El grupo de militares norteamericanos fue clave a la hora de contener el avance del imperio japonés. El papel de Claire Lee Chennault.
Pilotos de "Los Tigres Voladores" corren hacia sus cazas Curtiss P-40 mientras suena un aviso de ataque aéreo en una base desconocida en China, el 2 de noviembre de 1943. El AVG se integró en el ejército estadounidense en 1942 como parte del 23d Fighter Group, que siguió utilizando el nombre de Flying Tigers (AP)
Esta semana (20 de Diciembre de 2021) se cumplen 80 años de la primera vez que un grupo de soldados estadounidenses entró en combate en la Segunda Guerra Mundial. Pero este primer combate tiene una particularidad: no fue con la insignia de las fuerzas armadas norteamericanas en el pecho, sino peleando para China en su guerra contra Japón. El grupo se hacía llamar el Grupo de Voluntarios Americanos (AVG, por sus siglas en inglés) hasta que la prensa los bautizó Los Tigres Voladores, y habían llegado al gigante asiático como contratistas para asistir a sus relativamente débiles tropas.
El
grupo participó en combates durante siete meses, pero ese tiempo le alcanzó
para dejar su huella en los libros de historia gracias a sus impactantes
victorias frente a una fuerza aérea mejor preparada y equipada como lo era la
japonesa. Victorias que llegaban en un momento en el que las fuerzas imperiales
parecían imbatibles y brindaban algo de esperanza no solo para los chinos que
presenciaban en carne propia las batallas sino también para los ciudadanos de los
Estados Unidos que se enteraban de cómo avanzaba la guerra desde el otro lado
del mundo. Larry Jobe, presidente de la Organización Histórica de los Tigres
Voladores, afirmó en una nota al medio NPR que “Los AVG fueron un punto brillante
en la historia cuando todo era sombrío y negro, y han recibido mucho
reconocimiento por ello”.
En 1937
China se encontraba inmersa en una guerra civil entre los nacionalistas de
Chiang Kai-Shek y las fuerzas comunistas, pero ambos grupos cesaron el combate
y dejaron de lado sus diferencias para concentrarse en la amenaza japonesa que
se volvía inminente. Así, en julio de ese año, comenzó la guerra china
japonesa. Pero el ejército chino tenía poco con lo que hacerles frente a los
bombarderos japoneses, por lo que tuvieron que encontrar ayuda externa. Así es
como aparece en escena Claire Lee Chennault.
Chennault
era un aviador, instructor y estratega que había tenido que retirarse de la
Fuerza Aérea por problemas de salud y problemas con sus superiores. Su retiro
también fue en 1937, cuando solo tenía 43 años. Pero rápidamente le llegó una
muy tentadora oferta de trabajo: ir a analizar la capacidad de combate de la
flota china a cambio de una buena suma de dinero. Pero cuando llegó al país se
encontró con una sorpresa: las condiciones de los vehículos no eran las que le
habían comentado. “Chiang Kai-shek pensaba que tenía 500 aviones”, dice a NPR
Nell Chennault Calloway a, que es nieta de Chennault y directora general del
Museo Militar y de Aviación Chennault, “Y Chennault le dijo: ‘Tenes 500, pero
sólo hay 91 que vuelan’. Así de atrasados estaban en la aviación”.
Claire Lee Chennault viajó primero a China para estudiar el estado de preparación de las Fuerzas Aéreas Chinas, y se quedó para dirigir la creación del Grupo de Voluntarios Americanos. (Gettyimages)
Conformes
con su trabajo inicial y presionados por la declaración oficial que dio inicio
a la guerra con Japón, el gobierno chino lo contrató como asesor de la fuerza
armada y Chennault se convirtió en el jefe de esta. Para 1940 la falta de
aviones era tal que el gobierno tuvo que ir a pedirle ayuda a los Estados
Unidos, que tenía a Franklin Delano Roosevelt como presidente. Si bien los Estados
Unidos no se habían involucrado oficialmente en el conflicto bélico aún, estaba
preocupado por los avances japoneses y temía lo que una posible victoria suya
por sobre China significaría para el futuro escenario internacional. Por eso
Chennault fue autorizado a viajar de vuelta a América y se llegó a un acuerdo
para que China compre 100 aviones de combate Curtiss P-40.
Con respecto
al personal que operaría los vehículos, Chennault tuvo que enviar reclutadores
a las bases estadounidenses ya que los pilotos chinos no contaban con la
suficiente formación para realizar la tarea. Así fue como decenas de pilotos y
de personal militar renunciaron a sus puestos, con el aval gubernamental, y se
fueron a China a prestar sus servicios bajo contratos privados. “Al utilizar
fondos chinos para comprar los aviones y los suministros y pagar los salarios
de las tripulaciones propuestas, el gobierno estadounidense podía mantener una
fachada de neutralidad, mientras ayudaba a China contra los japoneses”, explica
el libro publicado por la Fuerza Aérea “Los Tigres Voladores”.
El
reclutamiento fue un éxito debido a que los pilotos y mecánicos eran ofrecidos
sueldos mucho mayores que los que percibían trabajando directamente para el
ejército. Y así fue como a mediados de 1941, 99 pilotos y 200 operarios
viajaron a China para comenzar sus nuevas tareas. Uno de los pilotos, Gregory
“Pappy” Boyington, declaró en la década de 1980 a la revista Aviation History
que “Renuncié a mi comisión y acepté el trabajo con el AVG en septiembre de
1941, ya que el rango tardaba en llegar y necesitaba el dinero. ... Y con una
ex mujer, tres hijos, deudas y mi estilo de vida, realmente necesitaba el
trabajo”.
Pero no
fue sencillo armar una base allí, con todo lo que una base militar para tantos
equipos y militares necesita. Kunming, la ciudad donde se asentó el grupo, ni
siquiera tenía pistas de aterrizaje que se pudieran utilizar para los nuevos
vehículos. Así que miles de ciudadanos chinos tuvieron que ponerse a trabajar
en esto a mano, y construyeron las pistas. “El pueblo chino -los campesinos y
en particular la gente de la clase trabajadora- se ofreció para ayudar a construir
esas pistas y aeropuertos y también para proporcionar servicios a los pilotos
estadounidenses”, dice Yue-him Tam, un profesor de historia del Macalester
College que estudia China y Japón, a NPR. “No tenían herramientas, herramientas
modernas. En realidad, utilizaron sus propias manos para construir esas
pistas”, agregó.
Pak On Lee, de Portland, Oregón, George Lum, de Nueva York, y Kee Jeung Pon, de Nueva York, fueron algunos de los mecánicos chino-americanos que sirvieron en el AVG. Aquí se les ve en Kunming, China, en noviembre de 1942 trabajando en un Curtiss P-40 del 23º Grupo de Caza, que evolucionó del AVG. Department of Defense, Department of the Air Force/National Archives
Así
comenzaron a realizar los entrenamientos, que al principio fueron más
complicados que lo que Chennault se esperaba. Los pilotos que habían aceptado
el desafío eran menos experimentados de lo que suponía y en los primeros meses
el grupo sufrió 3 bajas y varios vehículos fueron dañados en accidentes.
Su
primera batalla llegó poco después de su llegada al país: el 20 de diciembre de
1941, 13 días después del ataque japonés a Pearl Harbor y 12 días después de
que los Estados Unidos le declararan la guerra a Japón. Ese día los bombarderos
japoneses atacaron la base de los Tigres en Kunming, pero su respuesta fue
implacable. Derribaron 9 de 10 aviones enemigos, según la nieta de Chennault, y
solo perdieron un avión que se cayó luego de quedarse sin nafta, pero el piloto
salió ileso.
El
grupo de los Tigres tenía incluso otra desventaja frente al ejército japonés,
que estaba mejor preparado y tenía una flota bastante mayor: los aviones
Curtiss P-40 de los AVG eran de menor calidad que los de su contraparte
japonesa. Pero aquí es donde el ingenio de Chennault adquirió el centro de la
escena, ya que gracias a sus distintas estrategias los pilotos de AVG pudieron
explotar algunas debilidades claves de la Fuerza Aérea japonesa.
Los
combates continuaron durante los primeros meses de 1942, en los que, según
Calloway, oficialmente derribaron 299 aviones japoneses, varios más que nunca
se oficializaron, y solo perdieron 12 de su propia tropa. No obstante, las
fuerzas japonesas superaron en número y poder a los AVG y a los británicos y
conquistaron Rangoon, que era el centro de los enfrentamientos entre ambas
fuerzas aéreas. De todas formas, los esfuerzos realizados por los Tigres
Voladores lograron ralentizar el avance japonés y mantuvo líneas de suministros
abiertas para que China continuara luchando.
Un grupo de 52 veteranos estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial que sirvieron en China, incluidos miembros de los Tigres Voladores, visitan Chongqing (China) en 2005 para asistir a los actos conmemorativos (Gettyimages)
Pero
para este momento los Estados Unidos ya estaban formalmente metidos en la
guerra y no había más necesidad de aparentar. Los líderes militares
estadounidenses pidieron absorber a los AVG al ejército norteamericano y, junto
con el grupo completo, Chennault fue reingresado al cuerpo militar en abril de
1942. El 4 de julio de 1942, el AVG se integró oficialmente en el nuevo 23º
Grupo de Caza. Un puñado de pilotos y personal de apoyo se quedaron, pero la
mayoría de los hombres del AVG original se reincorporaron a su anterior rama
del ejército. Otros se convirtieron en pilotos de transporte civil en China o
regresaron a los Estados Unidos para trabajar como civiles.
Chennault
fue nombrado Brigadier General y se puso al frente del Grupo de Trabajo Aéreo
de China, que incluía a la unidad 23º y a otras, antes de ser promovido a Comandante
de la Fuerza Aérea Nº 14 en China en marzo de 1943. Allí se quedó, en China,
hasta el final de la guerra. Poco tiempo después, antes de que termine 1945,
volvió a retirarse del ejército.
El
grupo comandado por Chennault rápidamente adquirió fama y prestigio en el
interior de los Estados Unidos, gracias a la cobertura de la prensa de sus
tempranas y heroicas participaciones en la guerra que sirvieron como una
inyección de ánimo cuando la guerra parecía estar yendo para el lado de Japón.
Hoy en día hay varios monumentos, plaquetas y exhibiciones de museos que
conmemoran a los Tigres Voladores tanto en la China y los Estados Unidos, pero
también en Taiwán y Tailandia -donde tuvieron algunas batallas.
El
último sobreviviente del grupo original, Frank Losonsky, falleció el febrero de
2020 a los 99 años de edad.
Fuente:
https://www.infobae.com