6 de abril de 2020
SE CUMPLEN 100 AÑOS DE LA PRIMERA TORRE DE CONTROL AÉREO
A
unos 10 km al sur de Londres se encuentra Croydon, hoy en día un barrio más de
la gigantesca capital británica, y donde históricamente se ubica la primera
torre de control aéreo.
El
día 25 de febrero de 1920, comenzaba a funcionar un servicio de ayuda para los
pilotos de avión, que con el transcurso del tiempo se convertiría en una parte
esencial e imprescindible tanto del sector civil, como del militar.
La
Primera Guerra Mundial había llegado a su fin, después de haberse llevado por
delante a más de 40 millones de seres humanos, y lo único bueno que se pudo
sacar de la contienda fueron los enormes avances tecnológicos desarrollados
durante los largos años de luchas y batallas.
Los
pequeños biplanos militares, construidos esencialmente con madera y cartón,
habían sentado la base para el diseño y fabricación de motores más potentes,
que finalmente se destinarían al desarrollo y explotación de grandes aeronaves
civiles, dirigidas al transporte comercial de pasajeros.
Los
pilotos tenían que volar guiados sólo por sus propios ojos y con la ayuda de
mapas, lo cual limitaba enormemente las operaciones aéreas.
Todavía
no existía el contacto entre tierra y aire, y en muchas ocasiones se daba la
situación en la que al intentar regresar a la base desde la que se había
despegado, esta había sido bombardeada y su campo se encontraba impracticable,
o las condiciones meteorológicas habían empeorado y no se podía tomar tierra.
Hasta
entonces, no había manera de alertar sobre este tipo de incidencias, lo que
obligaba a los pilotos a tener que improvisar en el último momento, poniendo
sus vidas en riesgo.
La
historia de la aviación comercial despegaba en 1919, con el primer vuelo que
partía desde Croydon con destino a París, y fue en ese preciso instante cuando
se decidió que era necesario implementar nuevas medidas técnicas que ofreciesen
mayor seguridad a todos los usuarios.
Para
entonces ya eran bien conocidos los trabajos experimentales de dos pioneros en
la investigación sobre las ondas de radio: el alemán Hertz, y el italiano
Marconi.
Gracias
principalmente a los experimentos llevados a cabo por ambos científicos, se
comenzó a instaurar la comunicación aérea y marítima vía código Morse entre dos
operadores, hasta entonces limitada a las líneas telegráficas por cable, para
posteriormente dar paso a la radiodifusión vocal.
El
término RADAR (RAdio Detection And Raging) no llegaría hasta mucho más tarde,
en 1939, y fue acuñado por primera vez en el cuerpo de Marina de los EEUU.
En
los albores de este tipo de tecnología, debemos pensar sólo en un muy primitivo
radar primario, como el inventado por el alemán Christian Hülsmeyer para
detectar la presencia de grandes embarcaciones, con el fin de evitar colisiones
entre ellas.
Más
tarde, y gracias a la combinación de varias estaciones, se consiguió la
localización de un punto emisor a través de su triangulación, pero todavía no
era posible conocer con exactitud datos tan vitales como la altura, o la
velocidad de desplazamiento, que se implementarían más tarde y experimentarían
durante el transcurso de la II Guerra Mundial.
Mientras
tanto, en Croydon se levantaba un pequeño cobertizo de madera sobre 4 pilares
con una altura de 4.5 metros.
No
existía nada parecido hasta la fecha, por lo cual se desconocía qué forma y
posición debía de tener un punto de control aéreo de estas características.
Finalmente, se decidió dotarlo de ventanas en sus 4 paredes, y construir una
mínima terraza exterior alrededor del mismo.
El
centro de control fue dotado con miembros del CATO (Civil Aviation Traffic
Officers), los cuales tenían experiencia en radiocomunicaciones a través de
código Morse y navegación, pero no disponían de un curso o prueba específica previa
para acceder al puesto, debido a la novedad del mismo.
Estos
pioneros comenzaron ofreciendo información sobre rutas aéreas a los pilotos,
que por primera vez contaban con aparatos de radio a bordo de sus aviones, así
como sobre tráfico aéreo y datos de viento, los cuales eran recogidos gracias a
varias veletas instalada en el techo.
Los
primeros controladores aéreos de la historia ya trabajaban una media de 12
horas diarias, y durante el primer año de funcionamiento de la “torre de
control” de Croydon se encargaron de la seguridad de 7000 pasajeros.
Seis
años después, en 1926, esta cifra ya había alcanzado los 19000 pasajeros, y en
1931 llegaba hasta los 45000.
En
un principio, sólo se operaban vuelos desde Croydon con destino en París,
Rotterdam, Bruselas y Ámsterdam, hasta que en 1929 la compañía aérea Imperial
Airways comenzaba a operar una ruta hacia la India, que tardaba 7 días en
completar, ya que el avión debía de aterrizar cada noche para repostar y
facilitar el descanso a sus pasajeros.
Uno
de los trabajadores de esta primera torre de control aéreo fue Fred Stanley
Mockford, el cual desarrolló lo que se convertiría en la señal internacional
que ha llegado hasta nuestros días para informar sobre una situación de
emergencia: Mayday.
Stanley
había desarrollado su labor en el departamento de comunicaciones durante la I
Guerra Mundial, percatándose de la importante presencia de pilotos que
procedían de Francia y Bélgica.
El
nuevo Ministro del Aire le había encomendado encontrar una palabra que
permitiese el entendimiento entre todos los pilotos y los servicios terrestres,
y que resaltase dando preferencia en las comunicaciones a aquel que la
utilizase.
Del
francés aidez-moi, llegó hasta un m-aide, que finalmente se convertiría en el
Mayday que todos conocemos en la actualidad.
De
esta manera transcurría el trabajo diario de los primeros controladores aéreos,
discurriendo e inventando diariamente la mejor manera de desarrollar su labor
de ayuda, sin ningún tipo de manual ni pautas de actuación prefijadas.
Croydon
llegó a su máximo esplendor en 1928, año en el que la vieja torre era
reemplazada por otra construcción más moderna y dotada con los últimos avances
en los campos tecnológicos de la comunicación y navegación aérea.
En
1946 se comenzaba a operar desde el nuevo hub de Heathrow, y la torre de
control de Croydon finalizaba sus días de cara a convertirse en un museo sobre
aviación.
Un
centenario de historia, de trabajo, esfuerzo, y un desarrollo tecnológico sin
igual, que nos ha llevado hasta el punto de seguridad en el que estamos hoy en
día, gracias a la labor pocas veces reconocida que desarrollan los
controladores aéreos.
Fuente:
https://www.turama.es