9 de abril de 2020
CREACIÓN DE LA FUERZA AÉREA MEXICANA
La
Fuerza Aérea Mexicana (FAM), es una de las dos fuerzas armadas que integran la
Secretaría de la Defensa Nacional y cuyo objetivo es defender la integridad, la
independencia y la soberanía de México; garantizar la seguridad interior;
auxiliar a la población en caso de necesidades públicas; realizar acciones
cívicas y obras sociales, que tiendan al progreso del país; y en casos de
desastre, prestar ayuda para el mantenimiento del orden, el auxilio de las
personas y de sus bienes, y la reconstrucción de las zonas afectadas.
El
término Fuerza Aérea Mexicana, se refiere a la totalidad del equipo aéreo y al
personal que lo asiste, que es utilizado por el Colegio del Aire, el Ejército,
el Estado Mayor Presidencial, las Unidades Aéreas y demás Dependencias.
La
Fuerza Aérea tiene la distinción de haberse empleado en observaciones y
combates aéreos, desde 1914. A partir de que fue reorganizada en 1920, nunca
más el gobierno electo fue destituido por la fuerza, pues la Fuerza Aérea
contribuyó a sofocar las rebeliones de origen territorial, militar y religioso.
La Fuerza Aérea Mexicana también sirvió con distinción, durante la II Guerra
Mundial, en Filipinas y Formosa.
Antecedentes
La
historia de la Fuerza Aérea Mexicana, está fuertemente ligada a la historia de
la aviación en México, remontándose a 1906, tres años después del nacimiento
del aeroplano, cuando el entonces Presidente Porfirio Díaz, ya mostraba interés
en la aviación militar.
A
finales de 1909, fueron enviados a estudiar a Francia, Nicolás Martínez y
Federico Cervantes, para aprender el manejo de globos y dirigibles; sin
embargo, al estallar la Revolución Mexicana en 1910, ningún ejército utilizó de
forma directa, aeronaves como medio de combate aéreo, durante la caída de
Porfirio Díaz. Sin embargo, después del exilio de Díaz, fueron utilizadas
algunas aeronaves, por parte de los revolucionarios, para contrabandear
armamento ligero y correspondencia, a través de la frontera con los Estados
Unidos[1].
Dos
años después, en 1912, tropas huertistas utilizaron dos aeronaves Blériot XI,
como medio de transporte de algunos oficiales. Pero no fue hasta 1914, cuando
el Ejército Constitucionalista dio un fuerte golpe al gobierno de Huerta, que
se planteó la idea de formar una unidad aérea, que tuviera un papel clave, en
los combates contra los soldados federales. En 1913, cuando el entonces gobernador
de Coahuila, Venustiano Carranza, formó el Ejército Constitucionalista, fue
influenciado por varios oficiales, incluyendo dos de sus sobrinos, para que
utilizara aviones, como medio de combate.
Carranza
aceptó y envió a sus dos sobrinos, Alberto y Gustavo Salinas, a la escuela
Moisant International en Nueva York a estudiar aviación[2].
Finalizados sus estudios regresaron a México, y al estallar de nuevo un
conflicto armado, se unieron a las filas del Ejército, como Tenientes de Artillería,
puesto que el Ejército no contaba con aviones en ese momento.
Unos
meses más tarde, agentes del gobierno mexicano viajaron a Los Ángeles, Cal.,
E.U.A., y adquirieron un biplano tipo Martin[3].
El aeroplano, aún en cajas y sin armar, llegó vía ferrocarril a Tucson[4];
sin embargo, el gobierno de Huerta había sido alertado de la compra de dicho
avión. La Embajada de México en Washington, contactó con las autoridades de
Tucson y los estadounidenses embargaron el avión. Sin embargo, el 16 de mayo,
los Constitucionalistas, con ayuda de contrabandistas estadounidenses, robaron
las cajas y las introdujeron a México. Las cajas fueron enviadas a Hermosillo,
con el aparato aún sin ensamblar.
Después
de que el aparato fuera armado y concluidos algunos vuelos de práctica, la
aeronave fue bautizada con el nombre Sonora, fundando la “Flotilla Aérea del
Cuerpo del Noroeste”. A continuación, el avión fue transportado, vía
ferrocarril, a Guaymas, lugar aún bajo el control de los huertistas. El Sonora
fue utilizado para lanzar propaganda
y
pequeñas bombas, sobre las filas enemigas, aunque no consiguieron causar mucho
daño. Paralelamente a esto, el Sonora ayudó en labores de observación, para
obtener información acerca de los movimientos de los huertistas, lo que muy
difícilmente se lograría por tierra.
El
14 de abril de 1914 se efectuó un ataque aéreo, cuando el piloto Gustavo
Salinas, piloteando el avión “Sonora”, lanzó bombas sobre el buque huertista
“Guerrero”, cerca del
puerto de Topolobampo, Sinaloa. Aunque ninguna de las bombas dio en el blanco,
obligó al buque enemigo a regresar a mar abierto, lo que permitió que las
tropas de Carranza tomaran el puerto y el buque “Tampico”, para utilizarlo
contra los huertistas. Hoy se conoce a ese enfrentamiento, como la “Batalla de
Topolobampo”, que fue el primer combate aeronaval en la historia.
En
mayo de 1914, Obregón avanzó hacia Mazatlán y el avión bombardeó la ciudad,
destruyendo dos cañones navales y ocasionando varias bajas al ejército
huertista. Sin embargo, las bombas también alcanzaron a varios civiles, e hirieron
al embajador francés[5].
Los ataques aéreos por parte del “Sonora”, fueron todo un éxito, bombardeando
los puestos de mando huertistas, en Hermosillo. A mediados de mayo de 1914, el
“Sonora” sufrió un accidente al aterrizar y quedó destruido, marcando así el
final de la “Flotilla Aérea del Cuerpo del Noroeste”.
Nacimiento
como arma de aviación militar
En
enero de 1915, algunos funcionarios del gobierno de Carranza, reorganizaron un
grupo de pilotos, reunieron aeronaves y se formó la “Flotilla Aérea del
Ejército Constitucionalista”. El primer combate en el que participó dicha
unidad, fue el 5 de enero de 1915, en la ciudad de Puebla, contra los zapatistas,
bombardeando el Fuerte de Loreto y causando varias bajas[6].
Después de esta batalla, la flotilla fue
trasladada a Veracruz.
El
5 de febrero de 1915, la rama aérea del Ejército Constitucionalista, nace
oficialmente como “Arma de Aviación Militar”[7].
El
15 de noviembre de 1915, se inauguraron los Talleres Nacionales de
Construcciones Aeronáuticas (TNCA) y la Escuela Nacional de Aviación,
instalaciones que permitirían construir aeronaves y motores en México, y
preparar a los pilotos aviadores para tripularlas. Los Talleres Nacionales construyeron
en México, los aviones series “A”, “B”, “C”, “E”, “G” y “H”, esta última, con
notables avances tecnológicos. La naciente industria aeronáutica en México,
produjo importantes avances en la ingeniería aeronáutica de esa época, incluyendo
la Hélice Anáhuac, diseñada por el Ingeniero Juan Guillermo Villasana, que
llegó a emplearse en varias partes del mundo, por su trazo aerodinámico, que
revolucionó la tecnología aérea y a los aviones de las series “A” y
posteriores, se les colocaron motores Aztatl y México SS, elaborados en nuestro
país, los cuales dieron un magnífico rendimiento[8].
Entre
1915 y 1920, la Fuerza Aérea Mexicana desempeñó diversas misiones de combate y
de observación, contra las fuerzas rebeldes de Manuel Peláez, quien tenía un
sólido control sobre los campos petroleros de la región Huasteca, lo que
permitió derrotar a dicho Jefe infidente.
Los
años 1920.
En
agosto de 1920, el Presidente Interino Adolfo de la Huerta[9],
contrató a tres famosos pilotos
extranjeros, veteranos de la I Guerra Mundial, para entrenar pilotos mexicanos
en tácticas modernas y organizar una fuerza aérea, independiente y funcional.
Los instructores extranjeros eran el estadounidense Ralph O’Neill[10]
[11],
el alemán Fritz Bieler y el instructor francés Joe Ben Lievre. Ralph O’Neill
fue designado instructor en jefe de la Escuela Militar de Aviación, y puesto a
las órdenes del General Piloto Aviador Gustavo Salinas; posteriormente, causó
alta en el Ejército como Piloto Aviador[12].
Los instructores mexicanos fueron Alberto Salinas Carranza, Horacio Ruiz Gaviño,
los hermanos Juan Pablo y Eduardo Aldasoro Suárez, y Alfonso Virgen Meza[13].
Asimismo, en mayo de 1920, México adquirió trece bombarderos bimotor Farman
F-50[14].
De
1923 a 1929, México se vio envuelto en varias insurrecciones de tipo religioso,
territorial y militar, por lo que se requirió que la Fuerza Aérea se desplazara
rápidamente por todo el país, para dar apoyo al Ejército Nacional. Ésta era una
época en la que, dada la escasez producida por la guerra en Europa, México poseía
solamente 18 aviones: cuatro biplanos Brown Special y algunos fabricados en
México. El Coronel O’Neill reportó al General Plutarco Elías Calles, que la
mayoría de la flota disponible (13 aviones en servicio y 5 en reparación),
debía ser reemplazada, ya que no podía seguirse usando, por ser obsoleta y
desgastada. México
entonces, adquirió aviones de entrenamiento ingleses Avro 504K y 504J, los
cuales serían después fabricados en México con el nombre de Avro Anáhuac.
El
7 de diciembre de 1923, se dio la rebelión delahuertista, en contra del
gobierno de Álvaro Obregón, tomando como argumentos el Tratado de Bucareli y el
que Obregón pretendía llevar a la Presidencia al General Plutarco Elías Calles.
La situación fue extremadamente crítica, porque junto con Adolfo de la Huerta,
se sublevó aproximadamente el 60% del Ejército Nacional. La desventaja numérica
de las fuerzas del gobierno, frente a la preponderancia militar de los
delahuertistas, se vio equilibrada y superada, gracias a que Obregón consiguió
que el Gobierno de los Estados Unidos, le vendiera armas, aviones y pertrechos.
Ya
empezados los combates, México recibió los aviones DeHavilland DH-4B, con motor
Liberty, armados con ametralladoras Lewis y Vickers, y capaces de llevar
bombas. El 29 de enero de 1924, se trabó la batalla decisiva, que marcó el
declive de los insurrectos, en la estación de Esperanza, situada en los límites
entre Puebla y Veracruz, en la que salieron vencedoras las fuerzas leales. De
aquí en adelante, los delahuertistas fueron derrotados en todas las batallas. Poco
después, cayó el puerto de Veracruz, de donde, el 5 de febrero, salió huyendo
De la Huerta, rumbo al puerto de Frontera, Tabasco, para después embarcarse
hacia La Habana, Cuba, con destino final, los Estados Unidos. El desempeño de
la Fuerza Aérea, en este golpe militar, fue decisivo para derrotar a los
rebeldes[15].
En
1925, el Presidente Plutarco Elías Calles impulsó la creación de la Iglesia
Católica Apostólica Mexicana, independiente de Roma, por lo que se desató una
guerra civil, conocida como “Guerra Cristera”, que se extendió de 1926 a 1929.
Simultáneamente, durante 1926-1927, los indígenas yaquis trataron de recuperar
sus tierras, por lo que tropas gubernamentales, salieron a combatir a esta
indomable tribu, en las montañas del Estado de Sonora. Cabe mencionar, que la
aviación militar desempeñó un papel de gran importancia para acabar con estos
conflictos, sobre todo en el reconocimiento del terreno, a fin de derrotar a
los rebeldes.
En
mayo de 1927, mientras Obregón estableció la reelección, el General Arnulfo R.
Gómez se declaró en rebeldía, contra Calles y Obregón. Sus bases de operaciones
fueron
Puebla
y especialmente Veracruz, donde llevó cerca de 2000 soldados desertores. El
gobierno norteamericano vendió a México más aviones militares, los suficientes
para contener las rebeliones internas, sin ser amenazantes para los Estados Unidos.
El
3 de marzo de 1929, estalló otro golpe militar, llamado “Rebelión Escobarista”
o “Rebelión Renovadora”, encabezado por el General José Gonzalo Escobar. En
esas fechas, la Fuerza Aérea contaba con aviones gastados, tales como el Bristol
Fighter F-2B, Bristol Boarhound, De Havilland DH-4B y un Douglas O-2C, los
cuales no eran adecuados para contrarrestar el poder de Escobar. En este
contexto, el gobierno de México convenció al gobierno de los Estados Unidos, de
fomentar la paz al sur de su frontera y de proporcionar al gobierno mexicano,
doce nuevos aviones Corsair O2U-2M,
nueve
Douglas O-2M, cuatro Stearman C-3B y seis Waco Taperwing. Tan sólo dos semanas
después de la petición, varios pilotos mexicanos se desplazaron a Brownsville,
Texas y a Nueva York, para traer a nuestro país los nuevos aviones. Tras varias
batallas y ataques aéreos, el 25 de marzo de 1929, el General Calles dirigió la
decisiva y sangrienta Batalla de Jiménez, Chihuahua. El Río Florido dividía a
las tropas de ambos bandos, por lo que la artillería y la Fuerza Aérea, fueron
clave en la derrota de Escobar.
En
mayo de 1938, se rebeló el General Saturnino Cedillo, por lo que el Presidente
Lázaro Cárdenas se trasladó personalmente a San Luis Potosí, para dirigir las
acciones. Bajo el
mando
del Coronel Alfredo Lezama Álvarez, se organizó un escuadrón de combate mixto,
de 17 aviones. Los pilotos volaron varias misiones y bombardearon y
ametrallaron a los
rebeldes
con eficacia. Aunque Cedillo contaba con 3 aviones civiles, acondicionados para
combate, fueron decomisados tan pronto volaron su primera misión. Cedillo se
dio cuenta de que no podía enfrentarse a las fuerzas gubernamentales, en campo
abierto, por lo que se refugió en las colinas de la región Huasteca, donde
eventualmente, se dispersaron sus hombres, abandonándolo a su suerte...; de esa
manera, terminó la aventura cedillista[16].
Los
principales aviones usados durante esta confrontación, fueron los nuevos
biplanos Corsario V-99M, los cuales tenían cabina cerrada, podían portar bombas
y contaban con
una
ametralladora 0.30 al morro[17],
y otra flexible, en la cabina trasera. También se utilizaron los Fleet 21-M.
La
II Guerra Mundial
Aunque
a principios de la II Guerra Mundial, México mantenía su posición de
neutralidad, en mayo de 1942, embarcaciones mexicanas que abastecían petróleo a
los Estados Unidos, fueron atacadas por submarinos alemanes, en aguas del Golfo
de México, por lo que el Presidente Manuel Ávila Camacho declaró la guerra a
Alemania, Japón e Italia. Después de evaluar la situación económica y militar
del país, Ávila Camacho determinó contribuir con el esfuerzo bélico aliado,
enviando un contingente, cuya actuación fuese significativa, pero sin
representar un alto costo humano ni económico, para nuestro país.
En
el mes de julio de 1944, se envió un grupo integrado por 233 elementos de la
Fuerza Aérea Mexicana, a capacitarse a los Estados Unidos. Naturalmente, se
seleccionó a los mejores pilotos de la Fuerza Aérea[18].
Este grupo fue llamado Escuadrón de Pelea 201, que integró la Fuerza Aérea
Expedicionaria Mexicana (FAEM), que en febrero de 1945 se embarcó rumbo a
Manila, Filipinas[19].
Después
de familiarizarse con los procedimientos y con la zona de operaciones, el día
17 de mayo comenzaron los vuelos en zona de combate, como parte de las unidades
estadounidenses, acumulando más de 280 horas de vuelo, en 59 misiones de apoyo
a las tropas de tierra, bombardeando y ametrallando las posiciones japonesas y
contribuyendo a la derrota de los japoneses y al restablecimiento de la
democracia en el mundo.
Época
contemporánea
Desde
su creación en 1915, la Fuerza Aérea Mexicana, dentro de sus acciones para
mantenerse actualizada y cumplir las misiones que se le encomiendan, ha formado
personal capacitado, por lo que, en 1959, se creó el Colegio del Aire, donde se
forman pilotos, meteorólogos y mecánicos especialistas y de aviación,
constituyendo el plantel educativo rector en educación militar aérea[20].
En
1982, la Fuerza Aérea Mexicana entró a la era supersónica, al adquirir aviones
F-5E, para
crear el Escuadrón Aéreo de Defensa 401. La modernización de la aviación
militar en el mundo entero, llevó a México a entrar en la era jet, al recibir,
en febrero de 1961, los aviones De Havilland Vampire MK-3, y los entrenadores a
reacción Lockheed T-33A, realizándose el día 23 de mayo de 1961, el primer
vuelo en avión jet militar de la Fuerza Aérea Mexicana. En agosto de 1982, se
inició la era supersónica, al realizar un pedido a la compañía Northrop, para
adquirir aviones F-5E, creándose el Escuadrón Aéreo de Defensa 401. Hacia 1996,
se inició la adquisición de los helicópteros soviéticos MI-8/17 y los Antonov
AN-32B. En el 2000, se adquieren las aeronaves más modernas de la aviación
militar mexicana, los sofisticados EMB-145, de vigilancia aérea[21].
Durante
el año 2006, se recibieron dos aeronaves Pilatus PC-9M, para eficientar las
operaciones aéreas[22].
La
Fuerza Aérea Mexicana, hoy
A
pesar de que México es un país que no tiene enemigos naturales, la Fuerza Aérea
es muy activa, ya que ha incrementado el apoyo a la guerra contra el
narcotráfico. La Fuerza Aérea tiene una adecuada flota aérea militar, para cubrir
las necesidades del país, contando con aeronaves de combate, tácticas, de
carga, de transporte, de entrenamiento, de reconocimiento y de guerra
electrónica. Adicionalmente, la Fuerza Aérea proporciona auxilio a la población
civil, en casos de desastres naturales o contingencias varias, transportando
víveres y medicamentos, entre otros. Un claro ejemplo, es el de la inundación
de Tabasco y de Chiapas en 2007 y el puente aéreo entre la Ciudad de México y
Villahermosa. La Fuerza Aérea también representa a México, con ayuda humanitaria
a otros países, en caso de que la necesiten[23].
El
emblema principal de la Fuerza Aérea y la escarapela en sus aeronaves, está
conformado por tres triángulos equiláteros invertidos, concéntricos y con los
colores rojo, blanco y verde, del exterior al centro. El emblema se exhibe en
ambos lados del fuselaje de las aeronaves mexicanas, excepto en algunos de los
aviones del Hangar Presidencial. Otro distintivo de las aeronaves de la FAM,
consiste en tres rayas verticales, verde,
blanco y rojo, en el timón de dirección. En algunos aviones de vigilancia, se
suprimen las rayas del timón, y la escarapela se pinta en tres tonos de gris.
Este emblema, también conocido como “Triangulo FAM”, se emplea, además, en los diseños
de las rodelas que llevan las tripulaciones en su overol y su ropa de vuelo,
así como en los diseños de los escudos, de los planteles de educación militar[24].
Bibliografía:
1.
Comisión de Defensa Nacional, Historia básica de la Fuerza Aérea Mexicana,
Senado de la República, México, 2003.
2.
Dávila, Héctor, Los Corsarios Mexicanos, Portal Aviación (web).
3.
Documentos Históricos Constitucionales de las Fuerzas Armadas Mexicanas,
Creación de la Fuerza Aérea Nacional, México, 1965.
4.
Douglas, Taylor, La gran aventura en México; el papel de los voluntarios
extranjeros, en los ejércitos revolucionarios mexicanos, 1910 a 1915, Centro de
Estudios
Históricos,
El Colegio de México, México, 1990.
5.
Douglas, Taylor, Los orígenes de la Fuerza Aérea Mexicana, El Colegio de
México, México, 2005.
6.
El Ejército Mexicano, SEDENA, México, 1979.
Creación
de la Fuerza Aérea Mexicana
7.
Fuerza Aérea Mexicana, Material Aéreo Histórico I, México, 2005.
8.
La Evolución de la Fuerza Aérea Mexicana, México, 2005.
9.
Romero Ruiz, Manuel, “Aviación Militar˝, en Historia de la Fuerza Aérea y de la
Aviación Naval, México, 2004.
10.
Romero Ruiz, Manuel, Diccionario Biográfico Aeronáutico de México, México,
2002.
11. Skyways magazine
(28/October/1993).
12. Smithsonian
Institute (web).
13. Early bird,
AVIATORS (web).
14. Time magazine (en
Inglés) June 6, 1938
[1] Douglas, Lawrence y Taylor,
Hansen, Los orígenes de la Fuerza Aérea Mexicana, México, 2005, p. 176.
[2] Ibidem, p. 181.
[3] Ibidem, p. 182.
[4] Fuerza Aérea Mexicana, Material Aéreo Histórico I,
México, 2005, pp. 215-220
[5] Ibidem, pp. 190-191.
[6] Ibidem, pp. 199-200.
[7] Fuerza Aérea Mexicana, Material Aéreo Histórico I,
México, 2005.
[8]
www.origenesdelescuadronactualizacion2006.com
[9] No confundir con
Victoriano Huerta.
[10]
Velásquez, Alejandro, “O’Neill, Ralph flying in México”, en
Skyways magazine, 28 of October of 1993.
[11] Flores, Santiago,
Historia de la aviación, ASPJ, México, 2006, pp. 96-98.
[12] (web), Early bird,
AVIATORS.
[13] www.sedena.gob.mx
SEDENA (web), Foto galería de la Fuerza Aérea Mexicana, SEDENA.
[14] www.smithsoniainstitute.com
Farman F-50, comprados por México en 1920 (1920 (transcrito en 2003) ed.),
Smithsonian Institute.
[15] El Ejército Mexicano
de 1913 a 1938, SEDENA, México, 1979, pp. 410-430.
[16] Time magazine (en
Inglés): June 6, 1938, pp. 17-20.
[17] Se refiere a que el
arma se ubica en la parte frontal del avión.
[18] El Ejército Mexicano,
Op. Cit., pp. 490-500.
[19] Ibidem
[20] Romero Ruiz, Manuel,
Aviación Militar. Historia de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval, México,
2004, pp.185-186.
[21] Ibidem, p.187.
[22] Ibidem.
[23] www.sedena.gob.mx
[24] Ibidem.
Fuente: http://sedena.gob.mx