Entre
el 20 y el 25 de febrero de 1944, las Fuerzas Aéreas estadounidenses y la RAF
británica lanzaron una serie de bombardeos contra la Alemania nazi que se
conocería como “Semana Grande” (Big Week)
Por
José Pardina
Se
conoce por “Semana Grande” (Big Week) a los ataques aéreos que los Aliados
realizaron entre el 20 y el 25 de febrero de 1944 contra objetivos estratégicos
con el fin de debilitar la industria armamentística alemana y a su fuerza
aérea, la Luftwaffe. Si bien los primeros ataques masivos de aviación sobre las
ciudades alemanas comenzaron en marzo de 1942 con el bombardeo nocturno de
Lübeck por parte de la RAF (Royal Air Force), sería la acción conjunta de
británicos y estadounidenses la que provocaría una lluvia de bombas sobre el
Tercer Reich.
Llevada
a cabo por las Fuerzas Aéreas Estratégicas de los Estados Unidos, la
oficialmente llamada Operación Argumento planificó una serie de ataques masivos
contra la industria aeronáutica y de armamento alemana con el propósito de
atraer a la élite de los pilotos de la fuerza área nazi a una batalla decisiva
en el cielo. Si los alemanes no respondían, correrían el riesgo de perder sus
fábricas de tanques y aviones, pero, si lo hacían, se enfrentarían a los nuevos
cazas de escolta norteamericanos. Derrotando a la Luftwaffe, los Aliados
lograrían la ansiada superioridad aérea y podrían proceder a la invasión de
Europa. Pero los alemanes no necesitaban ninguna provocación y su
Reichsverteidigung (Fuerza de Defensa del Reich) estaba preparada para hacer
frente a cualquier ataque. La campaña de bombardeos diurnos tuvo el apoyo del
Mando de Bombardeos de la RAF, que operaba contra los mismos objetivos durante
la noche.
Uno
de los acontecimientos decisivos de la Semana Grande fue la entrada en combate
del caza monomotor de largo alcance North American P-51 Mustang, que escoltaba
a los cuatrimotores de la USAAF (United States of America Air Force) hasta el
objetivo y en el regreso. Los Mustang superaban a cualquier caza alemán con
motor de pistón y tenían la suficiente potencia de fuego como para destruirlos.
Su buen funcionamiento hizo que el número de Mustang aumentase sin cesar
después de la Semana Grande. Por la parte alemana, los ataques de la Big Week
demostraron que el arma estrella anti-bombarderos de la Luftwaffe, el
cazabombardero pesado Me 410 Hornisse, era absolutamente vulnerable contra los
nuevos cazas aliados.
El
balance de la Semana Grande fue de grandes pérdidas para ambas partes. Los
aliados perdieron más de 378 bombarderos y el potencial operacional de sus
unidades de combate aéreo se redujo al 60%. La Fuerza de Defensa del Reich
perdió 355 cazas y unos 100 pilotos de élite. Pero la batalla de desgaste
supuso que la Luftwaffe solo pudiese ir a peor al serle muy difícil recuperarse
de sus pérdidas humanas. La falta de pilotos hábiles, ocasionada por una guerra
en tres frentes, fue el factor que más erosionó la capacidad de su aviación de
combate. La Luftwaffe tuvo que abandonar su táctica del "máximo esfuerzo
defensivo" contra las misiones diurnas de bombardeo aliado en favor de
misiones de interceptación "disparar y marchar". Debido a la efectiva
protección que ofrecían los nuevos y versátiles cazas americanos, se introdujo
un cambio en la táctica: los cazas alemanes formaban ante los bombarderos
aliados B17, realizaban un frente único de paso en medio de la oleada, y
desaparecían rápidamente. Esto dejaba a los Mustang de escolta poco tiempo para
reaccionar, con el inconveniente de que unos pocos impactos alemanes en la zona
de la cabina del bombardero podían abatirlo en una sola pasada.
La
Big Week también reforzó la confianza de las tripulaciones de las fortalezas
volantes estadounidenses B17 y B29. Hasta ese momento los bombarderos aliados
evitaban el contacto con la Luftwaffe; sin embargo, la robustez de estos
aparatos, unida a la sensación de seguridad proporcionada por los Mustang de
escolta, les dio la capacidad de aguante y la de soportar impactos de
importancia durante el combate; sus cuatrimotores tenían además la increíble
capacidad de regresar a casa, con tres, dos y hasta un motor.
En
definitiva, después de la Semana Grande, la superioridad aérea pasó
irrevocablemente al bando aliado. Sin embargo, los daños causados a la
industria armamentística alemana fueron muy limitados: durante todo 1944,
impulsada por el todopoderoso ministro nazi de Armamento Albert Speer, las
fábricas del Reich lograron mantener unos niveles altos de producción,
comparables a los de la industria estadounidense o soviética.
Fuente:
https://www.muyhistoria.es