Por Hugo A Cañete
Cuando
se habla de pilotos suicidas en la Segunda Guerra Mundial se piensa
generalmente en los japoneses, quizá algo en los soviéticos, pero son menos
conocidos los proyectos alemanes de la Luftwaffe en los últimos años de la
guerra.
En la
segunda mitad de 1941, cuando las fuerzas alemanas avanzaban inexorablemente en
el interior de la Unión Soviética, la atenazada Fuerza Aérea Roja comenzó a
recurrir cada vez más a tácticas suicidas. Los ataques o embestidas aéreas
(tarán, del ruso таран, que significa “airete”) contra bombarderos alemanes se
dieron con cierta frecuencia (según las fuentes soviéticas la mayoría de los
pilotos sobrevivían a dichos encuentros).
Al
parecer, los pilotos de las unidades Komsomostsi (juventudes comunistas) formaron
escuadrones dizque kamikazes destinados a derribar al enemigo mediante ataques
tarán, en los que un caza Polikarpov I-16 con hélice de metal trataba de
acercarse por la cola a un bombardero y cercenarle el timón o los
estabilizadores.
A
finales de 1943, con el cambio de tornas, fue la Luftwaffe la que comenzó a
plantearse medidas desesperadas similares contra los bombarderos aliados. Se
comenzó a trabajar en un plan para la creación y adiestramiento de escuadrones
de ataque que debían embestir a los aparatos enemigos como último recurso. Un Suboficial
subalterno experto piloto de planeadores sugirió también la idea de Ju 88
cargados de explosivos que debían ser enviados contra las formaciones de
bombarderos y detonados, saltando sus pilotos en paracaídas en el último
momento.
Tales
ideas fueron vistas de modo desfavorable por el General de la caza Adolf
Galland, jefe del arma de caza alemana, que pensaba que la Luftwaffe debía
buscar métodos eficientes para lidiar con las escoltas de cazas aliados antes
de atacar a los bombarderos. Sin embargo, a primeros de 1944, llegó a buen
puerto la defensa del Mayor Hans Kornatski de escuadrillas de asalto
(Sturmstaffeln) equipadas por interceptores fuertemente armados llamados
Rammjägers (“arietes”).
La primera
Sturmstaffeln se formó en marzo – abril de 1944 y fue equipada con cazas Fw 190
A-6, que tenían mayor blindaje y que montaban 4 cañones de 20 mm. Más tarde,
los Sturmstaffeln recibieron nuevos Fw 190 A-8-/R7, que llevaban blindadas los
bordes de ataque de las alas para facilitar la embestida. Sin embargo, una vez
puestos en práctica, los ataques cercanos con el armamento resultaron tan
efectivos que no era necesario llegar a la embestida.
El 2 de
noviembre de 1944, cuando casi 1.000 bombarderos de la Octava Fuerza Aérea
estadounidense, escoltados por más de 600 cazas P-51 y P-38 aparecieron en dos
grupos sobre el territorio del Reich, despegaron casi 500 interceptores de la
Luftwaffe en su busca, de los que 61 eran Fw 190 pertenecientes a dos Sturmstaffeln.
Los
Rammjägers reclamaron 30 bombarderos de un total de 80 aparatos destruidos (las
cifras norteamericanas solo reflejan la pérdida de 40 cuatrimotores, aunque
acredita no menos de 24 a este tipo de grupos de ataque cercano), uno por
embestida del Teniente Werner Gerth, que murió por fallo de apertura en el
mecanismo de su paracaídas después de que colisionase deliberadamente con un
B-17. Se perdieron 30 de los 61 Rammjägers que participaron en el ataque.
Al
principio, los pilotos de las Sturmstaffeln eran voluntarios, pero pronto
empezó a obligarse a los hombres a formar parte de estos grupos bajo la amenaza
de fuertes sanciones disciplinarias si no lograban destruir al menos un
bombardero enemigo en combate en cada misión, embistiéndolo si fuese necesario.
No lograrlo implicaba una acusación formal de cobardía.
Para la
primavera de 1945, con la acuciante escasez de hombres y pilotos, las
Sturmstaffeln recurrieron cada vez más a ataques tarán. “Los Rammjägers
efectuarán a partir de ahora ataques suicidas”, escribió el ministro de la
propaganda Joseph Goebbels en su diario el 31 de marzo de 1945. Seguía, “… se
espera un 90 por ciento de bajas… aunque se prevé un éxito extraordinario”.
Observó también que “entre el 50 y 90 por ciento son voluntarios”; quizá un 50
estuviese más cercano a la realidad.
El
clímax llegó el 7 de abril cuando, con marchas nazis resonando en sus radios,
despegaron 120 Fw 190 y Bf 109G del Rammkommando Elba del Coronel Hajo Herrmann
para interceptar a una fuerza de más de 1.000 bombarderos pesados y 800 cazas
de escolta sobre el norte de Alemania.
Con el
apoyo de los Me 262, los Rammjägers picaron desde una altura de unos 10.600
metros sobre las formaciones de bombarderos. En lo que los historiadores de la
USAAF describen como un “delirante ataque suicida” de 45 minutos de duración,
al menos ocho B-17 y B-24 fueron derribados por ataques tarán.
El
coste fue inmenso: solo 15 de los Rammjägers regresaron a sus bases de Stendal
y Gardelegen; 28 pilotos habían logrado saltar en paracaídas y sobrevivir; 77
estaban muertos o desaparecidos. “Nuestros cazas suicidas no han producido los
efectos esperados”, escribió Goebbels en su diario al día siguiente, “… pero
esto es solo un primer intento que deberá repetirse… con suerte con mejores
resultados”. Pero en esta esperanza, como en tantas otras, habría de verse
decepcionado.
Fuente:
https://www.gehm.es