24 de abril de 2020
LA TRÁGICA HISTORIA DE LOS PILOTOS DEL CLUB DEL SUICIDIO QUE NO SOBREVIVÍAN MÁS DE 11 DÍAS
Más
de la mitad de los 14.000 pilotos aliados fallecidos en la guerra murieron en
vuelos de entrenamiento.
El Reino
Unido conmemoró recientemente las famosas batallas del Somme y Jutlandia,
ocurridas durante la I Guerra Mundial. Pero
una de las historias menos conocidas de esta guerra es la del Real Cuerpo
Aéreo, o el Club del Suicidio, como pasó a llamarse. Es la historia de un grupo
de hombres cuyo simple deseo de volar les llevó a tener un papel en la guerra
que fue al mismo tiempo extraordinario y trágico.
Estos
hombres estaban posicionados a las orillas del lago de Windermere (en el norte
de Inglaterra), donde voló el primer hidroavión británico en 1911, y donde
luego se estableció una base del Servicio Real Naval y Aéreo durante la guerra. Allí se creó la escuela de entrenamiento de pilotos.
El
primer vuelo a motor se había producido solo 11 años antes de empezar la
guerra.
Pasaron
a ser conocidos como el Club del Suicidio porque, como promedio, no lograban
volar durante más de 11 días antes de ser derribados. La
mortalidad de los pilotos en la Primera Guerra Mundial fue enorme.
La
tecnología de vuelo estaba empezando a desarrollarse: el primer vuelo a motor
se había producido solo 11 años antes, protagonizado por los hermanos Wright.
Los
pilotos tenían frecuentes pesadillas y muchos llegaron al límite de sus
posibilidades.
Dodge
Baily, un piloto retirado de la Real Fuerza Aérea británica (RAF), dice que el
nivel de entrenamiento de los pilotos también era un problema, algo similar a
"poner a alguien en su cuarta lección de manejo a conducir un auto de
fórmula uno".
Además,
"la falta de estandarización entre los distintos tipos de aviones era un
enorme problema", afirma Baily.
"Al
principio no existían especificaciones para los aviones, lo que significaba
muchas veces que había mucha menos estabilidad".
Unos
1400 pilotos aliados murieron durante la guerra y más de la mitad de las bajas
se produjeron durante los ejercicios de entrenamiento. Al principio de la
guerra, a los pilotos no se les prestó demasiada atención. Muchos fueron
seleccionados para la guerra solo porque tenían aviones privados.
Pero
esto cambió cuando los alemanes se dieron cuenta de que los pilotos podían ser
utilizados con objetivo propagandístico. Los pilotos con muchos muertos a sus
espaldas pasaron a conocerse como "ases" y fueron tratados como
héroes. El
más exitoso de todos fue el alemán Manfred von Richthofen, que pasó a ser
conocido como el Barón Rojo. Como muchos de estos ases, von Richthofen murió en
combate.
Aunque
el público reconocía la valentía de los pilotos, para ellos no era fácil lidiar
con los peligros a los que se enfrentaban a diario.
Las
pesadillas "sobre aviones ardiendo, la peor forma de morir para un
piloto", no eran infrecuentes, explica el escritor Derek Robinson, quien
ha escrito extensamente sobre el tema.
Los
pilotos vivían mejor que los soldados en las trincheras, pero solo si lograban
sobrevivir.
"Todas
las personas tienen una reserva de valentía, que se gasta y también
caduca", asegura el autor. "Había
momentos en los que era evidente para los otros miembros del escuadrón que un
hombre había llegado al límite. Podías ver por sus gestos que se había
roto".
La
evolución de los aviones
Al
principio, los aviones y dirigibles se utilizaban solo para hacer
reconocimientos. Cuando
el combate aéreo ganó en importancia, los pilotos simplemente disparaban con
revólveres. Pero a medida que los aviones se hicieron más robustos, se dotaron
de mayor capacidad de disparo, como, por ejemplo, adoptando las ametralladoras
Lewis.
Cuando
se hizo más fácil maniobrar con ellos, los pilotos desarrollaron nuevas
técnicas de combate como el giro Immelmann, un ataque en alta velocidad. Volar
se convirtió así en una actividad más peligrosa.
El
avión más desarrollado fue el Fokker D.VII. Era
tan avanzado que las condiciones del armisticio establecían que todos los
modelos tenían que ser confiscados.
Robinson
ha intentado en sus libros derribar el mito de que la guerra aérea era algo
romántico.
"Todo
el conocimiento popular y convencional sobre el Real Cuerpo Aéreo era
totalmente incorrecto", dice.
El
hidroavión Waterbird hizo su primer vuelo en noviembre de 1911.
Existía
el convencimiento de que los pilotos tenían un estilo de vida con el que los
soldados en las trincheras solo podían soñar. "Era una vida cómoda en
comparación con otras ramas del ejército, para los que sobrevivían",
concluye el autor.
Las
estadísticas muestran que muchos más hombres morían en los entrenamientos que
en los combates. Con
frecuencia, el primer vuelo que hacían era el último.
Fuente:
https://www.bbc.com