Arthur “Bombardero” Harris, que ahora tenía la responsabilidad del Comando de Bombarderos, estaba decidido a demostrar que su fuerza era un arma ganadora de guerras que podía poner de rodillas a la Alemania nazi.
La estrategia ahora se había enfocado al bombardeo de zona, destruyendo grandes extensiones de infraestructura industrial, en la que los trabajadores y sus familias serían “desalojados”, esto era una admisión tácita de que muchos morirían durante este proceso.
Harris registraría en sus memorias las razones para la elección del primer objetivo:
En la noche del 28-29 de marzo, la primera ciudad alemana fue puesta en llamas. Esta era Lübeck, un objetivo bastante lejano en la costa del Báltico, pero no era difícil identificarla debido a su posición sobre el Río Trave; de ninguna manera tan bien defendida como la cuenca del Ruhr y, por la naturaleza de sus edificios, más fácil de incendiarse que la mayoría de las ciudades.
Era una ciudad de tamaño moderado, de cierta importancia como puerto y con algunos astilleros de mediano tamaño para la construcción de submarinos no muy lejos de él. No era un objetivo vital, pero me pareció mejor destruir una ciudad industrial de importancia moderada, que fracasar al tratar de destruir una ciudad industrial grande.
Sin embargo, el principal objetivo del ataque era saber hasta qué punto una primera oleada de aviones podría guiar a una segunda al punto de lanzamiento por el inicio de una conflagración: he ordenado un intervalo de media hora entre las dos olas, esto con el fin de permitir que los incendios fueran más intensos antes de que la segunda oleada llegara. En total, 234 aviones fueron despachados y se dejaron caer 144 toneladas de bombas incendiarias y 160 toneladas de explosivos de alta potencia. Por lo menos la mitad de la ciudad fue destruida, principalmente por el fuego. Se demostró de manera concluyente que incluso la pequeña fuerza con la que contaba en aquél entonces podía destruir la mayor parte de una ciudad de importancia secundaria.
En
el ataque a Lübeck 13 aviones se habían perdido, la mayoría de ellos derribados
a lo largo de la ruta, una pérdida del 5.5 por ciento y no más de lo que cabría
esperar en una noche de luna y con el objetivo a una distancia tan grande desde
la base.
Para Harris este era un ritmo insostenible de pérdidas. Si deseas saber más, lee “Bomber Offensive” (Ofensiva de bombarderos), de Arthur Harris.
Unos días más tarde, Joseph Goebbels, el Ministro de Propaganda nazi, reconoció en su diario el impacto que tuvo el ataque en la población:
El daño es realmente enorme, me han mostrado una película de la destrucción. Es horrible. Uno bien puede imaginarse cómo tal bombardeo afecta a la población.
...
Gracias a Dios es una población alemana del norte, que en general son más fuertes que a los alemanes en el sur o el sureste del país. No podemos escapar al hecho de que los ataques aéreos ingleses han aumentado en alcance e importancia y, si pueden continuar en esta línea, posiblemente tendrán un efecto desmoralizador en la población.
Si deseas saber más, lee “The Goebbels Diaries, 1942-1943” (Los diarios de Goebbels, 1942-1943), de Josef Goebbels.
Una película de propaganda alemana mostró parte de la destrucción de Lübeck después del ataque de bombarderos ingleses, ocurrido el Domingo de Ramos, en las noches del 28 y 29 de marzo de 1942. El noticiero Die Deutsche Wochenschau número 605, contiene algunas imágenes del bombardeo.
Fuente:
https://www.2guerramundialhoy.com