Los dos principales interceptores de fabricación rusa nunca se habían enfrentado como enemigos. Esta ha sido la única ocasión.
Durante
muchos años, estos dos cazas de cuarta generación fueron la columna vertebral
de la Fuerza Aérea rusa: el ligero MiG-29 (Fulcrum), diseñado para obtener la
superioridad aérea directamente sobre la zona de combate, y el Su-27
supersónico (Flanker-B), capaz de interceptar aviones enemigos en
aproximaciones de largo alcance.
Estos
aviones de combate, que realizan tareas diferentes, debían complementarse entre
sí durante las operaciones de combate. Su rivalidad se limitaba a los combates
de entrenamiento, pero en 1999, durante el conflicto armado entre Etiopía y
Eritrea, tuvieron que enfrentarse en un combate mortal.
Mig-29
Se
consideraba que el MiG-29 tenía pocas posibilidades de ganar en un
enfrentamiento directo contra el Su-27, que era más grande y estaba mejor
armado. Sin embargo, una serie de factores, incluido el nivel de habilidad de
los pilotos a los mandos de los cazas, podría decidir el resultado de la
batalla.
Un
socio que venía de lejos
No fue
una coincidencia que el material militar ruso apareciera en África Oriental a
finales de la década de 1990. Durante décadas la Unión Soviética había
suministrado armas a Etiopía y enviado asesores e instructores militares para
entrenar a su ejército.
Tras el
colapso de la Unión Soviética, estos lazos no cesaron por completo. Además,
Eritrea también empezó a buscar armas en Rusia tras su secesión de Etiopía en
1993.
Cuando
a finales de 1998 estalló un conflicto armado entre los dos estados africanos
por sus territorios fronterizos, ambos países se dirigieron a Rusia con la
intención de comprar equipo militar, en particular aviones de combate. Sin
embargo, desde el punto de vista financiero, los dos países tenían opciones
diferentes.
En el
verano de 1998 Eritrea compró a Moscú ocho cazas MiG-29A y dos MiG-29UB,
mientras que Etiopía, más avanzada económicamente, podía permitirse aviones
Sujói más caros y potentes. En diciembre del mismo año se firmó un contrato
para la compra de seis Su-27SK y dos Su-27UB.
Su-27 - Rob Schleiffert (CC BY-SA 2.0)
En el
marco del acuerdo etíope-ruso, los pilotos de la Fuerza Aérea Etíope recibieron
formación teórica y práctica en la base aérea de Debre Zeit bajo la supervisión
de instructores rusos. Algunos de los pilotos y técnicos fueron enviados para
su formación a la Escuela Superior de Aviación Militar de Krasnodar.
Eritrea,
por su parte, recurrió a especialistas militares ucranianos: pilotos
instructores y técnicos que llegaron para dar servicio a su pequeña flota aérea.
Batallas
aéreas
El
primer enfrentamiento entre Sujói y MiG tuvo lugar el 21 de febrero de 1999.
Dos aviones eritreos intentaron tender una emboscada a un caza etíope. Sin
embargo, el Su-27 logró no sólo escapar de la trampa, sino también incapacitar
a uno de los atacantes. Sin embargo, los eritreos no reconocieron la pérdida de
su avión.
El 25
de febrero, dos Su-27 se enfrentaron a cuatro MiG en el cielo de la ciudad
eritrea de Badme. Se produjo un intercambio de ataques con misiles de medio
alcance, sin resultado alguno. En una reñida batalla de maniobras, los cielos
volvieron a estar en manos de los Sujói; tras perder un avión, los eritreos se
retiraron.
El 16
de mayo de ese año, dos MiG-29 patrullaban el cielo de la ciudad eritrea de
Barentou cuando fueron atacados repentinamente por varios Su-27. El combate
duró poco: un MiG fue derribado y el segundo quedó muy dañado, pero consiguió
llegar al aeródromo de Asmara (Eritrea). Sin embargo, hubo que descartar al caza.
Victoria
sin contratiempos
Los
Su-27 se enfrentaron por primera vez a sus homólogos en un combate aéreo real y
salieron victoriosos. Consiguieron la superioridad aérea y participaron
activamente en el ataque a objetivos terrestres.
Una vez
asegurada la victoria en el aire ayudaron a las tropas terrestres etíopes a
conseguirla también en tierra. En el verano de 2000, los territorios en disputa
estaban ocupados por el ejército etíope, y las partes se sentaron a la mesa de
negociaciones. Sin embargo, tuvieron que pasar otros 18 años para que el
conflicto entre los países se resolviera definitivamente.
Los
eritreos estaban encantados con el rendimiento en combate del Su-27SK. Poco
después del final de las hostilidades, a pesar de la difícil situación
económica, encontraron el dinero para comprar varios de estos cazas a Rusia
para su fuerza aérea.
Fuente:
https://es.rbth.com