16 de marzo de 2020

352 VICTORIAS AÉREAS: LA ENTREVISTA FINAL CON ERICH HARTMANN


 

De todos los ases de caza de la historia, el primer nombre que usualmente viene a la mente es el de Erich Hartmann. Sus 352 victorias confirmadas serán, muy probablemente, por siempre la mayor marca en la guerra aérea. Sin embargo, la guerra de Erich en el aire se convirtió en una nota al pie de la página durante la siguiente década por su encarcelamiento por parte de los soviéticos. Éstos le acusaron de haber matado a 780 civiles en Bryansk y por destruir 352 “costosos” aparatos soviéticos (7 eran americanos).

En su última entrevista formal. Erich Hartmann discutió hechos específicos que usualmente evitaba en el pasado. Ésta cándida vista muestra la humanidad del hombre a diferencia de la simpleza del guerrero o de la leyenda del más grande piloto de caza que volará en cielos hostiles. Hartmann dio ésta entrevista antes de su muerte en 1993.

 

Pregunta: Erich, ¿cuándo y dónde naciste?
Respuesta: Nací el 19 de abril de 1922 en Weissach. Esto es cerca de Württemberg.

P: ¿Cómo era tu familia?
R:  Mi padre era un respetado médico que había sido doctor en el ejército durante la Gran Guerra y mi madre era una piloto con licencia. Mi hermano después también se convirtió en doctor.


P: Háblanos sobre tu juventud en China.
R: El primo de mi padre era un diplomático allá y le convenció de que nos mudáramos a China ya que Alemania no era el mejor lugar para estar económicamente hablando. Vivimos en Changsha, yo era un niño y Alfred, mi hermano, aún más pequeño. Apenas recuerdo algo.  Mi padre había avanzado y nosotros le seguimos. Finalmente, las cosas se tornaron mal para los extranjeros y mi padre nos envió de vuelta a casa. Nos asentamos en Stuttgart y él después nos alcanzó. Aquí viví hasta el inicio de la guerra.


P: ¿Qué te hizo querer convertirte en piloto?
R:  Probablemente por la misma razón que la mayoría de los chicos, la gloria de los ases en la Gran Guerra, así como el hecho de que mi mamá era una piloto. Mi madre solía enseñarnos cosas. Yo creo que quizá ése fue el mayor factor. Sabía que quería volar. Obtuve mi licencia para volar planeadores a los catorce años y volaba tan seguido como fuera posible. Me convertí instructor a la edad de quince en las Hitler Jugend. Alfred se convirtió en un artillero de Stuka y fue capturado en Túnez. Eso fue probablemente su mejor suerte y salvó su vida. Mi padre no estaba muy contento de que quisiera ser un piloto, quería que siguiéramos sus pasos en la medicina, éste también era un sueño que yo tenía, pero no pasaría.


P: ¿Cuándo se unió a la Luftwaffe?
R: Comencé el entrenamiento militar de vuelo en octubre de 1940 en Prusia del Este. Esto duró hasta enero de 1942 cuando fui a Zerbst-Anhalt. Me gradué como Teniente en marzo de 1942. Después estuve en la escuela de artillería aérea avanzada donde me metí en un pequeño problema. Estaba volando sobre la pista, el avión haciendo cabriolas, cuando fui sentenciado a arresto. Irónicamente mi compañero de cuarto voló el mismo avión, tuvo un problema mecánico y murió al estrellarse su aeronave. Arribé a Rusia y me reporté a la JG-52 justo antes de invierno.

P: ¿Fue ahí cuando estrelló un Stuka?
R: Bueno, no diría que se estrelló puesto que nunca se levantó sobre el piso. Se supone que los llevaríamos a Mariopol, cuando encendí el Stuka me di cuenta de que no tenía frenos y que respondía muy diferente a un Messerschmitt 109. Me estrellé en un hangar y otro hombre volteó su Stuka sobre su nariz. Los oficiales decidieron enviarnos como pasajeros en un Ju-52 ya que era mucho más seguro para nosotros y los aparatos.


P: ¿Fue aquí cuando conoció por primera vez a Dieter Hrabak?
R: Sí, él ha sido un muy buen amigo a través de los años, como lo sabe. Dieter fue la primera persona en sugerirme que hablara con usted (con el periodista) ya que los demás confían en ustedes. También me agrada. Dieter era un muy comprensivo y disciplinado comandante y su experiencia lo demostraba. Nos enseñó no solamente a volar y pelear sino también a trabajar como equipo y seguir vivos. Ése fue un gran regalo. Era muy abierto a discutir sus propios errores y cómo podría aprender de ellos esperando que nosotros también lo hiciéramos.  Hrabak me asignó a la 7/III/JG-52 bajo el mando del Mayor Hubertus von Bonin, una vieja águila de la guerra civil española y la batalla de Inglaterra.  Nosotros también aprendimos mucho de él. Mi primera misión fue el 14 de octubre de 1942.

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P: Su primera misión fue menos que espectacular. ¿Qué pasó?
R: Bueno, Rossmann y yo salimos a volar, Rossmann anunció por radio que avistó a diez aviones enemigos por debajo de nosotros. Estábamos a 12000 pies y el enemigo se hallaba muy por debajo de nosotros. Yo no podía ver nada, pero seguí a Rossmann en la picada y llegamos a ellos. Sabía que debía obtener mi primera Victoria así que fui a toda velocidad y abandoné a Rossmann para disparar a un avión. Mis tiros fallaron y casi choqué con él y tuve que enderezarme de emergencia. Me hallaba rodeado por los soviéticos y me encaminé a cubrirme con una capa de nubes bajas para escapar.  Todo éste tiempo Rossmann me hablaba y escuchaba una alarma de poco combustible. Entonces murió el motor y aterricé de panza destruyendo mi caza. Sabía que estaba en problemas. Había violado cada mandamiento por el que un piloto se rige y esperaba ser echado de la Fuerza Aérea.

P: ¿Cuál fue su destino?
R: Fui sentenciado por von Bonin a tres días de trabajo con los mecánicos. Me dio tiempo de pensar en lo que había hecho. Lo que aprendí de Rossmann y después de Krupinski se lo enseñé después a los nuevos pilotos cuando me convertí en líder. 

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P: ¿Cuándo derribó su primer avión?
R: Ése fue un día que nunca olvidaré, 5 de noviembre de 1942, un Sturmovik IL-2, que fue el más duro avión para derribar ya que tenía un grueso blindaje. Tenías que disparar al líquido refrigerante por debajo del motor, de otra manera no bajaría. Ése también fue el día de mi segundo aterrizaje forzoso ya que volé a través de los restos de mi victoria.  Aprendí dos cosas ése día: acércate y dispara e inmediatamente rompe al derribarle. La siguiente victoria llegó en febrero del siguiente año. Esto fue cuando Krupinski llegó a Taman y se convirtió en mi nuevo líder de escuadrón. 

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P: Walter me dijo acerca del día en que llegó y un episodio sobre los dos cazas. ¿Qué recuerda?
R: Llegó y se presentó a sí mismo, demandó por un avión, subió, fue derribado y regresó en auto. Entonces tomó otro avión, derribó dos aviones y regresó, luego pidió cenar. Todo el evento ocurrió como un casual juego de naipes.

P: ¿Cómo conoció a Günther Rall?
R: Bueno, sé que Günther ya le ha comentado sobre esto. Él reemplazó a von Bonin como Gruppenkommander y fuimos presentados. Ése fue el principio. En agosto de 1943 Rall me hizo Comandante del 9° escuadrón que había estado bajo el mando de Hermann Graf.

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P: Usted voló con Krupinski con frecuencia como Ala. ¿Cómo era y qué tan diferente era de volar con Rossmann?
R: Bueno, la relación era difícil en un inicio, pero encontramos la forma de trabajar bien juntos. Ambos teníamos fuerzas y debilidades y logramos superar éstos.  Funcionó bien. Además, tenía que asegurarme que regresara a casa debido a sus muchas novias que siempre le esperaban cuando bajaba del avión. Gané la Cruz de Hierro de 2° clase volando con “Krupi”. Una de las cosas que aprendí de él fue que la peor cosa que podía pasar era perder a un Ala. Las victorias eran menos importantes que la supervivencia. Sólo perdí a un Ala, Günther Capito, un antiguo piloto de bombardero, pero esto pasó por su falta de experiencia con los cazas, sin embargo, sobrevivió.

P: ¿Cuántas victorias obtuvo antes de ganar la Cruz de Caballero?
R: Alcancé 148 victorias para el 29 de octubre de 1943. Mi premio llegó un poco tarde, supongo. Hubo muchos hombres con más de cincuenta victorias que no recibieron la Cruz de Caballero, que pienso fue injusto. También creo que fue injusto que hombres como Rall, Barkhorn, Kittel y Rudorffer no recibieran condecoraciones más altas. Las merecían.

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P: Díganos acerca de su primer encuentro con Krupinski. He escuchado la versión de Walter, pero me gustaría escuchar la suya.
R: Estaba siendo instruido por mi nuevo Comandante de Ala (Hrabak) cuando un caza llegó humeando y de repente aterrizó, se volteó y estalló. Sabíamos que el piloto estaba muerto. Uno de los hombres dijo: “es Krupinski” y salió del humo asfixiante, caminando, con el uniforme tiznado, pero sin otros daños. Sonreía y se quejaba acerca del fuego antiaéreo sobre el Cáucaso, pero sin ninguna otra emoción en su rostro. Éste fue mi primer encuentro con el “Conde”.

P: ¿Quién le fue asignado por primera vez como Ala?
R: El Feldwebel Eduard “Paule” Rossmann quien me tomó bajo su Ala.

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P: ¿Era típico que un oficial fuera asignado a un sargento?
R: Era interno ya que él era un veterano de combate. El rango no significaba experiencia y fue por eso que tuvo tanto éxito.

P: ¿Quién fue su mejor amigo durante ésos días?
R: Hubieron tantos, la mayoría de ellos siguen vivos, pero mi relación más cercana fue con Heinz Mertens, mi jefe de mecánicos. Confiabas en tu Ala para que te cubriera en el aire y en tu equipo de mecánicos que se encargarán de que tu máquina vuele. Nos volvimos los mejores amigos y mi éxito no hubiera sido sin el arduo trabajo de Mertens.

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P:  El lazo entre ustedes dos es legendario. ¿Por qué la cercanía?
R: No lo puedo explicar. Cuando me derribaron en una misión fui capturado y logré escapar. Mertens tomó un rifle y salió a buscarme. No se rendiría. Ésa es una lealtad que no se encontraría sino en una Guerra.

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P: Describa la vez en que fue capturado.
R: Los rusos atacaban nuestra área y Hrabak nos dio órdenes. Esto fue en agosto de 1943 y nuestra misión era la de apoyar a los Stuka de Hans Ulrich Rudel en un contraataque. Entonces las cosas cambiaron, la fuerza aérea rusa bombardeaba las posiciones alemanas para apoyar su ofensiva así que mi escuadrón, con 8 aparatos, atacaron al enemigo. Logramos ver a cerca de cuarenta Lagg y Yak con otros cuarenta Sturmovik en ataque terrestre. Derribé a un par cuando algo impactó mi avión. Hice un aterrizaje forzoso y fui capturado por soldados soviéticos. Pretendí estar herido mientras ellos se aproximaban al avión. Ellos me creyeron y me llevaron a su cuartel general para que sus doctores me examinaran e incluso ellos me creyeron.  Me pusieron en la parte trasera de un camión (que era alemán) en una camilla y, mientras los Stuka atacaban golpee al guardia en el camión. Cayó y salí del camión. Me hallé en un campo de inmensos girasoles donde intenté esconderme al huir de los hombres que me perseguían disparándome. Encontré una pequeña villa ocupada por los rusos y decidí regresar al área de la que venía y decidí esperar por el anochecer (fue en éste tiempo cuando Mertens tomó su rifle, buscó a Hartmann y salieron en busca de su amigo que no regresó). Alcancé un área segura, tomé una siesta, desperté y me dirigí hacia el oeste. Me topé con una patrulla de unos diez rusos y decidí seguirlos. La patrulla desapareció sobre una pequeña colina y ahí había un pequeño incendio. Sabía que debían ser las líneas alemanas ya que los hombres de la patrulla retrocedieron presurosos. Entonces pasé al otro lado de la colina y fui detenido por un centinela alemán, que también disparó un tiro y rasgó mi pantalón. Estaba muy enojado, pero éste hombre estaba aterrorizado. Se me dio la bienvenida en la posición alemana y se ordenó que me preparara a contactar al enemigo. Otro grupo de rusos, obviamente ebrios, avanzaron hacia nuestras trincheras y el Teniente dio la orden de disparar cuando llegaron a unos 20 metros de distancia. Todos fueron destruidos. Después me contaron que un grupo de rusos había entrado a su perímetro hablando un alemán fluido, clamando ser prisioneros de guerra y cuando saltaron a la trinchera mataron a algunos hombres. Esto explicaba su precaución para aceptarme ya que no llevaba ninguna identificación conmigo. Todo me lo quitaron cuando fui capturado.

P:  ¿Qué pasó con Mertens? ¿Cómo regresó?
R: El comandante de infantería contactó a Hrabak y pidió confirmación sobre mí. Ellos me enviaron de regreso en auto y me recibió Krupi quien recién había regresado del hospital. También se me informó que Bimmel había salido y estaba muy molesto. Al siguiente día me organizaron una “fiesta de cumpleaños”

P:  Explique ¿qué es una fiesta de cumpleaños?
R: Es una fiesta que se organiza en honor de un piloto que sobrevivió a una situación que debería haberle matado. Tuvimos muchos de ésos.

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P: Quizá la más grande leyenda que rodea su vida fue la ocasión cuando conoció a Ushi y el amor que duró a través de los años. Describa ése primer encuentro.
R: Estábamos en la misma escuela y, finalmente, decidí seguirla. La detuve con una amiga e hice alto con mi bicicleta presentándome a mí mismo. Sabía que era la indicada para mí, aunque sólo tenía diecisiete años y ella era dos años menor. Nuestros padres no se hallaban muy preocupados, aunque de vez en cuando nos rondaban.

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P: ¿Tuvo que competir por ella, o no?
R: Sí, pero resolví ése problema, no fue nada. Ushi y yo estábamos destinados a estar juntos, era nuestro destino. Ella esperó un largo tiempo, incluso después de la guerra. Nos casamos en 1944 pero tuvimos muy poco tiempo para estar juntos (De hecho, Erich advirtió a un muchacho que se mantuviera lejos de ella y cuando Ushi le contó que él la acosaba; Erich lo golpeó terminando con el problema). Nos casamos después de que obtuve los diamantes y Gerd (Barkhorn) fue mi padrino con Willi Batz y Krupi como testigos. No pudimos casarnos en la iglesia por problemas logísticos. Eso pasaría recién en 1956.

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P:  Cuéntenos de la ocasión cuando recibió las Hojas de Roble de Hitler.
R: Ésa fue una ocasión extraña. En primera, la mayoría de nosotros estábamos ebrios. Gerd Barkhorn, Walter Krupinski, Johannes Wiese y yo nos debíamos reportar a Berchtesgaden. Todos nosotros, excepto Gerd obtendríamos las Hojas de Roble, Gerd obtendría las Espadas. Para cuando llegamos estábamos tratando de alcanzar la sobriedad. Walter siempre aseguró, años después, que tuvo que mantenernos de pie. Habíamos bebido Cognac y Champagne, una combinación mortal cuando no has comido en un par de días. La primera persona que vimos fuera del tren de Hitler fue el oficial adjunto de la Luftwaffe el Mayor von Below, quien creo que entró en shock al ver nuestra condición. Veríamos a Hitler en un par de horas y difícilmente podíamos mantenernos en pie. Esto fue en marzo de 1944, había una gran cantidad de nieve en ése entonces.

P: Hablé con Walter Krupinski y leí sobre el “evento de la gorra” en su biografía hecha por Ray Toliver y Trevor Constable. ¿Eso qué fue?
R:  No podía encontrar mi gorra y mi visión no era la mejor así que tomé una gorra que estaba en un gancho y resultó ser muy grande. Sabía que no era mía en ése momento, pero von Below se tornó furioso y me dijo que pertenecía a Hitler. Todos reían menos von Below. Hice alguna broma sobre la gran cabeza de Hitler y que debía ser por el trabajo lo que hizo que todos rieran aún más.

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P: ¿Cuál fue su impresión de Hitler?
R: Lo encontré un poco decepcionante, aunque muy interesado en la guerra en el frente y extremadamente bien informado en eventos que conocíamos. Sin embargo, tenía una tendencia a enfocarse en cosas menores y me aburría. Lo encontré interesante, aunque no impactante. También me percaté de su falta de conocimiento sobre la guerra del Este en el aire, se hallaba más preocupado por el frente aéreo en el Oeste y el bombardeo de las ciudades. Por supuesto la guerra en tierra en el Este era de su mayor interés. Hitler escuchaba a los hombres del frente Oeste y les aseguraba que la producción de armas y de cazas se hallaba incrementando, la historia probaría que esto era cierto. Luego habló sobre la guerra submarina y cómo decididamente destruiría el comercio marítimo y todo eso. Me pareció un hombre aislado y enfermo.

P: ¿Cuál era el sentimiento común de su unidad sobre la guerra durante éstas fechas?
R: No recuerdo que nadie hablara de derrota, pero sí recuerdo que habláramos sobre el gran número de pilotos muertos y las noticias sobre los Mustang americanos que alcanzaban lo profundo de Alemania e incluso más allá.  Pocos de nosotros habían tenido alguna experiencia en contra de los americanos, aunque muchos habían peleado contra los británicos. Aquellos que pelearon contra americanos lo hicieron en África del Norte y sus experiencias resultaron interesantes.

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P: ¿Cuál era la atmósfera cuando obtuvo las Espadas?
R: Recién había aterrizado de una exitosa misión cuando se me dijo que había sido premiado con las Espadas. Esto fue en junio de 1944. Llegué el 3 de agosto de 1944 a visitar a Hitler nuevamente para la ceremonia de premiación y éramos unos diez miembros de la Luftwaffe en total. Hitler no era el mismo hombre. Esto fue poco después del atentado del 20 de julio. Su brazo derecho temblaba y su parecía exhausto. Tenía que voltear su oreja izquierda a quien le hablara ya que había quedado medio sordo por la explosión. Hitler discutió el cobarde acto para matarle y atacó la calidad de sus Generales, con algunas excepciones. También declaró que Dios le había perdonado la vida para que pueda librar a Alemania de la total destrucción y que los aliados serían echados de Europa inevitablemente. Me hallaba muy sorprendido por todo esto, quería dejarle y ver a Ushi; y lo hice.

 

P: ¿Cómo fue su reunión con Hitler cuando recibió los diamantes? ¿Qué difería de las otras reuniones?
R:  Bueno, Dieter Hrabak y el resto me organizaron una fiesta antes de mi partida y estaba tan borracho que no podía mantenerme en pie al siguiente día. Suena como que éramos alcohólicos, pero no era el caso. Vivíamos y jugábamos duro. Nunca sabías qué te daría el siguiente día. Volé con mí Me-109 a Insterburg y la JG-52 me escoltó. Cuando llegué a el Wolfschansse el mundo había cambiado. Hitler ya había comenzado los juicios y las ejecuciones de aquellos que estuvieron envueltos y, además, todos eran sospechosos. Debías pasar por tres áreas de seguridad y nadie estaba permitido para llevar un arma en la última sección. Le dije al guardia de las SS de Hitler que le informara al Führer que no recibiría los Diamantes si no se me confiaba llevar mi pistola Walter. El sujeto me miró como si en ése preciso instante me hubiera casado con su madre. Fue a hablar con von Below, quien entonces era Coronel, y Below salió a decirnos que estaba bien. Me colgué mi pistolera, me puse mi gorra, cuando Hitler llegó a mí y dijo: “desearía que hubiera más como usted y Rudel” y me entregó los Diamantes, que se hallaban incrustados en otro set de Hojas de Roble y Espadas. Tomamos café y comimos un almuerzo y Hitler me confió diciendo: “militarmente la guerra está perdida” y que seguramente yo ya sabía esto y que si esperábamos lo suficiente los aliados occidentales y los soviéticos entrarían en guerra los unos contra los otros. También me hablo sobre el problema de los partisanos y me preguntó sobre mi experiencia en esto. Hitler pidió mi opinión sobre las tácticas usadas en la pelea contra los bombarderos americanos y británicos. Ya que no tenía experiencia en esto, simplemente declaré lo que sabía por los demás. Las órdenes de Goering fueron las de combatirlos y el método era un error. También le informé sobre las deficiencias en el entrenamiento de los pilotos, muchos hombres apenas entrenados simplemente desperdiciaban sus vidas. También habló sobre las nuevas armas y sus tácticas y después nos despedimos. Ésa fue la última vez que lo vi, era el 25 de agosto de 1944. Volé de vuelta con mi unidad donde me esperaba un permiso de diez días. Corrí a casarme con mi Ushi que siempre estaba preocupada por mí.

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P: Durante la guerra, ¿cuáles fueron sus peores temores?
R:  Bueno, temía ser capturado en Rusia, que era un prospecto muy real. El bombardeo de nuestras ciudades también nos preocupaba por nuestras amadas familias. Se supone que no debería preocuparme por que Ushi no me esperara por lo que siempre trataba de verla cuando estaba de permiso. Las medallas significaban permisos y ése era un incentivo. Si hubiera tenido la opción de perderla a ella o a mis medallas, hubiera dejado todos los premios por ella. Era demasiado importante para mí y siempre lo ha sido. Después me enteré de que los soviéticos sabían bastante bien quién era yo y Stalin puso una recompensa de 10000 rublos por mi cabeza. Ésta fue aumentado progresivamente y Rudel junto conmigo fuimos los soldados con un mayor precio por su cabeza durante la guerra con la excepción de Hitler y algunos altos funcionarios nazis. Cada vez que subía al aire sabía que alguien me buscaba. Pensaba en las películas del oeste americano en que se enfatizaban tanto los duelos en la calle principal. Me sentía marcado y de cuando en cuando cambiaba de aparato. Me di cuenta de que cuando usaba el tulipán negro se me dificultaba encontrar oponentes. Necesitaba camuflarme.

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P: ¿Cómo eran las condiciones de vida en Rusia?
R:  Bueno, en el invierno se puede imaginar. A veces no teníamos un techo para dormir por lo que debíamos dormir en tiendas de campaña. Los piojos eran lo peor y había poco que hacer aparte de quitar tus ropas y acercarlas a una fogata hasta escucharlas reventar. Teníamos DDT y nos bañábamos en el cuándo se podía. Las enfermedades, como la neumonía y el pie de trinchera eran terribles, particularmente en los mecánicos. La comida siempre fue una preocupación, especialmente en las etapas tardías de la guerra y las restricciones en el combustible nos obligaban a que cada misión contara. Siempre despegábamos de pistas de pasto y con frecuencia nos bombardeaban. Éstas pistas eran fáciles de reparar, aunque el terreno hacía que cada aterrizaje fuera una aventura. A veces los cazas perderían sus trenes de aterrizaje o se voltearían al tocar tierra. El mantenimiento era una pesadilla y los suministros y repuestos difíciles de conseguir. A pesar de éstas dificultades tuvimos muchos éxitos en Crimen durante 1943-44.

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P: Tengo entendido que el Jg-52 así como otras unidades volaron con fuerzas aéreas extranjeras. ¿Cuál fue su experiencia en esto?
R: Teníamos a una unidad Real Húngara destacada con nosotros, así como croatas. Eran buenos pilotos e intrépidos en muchos aspectos. Buenos hombres. Tuvimos incluso mucho más contacto con los rumanos acantonados ahí donde enfrentamos a los americanos y a los soviéticos; tiempos muy retadores. En Rusia volábamos uno contra veinte. En Rumania eran treinta contra uno.

P: La evacuación de Crimen me fue descrita por Hrabak. ¿Cómo fue para usted?
R: Bueno, no lo llamaría una evacuación sino una completa retirada. Tuvimos que movernos y yo descubrí que si quitas el radio, placa blindada y muro trasero podías meter a cuatro hombres en la cola del avión, pero tres hombres fue lo más que intenté. Así logramos salvar a muchos de nuestras preciosas tripulaciones de tierra de ser capturadas.

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P: ¿Cómo eran con los soviéticos que ustedes capturaban? ¿Había entre ustedes un abierto racismo hacia ésta gente?
R: Para nada. De hecho, diría que en nuestro grupo había una mayoría que encontraba al Nacional Socialismo un poco enfermizo. Hrabak tuvo un punto al explicar que a los nuevos pilotos que si ellos pensaban que combatían por el Nacional Socialismo o por el Führer necesitaban ser transferidos a las Waffen SS o algo así. Él no tenía tiempo para tipos políticos. Él peleaba una guerra contra un enemigo soberbio no llevaba a cabo un rally político. Creo que esto dañó a Hrabak a los ojos de Göring y los otros, pero Hrabak era un hombre auténtico y no le importaba otra cosa más que sus hombres. Hannes Trautloft era igual y así también Galland. Todos los grandes, con algunas excepciones, eran así. Incluso teníamos a un prisionero ruso que nos mostró cómo encender nuestros motores en el frío bajo cero al mezclar el combustible en el depósito de aceite.  Esto era desconocido para nosotros y estábamos seguros de que perderíamos un caza en la explosión. Funcionaba porque el combustible adelgazaba el aceite congelado y se evaporaba al encender el motor. Era maravilloso. Otro tipo nos enseñó cómo encender una fogata por debajo del motor y encender el motor, otro dato muy útil. Éste mismo tipo nos mostró cómo mantener las armas disparando al sumergirlas en agua hirviente y removiendo los lubricantes que se congelaron. Sin aceite funcionaban bien.  Me sentía triste por ésos hombres que no odiaban a nadie y fueron forzados a pelear en una guerra que de otra manera habrían evitado.

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P: ¿Cuáles son las situaciones más memorables de sus experiencias de combate al pelear contra naves enemigas?
R: Una situación llega a mi mente. Estaba en un duelo con un Yak-9 con la Orden Roja y éste tipo era bueno y absolutamente demente. Intentó e intentó ponerse detrás de mí y cada vez que habría fuego me sacudía del camino de sus balas. Luego él giraba y nos dirigíamos de frente, disparando, sin impactarnos. Esto pasó dos veces. Finalmente giré en una picada fuera de su línea de mira y con un tirabuzón los alcancé por detrás para dejarlo en llamas. El piloto saltó del avión y después fue capturado. Lo conocí y hablé con éste hombre, un Capitán, que era un tipo agradable. Le dimos algo de comida y le permitimos andar por la base después de que obtuvimos su palabra de no escapar. Era feliz de estar vivo, pero estaba muy confundido ya que sus superiores le habían dicho que los pilotos soviéticos serían ejecutados sumariamente tan pronto fueran capturados. El Capitán recién había tenido una de las mejores comidas de la guerra y había hecho nuevos amigos. Me gusta pensar que cuando regresaron a casa y dijeron a sus compatriotas la verdad sobre nosotros, no la propaganda que emergió después de la guerra, hizo mucho bien para limar asperezas. Una vez ataqué un ala de cuatro IL-2 y derribé uno. Los restantes trataron de girar para ponerse a salvo a baja altura y, ya que todos iban cargados de bombas, todos se estrellaron ya que la carga les quitó maniobrabilidad. Ésos fueron los cuatro más fáciles que tuve. Sin embargo, recuerdo que una vez vi unos 20000 soldados alemanes muertos sobre un valle donde una unidad de tanques y cosacos soviéticos atraparon a una unidad. Ésa quizá es la escena más memorable que tengo mientras volé. Incluso ahora puedo cerrar los ojos y verlo. ¡Qué tragedia! Recuerdo que lloré mientras volaba bajo sobre la escena; no les podía creer a mis ojos.
En otra ocasión en mayo de 1944, cerca de Jassy, mi compañero de ala Blessin y yo fuimos atacados por cazas, él rompió a la derecha y el enemigo le siguió. Seguí a los cazas enemigos. Le pedí a mi compañero de ala que subiera para poder tener un buen ángulo de tiro. Le dije que mirara atrás y que se fijara en lo que pasa cuando no cuidas tu cola y disparé. El caza enemigo explotó y cayó como confeti.  En otra ocasión en Rumania tuvimos interesantes experiencias contra los rusos y los americanos.


P: ¿Qué pasó en aquella misión?
R: Despegamos en una misión para interceptar bombarderos soviéticos que atacaban Praga y contamos muchísimos aviones americanos con estrellas rojas, parte del acuerdo de Préstamo y Arriendo. Pero entonces también llegaron cazas americanos que se hallaban cerca y nosotros estábamos sobre todos ellos por unos mil metros. Parecía que los americanos y los rusos estaban ocupados examinándose unos a otros y no estaban conscientes de que nosotros nos hallábamos en las cercanías. Di la orden de caer sobre los Mustang, luego sobre los cazas rusos y luego sobre los bombarderos, todo en un solo golpe de pega y huye para poder después poder huir de ahí ya que sólo éramos dos aparatos. Derribé dos P-51 rápidamente en mi picada y luego le disparé a un bombardero Boston, le impacté con buenos tiros, pero no cayó. El segundo elemento también le dio a un Mustang y mi compañero de ala y yo estábamos bien. De repente lo más impresionante ocurrió. Los cazas soviéticos y los americanos comenzaron a pelear entre ellos y la confusión nos sirvió a nosotros. ¡No se debieron dar cuenta de que fue un puñado de alemanes los que comenzaron con todo! Los bombarderos rusos arrojaron sus bombas con pánico y se largaron.  Vi que tres Yak cayeron y a un Mustang que se retiraba con una columna de humo siguiéndole. Ése fue mi último vuelo contra los americanos.

 

P: ¿Cuándo fue la primera vez que encontró pilotos americanos?
R: Eso fue en la defensa de Ploesti y en Bucarest, también en Hungría cuando los bombarderos llegaban con fuerte escolta de cazas. Fui vuelto a llamar para tomar el mando del I/JG-52 el 23 de junio de 1944. Los B-17 atacaban los parques ferroviarios y nosotros estábamos en formación. En un inicio no vimos Mustang y nos preparamos para atacar a los bombarderos. Repentinamente cuatro de ellos se nos cruzaron rápidamente por lo que di la orden de atacar a los cazas. Me acerqué a uno y disparé, estalló lo que hizo que sus partes golpearan mis alas. Inmediatamente me hallé detrás de otro y disparé lo que lo hizo caer en barrena. Mi compañero de ala derribó a otros dos cazas, pero entonces vimos otros y nuevamente atacamos. Derribé a otro y vi que el líder aún tenía sus tanques de combustible auxiliares lo que hacía que perdiera capacidad de giro. Me tranquilizó el ver que éste piloto pudo saltar con éxito de su avión. Después de la pelea me quedé sin munición. Pero éste éxito ya no se repetiría ya que los americanos aprendieron y no fueron emboscados nuevamente. Ellos protegieron a los bombarderos muy bien y ya nunca fuimos capaces de acercarnos lo suficiente para hacer algún daño.
Sí tuve la oportunidad de enfrentar a los Mustang otra vez cuando un ala estaba siendo perseguida por detrás e intenté avisarles por radio, pero no pudieron oírme. Piqué y me acerqué a un P-51 que le disparaba a un 109 y lo hice estallar. Di una media vuelta y me recobré para disparar en otro de los tres que sobraban y también lo dejé en llamas.  Tan pronto como eso pasó me di cuenta de que tenía a varios en mi cola así que decidí huir con un enjambre de ocho americanos detrás de mí. Ése fue un sentimiento muy incómodo que no puedo describir. Hice varias cabriolas a la derecha e izquierda cuando ellos disparaban, pero tiraban muy lejos para poder acertar. Iba en dirección a la base para que los cañones antiaéreos defensivos me ayudaran, se agotó mi combustible y tuve que saltar. Estaba seguro de que uno de esto pilotos se alineaba para ametrallarme, pero sólo se enfiló para saludarme a través de la cabina de plexiglás. Aterricé a cuatro millas de la base, casi lo logré. Ése día perdimos a la mitad de nuestros aparatos; estábamos muy superados en número y muchos de los jóvenes pilotos no tenían experiencia.

P: ¿Cómo superaba a su enemigo en el aire?
R: Sabía que, si un piloto enemigo comenzaba a disparar pronto, bien lejos del máximo alcance de sus armas, sería una victoria fácil.  Pero si un piloto se acercaba y contenía su fuego y parecía estar observando la situación, entonces sabías que el piloto era experimentado. También desarrollé diferentes tácticas para varias condiciones como siempre girar hacia los cañones de un enemigo que se aproximaba o girar en una fuerza G negativa forzándolo a seguirte o a dejarte. Ahí era cuando tomabas ventaja de sus fallas.

 

P: Había algunos escépticos que cuestionaban sus victorias. Cuéntenos sobre eso y ¿hasta dónde llegó?
R: Bueno, esto les pasó a algunos de nosotros. Göring no podía creer las impresionantes victorias que eran obtenidas en 1941 y adelante. Incluso había un hombre en mi unidad, alguien que también usted conoce, Fritz Oblesser, que cuestionó mis victorias. Le pedí a Rall que lo transfirieran del 8° escuadrón para que fuera mi compañero de ala por un tiempo. Oblesser se convirtió en un creyente e incluso firmó como testigo en varias de mis victorias y después nos volvimos amigos.


P: Adolf Galland Me contó sobre cómo él intentó ingresarle en su JV-44 en 1945. ¿Por qué no le aceptó la oferta como Krupi y Barkhorn?
R: Sí calificaba para los Me-262 pero mi corazón y amigos se hallaban en el JG-52 y sentí que ahí era donde pertenecía. La lealtad de unidad era importante para mí. Además, tenía muchos nuevos pilotos que necesitaban guía e instrucción. Cada vez eran más jóvenes y tenían menos y menos horas de instrucción en vuelo antes de ser enviados a batalla. Ahí era necesitado y ahí me quedé. Rall, Krupinski, Steinhoff y otros fueron transferidos a la defensa del Reich donde terminaron su guerra. Estaba dividido entre éstos hechos, pero sentí que tomé la decisión correcta en ése tiempo. En años venideros me di cuenta de que mi vida hubiera sido muy diferente si me hubiera quedado en el JV-44.


P: ¿Cómo terminó en custodia soviética?
R: El 8 de mayo de 1945 despegué alrededor de las 08:00 de mi aeropuerto en Checoslovaquia con dirección a Bruenn. Mi compañero de ala y yo vimos ocho Yak debajo de nosotros. Derribé uno y ésa fue mi última victoria. Decidí no atacar los otros que vi que eran doce Mustang en la escena sobre mí. Mi compañero de ala y yo nos dirigimos a un área donde el humo del bombardeo podría ocultarnos. Salimos del humo y nuevamente vimos a dos aliados luchando el uno contra el otro. ¡Increíble! Aterrizamos en el aeropuerto y se nos dijo que la guerra había terminado. Debo decir que durante la guerra nunca desobedecí una orden, pero cuando el General Seidemann me ordenó a mí y a Graf volar al sector británico y rendirnos para evitar a los rusos y que el resto del escuadrón tendría que rendirse a los sovieticos. No podía dejar a mis hombres. Eso hubiera sido un mal liderazgo. Había una gran recompense por mi cabeza, casi como por la de Rudel.  Era bien conocido y todos sabían que Stalin quería capturarme. Marchaba con mi unidad a través de Checoslovaquia cuando nos rendimos a una unidad blindada americana. Ellos nos entregaron a los soviéticos. Recuerdo que Graf me dijo que probablemente ejecutarían a los poseedores de la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes los soviéticos. No tenía duda de que en ésta ocasión tenía toda la razón. Graf también mencionó a las mujeres, niños y personal de tierra que no tendrían quien les ayudara, estarían a disposición del Ejército Rojo, y todos sabíamos lo que eso significaba. Bueno, destruimos los aviones y todas las municiones, todo. Me senté en mi caza y disparé las armas hacia los bosques donde todo el combustible había sido derramado y luego todo voló en pedazos. Destruimos veinticinco buenos cazas. Sería bueno tenerlos ahora en los museos.


P: ¿Cómo fueron las cosas cuando se rindió?
R: Graf, Grasser y yo nos rendimos a la 90° División de Infantería y fuimos destinados a un campo de prisioneros de alambre de púas. Las condiciones eran terribles. Muchos hombres decidieron escapar y muchos fueron ayudados por los guardias. Pasamos ocho días sin comida y luego se nos dijo que nos moverían. Todos nosotros, incluso mujeres y niños, fuimos llevados a campo abierto. Los camiones se detuvieron y ahí nos esperaban las tropas soviéticas. Los rusos entonces separaron a las mujeres y chicas de los hombres y las cosas más horribles pasaron, que sabes que no puedo decir aquí. Nosotros lo vimos, los americanos lo vieron y no podíamos hacer nada para detenerlo. Hombres que combatieron como leones lloraron como bebés al ver que completas extrañas eran violadas repetidamente. Un par de chicas lograron correr a un camión y los americanos las metieron, pero los rusos, la mayoría de ellos borrachos, apuntaron sus armas a los aliados y dispararon algunos tiros. Luego los conductores del camión decidieron huir rápidamente. Algunas mujeres fueron ejecutadas después de las violaciones. Otras no fueron tan afortunadas. Recuerdo a una niña de doce años de edad cuya madre había sido violada y ejecutada que fue asaltada por muchos soldados rusos. Ella murió después de éstos actos. Luego más rusos llegaron y todo comenzó una y otra vez y duró toda la noche. Durante la noche familias enteras se suicidaron, los hombres matando a sus esposas e hijas y luego a sí mismos. Aún no puedo creer éstas cosas de las que hablo. Sé que muchos nunca creerán ésta historia, pero es verdad. Pronto, un General ruso llegó y dio órdenes para que todo esto se detuviera. Él lo decía en serio ya que algunos de los rusos que no se detuvieron fueron ejecutados por sus propios hombres.


P: ¿Cómo fue su internamiento en Rusia?
R: Bueno, yo era de algún modo famoso (o infame dependiendo de tu perspectiva) y los soviéticos estaban muy interesados en hacer un ejemplo de mí. Nunca fui golpeado muy fuerte o torturado, pero sí sufrí de hambre por muchos años. Los interrogatorios eran lo peor. Sé que ha entrevistado a muchos alemanes que sufrieron de lo mismo. Las historias en general son las mismas así que no entraré mucho en detalles. Lo primero eran los exámenes físicos para determinar cuán aptos éramos para el trabajo duro. Luego nos ponían en un tren que era llevado de Viena a los Cárpatos en Rumania. De ahí a una prisión con guardias comunistas rumanos. Esto duró una semana y luego abordamos otro tren. Casi no había espacio en éstos pequeños vagones así que no todos sobrevivieron. Finalmente llegamos a las cercanías de Kirov y desembarcamos en un pantano. De los 1500 prisioneros de guerra que fueron arrojados en éste lugar menos de 200 sobrevivieron al primer invierno. Sé esto por algunos de los que lograron sobrevivir. No se les alimentaba, solo trabajaban hasta la muerte. Fui enviado a Gryazovets donde Assi Hahn (As de la Luftwaffe con 108 victorias) ya estaba. Había sido prisionero de guerra desde 1943.


P: ¿En qué campamento estuvo como prisionero de guerra?
R: Estuve en varios campamentos como Shakhty, Novocherkassk donde me mantuvieron en confinamiento solitario, y Diaterka. Había hecho una huelga de hambre para protestar por el trabajo de esclavos y el hecho de que los soviéticos sólo hacían trabajar hasta la muerte. Irónicamente estuve internado en un campamento en Kuteynikovo donde mi escuadrón estuvo emplazado en 1943.

P: ¿Qué campamento tuvo revueltas?
R: Ése fue Shakhty. Esto pasó cuando yo y otros nos rehusamos a trabajar invocando la convención de Génova. Me pusieron en confinamiento solitario. Éste era un campamento de trabajo de minería y muchos honres ya estaban cansados de eso, creo que a lo mejor yo comencé con todo. En pocos días los prisioneros de guerra saltaron sobre los guardias, acorralaron al comandante del campamento y me liberaron. Fue bastante emocionante. Me enviaron a otros campamentos y en Diaterka había 4000 hombres.


P: ¿Describa cómo estaba diseñado un campamento?
R:  Un buen ejemplo era Diaterka. Había una gran verja, luego una zona muerta con un pasadizo para guardias y perros, luego un alambrado con torres de vigilancia con más guardias y ametralladoras. Había largas filas de barracas que no estaban preparadas en contra del frío y los inviernos eran bastante fríos. Cada barraca daba cabida a 200 a 400 prisioneros, dependiendo del tamaño, y dentro habían filas de literas de madera de tres o cuatro camas. El campamento estaba dividido en secciones de seguridad mínima y máxima, con nosotros hospedados en la sección de más alta seguridad. La sección de ultra máxima seguridad daba cabida a miembros distinguidos del Tercer Reich y prisioneros políticos soviéticos. Aquí estaban Otto Günsche, ayudante de Hitler, y el Conde von der Schulenburg entre otros. Permanecí aquí hasta 1954 en que volví a Novocherkassk. Éste fue mi último campamento.

P: ¿Trataron de reclutarlos los soviéticos, como con los otros?
R: Sí, me ofrecieron la oportunidad de volver a casa si trabajaba como un agente para ellos, cosa que estaba fuera de cuestión. Tampoco les gustó esto. Fui asignado a deberes en las cocinas como una preparación para convertirme en un ferviente comunista. Creo que, si se hubieran acercado a nosotros altos oficiales condecorados para convertirnos, su trabajo habría sido más fácil. Ellos convirtieron a Graf, que fue una lástima, pero no abrazó al comunismo. Ellos le liberaron en 1950 pero yo no sería tan afortunado. Aquellos de nosotros que nos resistimos fuimos castigados por mucho más tiempo. Me querían como informante y me dieron una lista con nombres de oficiales de los que querían información. Me prometieron una liberación temprana si lo hacía. Me pusieron en confinamiento solitario algunas veces por mucho tiempo.


P: ¿Cómo mantuvo su cordura cuando otros no lo hicieron?
R: Pensaba en mi Ushi. Ella me mantuvo con ganas de salir adelante y también el pensamiento de la familia que me esperaba. Los sovieticos amenazaron con matar a mis esposa e hijo o traerlos a la fuerza a Rusia y hablaban sobre hacerles cosas terribles. Todo esto puede romperte.

P: ¿Tenía alguna comunicación con Alemania?
R: Se nos permitían veinticinco palabras en una postal, a veces mucho menos, y esto no era muy frecuente. Las cartas que contrabandeamos con los prisioneros de guerra que regresaban a casa proveyeron de la información necesaria. Recibí cerca de cincuenta cartas de Ushi en los diez años y medio que estuve prisionero, pero ella escribió alrededor de 400. El recibir una carta era un aumento a la moral como podrías imaginar.


P: Usted y Graf tuvieron una separación en Rusia. ¿Por qué fue eso?
R: Bueno, habíamos acordados que nunca entregaríamos nuestros Diamantes a los soviéticos. Mis originales estaban con Ushi y una copia fue robada por los americanos, yo tenía otra copia. Me deshice de ellas, aunque no valían nada, en vez de dárselas ya que Graf había dado las suyas y estaban en la mesa del oficial del NKVD cuando fui llamado. Quería las mías también. No las obtuvo. También querían información detallada del Me-262, del que tenían muchas máquinas capturadas que querían evaluar. No los ayudé.

P: ¿Qué separó a los alemanes del resto de los prisioneros internacionales? ¿Cómo lograron sobrevivir cuando tantos perecieron?
R: Diría que nuestra disciplina; nunca perdimos nuestro sistema militar y un rígido sistema de respeto por nuestras autoridades nos mantuvo vivos. Teníamos la estructura de rangos para formar comités de liderazgo. Incluso aunque no lleváramos rango alguno, todos entendían su lugar y todos trabajamos en el sistema. Ésa era nuestra fuerza, así como muchos teníamos fe en Dios. Yo me apoyaba en mi fe y en mi Ushi y eso me hizo pasarla. Muchos hombres encontraron difícil cuando llegaban las cartas de que sus esposas se habían divorciado de ellos o que un pariente había muerto. Mi hijo Meter murió mientras yo era prisionero de guerra, pero no me enteré hasta un año después así como cuando falleció mi padre. Supe más cuando fui repatriado en 1955 junto con Hans Baur, Ferdinand Schoerner, Hajo Herrmann, Hermanm Graf, Johannes Wiese y muchos otros. Assi Hahn fue liberado antes que nosotros, así como Walter Wolfram quien había sido fuertemente herido antes de nuestra captura. Wolfram contrabandeó una carta para Ushi en que le hacía saber que seguía vivo.

P: ¿Recibió los paquetes de las Cruz Roja disponibles para todos los prisioneros? ¿O no?
R: Sí, a veces, pero con frecuencia les disparaban los soviéticos por lo que la comida que contenían los paquetes era inservible. Ésos paquetes que llegaban en buenas condiciones eran muy útiles, especialmente cuando podíamos comerciar con los habitantes locales. Hicimos muchos amigos entre los campesinos, no nos tenían rencores, ni nosotros a ellos.


P: ¿Cuántas misiones voló en la Guerra?
R: Volé alrededor de 1456, creo, pero no estoy seguro del número exacto.

P: ¿Cuál era su método de ataque favorito?
R: Salir del sol y acercarme, la pelea de perros era una pérdida de tiempo. El pega y huye con el elemento de la sorpresa me sirvió bien así como con la mayoría de los pilotos con grandes puntuaciones. Una vez que un ruso era derribado, especialmente el líder, se volvían muy desorganizados y eran fáciles de atacar. Éste no fue siempre el caso, especialmente a finales de la guerra, había unidades especiales de pilotos altamente disciplinados, como las unidades de la Bandera Roja, que nos harían la vida difícil.


P: ¿Nunca fue herido? ¿o sí?
R: No, fui muy afortunado, a diferencia de Rall y Krupinski y, especialmente de Steinhoff quien casi se quemó vivo. Una vez casi me mata un centinela alemán cuando regresaba de cautividad. Eso fue muy cerca para mí.

P: ¿Alguna vez fue derribado?
R: No, nunca por un avión enemigo, pero tuve que aterrizar forzosamente en catorce ocasiones por el daño que tenía mi avión o por fallas mecánicas, pero nunca salté en paracaídas. Nunca fui la victoria de otro piloto.

P: Tal como sabemos, usted fue el recipiente de los Diamantes más joven, con veintidós años. ¿Encontró ésa distinción problemática?
R: Creo que ser un Capitán y un ganador de los Diamantes a ésa edad llevaba mucha responsabilidad sobre mí. Creo que fui capaz de cargarla con la amistad de mis camaradas. Diría que yo era ambicioso y audaz, no puedo pensar en que ningún piloto carezca de éstas cualidades. Convertirse en un héroe no es siempre fácil ya que tienes que llenar las expectativas de los demás. Hubiera preferido simplemente hacer mi trabajo y terminar la guerra anónimamente. Habría hecho mi vida como prisionero de guerra más fácil.

P: ¿Qué eventos aseguraron su liberación?
R: El canciller Honrad Adenauer fue un punto crucial en esto. Mi madre había escrito a Stalin y Molotov clamando mi liberación sin respuesta alguna. Ella escribió a Adenauer y él le respondió personalmente que estaba trabajando en el problema. Los soviéticos querían un acuerdo comercial con el Oeste, especialmente con Alemania del Oeste, y parte de éste trato englobaba la liberación de todos los prisioneros de guerra. Sabía que algo pasaba cuando se nos permitió ir al cine y se nos dieron nuevas ropas, no de prisionero. Abordamos un camión hacia Rostov donde fuimos trasladados a un tren en octubre de 1955. Otros trenes nos seguirían en diciembre. Tan pronto como habíamos llegado a Herleshausen fui capaz de enviar un telegrama a mi Ushi.

P: ¿Cuáles diría que fueron las grandes ventajas y desventajas de llegar a casa en 1955?
R: Supe que mi hijo, Peter Erich, y mi padre murieron mientras estaba en prisión, eso fue muy duro para mí, y no diré más. Pero mi madre y amada Ushi ahí estaban esperándome. creo que mi seguridad en su fuerza fue lo que me ayudo a través de la más terrible tortura y hambre. lo que sea que la NKVD me hizo, siempre pensaba en mi familia y me enfocaba en eso. Otra cosa triste fue cuando el tren se detuvo y salimos; cientos de hombres y hombres sujetaban fotografías de hijos, hermanos, esposos y padres, todos pidiendo a los recién llegados si habían visto a alguno de sus amados. Muchos miles habían muerto y raramente había una comunicación a casa para informar lo que había pasado, así que los llegados eran simplemente fantasmas que se habían desvanecido. simplemente era triste.

P: ¿Cual fue una de las primeras cosas que quería hacer al llegar a casa?
R: ¡Bueno, una buena comida y un baño caliente! Pero ver a mi Ushi era el sueño más grande. También leía todo lo que podía encontrar: periódicos, libros y revistas. Quería información. Me había hallado en un vacío intelectual por tanto tiempo que anhelaba el conocimiento. Por supuesto Ushi y yo nos casamos por la iglesia, algo sumamente pospuesto.

P: ¿Hubo alguna celebración por su regreso?
R: Si, una gran fiesta estaba planeada, pero decliné la invitación. No sentía que era apropiado hasta que todos los que siguieran con vida estuvieran en casa.  No podía creer las áreas reconstruidas y el gran número de autos nuevos, los aviones en el cielo pacifico. El estilo de las ropas era nuevo. Todo era nuevo. Una de las primeras personas que me visitaron fue Assi Hahn, quien ya tenía cinco años en casa.

P: ¿Porque se unió a la Bundesluftwaffe? ¿Hubo algo en su mente que le impidiera volver a usar uniforme?
R: Siempre estaba la idea de que nuevamente se estaría en la misma situación. Tenía treinta y tres años cuando regrese a casa y eso es tarde en la vida para comenzar una carrera. Había perdido contacto con muchos aspectos del mundo, pero una cosa que si sabía era el volar y la vida militar. Esa era una gran oportunidad. El pensar pelear otra guerra me asustaba. Pero también estaba consciente de las necesidades de mi país y también mus viejos camaradas ya se habían unido y me presionaban. Krupi me había llamado y quería que me uniera y Gerd Barkhorn me lo había dicho en un vuelo a Inglaterra. Dieter Hrabak incluso vino a visitarme a la casa para hablar conmigo. Me uní en 1956. Los viejos chicos estaban de vuelta.

P: ¿Cómo volvió a volar?
R: Tenia a un amigo quien me dejaba volar en su avión ligero y me certifique como piloto privado. Heinz Baer fue también de gran ayuda, así como muchos otros. Tomé un curso de refresco en Alemania, Inglaterra y en los Estados Unidos para volar los nuevos modelos. Primero me hicieron Comodoro de la nueva JG-71 "Richtofen" y me sentía muy orgulloso.

P: Tengo entendido que usted y Steinhoff, entre otros, advirtieron al gobierno alemán sobre el programa F-104 y esto fue un asunto muy delicado. ¿Qué dice sobre eso el día de hoy?
R: Si. Bueno, el Starfighter era un gran avión, pero tenía algunos problemas. No creía que Alemania lo necesitaba o que incluso nuestros pilotos pudieran manejar esta máquina sin más experiencia. Muchos altos mandos sentían que yo estaba fuera de mi jurisdicción, pero simplemente dije lo que creía correcto y probé estar en lo correcto, pero esto me hizo de enemigos. También hice algunas cosas que estaban consideradas como criminales tales como el mandar a pintar la unidad de F-86 con mi viejo patrón, también cree las barras de victorias, como en los viejos días, lo que hizo que muchas cejas se levantaran. Sentía que la moral era importante, así como la camaradería. través de un emblema único y distintivo. Las barras fueron retiradas por órdenes superiores, aunque el día de hoy todos los escuadrones las tienen. Tenía gente que me apoyaba, como el General Kammhuber, pero él era de la vieja escuela.

P: ¿Que hizo después de retirarse?
R: Fui instructor y volé en algunos clubes aéreos, volé en un equipo acrobático con Adolf Galland. Después simplemente decidí relajarme y disfrutar de la vida. Tenía a mi familia y amigos, siempre estoy conociendo a nuevos, como usted.  Hemos hablado por muchos años, pero creo que ha llegado la hora de decir algunas de las cosas de las que nunca he hablado. Siempre hay un momento para todo.

P: Una pregunta, ¿cómo ha logrado no odiar a los rusos después de sus experiencias con ellos?
R: Una cosa que he aprendido es esta: nunca te permitas odiar a un pueblo por las acciones de unos pocos. El odio destruyó a mi nación y millones murieron. Yo esperaría que la mayoría de la gente no odie a los alemanes por los nazis o que odien a los americanos por los esclavos. Nunca odies, eso simplemente te come vivo. Mantén una mente abierta y siempre busca por la gente buena puede sorprenderte lo que puedas encontrar.


Fuente: http://www.guntherprienmilitaria.com.mx