Por Francisco
Escarti
La
situación política en Ucrania ha traído a mi memoria la figura de un ruso que
emigró a los Estados Unidos. De este personaje tuve noticia por primera vez a
través de un libro suyo titulado “El poder aéreo” que adquirí de segunda mano.
Un libro difícil de olvidar porque en la portada se había estampado un cuño
grabado con letras azules, con la siguiente advertencia:
EDICION
RESTRINGIDA PARA FINES EXCLUSIVOS DEL SERVICIO NO DEBE SER MENCIONADA AL CITAR
LAS PUBLICACIONES DE ESTE AUTOR. PROHIBIDA LA VENTA DE EJEMPLARES.
Y en la
primera página, escrito a mano pone que es una edición limitada de 500
ejemplares y más abajo que este es el número 53. Al parecer, mi ejemplar fue
destinado al ilustrísimo señor don Marcelino Saleta Victoria, porque su nombre
figura manuscrito así, en la misma página. La obra la tradujo del inglés al
castellano y la editó el Estado Mayor del Aire.
Las
misteriosas advertencias azuzaron mi curiosidad y no tardé en leer este libro,
a veces saltándome párrafos enteros, con ganas de llegar a las partes que
justificasen el hermetismo con el que, en la década de los años 1950, el
Ejército del Aire español lo había tratado, aunque lo cierto es que no encontré
nada que lo justificase.
En
primer lugar, descubrí que el autor del libro, Alexander De Seversky, había
nacido en Tifflis, Rusia, el 7 de junio de 1894, pero la mayor parte de su vida
la pasó en los Estados Unidos. Fue un hombre con una determinación
extraordinaria, combatió como piloto naval contra los alemanes durante la Gran
Guerra.
Perdió
una pierna en su primer combate aéreo, al intentar bombardear un acorazado,
pero aquel accidente no le impidió seguir volando hasta el punto de convertirse
en uno de los pilotos más condecorados y con más victorias de su país durante
el conflicto.
En 1917
fue destinado a los Estados Unidos, como agregado naval, y cuando los
bolcheviques se hicieron con el poder decidió quedarse en América. En 1927
adquirió la nacionalidad estadounidense. Allí se casó y desarrolló una
brillante carrera como diseñador y fabricante de material aeronáutico y aviones
militares.
Poco
antes de la II Guerra Mundial, De Seversky se interesó por el papel estratégico
de la aviación en la guerra. En 1942 publicó “Victoria a través del poder aéreo”
(Victory Through Air Power), meses después del ataque japonés a Pearl Harbour,
un libro en el que defendía el uso masivo de los bombarderos para ganar las
guerras y que ocupó durante varios meses el primer lugar de ventas en los Estados
Unidos.
A
partir de entonces asesoró al Gobierno estadounidense en asuntos relacionados
con los lanzamientos de las primeras bombas atómicas. En1950 escribió otro
libro “El poder aéreo: clave para la supervivencia” (Air Power: Key to Survival).
Este es el libro que el Estado Mayor del Aire español tradujo y distribuyó con
gran secretismo entre un grupo de militares, imagino que poco después de
haberse publicado en los Estados Unidos. Desconozco el motivo por el que lo
hizo.
En el
libro, De Seversky, dedica muchas páginas a los efectos de las explosiones de
las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, así como al bombardeo aéreo sobre
Alemania durante la II Guerra Mundial. Concluye que no es el armamento atómico
el que definirá en el futuro la victoria en una guerra, sino el dominio del
aire, es decir la capacidad para despachar, vía aérea, el arsenal atómico o
convencional sobre los objetivos del enemigo. La estrategia que propone para los
Estados Unidos frente a Rusia, es la de concentrar el esfuerzo militar en la
consecución de la supremacía aérea. Mientras los Estados Unidos aplica sus
principales recursos en ello, Rusia tendrá que dispersarlos para atender otras
obligaciones; según De Seversky:
“Para
dominar su continente, Rusia, necesita —y ha organizado— una poderosa fuerza de
superficie con la correspondiente aviación de apoyo… Rusia confiará
principalmente en el factor número en lo relativo a sus fuerzas aéreas
tácticas. Aplicarán el mismo principio de ataques en masa que utilizaron en el
transcurso de la pasada guerra con respecto a su artillería tratando de abrumar
al adversario con su potencia de fuego”.
Hoy, el
conflicto en Ucrania, responde al interés ruso por mantener sus países
colindantes libres de fuerzas de la OTAN y al deseo estadounidense de obligar a
Putin a gastar recursos y energías al menester de controlar el continente que
ocupa. Una factura cuyo monto principal lo pagarán la Unión Europea y Rusia,
mientras el asunto quede en un conflicto regional.
Sin
embargo, todos corremos un gran peligro. En su obsesión por el poder aéreo, De
Seversky consideraba tres hipótesis para definir la estrategia a seguir por los
Estados Unidos frente a su principal adversario (entonces la Unión Soviética).
En la primera, se suponía que los aviones de bombardeo norteamericanos no
podían alcanzar en vuelo directo sus objetivos militares desde América y era
necesario contar con bases aéreas en todo el mundo. La segunda hipótesis
consideraba que los bombarderos sí podían efectuar esos vuelos directos. Y en
la tercera, que las bombas atómicas no se lanzaban desde los aviones sino con
misiles supersónicos intercontinentales. A De Seversky este último supuesto, en
1950, le parecía aún muy remoto. En la actualidad todos sabemos que la tecnología
militar hace ya tiempo que alcanzó la situación de la tercera hipótesis. La
estrategia que proponía el ruso, para este tercer caso, que denominaba como de
guerra fulminante, la enunció de la siguiente manera:
“Confiemos,
no obstante, que cuando esto ocurra la guerra haya sido relegada al pasado como
un resabio de la barbarie humana…”
Es
decir, no había ninguna estrategia, sino confiar en que la tecnología
norteamericana de guiado y detección y derribo de misiles resultara superior a
la de sus enemigos y, aun así, que la suerte le fuera propicia a su país.
Sabemos
que la guerra no ha sido relegada al pasado, a pesar del extraordinario alcance
de los misiles supersónicos dotados de cabezas nucleares que hoy poseen muchos
países. Ni siquiera parece que hayamos caído en la cuenta de que los
neandertales sobrevivieron en la Tierra durante cuatrocientos mil años, a pesar
de calentamientos y enfriamientos de más de cinco grados, pero es bastante
improbable que nosotros podamos hacerlo cien años más con este arsenal de
cabezas atómicas, ensartadas en la punta de misiles intercontinentales, en
manos de dignatarios, a veces tan mal asesorados. Tanta bulla por lo primero y
olvidado lo segundo.
La
situación en Ucrania responde a una serie de actuaciones coherentes con la
doctrina expuesta por De Seversky hace ya muchos años, y las consecuencias que
puede tener que el conflicto se globalice también las anticipó el ruso. Ahora
la cuestión es ver cómo hacemos para que la guerra se relegue al pasado “como
un resabio de la barbarie humana”.
Alejandro
Nikolaievich Prokofiev De Seversky, acumuló a lo largo de su vida, honores,
medallas, dinero y fama y murió en Nueva York en 1974.
Fuente:
https://elsecretodelospajaros.net