Nació:
El 19 de abril de 1886 en Aguilar de Campoo (Palencia)
Murió:
El 4 de julio de 1927 en Auámara (Marruecos)
Ocupación:
Aviador Militar
Grado: Capitán
Lealtad:
Reino de España
Rama: Cuerpo
de Infantería del Ejército
Premios:
Cruz
del Mérito Militar con distintivo rojo.
Cruz laureada de San Fernando.
De
padre montañés y madre palentina, estudió el bachillerato en el Instituto
Cántabro de Santander, donde su padre ejercía la Medicina, y terminado aquél,
sentó plaza en el Arma de Caballería en 1907, ingresando en la Academia de
Infantería dos años más tarde, y al ser promovido a 2º Teniente en 1912, marchó
a Marruecos, destinado en el batallón de Cazadores de Llerena Nº 11 con el que
recibió el bautismo de fuego el 15 de junio de 1913 con ocasión del relevo de
la guarnición de Laucién, cuando la columna que lo realizaba, hubo de vencer la
ruda resistencia enemiga, llevando el batallón de Llerena la parte más dura del
combate. Luchó aquel año en las laderas del monte Cónico en la kabila de Beni
Ider, en Ben Karrix y en Anzoar y Sadina, desbaratando concentraciones enemigas
y raziando los poblados rebeldes de Beni Amram, Ruansa y Fendelua.
En
1914, ya Primer Teniente, fue seleccionado para realizar el curso de piloto
aviador que había solicitado, realizando las ascensiones en globo, a la sazón
previas a dicho curso, y pasando al aeródromo de Cuatro Vientos donde realizó
los vuelos y pruebas previstos, recibiendo el título de piloto militar, de 1ª
categoría.
Destinado
a la escuadrilla del aeródromo de Zeluán, en la zona oriental de Marruecos, con
ella tomó parte en los reconocimientos y limitadas acciones que por aquella
época se libraban en la zona de Protectorado, ya que España, neutral en el
conflicto que en Europa se desarrollaba, dedicaba toda su atención a mantener
pacificada su zona de influencia, procurando que no se crearan situaciones que
pudieran comprometer su neutralidad, no obstante, el mando español decidió
apoderarse de la aguada de Hassi Berkan, y en la operación desarrollada pata
ello el 6 de junio de 1915, el Teniente Matanza recibió su “bautismo de fuego”
como aviador, y una Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo.
Obtenido
el título de observador en 1917, fue destinado al aeródromo de Cuatro Vientos,
y un año más tarde, ya ascendido a Capitán, fue destinado como profesor de los
cursos de observadores que en aquél se impartían.
Al
organizarse en febrero de 1919 las escuadrillas mixtas de biplanos De
Havilland-Rolls y Breguet XIV A-2 para guarnecer los aeródromos de Sania Ramel,
en Tetuán, y Auámara, en Larache, el mando de la de este última le fue confiado
al Capitán Matanza que no permaneció mucho tiempo al frente de ella, ya que fue
nombrado profesor de vuelo de la promoción de cien pilotos convocada por el General
Echagüe que tanto impulso dio a la Aviación Militar; tampoco echó raíces en
este destino, pues al ser organizado el territorio nacional en “Zonas
Territoriales de Aeronáutica”, se le dio el mando del aeródromo de Tablada en
1920.
Regresó
a Marruecos en febrero de 1921 como jefe del aeródromo de Auámara; eran los
meses en que se preparaba el asalto final a la kabila de Beni Arós, y se
trataba de conquistar Tazarut el “nido de águilas” del cherif Muley Ahmed el
Raisuni, el caudillo yeblí que tantos años llevaba luchando contra España; para
ello era imprescindible la incesante labor de los aviadores que, con sus
reconocimientos plasmados en croquis y fotografías, facilitarían notablemente
la labor de las fuerzas de tierra, al tiempo que desde los aeródromos de
Auámara y Sania Ramel, bombardeaban los poblados rebeldes de las kabilas de
Sumata, Beni Arós y Beni Gorfet, apoyando a las columnas que operaban en aquel
territorio. Matanza no perdía ocasión de volar, y unas veces como piloto, y
como observador, otras, siempre acompañaba a los hombres de su escuadrilla en
las misiones de guerra.
El 9 de
enero de 1922, luego de durísimos combates en los que la escuadrilla de Matanza
derrochó valor y entusiasmo para abrir paso a las columnas de tierra, se ocupó
Draa l’Asef, alcanzándose la línea que dejaba cercada la kabila de Beni Arós.
El 25
de abril, el Capitán Matanza, al frente de su escuadrilla, bombardeó el
campamento del “Sultán de la montaña” —como era denominado por los yeblíes el
Raisuni—. El 12 de mayo en una operación en que las escuadrillas de Larache y
de Tetuán, con ataques rasantes al pegajoso y tenaz enemigo, abrieron camino a
las tropas de tierra, vencieron éstas la resistencia de los arosíes y
conquistaron Tazarut, el poblado-símbolo, verdadera capital del carismático
caudillo.
Cuando
un año más tarde, al reorganizarse las fuerzas aéreas de Marruecos se creó en
el aeródromo de Auámara un Grupo de dos escuadrillas de Breguet XIV A-2 se dio
el mando de aquél al Capitán Matanza.
Su
indiscutible figura de gran mérito y personalidad, era para el Mando una
garantía de lo fructífera que sería la labor del nuevo Grupo.
En los
primeros meses de 1924 numerosas posiciones españolas de la línea del Lau,
fueron cercadas y atacadas por nutridas y bien equipadas fuerzas enemigas al
mando del Heriro —uno de los lugartenientes de Abd el Krim—. La Aviación hubo
de multiplicarse para mantenerlas abastecidas, haciendo punto de honra el que
ninguna desfalleciera por falta de apoyo aéreo.
De
septiembre a diciembre, el Grupo de Larache tuvo a su cargo el mantenimiento de
veintiocho posiciones y desarrolló una colosal y efectiva labor en la que todos
los aviadores derrocharon valor y entusiasmo, siempre arrastrados por el
ejemplo de su jefe, el Capitán Felipe Matanza que participaba indistintamente
en las misiones de reconocimiento, ataque al enemigo allí donde se hallara, o
abasteciendo a posiciones cercadas, llevando a ellas municiones, víveres,
hielo, medicamentos, y cuanto necesitaran, manteniendo al tiempo un constante
acoso a las harkas atacantes, logrando que todas las posiciones se mantuvieran
hasta su liberación por la llegada de las columnas de socorro, o por retirarse
sus atacantes.
Tras un
corto paso por Cuatro Vientos para realizar el curso de jefe de Grupo, regresó
Matanza a Larache, donde tomó el mando del Grupo de Breguet XIV y del aeródromo
de Auámara.
En la
primavera de 1927 se atacaron metódicamente, con bombardeos que fueron
endureciéndose día a día, los poblados de las barrancadas del Yebel Alam, y de
la kabila de Sumata que, con tiempo bueno o malo, todos los días recibían la
“visita” de los aeroplanos del Grupo de Larache, con su jefe el Capitán Matanza
a la cabeza. Los Breguet bombardearon Beni Buhar, Maisera, Taula y Jerbáa, protegieron
los convoyes a Tanacó y llevaron a cabo reconocimientos visuales y fotográficos
de toda la zona enemiga, principalmente de Ain Hedid, Ain Ziana, Tesar y
Maisera.
El 16
de junio, sometidas ya las belicosas kavilas de Beni Arós, Sumata y Beni Isef, en
Yebala, y conquistado el simbólico Yebel Alam, ya no quedaba en rebeldía más
kabila que la de El Ajmas, en el sistema orográfico que forman los macizos de
Hezzana, Tamgaia y Taria. Pese a la valerosa defensa que hizo el enemigo, no
logró evitar que el 4 de julio, luego de una intensa acción aérea, las
vanguardias españolas pusieran el pie en el Hezzana, en la última operación
cruenta de la guerra.
En un
determinado momento del combate, los aviadores, que habían visto transcurrir
con normalidad su ir y venir del aeródromo a las cumbres para descargar sus
bombas, observaron, que mientras grupos de moros agitaban trapos blancos
manifestando su deseo de rendirse, desde algunos barrancos se hacía fuego sobre
los aviones.
Para
conocer exactamente lo que ocurría, el Capitán Matanza salió como observador de
un sesquiplano Breguet XIX de su Grupo, pilotado por el jefe de escuadrilla, Capitán
Gallego; al sobrevolar el Yebel Hezzana el avión fue recibido con disparos de
fusilería, y localizado el grupo enemigo, decidió Matanza dar pasadas bajas
sobre ellos, bombardeando y ametrallando, con un efecto demoledor. Alcanzado de
lleno el aeroplano por una descarga, recibió una muy grave herida en el pecho
el Capitán Matanza, y aunque Gallego viró para regresar al aeródromo, aquél se
lo impidió, haciendo señas con la mano para que continuara el ataque hasta
soltar la última bomba; luego de una larga pasada en la que concluyó de arrojar
aquéllas, indicó al piloto que podía regresar. Treinta minutos después tomaba
tierra en Auámara el sesquiplano, llevando a bordo el glorioso cadáver del jefe
del Grupo cuya crispada mano aún aferraba el trinquete del lanzabombas.
Fue el Capitán
Matanza el último aviador muerto en la campaña, y una de las últimas bajas del
ejército de Marruecos, ya que seis días después de la muerte de aquél, el 10 de
julio de 1927, se daba por terminada, oficialmente, la guerra.
Inmediatamente
se abrió el expediente para la concesión de la Cruz laureada de San Fernando,
pero habrían de pasar siete años antes de que Felipe Matanza ingresara en la
Orden del Valor Heroico. Finalmente, el 6 de noviembre de 1934, un decreto del
presidente de la República le concedería la Cruz laureada de San Fernando, por
los méritos que se citaban:
“Con
ocasión de efectuar un reconocimiento y bombardeo como observador el día 4 de
julio de 1927, el Capitán de Infantería Jefe del tercer Grupo de Escuadrillas
de Aviación, D. Felipe Matanzas Vázquez, para proteger el avance de la harka a
las órdenes del Teniente Coronel López Bravo, que tenía como objetivo la
ocupación de Yebel Hessana (El Hajmas Larache), el Capitán Matanzas efectuó un
bombardeo sobre dicho macizo, donde numerosos grupos enemigos hacían fuerte
resistencia al avance de la columna, con tan gran eficacia que consiguió con el
fuego de su aparato desalojar de sus posiciones al enemigo, causándole
numerosas bajas y facilitando el avance de las fuerzas de la referida columna.
Fue
gravísimamente herido por descarga enemiga, continuando el bombardeo hasta
terminar su cometido y falleciendo en el regreso al aeródromo a consecuencia de
las heridas sufridas”.
Fuente: https://dbe.rah.es