17 de abril de 2019
OCHENTA AÑOS DEL PRIMER VUELO DE ITALIA A ARGENTINA: "13620 KM EN 80 HORAS Y 50 MINUTOS"
Por Juan José Membrana
El 2 de marzo de 1927, el Conde Francisco de Pinedo
unía Cagliari, Italia, con Buenos Aires con un hidroavión Savoia-Marchetti
SM-55, después de una travesía de 17 días.
Nací un 13 de febrero y durante mi vida de niño y
adolescente se desarrolló en mí la pasión por el vuelo, mi padre siempre me
decía... “que suerte tuviste en nacer ese día, me trae tantos recuerdos”… y
allí quedaba la charla hasta un nuevo cumpleaños, pero llegó un día en que tuve
que preguntar, ya no podía esperar más. ¿Por qué tuve tanta suerte?
Y entonces me contó que un 13 de febrero de 1927
desde Cagliari, capital de la isla de Cerdeña en Italia, había zarpado la nave
que en muchos lugares sería conocida luego como “la carabela italiana”, y que
le dio a la Italia de entonces, el orgullo de ser una de las naciones del globo
que conquistara las rutas del aire, al unir por primera vez ese país con la
Argentina.
Lo bautizaron el “Santa Maria”. Su piloto el Conde
Francisco De Pinedo, famoso piloto napolitano, aviador militar con origen en la
Armada Italiana, que en años anteriores (1925) ya había concretado con éxito el
raid Roma-Sídney-Tokio.
Componían su tu tripulación dos hombres más, el
Teniente Carlos del Prete, copiloto y navegante y como mecánico y motorista el
señor Vitale Zachetti.
Para ese entonces la Argentina disfrutaba de ser
elegida como destino final de varios raids de larga distancia, un año antes el
extraordinario vuelo del “Plus Ultra” finalizado el 10 de febrero de 1926 en
Buenos Aires, piloteado por Ramón Franco junto a Ruiz de Alda, copiloto, Durán,
navegante, y Rada, mecánico.
Inmediatamente después una proeza de la aviación
civil argentina, el primer vuelo Nueva York–Buenos Aires llegando el 13 de
agosto de 1926, piloteado por Eduardo Olivero y Bernardo Duggan y el señor
Campanelli como mecánico.
El Santa María era un hidroavión doble casco del
modelo Savoia-Marchetti SM-55, concebido como avión torpedero, poseía una gran
autonomía y prestaciones muy aceptables en cuanto a carga útil y velocidad de
crucero. Sus motores eran dos de la casa “Isotta Fraschini” del tipo ASSO 500 de
12 cilindros en V y una potencia de 500 hp cada uno.
Fue bautizado en la fábrica Savoia en Sesto
Calende, el 30 de enero de 1927, su madrina la señora, Alba Cella Gussi derramó
la consabida botella de espumante 15 días antes de la salida para Buenos Aires.
Bautismo del Santa María
La directiva para el vuelo de parte del Jefe del
Gobierno Italiano, Benito Mussolini, fijaba: “Lleve Usted, en una doble
travesía del Atlántico, el saludo de la Madre Patria a los italianos que viven
allende el océano. Así todo el mundo verá cuales son los progresos de la
aviación italiana”.
Partieron, el 13 de febrero de 1927 y luego de 14
etapas acuatizando en Kenitra, Villa Cisneros, Bolama, Dakar, Porto Praia,
Fernando de Noroña, Natal, Pernambuco, Bahía, Río de Janeiro, San Pablo,
Santos, Porto Alegre, arribaron a Buenos Aires el 02 de marzo.
De Pinedo fue bautizado por la prensa mundial como
el “Señor de las Distancias” y la recepción en la ciudad de Buenos Aires fue
apoteótica.
Buenos Aires no iba a ser una parada más, era el
destino elegido como final de la primera etapa de este “doble cruce del
Atlántico”, que De Pinedo pretendía completar luego de cruzar toda la América
del Sur por el Amazonas para luego llegar a los EEUU y desde allí cruzar el
Atlántico Norte de regreso a su punto de partida.
Se había constituido además en la base logística
donde se realizaría una revisión completa del fuselaje y el cambio de ambos
motores, como medida precautoria antes de intentar el cruce de la selva
amazónica. Esta ciclópea tarea a realizar contra reloj, tuvo un complemento
adicional, el Santa María durante su escala en Fernando de Noronha, en una mala
maniobra de remolque, había colisionado levemente contra la popa del crucero
“Barroso”, situación que ahora que el avión iba a ser puesto en seco, ameritaba
una inspección de detalle y reparación definitiva.
Todo estaba organizado y la responsabilidad recayó
en el mecánico Zachetti y en los operarios de la Armada Argentina que prestaban
servicio en el Arsenal Naval Buenos Aires en Dársena Norte.
Sobre este breve, pero intenso período de 12 días en
la Argentina, De Pinedo escribió profusamente en su libro” Mi Vuelo a través
del Atlántico y la travesía por las dos Américas”, en el capítulo denominado:
“Una tregua en Buenos Aires” allí nos
cuenta: “La República Argentina es, indudablemente, una de las naciones más
adelantadas de las dos Américas y merece que nosotros la consideremos con
especial interés, pues acoge las actividades productivas de un gran número de
italianos, que mantiene vivo el recuerdo y el amor de la Patria lejana…”Gracias
a todo esto, es un país que está envidiablemente en primera línea para ocupar
en el porvenir uno de los puestos más importantes del mundo en la producción de
los productos de primera necesidad indispensables para la vida humana”…
Con relación a las reparaciones en sí mismas,
comentaba: …”El aparato fue puesto en seco sobre un muelle del Arsenal… el que
aún existe entre la estructura abandonada de los dos diques de carena …por
medio de un guinche, previo acuerdo con las autoridades de Marina y de la
Aviación de Ejército, que se mostraron amabilísimas…”
Las autoridades argentinas designaron dos oficiales
de enlace, ante los aviadores italianos: el Alférez de Navío Eduardo Aumann,
por la Armada Argentina y el Teniente Primero Sóla, por el Ejército Argentino
En su informe interno, del 15 de marzo de 1927, el
Alférez Aumann, decía: …En la tarde del día 02 de marzo el avión fue sacado a
tierra con la grúa 2G del Ministerio de Obras Públicas y colocado sobre calzos.
Como sorpresa técnica disponía de un equipo propio de puesta en marcha con aire
comprimido, con un motor de 1 HP.
- Se cooperó en la maniobra de desmontar y montar
nuevamente los motores, hélices y radiadores.
- Se recorrió toda la instalación eléctrica
(acumuladores y generadores)
- Se reparó el alerón derecho y su borde de fuga
- Se repararon y pintaron ambos cascos
Por la Armada intervinieron activamente: el
Suboficial Humberto Gantesti, el Cabo Segundo Ramón Blanco y dos ayudantes
motoristas.
Con las reparaciones finalizadas De Pinedo, realizó
un vuelo de prueba el día 12 de marzo, al que invitó a participar al Jefe del
Servicio de Aviación de la Armada Teniente de Navío Marcos Zar, sus comentarios
sobre este evento fueron: …”El vuelo tuvo una duración de 1 hora y 20 minutos,
el peso de la carga útil fue de 1100 kgs. El avión en el aire se comporta de
manera excelente, muy estable, sensible y de controles muy livianos. El Alférez
Aumann en sus informes puntualiza algunas características del avión que
contribuyen indudablemente a su eficiencia de control y estabilidad. “La planta
de poder ha trabajado en forma muy satisfactoria, llamando mi atención una
ausencia absoluta de vibraciones….”, “Tiene similitudes de instrumental de
vuelo y compás de navegación con el hidroavión “Plus Ultra”…”
Con todo
finalizado, el “Santa María” abandonó Buenos Aires, rumbo a Asunción el domingo
13 de marzo, exactamente un mes después de haber iniciado el raid desde Italia.
Pero antes de su salida De Pinedo dejó en manos de la Armada un par de piezas
históricas, de su vuelo hasta aquí, un juego de las bujías originales de los
motores que cumplieron el trayecto Italia-Argentina , atesoradas por el
Almirante ZAR durante toda su vida y hoy depositadas en el Museo de la Aviación
Naval y una de sus hélices de madera, que se luce orgullosa en el Museo Naval
de la Nación.
Fue una fatalidad inesperada, la que casi de manera
violenta le impuso una pausa a esta larga travesía, al llegar a los EEUU, en
una de las etapas por el interior de ese país, el avión acuatizó en el Dique Roosevelt
donde se lo debía reabastecer de combustible y un joven americano que observaba
la maniobra en un descuido arrojó una colilla de cigarrillo aún encendida el
agua, que para desgracia estaba contaminada con combustible que se había recién
derramado, ocasionando un incendio que consumió al Santa María por completo.
Esta situación catastrófica fue resuelta enviando a
Nueva York un avión SM-55 de repuesto que se denominó Santa María II y con él
De Pinedo finalizó su raid de regreso en Italia el 16 de junio de 1927.
Así la historia, las únicas piezas originales de
tamaña aventura se encuentran en custodia en sendos Museos de la Armada
Argentina.
De Pinedo regresó a la Argentina como Agregado
Aeronáutico de su Embajada entre 1930 y 1932, cosechando amistades y preparando
su próxima aventura, el intento de romper el record de distancia en vuelo
solitario en 1933, uniendo Nueva York y Bagdad, y allí quebró sus alas.
El 02 de septiembre de 1933 otra vez un evento
fortuito, precipitó su avión al final de la pista de despegue y este, cargado
con 4000 lts de combustible de alto octanaje, capotó y se incendió.
De Pinedo no pudo ser rescatado y emprendió su último
gran vuelo a la gloria, había despegado para siempre el “Señor de las
Distancias”
Fuente: http://www.nuestromar.org