Claudius
Dornier concibió el mayor avión de transporte de pasajeros que hasta entonces
se había construido. Fue en 1924 cuando realizó el diseño y a finales del año
siguiente empezó a fabricarse en las instalaciones de Dornier junto al lago
Constanza, en Alternhein, Suiza, por encargo del Ministerio de Transportes
alemán. Esta fábrica se había ubicado en aquél país para soslayar las
limitaciones impuestas por el Tratado de Versalles, tras la I Guerra Mundial, a
la industria alemana.
La
construcción del fantástico hidroavión consumió 240.000 horas de trabajo, hasta
junio de 1929, fecha en la que el Do X salió del hangar para volar por primera
vez el 12 de julio. En el vuelo de pruebas número 70, que tuvo lugar el 21 de
octubre del mismo año, subieron a bordo 169 personas, la mayoría empleados de
Dornier y familiares de los trabajadores, junto con algún periodista y 10
tripulantes. Después de desplazarse durante 50 segundos sobre el lago
Constanza, despegaron y durante 40 minutos a 200 metros de altura y 170 kilómetros
por hora sobrevolarían las aguas. Es cierto que en los virajes, la tripulación
tuvo que dar instrucciones a los pasajeros para que se cambiaran de lado, pero
el histórico vuelo ostentó el récord de número de personas a bordo de una
aeronave en vuelo, durante 20 años.
En su
casco, de duraluminio, se apreciaban influencias de la construcción naval. La
estructura de las alas era de acero, reforzada con partes de duraluminio, y
estaba recubierta de tela de lino. El empuje se lo proporcionaban doce motores
radiales Bristol Júpiter de 525 caballos cada uno, montados en tándem de dos:
uno con la hélice de empuje y el otro de tracción. Ni siquiera con semejante
planta de potencia el Do X era capaz de elevarse 500 metros sobre la superficie
del océano con su máximo peso de despegue de 52 toneladas. Para conseguirlo, a
partir de 1931, los motores Bristol se sustituyeron por otros de la marca
Curtiss Conqueror, de 610 caballos de potencia, con 12 cilindros en línea. La
complejidad del manejo de los motores del Do X obligó a que todos los
indicadores y mandos asociados con los mismos se instalaran en una cabina
independiente asistida por un mecánico de vuelo, de forma permanente. El piloto
enviaba las órdenes oportunas a este tripulante para que los configurase según
las necesidades del vuelo. Los motores eran accesibles desde el fuselaje del
avión, a través de un angosto pasadizo por el interior del ala, que daba paso
al interior de las carenas de la estructura de soporte de las parejas de
motores.
El Do-X
conservó el título de avión más pesado de transporte de pasajeros, fabricado
por el hombre, hasta el inicio de la II Guerra Mundial. En su fuselaje, de 40
metros de longitud y 10,25 de altura, albergaba tres cubiertas. En la superior
trabajaban 14 tripulantes: pilotos, navegantes y mecánicos. En la inferior se
alojaban los tres tanques de combustible con capacidad para 24.000 litros de
queroseno y nueve compartimentos estancos que garantizaban la flotabilidad del
hidroavión. En la cubierta intermedia se acomodaban los pasajeros. En los
vuelos de largo recorrido la capacidad se limitaba a menos de 70, pero en los
de corto esta cifra podía superar los 150 pasajeros. En un principio, la
cubierta de pasaje se equipó con estancias lujosamente decoradas: un bar, sala
de fumadores y comedor que, por la noche, se reconvertía en zona de literas
para dormir. Alfombras persas, lujosas maderas, marquetería y magníficas telas,
decoraron la cubierta de pasajeros hasta el punto de que en nada se parecía a
la cabina de ningún avión.
La
velocidad de crucero del Do X era de 170 kilómetros por hora, su autonomía de
unas 12 horas y el alcance máximo rondaba los 2.000 kilómetros.
El 5 de
noviembre de 1930, el Do X despegó de Friedrichshafen, en Alemania, al mando
del comandante Friedrich Christiansen para efectuar un periplo de demostración
en el que tendría que atravesar el Atlántico, hasta arribar a Nueva York. Los
primeros tramos del viaje lo llevaron a Amsterdam, Calshot, La Rochelle,
Santander, Coruña y Lisboa.
El 29
de noviembre, en la ciudad portuguesa, un incendio destruyó parte del ala
izquierda y las reparaciones lo retuvieron seis semanas. De allí reemprendió el
vuelo hacia Las Palmas, Villa Cisneros y Bubaque.
El
cruce del Atlántico lo inicio en la isla de Bubaque, Guinea Bissau, y lo
concluyó en Natal, Brasil, con dos escalas intermedias en Porto Praia y
Fernando de Noroña. Desde Natal navegó por la costa americana hacia el sur
hasta Río de Janeiro. Después deshizo el camino hacia el norte, de vuelta a
Natal, para seguir costeando y llegar a Nueva York el 27 de agosto de 1931,
tras efectuar otras 10 paradas en distintas ciudades.
Fue un
larguísimo viaje en el que sobraron las averías y en el que el Do X pudo
demostrar que la tecnología de la época no estaba aún en condiciones de
garantizar un viaje medianamente fiable con aquellas máquinas. A pesar de todo,
en Nueva York fue aclamado y tuvo una excelente acogida. Durante los meses en
que se revisaron por completo sus motores, estuvo expuesto al público en lo que
hoy es el aeropuerto de La Guardia. Regresó a Alemania desde Nueva York
haciendo escalas en New Foundland, Azores, Vigo y Calshot para aterrizar en
Berlín el 24 de mayo de 1932 donde lo esperaban unas 200.000 personas.
Dornier
no consiguió vender ninguno de estos aviones para la prestación de servicios
comerciales de transporte de pasajeros. La falta de fiabilidad, el elevado
consumo de combustible y el inicio de los viajes de transporte de pasajeros de
largo recorrido de los grandes dirigibles alemanes de cuerpo rígido, los
zepelines, disuadieron a los transportistas aéreos de comprar el Do X a
Claudius Dornier. Solo llegó a fabricar otros dos más que los adquirió el
gobierno italiano, con la intención usarlos como bombarderos militares.
El
ejemplar que viajó a Nueva York fue reacondicionado por Deutsche Luft Hansa
para realizar vuelos de corto recorrido. No por mucho tiempo, porque en 1933,
un amerizaje duro causó la rotura de su sección de cola. Tras la reparación fue
enviado al museo de aviación de Berlín y allí lo destruyó un ataque de la Royal
Air Force, durante la II Guerra Mundial.
Fuente: https://elsecretodelospajaros.net