerios de Marina y de Guerra. Su fuerza aérea está legalmente designada
como "la primera línea de defensa" del Reino Unido. El país está
completamente organizado en zonas de defensa aérea con la aviación de caza y de
bombardeo colocados bajo mando único, de forma que pueden ser dirigidas hacia
el lugar deseado sin dividirlas como anteriormente entre el ejército de tierra
y la Marina. Por otra parte, hay fuerzas aéreas interiores afectadas en
permanencia a la defensa de Londres y de otras villas importantes. En caso de
conflicto, estas fuerzas no recibirían en ningún caso otras misiones. Sus bases
de escucha y de operaciones se encuentran a lo largo de los territorios
costeros e igualmente en el mar, de forma que cualquier aparato enemigo
acercándose al territorio será inmediatamente detectado. El cuerpo de oficiales
de las fuerzas aéreas se divide en dos: una parte de ellos se encuentra en
servicio permanente y pueden ser denominados "regulares", mientras
que los otros son "reservistas". Los oficiales de la reserva efectúan
una vez a la semana, o al mes, breves vuelos de entrenamiento y, anualmente,
pasan un periodo de aproximadamente dos semanas en sus unidades. Las fuera
aéreas británicas tienen una academia aeronáutica que corresponde, poco más o
menos, a lo que es West Point para el ejército de tierra americano. Tienen
igualmente colegios reservados para su personal y toda la maquinaria necesaria
para un gran servicio de defensa nacional cuya importancia crece cada día.
Desde el punto de vista industrial sostienen y
animan a los ingenieros aeronáuticos y a las fábricas que los producen. Los
créditos necesarios para la fabricación de aviones son, de esta forma,
utilizados para mantener y favorecer a las mejores industrias de producción
aeronáutica. La aviación civil disfruta de una gran consideración. No es
todavía un medio de transporte tan económico como el ferrocarril o los barcos
de vapor, y por ello debe ser apoyado por el Estado. La aviación civil utiliza
el mismo tipo de campos de aterrizaje y de aeródromos que la aviación militar.
La mayoría de estos últimos son, en tiempo de paz, mantenidos por la aviación
civil y están siempre listos para caso de guerra. Se han dado importantes
subvenciones a las compañías aéreas con el fin de que sean capaces de funcionar
y de obtener un pequeño beneficio. De esta forma el Estado consigue que
numerosos pilotos, aparatos, aviones, y mecánicos trabajen en tiempo de paz, y
no gasta para ello, más que la mitad de lo que le costaría pagar si tuviera que
pagarles el estado por completo sus servicios.
Se dice ahora que la organización de toda la fuerza
aérea británica ha llegado al punto de convertir a un General de aviación en
responsable de toda la defensa de las Islas Británicas. En caso de guerra,
tendrá bajo sus órdenes, para asegurar la protección de las islas, no sólo la
fuerza aérea sino también al ejército de tierra y a la Marina. Esto podría, a
continuación, extenderse a todo el Imperio Británico.
Se ha elegido para este puesto a un General de
aviación porque su formación le da una comprensión de las operaciones en tierra
y por mar que no tiene ningún otro servicio. Sus medios de reconocimiento y de
adquisición de información sobre un enemigo que se encuentra a miles de
kilómetros de sus fronteras es superior a todos los medios de que puedan
disponer el ejército o la Marina. Su fuerza aérea se desplaza a una velocidad
varias veces superior a las de las fuerzas de tierra o de mar, y se encuentra,
en consecuencia, en mejor posición para saber dónde golpeará el enemigo y las
medidas que convendrá tomar para proteger el país y armonizar a las fuerzas de
tierra, mar y aire en la defensa nacional. Esto permite al Estado, también,
tener a un único hombre como responsable de la conducción de la defensa sin
repartir esta tarea entre mandos completamente diferentes que gestionarían las
fuerzas de los tres ejércitos.
En Mesopotamia, Irak, la fuerza aérea gestiona la
ocupación militar del país de una manera similar a la de los ejércitos en el
pasado. El resultado de esta ocupación ha sido muy satisfactorio. Los aviones sobrevuelan
el país con total libertad, están en condiciones de aplastar rápidamente las
sublevaciones, de transportar tropas allá donde son necesarias en tierra, y de
cubrir mucho más terreno con menor esfuerzo que por cualquier otro medio. En
esta región todos los destacamentos del ejército están sometidos a la fuerza
aérea y bajo su mando. Las grandes naciones de Europa y de Asia tienen cada vez
más tendencia a adoptar esta organización a medida que resulta cada vez más
evidente que la potencia aérea, para obtener un máximo de oportunidades, debe
desarrollarse en tanto que arma completa e independiente y no como auxiliar de
otra.
Pero no todas las naciones están en condiciones de
crear una potencia aérea eficaz. Para ello son necesarias dos cosas. Primero,
un sentido de nación, un patriotismo y amor al país suficientemente fuerte para
impedir a sus pilotos sufrir pérdidas extremadamente elevadas en caso de
guerra. Sólo ciertos países poseen estas cualidades. China, por ejemplo [...]
no puede en este momento crear una aviación militar eficaz porque no hay ningún
gobierno central que apoye los principios de base o mantenga los ideales en
nombre de los cuales las gentes cultas estén dispuestas a dar su vida y todo lo
que tienen. Por contra, la aviación americana, que perdió, durante la batalla
de Château-Thierry, el setenta y cinco por ciento de sus efectivos, muertos,
heridos o desaparecidos, en poco más de dos semanas, continuó el combate con
una moral tan firme como si no hubiera sufrido ninguna pérdida. No se pueden
obtener buenos pilotos más que tomándolos en ciertas clases de la sociedad,
como por ejemplo los jóvenes que frecuentan nuestros colegios y no solamente
triunfan en sus estudios, sino que sobresalen igualmente en disciplinas atléticas
como el fútbol, el béisbol, el tenis, el polo y otros deportes ecuestres que
favorecen la coordinación del cuerpo y el espíritu. De todos los países, es en
Estados Unidos donde se encuentra el mayor número de personas que responden a
ese perfil.
El segundo elemento importante para la creación de
una fuerza aérea es la situación de la industria en el país y de la
disponibilidad de las materias primas que entran en la composición del
equipamiento aeronáutico, motores y aviones. Son necesarios setenta y ocho
oficios para la construcción de un sólo avión. Entre el momento de su
concepción y el momento en que su fabricación está terminada, pasa tanto tiempo
como en la construcción de un barco de guerra. En el avión todo gira alrededor
del motor. Aquí todavía encontramos menos países capaces de realizar buenos
motores de avión. Pensad lo que esto exige - extracción de todos los metales,
su fundición para obtener las aleaciones más ligeras y resistentes posibles que
la ciencia conozca, después su diseño, la fabricación y las pruebas de estos
motores que pesen poco más de una libra por caballo de vapor y que puedan
propulsar un avión en el aire una vez que esté en vuelo, prácticamente sin la
ayuda de la sustentación suministrada por las alas. Retomando el ejemplo de
China, vemos que ni fabrica motores de avión, ni motores de explosión de
ninguna clase, pues sus industrias no están organizadas a tal efecto. Por otro lado,
los Estados Unidos disponen de la industria mecánica más grande del planeta, en
forma de industria automóvil. Están capacitadas en todas las fases del motor de
explosión de gasolina. Por esta razón ocupamos actualmente, en el mundo, la
primera plaza por la calidad de nuestros motores de aviación. Paralelamente,
los Estados Unidos disponen en el interior de sus fronteras de todas las
materias primas, combustibles y especialistas que exige la producción de
equipamiento aeronáutico.
Si un país cuya ambición es conquistar el mundo
consiguiera asegurarse el "despegue aéreo" en una guerra en el
futuro, puede conseguir dominar el mundo más fácilmente que ninguna nación haya
conseguido dominar un continente en el pasado. La llegada de la potencia aérea
ha acercado a todos los países del mundo. Ya no medimos la distancia en
kilómetros sino en horas. Hoy, las comunicaciones entre todos los puntos del
planeta son instantáneas, bien por cable submarino, bien por líneas terrestres,
bien por radio. En cualquier lugar en que se encuentre se puede alcanzar un
avión en vuelo. El dirigible, Zeppelin, puede atravesar cualquier océano. Si
alguna nación consigue el dominio de todo el espacio aéreo, está en mejores condiciones
que nunca para dominar casi por completo el mundo entero.
(...) por ello, no hay lugar en la superficie de la
tierra que la potencia aérea no pueda alcanzar, aportando con ello los
elementos de civilización y los beneficios de las comunicaciones rápidas.
William
Mitchell, "Winged Defence. The Development and Possibilities of Modern Air
Power-economic and military", New York, 1925.
Traducción francesa de Catherine Ter Sarkissian.
Fuente: http://www.hrmediciones.com