22 de julio de 2022

EL RESCATE DEL ESCUADRÓN PERDIDO

 

 

El P-38 de Brad Macmanus en la nieve
 

25 hombres sobreviven a los aterrizajes forzosos que se ven obligados a realizar sobre el hielo de Groenlandia y esperan varios días a ser recogidos por un equipo de rescate

 

En el mes de mayo de 1942 empieza a ponerse en marcha la llamada Operación Bolero, que consiste en la agrupación de tropas y material en Gran Bretaña, movimientos previos a una operación militar de mayor envergadura para la invasión de Europa a través del Canal de la Mancha. Bolero forma parte de la llamada Operación Roundup, un claro antecedente en el diseño de lo que sería más adelante la Operación Overlord (Desembarco de Normandía).

 

Al mes siguiente se empiezan a realizar los primeros vuelos que llevan aparatos desde los EEUU hasta Gran Bretaña vía Groenlandia – Islandia, y es en este contexto cuando arranca la aventura del llamado “Escuadrón perdido” y del “Glacier Girl”, un Lockheed P-38 Lightning que forma parte junto a otros cinco aparatos P-38 de la escolta de dos bombarderos B-17 que realizan este tipo de vuelo.

 

El 7 de julio de 1942 parten desde una base americana llamada Presque Isle en Maine, EEUU. Los aparatos se dividen en dos grupos llamados Tomcat Verde y Tomcat Amarillo y la ruta que tienen que seguir los ha de llevar primero hasta Goose Bay (Labrador), después a Narsarsuaq (Groenlandia), de allí a Reykjavik (Islandia) y finalmente a Gran Bretaña.


 

Mapa de la ruta seguida por Tomcat verde y Tomcat amarillo

 

Todas estas etapas de vuelo son imprescindibles para poder reabastecer de combustible a los aviones, y aunque en un principio los dos grupos vuelan por separado, el 15 de julio inician conjuntamente la siguiente etapa desde la base BW-8 situada en Groenlandia. Parten temprano y ascienden hasta 12.000 pies para tomar esta cota como la altitud de crucero. Cuando ya hace 90 minutos que han sobrevolado Islandia se ven obligados a ascender otros 2.000 pies más para intentar dejar atrás una masa de nubes de tipo cúmulos que imposibilita la visibilidad.

 

A partir de ese momento se empiezan a vivir situaciones límite que ponen a prueba la resistencia de los pilotos: Las bajas temperaturas que están sufriendo hacen que hombres como R. B. Wilson arranque el desempañador que lleva su P-38 y lo utilice como calentador de sus guantes en un intento de hacer entrar en calor las manos para poder notar los controles de vuelo. Otro piloto llamado Brad Macmanus dice que para evadirse del frío se imagina a sus padres vestidos con un traje de baño en una playa. Finalmente los equipos Tomcat verde y Tomcat amarillo deciden descender para ver si las condiciones meteorológicas son mejores y cuando al cabo de quince minutos se dan cuenta de que no mejoran deciden dar marcha atrás y regresar hacia el punto de partida. Vuelan durante otros 90 minutos y al fin consiguen ver la silueta de Groenlandia pero su alegría se convierte en decepción al darse cuenta de que se encuentran a unas dos horas de la base. Es imposible que puedan alcanzarla ya que solo les queda combustible para 20 minutos. La suerte está echada y el primero en probar de realizar un aterrizaje de emergencia en la superficie helada es Brad Macmanus, que ha de tomar un decisión bastante complicada: ¿cómo aterrizar mejor, con el tren subido o bajado?. Decide hacerlo con el tren bajado y al tocar tierra rueda durante unos 200 metros hasta que finalmente el tren cede y se dobla, provocando que el aparato se tumbe boca arriba, quedando la cabina cubierta de nieve y poniendo difícil a Brad el salir del habitáculo: Finalmente lo logra golpeando el cristal de la carlinga y cavando en la nieve para abandonar su interior y salir a la superficie.

 

El siguiente en descender fue Robert Wilson, que decidió hacerlo con el tren replegado, por lo que al tomar tierra (o mejor dicho hielo), su P-38 se deslizó por encima de la superficie hasta quedar frenado. Nada más notar que estaba parado, salió rápidamente para ir a auxiliar a Macmanus, quien le estaba esperando bajo el ala y que a modo de saludo le dijo “no esperabas que lo lograra, ¿eh, cerebrito?”.  Los dos alzan la vista para saludar a los pilotos que esperaban su turno en el aire y éstos, al ver que los dos aterrizajes habían sido un éxito lo celebran realizando maniobras acrobáticas. Una vez aterrizaron los P-38 les tocaba el turno a los B-17, que demoraron su descenso hasta quedarse casi sin combustible (como medida de seguridad adicional). La primera tarea a realizar por los veinticinco hombres una vez que todos los aparatos lograron aterrizar fue la de acondicionar un espacio para poder pasar los días de espera hasta que los rescatasen y racionar la poca comida que tenían para sobrevivir unos quince días.


 

7 de los 25 pilotos que vivieron la aventura del Glacier Girl

 

Al cabo de tres días pudieron entrar en contacto con la base mediante mensajes de código morse y aquel mismo día, un C-47 de transporte les lanza material y suministros en paracaídas con los que poder aguardar su rescate. El 24 de julio un equipo de hombres logra llegar a su posición con trineos tirados por perros: Son guiados por aviones que sobrevuelan la zona y que les van indicando el mejor camino hasta llegar al lugar del accidente, momento en el que los pilotos recogen sus efectos personales e inician una durísima travesía que los lleva a la costa. Al llegar a la playa, los hombres no pueden aguantar más y se duermen mientras esperan la llegada de un barco del servicio de guardacostas que los lleva a la base BW-1, en donde por fin pueden descansar tras esta gran aventura.

 

El llamado “Escuadrón perdido” ha sido rescatado y sus miembros regresan a los EEUU en donde son repartidos por otros tantos destinos y otras tantas misiones. Posteriormente, en 1992 se realizó una expedición que logró recuperar uno de los P-38 que ha sido restaurado y que ha vuelto a volar de nuevo.

 

Fuente: https://www.historiassegundaguerramundial.com