15 de marzo de 2020
MORIR BAJO FUEGO AMIGO: LOS BOMBARDEOS ALIADOS SOBRE FRANCIA EN LA II GUERRA MUNDIAL
Por
Francesc Tur
Durante
la Segunda Guerra Mundial centenares de miles (e incluso más de un millón de
personas, según las fuentes) murieron como consecuencia de los ataques aéreos
que padecieron ciudades como Manila, Tokio, Dresde, Hamburgo, Berlín, Londres,
Coventry o Rotterdam por citar solo unas cuantas.
El
ataque más mortífero tuvo lugar en Dresde y se inició la noche del 13 de
febrero de 1945 en el cual, según el periodista e historiador Jesús Hernández
en su obra Las cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial (Roca
Editorial de Libros, 2015) pudieron fallecer más de 300.000 personas “casi el
doble de víctimas de Hiroshima y Nagasaki,” en palabras del experto.
La
ciudad sajona quedó arrasada después de varias oleadas de bombardeos (en dos
días) y muchas de las víctimas sucumbieron asfixiadas, calcinadas o cocidas
según determina el también historiador Allan Mallinson en uno de sus múltiples
estudios sobre el tema. En palabras de Andrew Roberts, autor de La tormenta de
la guerra (Siglo XXI de España, 2012), la utilización aquí del término “cocido”
no es un eufemismo: “Hubo que extraer pilas de cadáveres de un gigantesco
depósito de agua contra incendios al que había saltado para escapar de las
llamas gente cocida viva”.
Tokio
sufrió también en marzo del mismo año 1945 los devastadores efectos de los
ataques aéreos aliados. En la madrugada del 9 al 10 de marzo 334 bombarderos
norteamericanos B-29 arrojaron 1665 toneladas de bombas incendiarias sobre la
capital japonesa. Quedó arrasada la cuarta parte de la urbe. La temperatura de
la ciudad subió hasta los 980 grados. El ataque hizo hervir el agua de los ríos
y canales y fundió los cristales de las ventanas. Unos 260000 hogares fueron
destruidos hasta los cimientos y al menos 105400 personas (de un total de tres
millones de habitantes) murieron.
Por
supuesto otras poblaciones de los países del Eje fueron castigadas por la
aviación aliada como Colonia (46000 civiles muertos) o Nápoles (6100 víctimas
mortales en 1943), por citar solo dos ejemplos más.
De
lo que casi no se ha hablado hasta hace muy poco es de los bombardeos aéreos
efectuados por los aliados sobre territorio de países que habían combatido con
ellos hasta 1940, cuando fueron ocupados por los nazis, de estados amigos como
Francia y Bélgica y de otros que, sin ser aliados, padecieron también las
consecuencias de la invasión nazi, caso de Yugoslavia.
El
territorio francés empezó a ser atacado desde el aire por los británicos ya
desde 1940. De hecho, inmediatamente después de la llamada Operación Dínamo, la
evacuación de Dunkerque, hubo una incursión aérea sobre la ciudad flamenca si
bien de escasa envergadura. Durante ese mismo año el litoral galo del norte
también fue objetivo de la Royal Air Force (RAF) aunque se trató de ataques de
poca intensidad.
En
1941 se intensificaron las incursiones y ciudades como Brest, Cherbourg, Rouen
y Nantes fueron blanco de ellas con un balance de 1650 civiles franceses
muertos. Hay que decir que los pilotos también pagaron un alto precio ya que
635 fueron abatidos. De hecho, entre los aviadores ingleses, Brest era conocida
como “el precipicio de la muerte.” Además, la eficacia de los ataques era
cuestionada incluso por un informe de la propia RAF que constataba que las
bombas eran lanzadas a más de 8 km de su objetivo. Sorprende, igualmente, que
no se llevaran a cabo raids contra las obras de construcción del Muro del
Atlántico, que se iniciaron al año siguiente.
El
primer bombardeo masivo sobre una ciudad francesa tendría lugar, sin embargo,
el 3 de marzo de 1942 sobre las fábricas Renault en Boulogne-Billancourt,
situadas en la región parisina al oeste de la capital. Fueron arrojadas sobre
sus instalaciones, que resultaron parcialmente destruidas, 461 toneladas de
bombas. Ahora bien según Boris Leval-Duché, en su artículo “Le bombardement de
Paris, 3 Mars 1942: crime ou châtiment?” más de la mitad de los artefactos
explotaron fuera de su blanco en los municipios limítrofes de Neully, Clamart e
Issy- les-Moulineaux e incluso en Villejuif, situada a más de 10 km. Leval-Duché
habla de más 400 muertos mientras el historiador británico Andrew Knapp, autor
del libro Les Français sous les bombes alliées (Tailander, 2014) la reduce
hasta los 371, entre los cuales 66 niños.
Las
fábricas Renault de Billancourt eran consideradas un lugar estratégico de la
colaboración industrial y militar. Eran sospechosas de fabricar material de
guerra para los alemanes, concretamente motores de aviación esenciales a la Luftwaffe,
así como un número importante de camiones y de blindados que las tropas aliadas
se encontrarían después en el frente ruso. Arthur Harris (Cheltenham,
Inglaterra, 1892- Goring, Oxfordhire, 1984) el nuevo responsable de los
bombardeos británicos, presentaba así la fábrica Renault como “una de las
fábricas francesas más activamente comprometidas en la producción de
equipamiento de guerra para el enemigo”.
Ahora
bien, los bombardeos de Francia no podían responder a la misma lógica que los
de las ciudades alemanas. El método del bombardeo de área que consistía en tomar
como objetivo directamente a los civiles no podía aplicarse tal cual a la
Francia ocupada. Las ciudades del Hexágono no podían ser atacadas de la misma
manera que las alemanas cuya destrucción era considerada un fin en sí mismo. Es
por lo cual que se forjó una distinción entre bombardeo de zona que debía
utilizarse únicamente en Alemania y bombardeo de precisión reservado para la
Europa ocupada y donde los únicos blancos debían ser las infraestructuras
útiles para los alemanes. Es esta segunda categoría que cabría incluir,
teóricamente, el raid en Renault Billancourt, aunque, como ya se ha visto, la
distinción tenía mucho de ilusorio ya que, en la práctica, murieron centenares
de civiles y fueron completamente destruidos edificios de los alrededores.
Un
informe del Bomber Command sobre el raid del 3 de marzo (Air Ministry, 1942,
38-39) es bastante ilustrativo:
Las
dificultades con las cuales (los obreros franceses) sobrellevan sus
desgraciadas existencias son bien conocidas y han sido siempre reconocidas.
Atacar las zonas en las cuales los obreros bajo dominación alemana llevan a
cabo su tarea es desagradable. Nadie no lo comprende mejor que las
tripulaciones del Bomber Command. El efectuar su misión sin fallos es la prueba
de su sentido elevado del deber, aunque este deber pueda acarrear la muerte o
el sufrimiento de ciudadanos de potencias amigas, pero también esclavas.”
En
los meses posteriores, los bombardeos se intensificaron. El 17 de agosto de
1942 se produjo el primer raid americano en Europa y tuvo lugar sobre Rouen
siendo atacada la estación de mercaderías. Hubo un total de 54 muertos.
A
principios de 1943, por orden de Churchill, Lorient y Saint-Nazaire son
prácticamente arrasadas, En Saint-Nazaire las bombas caen sobre un astillero y
143 aprendices que trabajaban en él mueren despedazados.
Un
año después de la primera incursión sobre las fábricas de Renault-Billancourt,
el domingo 4 de abril de 1943, las instalaciones fueron de nuevo atacadas. Las
bombas cayeron de manera bastante imprecisa ya que algunas lo hicieron sobre el
hipódromo de Longchamp. Otra estalla en la estación de metro Pont-de Sèvres en
el momento en que un tren estaba estacionado. Solo en la estación murieron 80
personas y, en total, la cifra de víctimas mortales se aproximó a las 300,
según Andrew Knapp.
El
régimen de Vichy saca provecho del dolor de los familiares de las víctimas y de
la consternación que provocaban en el resto de la población civil lo que, años
después, se conocería con el nombre de “daños colaterales,” consecuencia de los
ataques de países supuestamente aliados de Francia.
Se
filman los funerales y se distribuyen fotos de linchamiento de pilotos
capturados por parte de los ciudadanos, aunque en realidad, no eran tales, se
trataba de figurantes.
En
marzo de 1942, tras la primera incursión aérea sobre Renault-Billancourt se
crea por unos sindicalistas el Comité ouvrier de secours immédiat (COSI) bajo
la égida de los nazis. Estos financian generosamente hasta 1945 dicho organismo
colaboracionista pluralista dominado por el Rassemblement national populaire
(RNP) en parte gracias al dinero confiscado a los judíos franceses.
Paradójicamente
el fundador del COSI, Charles Vioud, había militado en el PCF hasta el año 1929
para, en los años treinta, convertirse en un furibundo anticomunista. Entre sus
miembros, como ya se ha comentado, predominaban los afiliados al RNP, al Parti
populaire français (PPF), pero encontramos, igualmente a algunos antiguos
sindicalistas de izquierdas, pacifistas e incluso anarquistas.
Durante
el año 1943 se produjeron, además del raid sobre Renault-Billancourt, ataques
aéreos sobre Rennes, ciudad que fue reiteradamente atacada siendo
particularmente sanguinario el bombardeo efectuado por aviones B-17 americanos
el 8 de marzo. Su objetivo era la gare de triage, es decir, el patio de maniobras
de la capital bretona. Se trataba de un verdadero nudo ferroviario que
aprovisionaba a los soldados del III Reich en los puertos de Brest, Lorient y
Saint-Nazaire. El ayuntamiento anunció la muerte de 274 personas entre las
cuales 40 ferroviarios.
Hubo,
asimismo, decenas de víctimas mortales en las incursiones de la aviación sobre
Rouen y Sotte (200) y las fábricas de Le Creusot y Sochaux, en Borgoña, el 15
de julio (94).
El
raid más mortífero de 1943, sin embargo, lo llevó a cabo la aviación aliada
sobre Nantes el 16 de septiembre tomando como blanco las infraestructuras
portuarias, los puentes, las fábricas y el aeródromo de la ciudad bretona. No obstante,
el diluvio de fuego no se abate sobre los lugares señalados y arrasa el centro
de la ciudad.
El
balance es trágico: 1463 muertos y 2500 heridos (sumando las víctimas del día
16 a las que produjo otro raid ocho días después). Los destrozos materiales,
además, son colosales resultando totalmente destruidos 700 inmuebles; 1300
quedan gravemente dañados y 2000 necesitan reparaciones.
Efectos
de los bombardeos sobre Nantes en 1943. Fuente: Life in France
En
septiembre la pequeña localidad de Le Portel, situada en el Nord-Pas- de-
Calais sufrió varios ataques aéreos siendo particularmente devastadores los que
se produjeron el día 8 y el 9. El pueblo quedó reducido a ruinas en un 90% por
las incursiones realizadas por aviones procedentes de Inglaterra. No había ni
agua ni gas ni electricidad y, aparte de los enormes daños materiales, está el
trágico balance humano de un gran número de muertos, unos 500, además de
numerosos heridos, muchos de los cuales quedaron atrapados durante días entre
los escombros de los edificios. Cuenta Guy Bataille en Boulogne-sur- Mer 1939-1945
(Éditions des Beffrois, 1984) que en 1948 Guy Mollet, entonces secretario
general de la Section Française de l’Internationale Ouvrière (SFIO) y que
llegaría a ser primer ministro en 1956, le había confesado que él no se
explicaba estos bombardeos y que nadie en Inglaterra los reivindicaba. La única
razón, a veces, aducida por los británicos, era que se trataba de una maniobra
de diversión en ocasión de un intento de desembarco en el sur de Italia.
Al
final de 1943 se estima en aproximadamente 12000 el número de víctimas civiles
de los ataques aéreos sobre territorio francés.
Lo
peor, sin embargo, estaba por llegar y sería en 1944. En el marco de la
preparación del desembarco en Normandía los aliados se plantearon la necesidad
de ralentizar los refuerzos alemanes que se dirigiesen a las playas de la
región francesa. Es en este contexto que el científico británico Zolly
Zuckerman (Ciudad del Cabo, 1904- Londres, 1993) propone lo que se convertiría
en el Transpotation Plan (TP) cuyo objetivo era el de paralizar el conjunto del
sistema ferroviario francés gracias a una potente flota de bombarderos
estratégicos que empezaría a operar tres meses antes del desembarco (previsto
para junio). Se trataba, pues, de destruir los hangares de las locomotoras y
sus instalaciones de reparación, punto de mira de los bombardeos. Las bombas
tenían, igualmente, que golpear otras infraestructuras: vías de tren, equipos
de señalización, reservas de agua para locomotoras, estaciones eléctricas,
túneles, cables, etc. Se elabora una lista de cerca de 80 centros ferroviarios
a atacar en Francia al norte del Loira, con algunos objetivos, asimismo, en
Bélgica y en Alemania, en las proximidades del Rin.
Hay
que tener en cuenta que las estructuras de mantenimiento y los patios de maniobras
en los grandes centros ferroviarios estaban situados, a menudo, en el corazón
de las ciudades. Este plan de bombardeos tenía en el punto de mira, pues, infraestructuras
civiles cuya destrucción implicaba la muerte de miles de ciudadanos que
esperaban, en muchos casos al menos, su liberación de aquellos que les
bombardeaban. Concretamente, la cifra estimada en el TP era de 40000
fallecidos.
La
aplicación del TP será motivo de discusión entre los aliados. La controversia
oponía Eisenhower, jefe supremo de Overlord, nombre en clave de la operación de
desembarco en Normandía, al Mariscal del Aire, Arthur Tedder, vicejefe supremo,
al Mariscal del Aire Arthur Harris, jefe del Bomber Command británico, al General
del Aire Carl. A. Spaatz, jefe de las fuerzas aéreas americanas en Europa, al Mariscal
Alan Brooke, jefe del estado mayor imperial británico, al General George
Marshall, jefe del estado mayor general del ejército americano y a Winston
Churchill, primer ministro británico. Algunos de ellos apoyan el TP; otros, lo
condenan. Al final quien, a requerimiento de Churchill y de Eisenhower, toma
una decisión es el presidente norteamericano. Roosevelt, en efecto, pone fin a
tres meses de debates declarándose favorable a la implementación del TP y en
marzo de 1944 este empieza a ejecutarse.
El
19 de abril, un nuevo bombardeo sobre la estación de Rouen provoca una
carnicería. El objetivo era el patio de maniobras de Sotteville-Lès-Rouen. La
mayor parte de las bombas caen, sin embargo, sobre el casco urbano de Sotteville
arrasando una parte de la ciudad y sin dañar tanto como se esperaba los blancos
escogidos. Varios artefactos impactan a 3 km sobre el centro de Rouen
devastando el barrio des Carmes y varias calles como la del Vieux palais y la
de Eau de Robec. Balance del ataque: 900 muertos, 2000 heridos y 20000
personas sin hogar.
Al
día siguiente, el 20, tiene lugar un raid sobre el patio de maniobras de La
Chapelle en el norte de París. Las bombas se esparcen hasta Saint-Denis e
incluso el montículo de Montmartre resulta afectado. Los aliados habían
anticipado la muerte de 100 personas, pero, al final, hubo 600 fallecidos.
El
régimen de Vichy saca el máximo partido posible de la situación para alimentar
la propaganda contra los ingleses. El nuevo ministro de la Información Philippe
Henriot (Reims, 1889- París, 1944) miembro de la Milice, 20 interviene dos
veces al día como editorialista del Radio Journal de France en Radio París. Al
micrófono acusa a los anglosajones, a los judíos y a los gaullistas de haber
convertido Francia, a su pesar, en campo de batalla de Europa, en beneficio de
los rojos. Las incursiones aliadas de abril le van como anillo al dedo a
Henriot para insistir en su discurso.
"Franceses,
habéis padecido la dura prueba de la derrota. Habéis padecido la prueba del
abandono por parte de vuestros amigos y la dura prueba de la ocupación. Pues bien,
nada de todo esto no era suficiente. Francia, agotada, exangüe, sangrante, se
ha convertido para el señor Churchill, en un simple objetivo militar, un país a
arrasar, a despoblar, a destrozar y al que hay que convertir en una especie de
tierra de nadie de tal manera que los liberadores desembarquen en un desierto".
Philippe_Henriot_1934
En
abril Churchill pide a Eisenhower que interrumpa las incursiones sobre Francia
ya que temía que su prosecución podía arruinar las relaciones ulteriores entre
París y Londres. El comandante supremo aliado en Europa occidental no da, sin
embargo, su brazo a torcer y el TP seguirá ejecutándose.
El
6 de mayo le toca el turno a Saint-Étienne. El bombardeo es breve ya que tan
solo dura dieciocho minutos. La misión es considerada un éxito porque un 10% de
los artefactos caen sobre los objetivos y, además, el patio de maniobras de la
capital del Loira permanecerá inutilizable durante meses. Una vez más, no
obstante, el balance humano es trágico: 1000 muertos, 1500 heridos y 20000
personas sin hogar.
Días
después, el 27 de mayo, un diluvio de fuego se abate sobre Marsella. Cerca de
800 bombas son arrojadas sobra la ciudad mediterránea en algunos minutos por
130 aviones americanos. Se contabilizan 1750 muertos, cerca de 3000 heridos y
20000 personas pierden su casa. Una cincuentena de incendios se declara un poco
por todas partes en la ciudad y los cortes de agua complican la intervención de
los socorros.
El
día anterior, el 26, los aviones aliados, (la U.S Force procedente del Giola
del Colle, cerca de Bari, en el sur de Italia), se habían cebado con Lyon. Más
de 1500 bombas explosivas e incendiarias fueron arrojadas sobre la ciudad del
Ródano durante 25 minutos. Los objetivos eran Lyon-sud con las instalaciones
ferroviarias de Perrache, Lyon Guillotière y Vénisseux, pero también Lyon-nord
con la estación de Vaise. Esta última es completamente destruida y con ella la
línea de ferrocarril de París, pero las estaciones de Perrache, Guillotière y
Vénissieux lo son solo parcialmente. En cuanto al balance humano hubo 717
muertos, 1129 heridos y 25000 personas perdieron sus hogares. La gravedad de
algunos de los heridos haría aumentar a 1000 fallecidos, según algunas fuentes,
la cifra de víctimas mortales en los días posteriores.
Ese
mismo día 26 tuvo lugar también una incursión aérea aliada sobre Niza que había
provocado la muerte de 300 personas, centenares de heridos y había dejado a 5000
personas sin casa.
Al
finalizar mayo de 1944, toda Francia estaba bajo las bombas. En dos meses los
artefactos lanzados para preparar el desembarco habían provocado más de 16000
muertos.
El
régimen de Vichy sigue, mientras tanto, sacando rédito político de la
situación. El alcalde de Lyon, Pierre Bertrand, un cirujano de profesión,
dirigente de la Légion française des combattants, califica el bombardeo de
asesinato. El 5 de junio, Pétain visita los lugares afectados por el raid, va a
los hospitales, se encuentra con el empresario automovilístico Marius Berliet
(Lyon, 1866. Cannes, 1944) y termina en el ayuntamiento lionés donde felicita
al comandante Rossignol, jefe de los bomberos. Desde el balcón consistorial y
al lado del primer edil de la ciudad, el mariscal pronuncia estas palabras:
"…He
visto vuestros barrios bombardeados, he visto las destrucciones abominables, he
deplorado la actitud de nuestros antiguos aliados. Se comportan como
adversarios que, sin titubear, masacran ciudades y sus habitantes en una
Francia sin defensa. Se puede aplastar el país, pero no se aplastará el alma de
Francia".
Hay
que decir que la condena a los raids vino también de la Resistencia. De hecho,
desde febrero de 1944, el Comité du Rhône de la Libération difunde consejos para
evitar los horrores de los bombardeos haciendo un llamamiento a sabotear la
producción y pidiendo que los aviadores aliados se concentren sobre Alemania.
Algunos resistentes lamentaban el “efecto moral más devastador aún que el
material del ataque a Lyon y consideraban que se exigían sacrificios enormes
para resultados insignificantes. Sin embargo, el miedo a que el régimen pudiera
explotar estas disensiones hizo que, públicamente, se insistiera en
culpabilizar a Vichy de no haber dado voluntariamente la alerta hasta que la
incursión ya había terminado.
Al
día siguiente del discurso de Pétain en el ayuntamiento de Lyon, el 6 de junio,
se produce el desembarco aliado. En las primeras 24 horas del mismo, mueren 3000
civiles en bombardeos cuya utilidad será, posteriormente, contestada.
Localidades como Lisieux, con 16000 habitantes en la época, registran 800
muertos (un 5% del total de la población), 150 desaparecidos y 3000 personas
pierden sus hogares. Alrededor del 75% de los edificios de la localidad son
destruidos.
Y
Lisieux no era un caso aislado. Otras localidades de la Baja Normandía serían
también arrasadas: Saint-Lô, Coutances, Flers, Argenton, Falaise, Montebourg,
Caen, Évrecy y Aunay-sur-Odon.
La
ciudad de Caen en el departamento de Calvados fue particularmente castigada ya
que sufrió más de 1000 alertas aéreas durante la guerra. El mismo 6 de junio
una incursión provoca más de 300 muertos. Una semana después del desembarco, de
los 60000 habitantes con que contaba entonces la localidad, solo permanecían en
ella 20000. El peor bombardeo, sin embargo, tuvo lugar el 7 de julio. Ese día
460 aviones de la RAF arrojaron más de 2300 toneladas de bombas explosivas
sobre la urbe, hubo centenares de muertos y tres cuartas partes de Caen
quedaron arrasadas.
¿Para
qué sirvió esta incursión aérea? ¿Estaba justificada? Un informe de investigación
de los efectos del bombardeo de la ciudad del Stanmore Bombing Committee en
Caen el 12 de julio sacó unas conclusiones abrumadoras:
"El
potente bombardeo ha tenido un efecto psicológico estimulante en nuestras
tropas y depresivo en el enemigo. Se han observado pocos cadáveres alemanes. Se
han cortado, ciertamente, las comunicaciones del enemigo con sus bases, pero
también nos ha dificultado la progresión. Los oficiales se han sorprendido de
no ver ninguna defensa en las carreteras, ninguna obra fortificada. Se
interrogan sobre los objetivos del bombardeo.
Los
franceses interrogados, así como los oficiales del ejército en el lugar el 7 de
julio no dan parte de la presencia de ninguna zona de defensa ni de ningún
bastión particular delante de Caen en el cuadrilátero de bombardeo. Ningún
resto de cañón o de tanque enterrados, marcados en el mapa por el 2º Ejército
en justificación de la solicitud de intervención, no puede ser encontrada para
ser fotografiada. El Comité llega a esta conclusión: que nada justificaba tal
operación, nada justificaba la pérdida de 300 vidas civiles y la destrucción de
una vasta zona de construcción urbana" (…).
Firmado : AVM Robert
Dickinson Oxland, Bomber Command; Edgard James Kingston – Mc- Cloughry, Air
Commodore;
Solly Zuckerman,
profesor; Group Commander Lucas AEAF; Beunett, mayor shaef; Col. Hobbs 21st
Army Group.
El
25 de agosto de 1944 París era liberado de los ocupantes nazis. Ello no
significó, sin embargo, el fin de los raids en las zonas de Francia todavía bajo
control hitleriano. En efecto, pocos días después, el 5 de septiembre, un
diluvio de bombas cae sobre Le Havre. Millones de toneladas de explosivos son
arrojados sobre la ciudad entre los cuales los temibles artefactos de fósforo.
El ataque aéreo dura hasta el día 10. Cerca de 10000 casas son destruidas, 2000
personas pierden la vida y 80000 se quedan sin sus hogares. Le Havre contaba,
es cierto, con una importante guarnición militar de 12000 hombres dispuestos a
resistir. No obstante, estos estaban situados en las alturas que rodeaban la
localidad. Por lo que hace referencia al estado mayor, se alojaba en las
lujosas villas residenciales de la costa, lejos del centro de la ciudad. El
historiador y teniente de alcalde en el 2014, Jean- Baptiste Gastinne,
desautorizaba aquel año la acción de los aviones británicos en estos términos:
"El
bombardeo de los barrios centrales durante los dos primeros días es
incomprensible, tanto más cuanto que los aliados tenían toda la información a
su disposición. Desde el desembarco los políticos pierden el control sobre las
operaciones, los militares tienen todo el poder de decisión. Sin duda, los
británicos quisieron darse prisa en tomar Le Havre (…). La ausencia de
justificación de la destrucción de su ciudad ha sido siempre difícil de
comprender por sus habitantes. No podíamos construir una memoria colectiva
sobre estos acontecimientos trágicos. Hoy, quizás, esta herida empieza a
cerrarse" (…).
¿Cuántas
víctimas mortales civiles provocaron las incursiones de la aviación aliada
sobre Francia? La cifra oscila entre las 60000 y las 75000, según las fuentes.
Hubo en torno a 73000 heridos, 85000 edificios fueron destruidos y 183000
resultaron dañados. Más de 9000 raids se efectuaron entre 1940 y 1945, el 80%
de los cuales en el año 1944.
Fuente:
https://serhistorico.net