Por Hugo A Cañete
A principios de 1942, los relucientes P-38 Lightning esperaban ser transportados al otro lado del charco a una guerra en la que los necesitaban desesperadamente.
Los
convoyes no eran del todo la solución, ya que estaban siendo diezmados por los
submarinos alemanes. La forma más natural y lógica era llevarlos volando, pero
¿podía un P-38 cruzar la enorme distancia del Atlántico? Se antojaba imposible.
¿O no? Por si acaso, hubo hombres que se pusieron a trabajar en el problema. El
último modelo, P-38F, tenía una gran autonomía y con depósitos de combustible
externos quizá pudiese lograrlo.
El General
“Monk” Hunter, un as de la Primera Guerra Mundial, recibió la orden de
trasladar 400 cazas desde Stateside a Inglaterra. Hasta ese momento ningún
modelo de caza había hecho un viaje de esas características. Tendrían que volar
vía Labrador, Groenlandia e Islandia, lugares donde impera el mal tiempo, las
montañas altas y el agua de mar gélida. En Groenlandia se construían a toda
prisa dos pistas de aterrizaje para los P-38, la Bluie West One y la Bluie West
Eight.
Justo antes de que despegase la primera tanda de P-38 para Groenlandia, lo habían hecho diez bombarderos cuatrimotores B-17 “Fortalezas Volantes”, de los que tres acabaron estrellándose y seis tuvieron que regresar a la península de Labrador. En unas condiciones meteorológicas tan adversas e impredecibles el vuelo parecía aventurado incluso para estos grandes pájaros.
Con
todo, el 1 de julio despegaron para Groenlandia, Bluie West One, 24 P-38 y 6
bombarderos B-17. Un trayecto de 1.250 kilómetros. Todo fue bien hasta que solo
faltaron por llegar los últimos ocho cazas. Cuando la formación sobrevoló la
pista los controladores contaron siete puntos en el cielo. Faltaba el avión del
Teniente Peyton Mathis. A mitad de camino le falló uno de los motores y comenzó
a quedarse atrás hasta perder de vista a la formación detrás de las montañas
heladas de la costa groenlandesa.
Mathis
no tenía ni idea de cuál de aquellos fiordos que tenía delante llevaba a la
base y ninguno coincidía con las formas descritas en su plan de ruta. Por
suerte, divisó un pico con una forma un poco rara que le recordó a una de las
sesiones informativas que tuvieron antes de la misión. Minutos más tarde, sin
posibilidad de un segundo intento, Mathis entró en pista a 250 km/h con viento
de cola de 16 km/h y logró frenar su aparato a escasos ocho metros del final de
la pista.
Los
siguientes en llegar serían los P-38 de la 94ª Escuadrilla, los “Hat in the
Ring” (célebre en la Primera Guerra Mundial), cuatro secciones de cuatro
aparatos cada una precedidos de 17 B-17 que les marcaban el camino. Las
condiciones meteorológicas empeoraron de tal forma que la visibilidad llegó a
ser nula. Solo 5 de los 16 P-38 lograron llegar a Groenlandia. No se perdió
ninguno, pero el resto tuvieron que darse la vuelta. De estos últimos, seis
tuvieron que realizar aterrizajes de emergencia y quedaron destruidos. No hubo
víctimas.
Con el
paso de las semanas, el contingente de P-38 se hallaba disperso por varias
bases a lo largo del Atlántico norte. Después de cada “salto”, los aviones
esperaban a que se produjese otra ventana de buen tiempo para proseguir su
viaje. El 15 de agosto de 1942, un P-38 y un P-40 derribaron a un Focke Wulf
Condor frente a las costas de Islandia, quizá el primer derribo efectuado por
aviones norteamericanos en el teatro de guerra europeo.
Desde
Islandia ya solo quedaba una última etapa hasta llegar a Inglaterra, aunque
tampoco se antojaba fácil para un caza monoplaza. El piloto Jack Illfrey
recuerda volar detrás de su B-17 guía a través de nieblas y tormentas ajeno a
que la propia tripulación del bombardero volaba perdida. Al fin llegaron a la
costa norte de Irlanda y, tras ser interceptados por dos Spitfire, volaron
hasta Ayir, en Escocia con la ayuda de Beaufighter británicos enviados en su
ayuda.
Por
fin, lograron aterrizar en Gran Bretaña con los depósitos de combustible secos.
Fueron los primeros de muchos en el cruce del Atlántico. No eran misiones de
combate pero la aventura estaba asegurada.
Fuente:
https://www.gehm.es